El festival de gestos que se dispensaron el miércoles pasado el gobernador de Chubut, Nacho Torres, y el de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue uno de los temas más relevantes de la semana. Inclusive en la escena política nacional, en donde todavía muchos siguen tratando de medir los costos y beneficios del encuentro, además del significado que tuvo para la Casa Rosada.
En una Argentina tan convulsionada en términos económicos y sociales, y con una oposición tan atomizada que le permite al Gobierno libertario seguir a flote en medio de la marejada, la visita del gobernador de la provincia más importante del país y principal referente de la oposición gobernante, fue una muestra de que algunos empiezan a pensar en construcciones alternativas. Y para eso, primero hay que dialogar.
Si hay algo que se le va a agradecer a Javier Milei cuando sea nada más que un mal recuerdo es haber logrado articular relaciones políticas que hasta hace poco estaban poco menos que prohibidas. Cuesta todavía divisar las coincidencias ideológicas entre Torres y Kicillof, sobre todo si se los mensura con los parámetros de la grieta tradicional, pero el gesto de acercarse sabiendo que ese primer encuentro público iba a causar algún malestar puertas adentro de sus propias estructuras, los pone en una posición hasta ahora inédita.
El chubutense sigue firme con su idea de darle centralidad política a Chubut -y a su propia carrera - y lo viene logrando, al menos en los ámbitos políticos, empresarios y mediáticos. Pero Nacho no da puntada sin hilo y sabiendo que la foto con Kicillof iba a ser potente, se armó una agenda adecuada para surfear la ola: un día antes se sacó una foto con -nada y nada menos- Mauricio Macri y el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, en un pomposo evento realizado en la Embajada norteamericana para celebrar los 15 años de una organización dedicada a la conservación de pingüinos. El poder de lobby del “Sr. Termo”, como lo llaman algunos a pesar de que no tiene nada que ver con la famosa marca, no conoce límites. Y un día después de tomar mates con Axel en la Residencia Oficial, fue a visitar a la vicepresidenta Victoria Villarruel al Senado con dos radicales aliados, el vicegobernador Gustavo Menna y la senadora Edith Terenzi. Lo que se dice, una brochette de variados sabores.
La ambulancia de Axel
“Estamos demostrando que no todo tiene que ser agresión y ataque por las redes sociales: podemos trabajar en conjunto y de forma solidaria”, dijo Kicillof el miércoles en Chubut. En sus alrededores aseguran que la única intención es aportar un gesto de federalismo que hoy -ni nunca- va a tener el Gobierno libertario.
Kicillof decidió salir a caminar el país porque su segundo mandato se lo impone. La (buena) excusa de las 15 ambulancias (y más allá de la reacción del comodorismo explícito que se quejó porque no les tocó una, como tampoco a muchos otros municipios y comunas rurales que no dijeron nada) le sirvió al bonaerense para hacer pie por primera vez en Chubut, en donde el peronismo está más desarticulado, gastado y vapuleado que a nivel nacional, que no es poco decir.
Aunque mantuvo una reunión en la sede del PJ en Rawson antes de verse con Torres, y otra posterior con dirigentes sindicales en la sede de la AOT en Trelew, se notaron las ausencias de algunos sectores peronistas locales que prefirieron seguir siendo orgánicos con el cristinismo barroco que comanda Máximo Kirchner, que mostrarse con el que hoy parece ser uno de los que podría protagonizar el intento de reconstrucción del Partido Justicialista.
Las ambulancias que mandará Kicillof a Chubut también son una metáfora de lo que pretende hacer con el PJ. Durante su visita al Valle subió a varios “heridos” que buscan acomodarse a lo que vendrá. Otros eligieron seguir al costado del camino, como si salir del fondo del pozo fuera posible en un estado de división permanente. Les falta más lectura de la realidad y les sobran posteos en las redes sociales.
Rebelión en la granja
“Levantar la cabeza para salir de la grieta tuitera y dar respuestas a la gente”, resumió Torres a su encuentro con el gobernador de Buenos Aires. Nacho ha demostrado que se anima a caminar encima de las brasas ardientes y ya casi es un experto en hacerles comer las curvas a los que creen que siempre va en la misma dirección.
Por ejemplo, a las fotos del acto realizado en la sede de Vialidad Provincial le faltaron algunos dirigentes alineados al gobernador, como el vicegobernador Menna y la diputada nacional Ana Clara Romero, dos antiperonistas de paladar negro. El primero sí tuvo tiempo de ir hasta Buenos Aires a la foto con la vicepresidenta Villarruel, pero la legisladora comodorense parece estar cada vez más desmarcada de Nacho. No sólo puso el grito en el cielo por la presencia de Kicillof en Chubut para un acto oficial, sino que sigue reclamando menos contemplaciones con Othar Macharashvili, el peronista que la derrotó en el pago chico.
En los alrededores de Ana Clara no ocultan las diferencias y el mismo miércoles algunos mandaderos hicieron trascender que tanto ella como su colega senadora Andrea Cristina ya no se sienten contenidas en el espacio “nachista”. Es más, para marcar la cancha dijeron que ellas iban a ser las anfitrionas de la vicepresidenta en su próxima visita a Río Mayo, la localidad chubutense en donde se crió Villarruel hasta finales de los años 80, cuando su padre, el capitán Eduardo Villarruel, llegó a ser segundo jefe del Regimiento del pueblo y, entre otras cosas, fue arrestado durante 40 días por negarse a jurar ante la Constitución Nacional. De tal palo.
El sueño de Romero de ser la anfitriona de la vicepresidenta como respuesta a la amigable recepción a Kicillof sufrió un primer traspié cuando vio la foto de Torres sentado cómodamente en uno de los sillones del despacho de Villaruel en el Senado, junto a la senadora Edith Terenzi, otra adversaria interna de Ana Clara.
El juego de la política no se detiene nunca, ni siquiera en medio de las tensiones que se viven en el Congreso por la Ley Bases y el paquete fiscal que, por ahora, siguen deambulando por el Senado a la espera de que se consigan las firmas necesarias para que haya dictamen de mayoría y votos suficientes para garantizar que se apruebe como en Diputados.
Por ahora, el Pacto de Mayo con los gobernadores parece haber quedado para más adelante -o nunca-, y muy tímidamente aparece en el horizonte un “Pacto Federal” en el que Nacho y Axel parece estar trabajando junto a otros mandatarios provinciales.
Aun con la grieta abierta y una Argentina pendular yendo y viviendo, parece empezar a gestarse una transversalidad que podría ser necesaria en el futuro pero que no será sencilla de conseguir. Dogmáticos, abstenerse.
El festival de gestos que se dispensaron el miércoles pasado el gobernador de Chubut, Nacho Torres, y el de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue uno de los temas más relevantes de la semana. Inclusive en la escena política nacional, en donde todavía muchos siguen tratando de medir los costos y beneficios del encuentro, además del significado que tuvo para la Casa Rosada.
En una Argentina tan convulsionada en términos económicos y sociales, y con una oposición tan atomizada que le permite al Gobierno libertario seguir a flote en medio de la marejada, la visita del gobernador de la provincia más importante del país y principal referente de la oposición gobernante, fue una muestra de que algunos empiezan a pensar en construcciones alternativas. Y para eso, primero hay que dialogar.
Si hay algo que se le va a agradecer a Javier Milei cuando sea nada más que un mal recuerdo es haber logrado articular relaciones políticas que hasta hace poco estaban poco menos que prohibidas. Cuesta todavía divisar las coincidencias ideológicas entre Torres y Kicillof, sobre todo si se los mensura con los parámetros de la grieta tradicional, pero el gesto de acercarse sabiendo que ese primer encuentro público iba a causar algún malestar puertas adentro de sus propias estructuras, los pone en una posición hasta ahora inédita.
El chubutense sigue firme con su idea de darle centralidad política a Chubut -y a su propia carrera - y lo viene logrando, al menos en los ámbitos políticos, empresarios y mediáticos. Pero Nacho no da puntada sin hilo y sabiendo que la foto con Kicillof iba a ser potente, se armó una agenda adecuada para surfear la ola: un día antes se sacó una foto con -nada y nada menos- Mauricio Macri y el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, en un pomposo evento realizado en la Embajada norteamericana para celebrar los 15 años de una organización dedicada a la conservación de pingüinos. El poder de lobby del “Sr. Termo”, como lo llaman algunos a pesar de que no tiene nada que ver con la famosa marca, no conoce límites. Y un día después de tomar mates con Axel en la Residencia Oficial, fue a visitar a la vicepresidenta Victoria Villarruel al Senado con dos radicales aliados, el vicegobernador Gustavo Menna y la senadora Edith Terenzi. Lo que se dice, una brochette de variados sabores.
La ambulancia de Axel
“Estamos demostrando que no todo tiene que ser agresión y ataque por las redes sociales: podemos trabajar en conjunto y de forma solidaria”, dijo Kicillof el miércoles en Chubut. En sus alrededores aseguran que la única intención es aportar un gesto de federalismo que hoy -ni nunca- va a tener el Gobierno libertario.
Kicillof decidió salir a caminar el país porque su segundo mandato se lo impone. La (buena) excusa de las 15 ambulancias (y más allá de la reacción del comodorismo explícito que se quejó porque no les tocó una, como tampoco a muchos otros municipios y comunas rurales que no dijeron nada) le sirvió al bonaerense para hacer pie por primera vez en Chubut, en donde el peronismo está más desarticulado, gastado y vapuleado que a nivel nacional, que no es poco decir.
Aunque mantuvo una reunión en la sede del PJ en Rawson antes de verse con Torres, y otra posterior con dirigentes sindicales en la sede de la AOT en Trelew, se notaron las ausencias de algunos sectores peronistas locales que prefirieron seguir siendo orgánicos con el cristinismo barroco que comanda Máximo Kirchner, que mostrarse con el que hoy parece ser uno de los que podría protagonizar el intento de reconstrucción del Partido Justicialista.
Las ambulancias que mandará Kicillof a Chubut también son una metáfora de lo que pretende hacer con el PJ. Durante su visita al Valle subió a varios “heridos” que buscan acomodarse a lo que vendrá. Otros eligieron seguir al costado del camino, como si salir del fondo del pozo fuera posible en un estado de división permanente. Les falta más lectura de la realidad y les sobran posteos en las redes sociales.
Rebelión en la granja
“Levantar la cabeza para salir de la grieta tuitera y dar respuestas a la gente”, resumió Torres a su encuentro con el gobernador de Buenos Aires. Nacho ha demostrado que se anima a caminar encima de las brasas ardientes y ya casi es un experto en hacerles comer las curvas a los que creen que siempre va en la misma dirección.
Por ejemplo, a las fotos del acto realizado en la sede de Vialidad Provincial le faltaron algunos dirigentes alineados al gobernador, como el vicegobernador Menna y la diputada nacional Ana Clara Romero, dos antiperonistas de paladar negro. El primero sí tuvo tiempo de ir hasta Buenos Aires a la foto con la vicepresidenta Villarruel, pero la legisladora comodorense parece estar cada vez más desmarcada de Nacho. No sólo puso el grito en el cielo por la presencia de Kicillof en Chubut para un acto oficial, sino que sigue reclamando menos contemplaciones con Othar Macharashvili, el peronista que la derrotó en el pago chico.
En los alrededores de Ana Clara no ocultan las diferencias y el mismo miércoles algunos mandaderos hicieron trascender que tanto ella como su colega senadora Andrea Cristina ya no se sienten contenidas en el espacio “nachista”. Es más, para marcar la cancha dijeron que ellas iban a ser las anfitrionas de la vicepresidenta en su próxima visita a Río Mayo, la localidad chubutense en donde se crió Villarruel hasta finales de los años 80, cuando su padre, el capitán Eduardo Villarruel, llegó a ser segundo jefe del Regimiento del pueblo y, entre otras cosas, fue arrestado durante 40 días por negarse a jurar ante la Constitución Nacional. De tal palo.
El sueño de Romero de ser la anfitriona de la vicepresidenta como respuesta a la amigable recepción a Kicillof sufrió un primer traspié cuando vio la foto de Torres sentado cómodamente en uno de los sillones del despacho de Villaruel en el Senado, junto a la senadora Edith Terenzi, otra adversaria interna de Ana Clara.
El juego de la política no se detiene nunca, ni siquiera en medio de las tensiones que se viven en el Congreso por la Ley Bases y el paquete fiscal que, por ahora, siguen deambulando por el Senado a la espera de que se consigan las firmas necesarias para que haya dictamen de mayoría y votos suficientes para garantizar que se apruebe como en Diputados.
Por ahora, el Pacto de Mayo con los gobernadores parece haber quedado para más adelante -o nunca-, y muy tímidamente aparece en el horizonte un “Pacto Federal” en el que Nacho y Axel parece estar trabajando junto a otros mandatarios provinciales.
Aun con la grieta abierta y una Argentina pendular yendo y viviendo, parece empezar a gestarse una transversalidad que podría ser necesaria en el futuro pero que no será sencilla de conseguir. Dogmáticos, abstenerse.