Por Francisco Caputo
Y un día Argentina se fue a la B. Después de años y décadas de proponérselo con afán y devoción, nuestro país se fue al descenso. Se había tocado fondo como nunca antes en la historia. Un jueves 20 de diciembre de 2001, Fernando De la Rúa renunció a la Presidencia de La Nación. Y hoy se cumplen 10 años de aquella fecha. Chubut ni Trelew, estuvieron ajenas a esta coyuntura. La crisis también estalló aquí.
El contexto
Antes de producirse el estallido social, la actividad económica del país estaba hace un buen tiempo en una parálisis que produjo trágicas circunstancias. Desempleo récord, desnutrición extendida, pobreza y miseria como pocas veces se había visto. En ese contexto, los ahorristas reclamaban por sus ahorros confiscados y los desempleados reclamaban comida en los supermercados, porque no podían pagarla. Sin olvidar los saqueos.
Las imágenes más emblemáticas de aquel día provienen de Buenos Aires. Pobreza, represión, muerte y renuncia presidencial.
Sin embargo, Chubut en general y Trelew en particular no escaparon a la crisis nacional. De hecho, el 20 por ciento de cada sueldo estatal era pagado en bonos Lecop, ante la ausencia de efectivo.
Todo lo que ocurrió en Buenos Aires, sucedió aquí. Con una intensidad menor a la de la capital nacional, corresponde decir. Pero hay historias trelewenses para contar de aquella fecha que marcó a fuego el destino. Historias del saqueo.
Bombas Molotov
Durante el mediodía de aquel día 20, grupos numerosos de personas se agolpaban en la puerta de una sucursal de una conocida cadena de supermercados, algo frecuente en todo el país. Al igual que en el Concejo Deliberante, pedían entregas de alimentos.
"Entró un representante de los cien que estaban para a pedir una colaboración. No dijeron a qué organización pertenecían. Ya se estaban haciendo igual paquetes de comida para barrio Amaya, para otros barrios periféricos de la ciudad, pero necesitaban más y pedían más", relató uno de los empleados del local que trabajaba ahí por ese entonces. Pidió anonimato.
Bastó una negativa del comercio para que se produjera una explosión de cólera. Comenzaron los empujones, los piedrazos y el intento por saquear mercadería. Se requirió la presencia de la Gendarmería Nacional y la Policía montada para impedir, amortiguar y disipar esos sucesos. "Llegó más gente, tiraron piedras y bombas Molotov. Rompieron vidrios también pero no entraron porque llegó la Gendarmería y la Policía los corrió con balas de goma. Si seguían rompiendo vidrios, entraban como fuera", agregó.
"Se sentía la miseria"
Una empleada recordó que tuvieron que camuflarse y resguardarse. Tampoco dio su nombre. Vive en el mismo barrio que varias de esas personas que intentaron saquear. "Nos tuvimos que quedar hasta la tarde en el supermercado. Si te reconocían con la ropa del supermercado, te agredían los que estaban afuera. Fue bastante feo escuchar el piqueteo (sic) de las bombas Molotov, los vidrios rotos", comentó. "Nosotros también somos personas, al igual que ellos. No se pusieron de la otra parte, de nosotros", aclaró.
Sin embargo, eran concientes del contexto que vivía el país, la provincia y la ciudad. "Se sentía la miseria. Había necesidades en serio. Habían cerrado fábricas en el Parque Industrial, no habían pagado indemnizaciones. Era un mal generalizado en todo el país. De Salta hasta acá. Miseria", comentaron los dos, casi al unísono.
En otro lugar, la situación fue peor. En una sucursal de otra cadena importante, en el centro de la ciudad, los saqueos se consumaron. Se rompieron los vidrios y se llevaron la mercadería que se encontraba más cercana a la puerta. Otros tuvieron más suerte; lograron tapiar las puertas y evitaron el saqueo.
Por estos y otros episodios, entre ellos quema de cubiertas fueron detenidas 18 personas, en una jornada de cruentos enfrentamientos entre la Policía y civiles, varios de ellos menores de edad.
Corralito trelewense
La confiscación de depósitos bancarios se sintió en la ciudad. Los ahorristas, el día 20 también, reclamaban por su dinero. Pero no con la virulencia con la que se hizo en Buenos Aires.
"Los ahorristas estaban molestos con el tema de los ahorros. Pero no sintieron el acoso de los bancos como en Buenos Aires. No hubo necesidad de tapiar nada, como hicieron allá, que tapaban las puertas porque rompían vidrios", comentó Carlos Acuña, secretario general de la Bancaria.
"Pero recuerdo que acá la gente retiraba lo que podía en monedas. En monedas con tal de no perder los ahorros. Fue un corralito muy duro, hubo situaciones muy angustiantes por las políticas nefastas del Gobierno de De la Rúa", agregó.
Asimismo, Acuña citó que los empleados bancarios no la pasaron nada bien ante los reclamos de los ahorristas
"Ellos ponían la cara ante los clientes. Lo hacían pese a que era una situación que no habían creado ellos. Era tema de los bancos. Pero sufrieron el acoso de los clientes. Y además teníamos la preocupación por mantener las fuentes laborales para los trabajadores", acotó.
Cacerolazo en la Plaza
Al caer la noche, en el amanecer de la madrugada y cuando De la Rúa era un recuerdo muy reciente, tronaron las cacerolas en Trelew. Al igual que con el sistema bancario, el cacerolazo trelewense distó de ser el episodio de gigantesca magnitud registrado en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Pero la ciudad no estuvo ajena a este fenómeno de protesta. "Las cacerolas sonaban porque no había con qué llenarlas. No había comida que cocinar", se dijo a este cronista.
Se escucharon ruidos de cacerolas en la Plaza Independencia, exigiendo un cambio de rumbo, pidiendo recobrar la esperanza perdida. Y, al igual que en el resto de la Argentina, se pidió un recambio de las autoridades políticas, bajo el emblemático grito "¡Qué se vayan todos!"
Una esperanza
Trelew, como parte de un todo que es la Provincia del Chubut, que a su vez integra un universo más grande que es la República Argentina, siguió con sus matices y regionalismos los trágicos sucesos que avergüenzan y llenan de lágrimas a la historia nacional. Trelew, a su manera, también se fue al descenso y conoció crueles indignidades.
Nada fue igual después de aquel jueves 20 de diciembre, toda una culminación de desaciertos y errores. Fue el día donde Argentina cayó más bajo, un lugar donde se espera que nunca más vuelva a estar. Para evitar de nuevo lágrimas, tristezas, sangre y miseria. #
Por Francisco Caputo
Y un día Argentina se fue a la B. Después de años y décadas de proponérselo con afán y devoción, nuestro país se fue al descenso. Se había tocado fondo como nunca antes en la historia. Un jueves 20 de diciembre de 2001, Fernando De la Rúa renunció a la Presidencia de La Nación. Y hoy se cumplen 10 años de aquella fecha. Chubut ni Trelew, estuvieron ajenas a esta coyuntura. La crisis también estalló aquí.
El contexto
Antes de producirse el estallido social, la actividad económica del país estaba hace un buen tiempo en una parálisis que produjo trágicas circunstancias. Desempleo récord, desnutrición extendida, pobreza y miseria como pocas veces se había visto. En ese contexto, los ahorristas reclamaban por sus ahorros confiscados y los desempleados reclamaban comida en los supermercados, porque no podían pagarla. Sin olvidar los saqueos.
Las imágenes más emblemáticas de aquel día provienen de Buenos Aires. Pobreza, represión, muerte y renuncia presidencial.
Sin embargo, Chubut en general y Trelew en particular no escaparon a la crisis nacional. De hecho, el 20 por ciento de cada sueldo estatal era pagado en bonos Lecop, ante la ausencia de efectivo.
Todo lo que ocurrió en Buenos Aires, sucedió aquí. Con una intensidad menor a la de la capital nacional, corresponde decir. Pero hay historias trelewenses para contar de aquella fecha que marcó a fuego el destino. Historias del saqueo.
Bombas Molotov
Durante el mediodía de aquel día 20, grupos numerosos de personas se agolpaban en la puerta de una sucursal de una conocida cadena de supermercados, algo frecuente en todo el país. Al igual que en el Concejo Deliberante, pedían entregas de alimentos.
"Entró un representante de los cien que estaban para a pedir una colaboración. No dijeron a qué organización pertenecían. Ya se estaban haciendo igual paquetes de comida para barrio Amaya, para otros barrios periféricos de la ciudad, pero necesitaban más y pedían más", relató uno de los empleados del local que trabajaba ahí por ese entonces. Pidió anonimato.
Bastó una negativa del comercio para que se produjera una explosión de cólera. Comenzaron los empujones, los piedrazos y el intento por saquear mercadería. Se requirió la presencia de la Gendarmería Nacional y la Policía montada para impedir, amortiguar y disipar esos sucesos. "Llegó más gente, tiraron piedras y bombas Molotov. Rompieron vidrios también pero no entraron porque llegó la Gendarmería y la Policía los corrió con balas de goma. Si seguían rompiendo vidrios, entraban como fuera", agregó.
"Se sentía la miseria"
Una empleada recordó que tuvieron que camuflarse y resguardarse. Tampoco dio su nombre. Vive en el mismo barrio que varias de esas personas que intentaron saquear. "Nos tuvimos que quedar hasta la tarde en el supermercado. Si te reconocían con la ropa del supermercado, te agredían los que estaban afuera. Fue bastante feo escuchar el piqueteo (sic) de las bombas Molotov, los vidrios rotos", comentó. "Nosotros también somos personas, al igual que ellos. No se pusieron de la otra parte, de nosotros", aclaró.
Sin embargo, eran concientes del contexto que vivía el país, la provincia y la ciudad. "Se sentía la miseria. Había necesidades en serio. Habían cerrado fábricas en el Parque Industrial, no habían pagado indemnizaciones. Era un mal generalizado en todo el país. De Salta hasta acá. Miseria", comentaron los dos, casi al unísono.
En otro lugar, la situación fue peor. En una sucursal de otra cadena importante, en el centro de la ciudad, los saqueos se consumaron. Se rompieron los vidrios y se llevaron la mercadería que se encontraba más cercana a la puerta. Otros tuvieron más suerte; lograron tapiar las puertas y evitaron el saqueo.
Por estos y otros episodios, entre ellos quema de cubiertas fueron detenidas 18 personas, en una jornada de cruentos enfrentamientos entre la Policía y civiles, varios de ellos menores de edad.
Corralito trelewense
La confiscación de depósitos bancarios se sintió en la ciudad. Los ahorristas, el día 20 también, reclamaban por su dinero. Pero no con la virulencia con la que se hizo en Buenos Aires.
"Los ahorristas estaban molestos con el tema de los ahorros. Pero no sintieron el acoso de los bancos como en Buenos Aires. No hubo necesidad de tapiar nada, como hicieron allá, que tapaban las puertas porque rompían vidrios", comentó Carlos Acuña, secretario general de la Bancaria.
"Pero recuerdo que acá la gente retiraba lo que podía en monedas. En monedas con tal de no perder los ahorros. Fue un corralito muy duro, hubo situaciones muy angustiantes por las políticas nefastas del Gobierno de De la Rúa", agregó.
Asimismo, Acuña citó que los empleados bancarios no la pasaron nada bien ante los reclamos de los ahorristas
"Ellos ponían la cara ante los clientes. Lo hacían pese a que era una situación que no habían creado ellos. Era tema de los bancos. Pero sufrieron el acoso de los clientes. Y además teníamos la preocupación por mantener las fuentes laborales para los trabajadores", acotó.
Cacerolazo en la Plaza
Al caer la noche, en el amanecer de la madrugada y cuando De la Rúa era un recuerdo muy reciente, tronaron las cacerolas en Trelew. Al igual que con el sistema bancario, el cacerolazo trelewense distó de ser el episodio de gigantesca magnitud registrado en Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Pero la ciudad no estuvo ajena a este fenómeno de protesta. "Las cacerolas sonaban porque no había con qué llenarlas. No había comida que cocinar", se dijo a este cronista.
Se escucharon ruidos de cacerolas en la Plaza Independencia, exigiendo un cambio de rumbo, pidiendo recobrar la esperanza perdida. Y, al igual que en el resto de la Argentina, se pidió un recambio de las autoridades políticas, bajo el emblemático grito "¡Qué se vayan todos!"
Una esperanza
Trelew, como parte de un todo que es la Provincia del Chubut, que a su vez integra un universo más grande que es la República Argentina, siguió con sus matices y regionalismos los trágicos sucesos que avergüenzan y llenan de lágrimas a la historia nacional. Trelew, a su manera, también se fue al descenso y conoció crueles indignidades.
Nada fue igual después de aquel jueves 20 de diciembre, toda una culminación de desaciertos y errores. Fue el día donde Argentina cayó más bajo, un lugar donde se espera que nunca más vuelva a estar. Para evitar de nuevo lágrimas, tristezas, sangre y miseria. #