Una potencia financiera necesita “unos cimientos económicos robustos, una moneda fuerte, banco central, instituciones financieras, regulación y talentos”, manifestó Xi en una reunión con funcionarios de nivel ministerial”, según citó Bloomberg a partir de información de la agencia estatal Xinhua.
Los comentarios de Xi se enmarcan dentro de los esfuerzos de China para potenciar el uso internacional del yuan en los intercambios y las transacciones, que, si bien creció en los últimos años, es comparativamente bajo respecto del tamaño de la economía.
Esto se debe –según indican analistas- a los estrictos controles de capitales que impiden el libre flujo del dinero dentro de las fronteras chinas, y por la falta de liquidez en los mercados de capitales denominados en yuanes.
Pese a eso, hay signos de que el yuan está ganando fortaleza y en noviembre último superó al yen japonés como la cuarta moneda utilizada en pagos internacionales, por primera vez desde principios de 2022.
Del mismo modo, el yuan representó un 24% de los pagos de intercambios de bienes que tuvo China en los primeros nueve meses de 2023.
“Es necesario acelerar la construcción de un sistema financiero moderno con características chinas”, indicó Xi.
El mandatario chino llamó a que los mercados chinos y del exterior tengan una mayor conectividad, aunque enfatizó que la apertura del mercado financiero domestico tiene que ser administrado con cuidado pues el desarrollo del sector en China es diferente al modelo occidental.
El país espera un crecimiento del 5,2% para este año, afirmó hoy en Davos el primer ministro Li Quiang, lo cual –subrayó- es una “mejora” respecto del 3% de 2022, al tiempo que pidió que los “frutos científicos y tecnológicos no deben convertirse en un medio para impedir el desarrollo de otros países”, en referencia –sin nombrar- a las restricciones impuestas por Estados Unidos a empresas chinas para que adquieran tecnología estadounidense.
De confirmarse la cifra indicada por Li sería el crecimiento más bajo desde 1990, excluyendo los años de la pandemia.
Más allá del pilar financiero, China quiere encontrar nuevas formas para motorizar su economía, impactada en los últimos años por una grave crisis en el sector inmobiliario, presiones deflacionarias y una baja demanda doméstica; y amenazada, a largo plazo, por el envejecimiento poblacional.
A fines de 2022, una de cada cinco personas –de una población de 1.400 millones- tenía 60 años o más, con una tasa que superará el 30% en una década.
En ese marco, el Consejo Estatal anunció hoy las intenciones del gobierno de lanzar un plan para la llamada “economía plateada”, es decir la rama dedica a ofrecer productos y servicios para las personas mayores.
El objetivo de Beijing es movilizar a las empresas estatales y privadas para producir indumentaria, alimentos y vehículos para atender las necesidades específicas de este sector demográfico.
El diario Beijing News reportó esta semana –en base a cifras difundidas por un “think tank” gubernamental- que la “economía plateada” representará US$ 4,2 billones en la próxima década, un 10% del Producto Bruto Interno de China.
Entre las diversas medidas, China buscará facultar a los gobiernos locales para que emitan bonos especiales para motorizar el sector, y que los bancos otorguen crédito.
Por otro lado, más a corto plazo el país está considerando para estimular su economía un plan especial de bonos soberanos de US$ 139.000 millones.
Los mismos se utilizarán para financiar proyectos vinculados con el sector alimenticio, energético, cadenas de suministro y planes de urbanización, y buscan, al mismo tiempo, quitarle presión al endeudamiento de los gobiernos locales.
Estos bonos –a muy largo plazo- fueron una medida excepcional en la historia reciente: China realizó ventas masivas de bonos luego de la crisis financiera asiática en 1998, o en 2020 para financiar las medidas de la pandemia de Coronavirus.
Una potencia financiera necesita “unos cimientos económicos robustos, una moneda fuerte, banco central, instituciones financieras, regulación y talentos”, manifestó Xi en una reunión con funcionarios de nivel ministerial”, según citó Bloomberg a partir de información de la agencia estatal Xinhua.
Los comentarios de Xi se enmarcan dentro de los esfuerzos de China para potenciar el uso internacional del yuan en los intercambios y las transacciones, que, si bien creció en los últimos años, es comparativamente bajo respecto del tamaño de la economía.
Esto se debe –según indican analistas- a los estrictos controles de capitales que impiden el libre flujo del dinero dentro de las fronteras chinas, y por la falta de liquidez en los mercados de capitales denominados en yuanes.
Pese a eso, hay signos de que el yuan está ganando fortaleza y en noviembre último superó al yen japonés como la cuarta moneda utilizada en pagos internacionales, por primera vez desde principios de 2022.
Del mismo modo, el yuan representó un 24% de los pagos de intercambios de bienes que tuvo China en los primeros nueve meses de 2023.
“Es necesario acelerar la construcción de un sistema financiero moderno con características chinas”, indicó Xi.
El mandatario chino llamó a que los mercados chinos y del exterior tengan una mayor conectividad, aunque enfatizó que la apertura del mercado financiero domestico tiene que ser administrado con cuidado pues el desarrollo del sector en China es diferente al modelo occidental.
El país espera un crecimiento del 5,2% para este año, afirmó hoy en Davos el primer ministro Li Quiang, lo cual –subrayó- es una “mejora” respecto del 3% de 2022, al tiempo que pidió que los “frutos científicos y tecnológicos no deben convertirse en un medio para impedir el desarrollo de otros países”, en referencia –sin nombrar- a las restricciones impuestas por Estados Unidos a empresas chinas para que adquieran tecnología estadounidense.
De confirmarse la cifra indicada por Li sería el crecimiento más bajo desde 1990, excluyendo los años de la pandemia.
Más allá del pilar financiero, China quiere encontrar nuevas formas para motorizar su economía, impactada en los últimos años por una grave crisis en el sector inmobiliario, presiones deflacionarias y una baja demanda doméstica; y amenazada, a largo plazo, por el envejecimiento poblacional.
A fines de 2022, una de cada cinco personas –de una población de 1.400 millones- tenía 60 años o más, con una tasa que superará el 30% en una década.
En ese marco, el Consejo Estatal anunció hoy las intenciones del gobierno de lanzar un plan para la llamada “economía plateada”, es decir la rama dedica a ofrecer productos y servicios para las personas mayores.
El objetivo de Beijing es movilizar a las empresas estatales y privadas para producir indumentaria, alimentos y vehículos para atender las necesidades específicas de este sector demográfico.
El diario Beijing News reportó esta semana –en base a cifras difundidas por un “think tank” gubernamental- que la “economía plateada” representará US$ 4,2 billones en la próxima década, un 10% del Producto Bruto Interno de China.
Entre las diversas medidas, China buscará facultar a los gobiernos locales para que emitan bonos especiales para motorizar el sector, y que los bancos otorguen crédito.
Por otro lado, más a corto plazo el país está considerando para estimular su economía un plan especial de bonos soberanos de US$ 139.000 millones.
Los mismos se utilizarán para financiar proyectos vinculados con el sector alimenticio, energético, cadenas de suministro y planes de urbanización, y buscan, al mismo tiempo, quitarle presión al endeudamiento de los gobiernos locales.
Estos bonos –a muy largo plazo- fueron una medida excepcional en la historia reciente: China realizó ventas masivas de bonos luego de la crisis financiera asiática en 1998, o en 2020 para financiar las medidas de la pandemia de Coronavirus.