Por Esteban Gallo
El 15 de diciembre de 2016 rindió la última materia y se recibió de abogada. Fueron 6 años de estudio transitados con una alta cuota de sacrificio. Un camino que recorrió con la misma entereza con la que todos los días llega al gimnasio o a la pista de atletismo para alimentar los sueños que persigue estoicamente desde hace una década.
Ayelén Diogo es una atleta de elite. Y como la gran mayoría de los deportistas de primer nivel, llegó a ese lugar a costa de una entrega inclaudicable. Ella sabe, más que nadie, que las grandes conquistas se alcanzan con talento pero también con trabajo.
Nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires y se radicó en Madryn con su familia cuando tenía 13 años. Su madre practicó atletismo de pequeña representando al Club River Plate y el talento está en la genética de la familia porque su hermano Juan también practicó el deporte y llegó a ser campeón argentino en 300 metros en 2009.
En una entrevista concedida a Jornada, Ayelén recuerda que “el profesor Hugo Wedertz me descubrió en el marco de la Semana del Deporte y a los 15 años ya estaba compitiendo”. A partir de allí comenzó una carrera meteórica y versátil en la que fue incursionando en diferentes especialidades y categorías. Se destacó en salto en largo y en las carreras de velocidad de 100, 200 y 300 metros, incluso logrando un campeonato argentino. Pero finalmente, eligió la distancia de 400 metros donde obtuvo todos los títulos soñados y se convirtió en la número 1 de la Argentina.
Con la misma pasión y responsabilidad con la que practica el atletismo se propuso cursar la carrera de abogacía. “Cuando terminé el secundario me encantaba la idea de estudiar el profesorado de educación física pero tenía que hacerlo en Trelew o en otros puntos del país y ese era un problema grande. Tener la carrera de abogacía en Madryn me permitía entrenar y estudiar en el mismo lugar y esa fue una combinación ideal”. Agregó que “cursar de noche también me facilitó las cosas, tal es así que salvo tres materias que tuve que rendir libre, el resto de la carrera pude cursarla de manera regular”.
Ayelén encuentra puntos de coincidencia entre el deporte y el estudio y asegura que la disciplina practicada en tantos años de atletismo fue clave para tener éxito en la facultad. “El atletismo es una forma de vida y me moldeó como persona pero además me otorgó una metodología de trabajo, me ayudó a cultivar la constancia y la dedicación como valores, me dio una lección de cómo sobreponerme a las exigencias de la vida y todo eso pude aplicarlo también en el estudio, a superar los escollos y los desafíos que fueron apareciendo”.
En el deporte los sinsabores la pusieron a prueba en infinidad de oportunidades. En 2015 sufrió doble fractura de tibia y estuvo alejada de las pistas por un tiempo largo. Pero retornó con el temple intacto y después de seis meses de entrenamiento volvió a ser campeona argentina.
La velocista reconoce que en la Universidad“hubo momentos muy complejos y de mucho desgaste, el cuarto año de la carrera fue muy difícil pero pude superarlo. Me ayudó mucho haber conocido a Marcos, mi novio, porque empujamos juntos y así fue más fácil. También fue clave armar un grupo de compañeros para levantarnos el ánimo y motivarnos. Terminar la carrera fue mi gran objetivo, era como una mochila que se volvía cada vez más pesada, por eso cuando terminé sentí un alivio enorme”.
El sueño de los olímpicos
Ayelén Diogo sueña con los Juegos Olímpicos y es su gran objetivo para esta etapa de su carrera. En 2015 quedó a dos décimas de las Olimpíadas y se prepara con todo para llegar a la meta. “Estoy en la edad donde el deportista alcanza la mayor madurez mental y física y no quiero desaprovecharlo. Mi idea es probar este año entrenando al 100 por ciento de mis posibilidades tratando de establecer el mejor tiempo de mi carrera. La idea es salir a quemar las naves y llegar a la marca de 53 segundos. Por eso hago un entrenamiento de 6 horas diarias en triple turno”. Remarca que “si logro el objetivo que me he propuesto, la idea es encarar los próximos años con la mayor intensidad posible, pero si la realidad me demuestra que no estoy en condiciones de lograrlo, será hora de que la atleta de elite le de paso a la abogada”.
Con esa perspectiva, señaló que “yo no quería que cuando terminara mi carrera deportiva no tuviera otra cosa que hacer, quería estar preparada para desempeñarme en el campo laboral. Me imagino teniendo mi estudio de abogada, dedicándome al derecho civil y de familia. Siento que cuando termine esta aventura maravillosa que estoy viviendo con el deporte, estoy en condiciones de afrontar nuevos retos”.
Lo dice con la convicción con la que encara cada porción de su vida. Aferrada al capital de su enorme talento y al fuego de su ardiente pasión por el deporte pero sabiendo que no hay éxito en la vida que no requiera de un paciente e inclaudicable esfuerzo.
Así es como vive Ayelén Diogo. Así es como sigue conquistando sueños.#
Por Esteban Gallo
El 15 de diciembre de 2016 rindió la última materia y se recibió de abogada. Fueron 6 años de estudio transitados con una alta cuota de sacrificio. Un camino que recorrió con la misma entereza con la que todos los días llega al gimnasio o a la pista de atletismo para alimentar los sueños que persigue estoicamente desde hace una década.
Ayelén Diogo es una atleta de elite. Y como la gran mayoría de los deportistas de primer nivel, llegó a ese lugar a costa de una entrega inclaudicable. Ella sabe, más que nadie, que las grandes conquistas se alcanzan con talento pero también con trabajo.
Nació en Quilmes, provincia de Buenos Aires y se radicó en Madryn con su familia cuando tenía 13 años. Su madre practicó atletismo de pequeña representando al Club River Plate y el talento está en la genética de la familia porque su hermano Juan también practicó el deporte y llegó a ser campeón argentino en 300 metros en 2009.
En una entrevista concedida a Jornada, Ayelén recuerda que “el profesor Hugo Wedertz me descubrió en el marco de la Semana del Deporte y a los 15 años ya estaba compitiendo”. A partir de allí comenzó una carrera meteórica y versátil en la que fue incursionando en diferentes especialidades y categorías. Se destacó en salto en largo y en las carreras de velocidad de 100, 200 y 300 metros, incluso logrando un campeonato argentino. Pero finalmente, eligió la distancia de 400 metros donde obtuvo todos los títulos soñados y se convirtió en la número 1 de la Argentina.
Con la misma pasión y responsabilidad con la que practica el atletismo se propuso cursar la carrera de abogacía. “Cuando terminé el secundario me encantaba la idea de estudiar el profesorado de educación física pero tenía que hacerlo en Trelew o en otros puntos del país y ese era un problema grande. Tener la carrera de abogacía en Madryn me permitía entrenar y estudiar en el mismo lugar y esa fue una combinación ideal”. Agregó que “cursar de noche también me facilitó las cosas, tal es así que salvo tres materias que tuve que rendir libre, el resto de la carrera pude cursarla de manera regular”.
Ayelén encuentra puntos de coincidencia entre el deporte y el estudio y asegura que la disciplina practicada en tantos años de atletismo fue clave para tener éxito en la facultad. “El atletismo es una forma de vida y me moldeó como persona pero además me otorgó una metodología de trabajo, me ayudó a cultivar la constancia y la dedicación como valores, me dio una lección de cómo sobreponerme a las exigencias de la vida y todo eso pude aplicarlo también en el estudio, a superar los escollos y los desafíos que fueron apareciendo”.
En el deporte los sinsabores la pusieron a prueba en infinidad de oportunidades. En 2015 sufrió doble fractura de tibia y estuvo alejada de las pistas por un tiempo largo. Pero retornó con el temple intacto y después de seis meses de entrenamiento volvió a ser campeona argentina.
La velocista reconoce que en la Universidad“hubo momentos muy complejos y de mucho desgaste, el cuarto año de la carrera fue muy difícil pero pude superarlo. Me ayudó mucho haber conocido a Marcos, mi novio, porque empujamos juntos y así fue más fácil. También fue clave armar un grupo de compañeros para levantarnos el ánimo y motivarnos. Terminar la carrera fue mi gran objetivo, era como una mochila que se volvía cada vez más pesada, por eso cuando terminé sentí un alivio enorme”.
El sueño de los olímpicos
Ayelén Diogo sueña con los Juegos Olímpicos y es su gran objetivo para esta etapa de su carrera. En 2015 quedó a dos décimas de las Olimpíadas y se prepara con todo para llegar a la meta. “Estoy en la edad donde el deportista alcanza la mayor madurez mental y física y no quiero desaprovecharlo. Mi idea es probar este año entrenando al 100 por ciento de mis posibilidades tratando de establecer el mejor tiempo de mi carrera. La idea es salir a quemar las naves y llegar a la marca de 53 segundos. Por eso hago un entrenamiento de 6 horas diarias en triple turno”. Remarca que “si logro el objetivo que me he propuesto, la idea es encarar los próximos años con la mayor intensidad posible, pero si la realidad me demuestra que no estoy en condiciones de lograrlo, será hora de que la atleta de elite le de paso a la abogada”.
Con esa perspectiva, señaló que “yo no quería que cuando terminara mi carrera deportiva no tuviera otra cosa que hacer, quería estar preparada para desempeñarme en el campo laboral. Me imagino teniendo mi estudio de abogada, dedicándome al derecho civil y de familia. Siento que cuando termine esta aventura maravillosa que estoy viviendo con el deporte, estoy en condiciones de afrontar nuevos retos”.
Lo dice con la convicción con la que encara cada porción de su vida. Aferrada al capital de su enorme talento y al fuego de su ardiente pasión por el deporte pero sabiendo que no hay éxito en la vida que no requiera de un paciente e inclaudicable esfuerzo.
Así es como vive Ayelén Diogo. Así es como sigue conquistando sueños.#