El sueño de dedicarse a la música es uno de los más comunes entre los niños y adolescentes. Algunos desisten a medida que van creciendo, pero otros se arriesgan a enfrentar y materializar el deseo de convertirse en artistas. Sergio Almendra es uno de ellos.
Es oriundo de Trelew y comenzó su trayectoria musical a los 15 años cuando su abuela le regaló su primera guitarra. “Las ganas de tocar me surgieron cuando lo vi al Tino Paillalef en su grupo ‘Tino y la guitarra mapuche’, me llamó mucho la atención como se desenvolvía. Era algo local, casi un vecino, que me hacía sentir que podía llegar a hacer lo mismo”.
Ahora tiene 33 años, y lo conocimos mientras tocaba en la plaza central de Puerto Madryn con un particular instrumento: una guitarra hecha con una lata de yerba.
Para muchos, ver un instrumento de estas características es inusual. Que un elemento cotidiano sea intervenido de forma tal que pase a ser una guitarra de gran calidad es sorprendente. Sin embargo, Sergio nos contó que es una práctica habitual que data de hace muchos años y tiene un trasfondo social duro.
“Este estilo de instrumentos hechos con cosas caseras viene del blues. Se trata de un tipo de guitarras llamadas “Cigar Box”, porque las originales estaban hechas con cajas de cigarrillos, palos y cuerdas”, comenzó. La práctica surgió de la época de esclavitud en Estados Unidos, “como a los esclavos se les prohibía hacer música, ellos con lo que tenían a mano armaban instrumentos. Y eso perduró en la historia del blues”, agregó Sergio.
Volviendo a la escena local, contó que con el pasar de los años conoció a mucha gente de acá, del género, que lo iniciaron en eso. “Entre ellos a Fabio Aravena, que es lutier y se dedica a la fabricación de estos instrumentos. Es básicamente un movimiento estético, pero que también demuestra que podes hacer música con lo que quieras”.
Producto de la fascinación que sintió con esta movida musical, empezó a navegar por diversas páginas de lutieres que hacían esto, “y cuando vi la guitarra hecha con la lata de yerba, junte la plata como pude y me comunique con el que la hizo. Era un lutier cordobés que fabricaba instrumentos con latas de todo tipo”, recordó.
De lejos uno pensaría que son de juguete, pero el profesionalismo con el que se intervienen estos objetos caseros para convertirlos en un instrumento, asegura que el sonido mantenga una calidad digna de exponer en cualquier escenario.
Por el momento, Sergio la utiliza para tocar en las plazas de Trelew o Puerto Madryn. A veces solo y otras tantas veces acompañado de su familia, aparece para deleitar a los vecinos y turistas con su talento y su cigar box.
Más allá de la picardía con la que muestra su particular guitarra, confesó desde su faceta como futuro docente que la importancia detrás de este movimiento es poder transmitirles a las personas que “se puede hacer música con lo que tengas a mano, sin necesidad de comprarse el instrumento más caro”.
El sueño de dedicarse a la música es uno de los más comunes entre los niños y adolescentes. Algunos desisten a medida que van creciendo, pero otros se arriesgan a enfrentar y materializar el deseo de convertirse en artistas. Sergio Almendra es uno de ellos.
Es oriundo de Trelew y comenzó su trayectoria musical a los 15 años cuando su abuela le regaló su primera guitarra. “Las ganas de tocar me surgieron cuando lo vi al Tino Paillalef en su grupo ‘Tino y la guitarra mapuche’, me llamó mucho la atención como se desenvolvía. Era algo local, casi un vecino, que me hacía sentir que podía llegar a hacer lo mismo”.
Ahora tiene 33 años, y lo conocimos mientras tocaba en la plaza central de Puerto Madryn con un particular instrumento: una guitarra hecha con una lata de yerba.
Para muchos, ver un instrumento de estas características es inusual. Que un elemento cotidiano sea intervenido de forma tal que pase a ser una guitarra de gran calidad es sorprendente. Sin embargo, Sergio nos contó que es una práctica habitual que data de hace muchos años y tiene un trasfondo social duro.
“Este estilo de instrumentos hechos con cosas caseras viene del blues. Se trata de un tipo de guitarras llamadas “Cigar Box”, porque las originales estaban hechas con cajas de cigarrillos, palos y cuerdas”, comenzó. La práctica surgió de la época de esclavitud en Estados Unidos, “como a los esclavos se les prohibía hacer música, ellos con lo que tenían a mano armaban instrumentos. Y eso perduró en la historia del blues”, agregó Sergio.
Volviendo a la escena local, contó que con el pasar de los años conoció a mucha gente de acá, del género, que lo iniciaron en eso. “Entre ellos a Fabio Aravena, que es lutier y se dedica a la fabricación de estos instrumentos. Es básicamente un movimiento estético, pero que también demuestra que podes hacer música con lo que quieras”.
Producto de la fascinación que sintió con esta movida musical, empezó a navegar por diversas páginas de lutieres que hacían esto, “y cuando vi la guitarra hecha con la lata de yerba, junte la plata como pude y me comunique con el que la hizo. Era un lutier cordobés que fabricaba instrumentos con latas de todo tipo”, recordó.
De lejos uno pensaría que son de juguete, pero el profesionalismo con el que se intervienen estos objetos caseros para convertirlos en un instrumento, asegura que el sonido mantenga una calidad digna de exponer en cualquier escenario.
Por el momento, Sergio la utiliza para tocar en las plazas de Trelew o Puerto Madryn. A veces solo y otras tantas veces acompañado de su familia, aparece para deleitar a los vecinos y turistas con su talento y su cigar box.
Más allá de la picardía con la que muestra su particular guitarra, confesó desde su faceta como futuro docente que la importancia detrás de este movimiento es poder transmitirles a las personas que “se puede hacer música con lo que tengas a mano, sin necesidad de comprarse el instrumento más caro”.