Madryn: lo denunció su propia pareja y terminó condenado por vender marihuana y cocaína

José Segundo tiene un amplio prontuario que incluye un crimen y varias denuncias por violencia de género en la ciudad del Golfo. Su mujer se cansó y le reveló a la Policía su narcomenudeo. Terminó condenado a 4 años y medio de prisión efectiva. Ella participaba del comercio pero fue absuelta.

Perspectiva de género. El juez Reynaldi fundamentó su posición.
16 OCT 2022 - 20:39 | Actualizado 16 OCT 2022 - 20:42

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

José María Segundo fue condenado a 4 años y un mes de prisión efectiva por dedicarse a vender marihuana y cocaína en dos lapos: del 21 de junio al 4 de septiembre de 2019, y del 9 de noviembre de 2016 hasta el 12 de mayo de 2017, en Puerto Madryn.

El hombre fue descubierto gracias a dos denuncias: una en un papel anónimo y la otra de su propia expareja, Silvia. Ella también comerció estupefacientes pero lo hizo obligada y sometida por la violencia de género de Segundo. En un juicio abreviado el acusado reconoció los hechos ante el juez federal Mario Reynaldi.

Segundo es oficial albañil y por ahora cumple prisión domiciliaria en calle Gan Gan del barrio 21 de Enero de Madryn. Esa vivienda fue su bunker de operaciones. Con pasamanos o visitas muy cortas, entregaba droga lista para el consumo a quienes se acercaban o bien la distribuía al modo delivery. Silvia ayudaba. Frente a la casa hay una plaza de juegos y una cancha de futbol.

Al ser allanado la Policía encontró celulares, mucho efectivo, bochas de nylon con cocaína, tucas de marihuana, un rifle de aire comprimido y elementos de corte como bolsitas transparentes de nylon dentro de una lata de leche materna, papelillos y pastillas. También una planta de cannabis sativa, semillas y tierra preparada en baldes de plástico como maceta.

En su corpiño Silvia escondía una media con 11 bochas de cocaína listas para su comercialización. Pero sobre su rol el fallo advirtió: “No se puede pasar por alto la situación de violencia de género en la que se encontraba inmersa, con numerosas denuncias debido a la escalada de violencia vivida, desde amenazas, pasando por lesiones y abusos sexuales, hasta llegar a privación de la libertad”.

Tanto era así que en octubre de 2017, y mientras era investigado por drogas, la Justicia provincial condenó a Segundo a ocho meses de prisión efectiva por privación ilegítima de la libertad, lesiones leves agravadas por el vínculo en contexto de violencia de género, amenazas y atentado y resistencia a la autoridad. Fueron seis episodios contra Silvia y una hija.

“Claramente demuestra el círculo de violencia en el que se encontraba inmersa. No es posible que haya actuado con autodeterminación en esta situación de vulnerabilidad extrema (…) Su participación fue resultado de esta violencia ejercida”.

Para el juez no es extraño que la mujer siguiera viviendo con Segundo: “La víctima siempre retorna con el violento hasta que logra romperse el círculo de la violencia, lo que no sucedió en este caso, encontrándose la pareja conviviendo en cumplimiento de la prisión domiciliaria de ambos”.

Silvia lo denunció en noviembre de 2016, cansada de la violencia. Reveló que Segundo guardaba la droga en su casa y en un lote usurpado en los asentamientos del barrio Pujol II al lado del camping del SEC. Sus proveedores eran un tal “Jorge” que vivía detrás del barrio Alta Tensión, y “Matías”, del barrio Nuevo Chubut.

Según la mujer, por una deuda de $ 50 mil de la venta de marihuana, Segundo se había peleado con su primer proveedor: el “Gordo”, dueño de una despensa y de una chanchería en bardas cercanas al barrio San Miguel.

La sentencia cita doctrina norteamericana que estudia la calificación “mujeres en circunstancia”: terminan involucradas y presas culpa de las actividades ilícitas de los hombres con los que se relacionan. Las razones son varias: sujeción a relaciones violentas, vínculos de dependencia económica o sentimental, temor a ser abandonadas, escaso poder para intervenir en la situación que viven, obediencia o resignación al considerar que no hay otra alternativa más que aceptar lo decidido por sus esposos o la creencia de que debían sacrificarse por amor.

Analizado el caso de Silvia con perspectiva de género, “su comportamiento careció de un umbral de libertad suficiente como para poder afirmar que el delito que se le imputa fue su elección. Su voluntad estaba condicionada por la violencia física y psicológica que ejercía Segundo”.

Corría peligro su integridad física, dignidad y libertad. “Estaba permanentemente expuesta por la situación de violencia”, dice el fallo. Si no ayudaba a Segundo, podía sufrir un mal peor.

La segunda denuncia contra Segundo fue un papel anónimo hallado el 21 de junio de 2019 en la puerta de la División Antidrogas de la Policía Federal: “División Antidrogas de Puerto Madryn, soy una vecina del barrio y quiero denunciar a un vecino mío que vende droga a los pibes de la cuadra y de otros barrios, este chico vive en una casa que está en la calle Anita Jones no tiene número la puerta pero en la esquina esta cuadra telsen y la otra la Gan Gan se van a dar cuenta porque frente está la canchita de los nenes y una chapa azul arriba, mi hijo juega al futbol en la cancha y tengo miedo que le vendan y se falopee. Aga algo jefe de la policía (sic)”.

La vigilancia de nuevo detectó los movimientos del narcomenudeo en el domicilio del sujeto. Los consumidores salían fumando porros.

Sobre Segundo ya pesaba una condena a nueve años de prisión por homicidio en agresión y tentativa de robo con arma, ocurridos en Madryn en diciembre de 2002 y mayo de 2001 en perjuicio de Claudio Guimaraes y Rubén Rotondo. Tiene otra sentencia a 15 días por tentativa de robo agravado en Madryn en diciembre de 2014. “Segundo recibió tratamiento resocializador, no obstante actuó con desprecio y volvió a incurrir en el delito”, remató la sentencia del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia.#

* “Silvia” es un nombre de fantasía para proteger la identidad de la víctima.

Perspectiva de género. El juez Reynaldi fundamentó su posición.
16 OCT 2022 - 20:39

Por Rolando Tobarez / @rtobarez

José María Segundo fue condenado a 4 años y un mes de prisión efectiva por dedicarse a vender marihuana y cocaína en dos lapos: del 21 de junio al 4 de septiembre de 2019, y del 9 de noviembre de 2016 hasta el 12 de mayo de 2017, en Puerto Madryn.

El hombre fue descubierto gracias a dos denuncias: una en un papel anónimo y la otra de su propia expareja, Silvia. Ella también comerció estupefacientes pero lo hizo obligada y sometida por la violencia de género de Segundo. En un juicio abreviado el acusado reconoció los hechos ante el juez federal Mario Reynaldi.

Segundo es oficial albañil y por ahora cumple prisión domiciliaria en calle Gan Gan del barrio 21 de Enero de Madryn. Esa vivienda fue su bunker de operaciones. Con pasamanos o visitas muy cortas, entregaba droga lista para el consumo a quienes se acercaban o bien la distribuía al modo delivery. Silvia ayudaba. Frente a la casa hay una plaza de juegos y una cancha de futbol.

Al ser allanado la Policía encontró celulares, mucho efectivo, bochas de nylon con cocaína, tucas de marihuana, un rifle de aire comprimido y elementos de corte como bolsitas transparentes de nylon dentro de una lata de leche materna, papelillos y pastillas. También una planta de cannabis sativa, semillas y tierra preparada en baldes de plástico como maceta.

En su corpiño Silvia escondía una media con 11 bochas de cocaína listas para su comercialización. Pero sobre su rol el fallo advirtió: “No se puede pasar por alto la situación de violencia de género en la que se encontraba inmersa, con numerosas denuncias debido a la escalada de violencia vivida, desde amenazas, pasando por lesiones y abusos sexuales, hasta llegar a privación de la libertad”.

Tanto era así que en octubre de 2017, y mientras era investigado por drogas, la Justicia provincial condenó a Segundo a ocho meses de prisión efectiva por privación ilegítima de la libertad, lesiones leves agravadas por el vínculo en contexto de violencia de género, amenazas y atentado y resistencia a la autoridad. Fueron seis episodios contra Silvia y una hija.

“Claramente demuestra el círculo de violencia en el que se encontraba inmersa. No es posible que haya actuado con autodeterminación en esta situación de vulnerabilidad extrema (…) Su participación fue resultado de esta violencia ejercida”.

Para el juez no es extraño que la mujer siguiera viviendo con Segundo: “La víctima siempre retorna con el violento hasta que logra romperse el círculo de la violencia, lo que no sucedió en este caso, encontrándose la pareja conviviendo en cumplimiento de la prisión domiciliaria de ambos”.

Silvia lo denunció en noviembre de 2016, cansada de la violencia. Reveló que Segundo guardaba la droga en su casa y en un lote usurpado en los asentamientos del barrio Pujol II al lado del camping del SEC. Sus proveedores eran un tal “Jorge” que vivía detrás del barrio Alta Tensión, y “Matías”, del barrio Nuevo Chubut.

Según la mujer, por una deuda de $ 50 mil de la venta de marihuana, Segundo se había peleado con su primer proveedor: el “Gordo”, dueño de una despensa y de una chanchería en bardas cercanas al barrio San Miguel.

La sentencia cita doctrina norteamericana que estudia la calificación “mujeres en circunstancia”: terminan involucradas y presas culpa de las actividades ilícitas de los hombres con los que se relacionan. Las razones son varias: sujeción a relaciones violentas, vínculos de dependencia económica o sentimental, temor a ser abandonadas, escaso poder para intervenir en la situación que viven, obediencia o resignación al considerar que no hay otra alternativa más que aceptar lo decidido por sus esposos o la creencia de que debían sacrificarse por amor.

Analizado el caso de Silvia con perspectiva de género, “su comportamiento careció de un umbral de libertad suficiente como para poder afirmar que el delito que se le imputa fue su elección. Su voluntad estaba condicionada por la violencia física y psicológica que ejercía Segundo”.

Corría peligro su integridad física, dignidad y libertad. “Estaba permanentemente expuesta por la situación de violencia”, dice el fallo. Si no ayudaba a Segundo, podía sufrir un mal peor.

La segunda denuncia contra Segundo fue un papel anónimo hallado el 21 de junio de 2019 en la puerta de la División Antidrogas de la Policía Federal: “División Antidrogas de Puerto Madryn, soy una vecina del barrio y quiero denunciar a un vecino mío que vende droga a los pibes de la cuadra y de otros barrios, este chico vive en una casa que está en la calle Anita Jones no tiene número la puerta pero en la esquina esta cuadra telsen y la otra la Gan Gan se van a dar cuenta porque frente está la canchita de los nenes y una chapa azul arriba, mi hijo juega al futbol en la cancha y tengo miedo que le vendan y se falopee. Aga algo jefe de la policía (sic)”.

La vigilancia de nuevo detectó los movimientos del narcomenudeo en el domicilio del sujeto. Los consumidores salían fumando porros.

Sobre Segundo ya pesaba una condena a nueve años de prisión por homicidio en agresión y tentativa de robo con arma, ocurridos en Madryn en diciembre de 2002 y mayo de 2001 en perjuicio de Claudio Guimaraes y Rubén Rotondo. Tiene otra sentencia a 15 días por tentativa de robo agravado en Madryn en diciembre de 2014. “Segundo recibió tratamiento resocializador, no obstante actuó con desprecio y volvió a incurrir en el delito”, remató la sentencia del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia.#

* “Silvia” es un nombre de fantasía para proteger la identidad de la víctima.


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