Otra brutal agresión en un partido de inferiores

Ocurrió el domingo en el sintético de Huracán en medio de un caldeado partido de Séptima división. Un jugador de La Ribera le asestó una patada en la cabeza a uno del Globo en el piso y además le dio un golpe de puño. En sólo cuatro minutos de juego, otro chico visitante había sido expulsado por una trompada.

29 ABR 2025 - 19:33 | Actualizado 29 ABR 2025 - 20:00


Por Edgardo Lillo.-

La imagen, aunque incompleta, impacta. El jugador de Huracán gana la posición, cubre la pelota en una jugada rápida, el de La Ribera le comete falta y con su rival en el piso, le encaja en la patada a la cabeza, que al parecer no impactó de lleno en el cráneo, lo que podría haber generado la peor de las consecuencias. Pero además, según el relato de testigos, la escena continuó con otro golpe de puño.

La gente de afuera reaccionó con insultos, el papá del jugador agredido estaba en la cancha, e incluso conforma el staff técnico, pero no hubo represalias.

El árbitro decidió la suspensión del partido que ya se había desnaturalizado en sólo cuatro minutos, cuando otro chico de La Ribera le pegó una trompada a uno de Huracán y recibió la roja directa.

El primer expulsado ya tenía antecedentes de haber golpeado a tres chicos del Globo en un partido que jugaron el año pasado, por lo que recibió una dura sanción. Y salió enfurecido de la cancha y entró a vestuarios abriendo la puerta a patadas.

Ahora, lo llamativo es que el sábado, en el encuentro de Reserva entre ambos equipos, un jugador de La Ribera le arrancó un diente al “2” de Huracán con un codazo, y la agresión dentro del campo de juego casi se amplifica en las tribunas cuando ya se había iniciado el partido de Primera.

La Ribera debe seguir haciendo una introspección sobre las conductas de sus jugadores, pero no es cuestión de estigmatizarlos, ni a los chicos ni a la institución. Hay que buscar razones, empezando puertas adentro: si el mensaje de ganar y ser mejores tiene un excesivo compuesto emocional, si está exacerbado, si los chicos arrastran otras cuestiones, etc.

En realidad la situación es más profunda y debe ser abordada desde lo institucional. Sin embargo, en la reunión de delegados del último lunes en la Liga de Fútbol el tema ni siquiera se trató.

La agresión dejó al desnudo otras cosas: la cancha de sintético de Huracán no tiene las medidas de seguridad del estadio principal, por lo que si hubiera habido una reacción desmedida de los padres que observaban el partido, se podría haber generado una batalla campal de grandes proporciones.

Las divisiones inferiores y el fútbol en general no tienen asistencia médica. Si la patada en la cabeza hubiera provocado una consecuencia severa, el chico hubiera tenido que ser trasladado al hospital en un auto particular.

Involución

Hace unas dos décadas don Pedro Ortega lograba la inauguración del nuevo edificio de la Liga, que lleva su nombre, con objetivos visionarios: dependencias para el fútbol infantil, del fútbol de inferiores, del femenino, el de veteranos y un gabinete psicofísico, además de la sala de reuniones y un albergue.

El edificio es modelo, pero hoy la Liga del Valle no tiene ni departamento de inferiores ni de infantiles, ni mucho menos un gabinete que aborde problemáticas relacionadas con la formación integral de los jugadores.

La violencia en los partidos de inferiores es recurrente, y no implica a un sólo club, a una sola dirigencia, sino a todo el conjunto.

Las sanciones “ejemplificadoras” ya no alcanzan. No sólo basta el castigo, el dedo acusador, enjuiciar y condenar un hecho ya consumado, a sus protagonistas, a los clubes.

Sencillamente no existe el abordaje preventivo, la conciencia colectiva que el deporte, el fútbol en este caso, debe moldear personas que entiendan el alcance de sus actos, que fijen sus objetivos dentro de las normas, de las conductas y de límites razonables, dentro de un contexto de sociedad muy complejo. Echar culpas es lo más fácil, es lo más evidente, pero también lo más superficial.

En principio, que los grandes no hayan reaccionado el domingo es una buena señal de que no se debe apagar un incendio con más fuego.

Una mirada que debe ser distinta

Huracán por ejemplo, incorporó a un psicóloga deportiva a su equipo de trabajo. Y seguramente otras instituciones también entienden que deben acentuar la línea pedagógica para darle mejor calidad a la enseñanza y por añadidura, al aprendizaje.

Pero si lo hace un solo club, dos o tres, se convierten en compartimientos estancos dentro de una estructura de casi 20 clubes.

Es ahí donde la Liga de Fútbol, con sus correspondientes departamentos creados, debe tener injerencia. Donde la Comisión Directiva debe trazar lineamientos sobre que calidad de juego quiere para su jurisdicción.

Las inferiores son un discurso; sin objetivos, sin abordajes, sin estadísticas, sin incentivos, sin un molde formativo.

El presidente de la Liga es unos de los vicepresidentes de AFA, el vicepresidente de interior, la presidenta del fútbol femenino del Consejo Federal también es dirigente de esta liga. Debieran aprovechar ese status dirigencial y político para “bajar línea” de programas o recursos que los que seguramente AFA dispone para el fútbol amateur. Capacitaciones, lineamientos, algo seguramente tendrá que servir en estos casos de abordaje integral.

Sin dudas, falta gestión deportiva. Hay partidos de inferiores suspendidos, incluso antes de empezar, porque algunos clubes no lograr formar ni siquiera el equipo titular.

Uno de los recientes partidos terminó 30-0, con un gol en el inicio mismo del encuentro. Otra clara evidencia, repetida todos los fines de semana, de que el torneo de la Liga debería tener dos divisiones, con ascensos y descensos.

La Liga descansa en los clubes, que son naturalmente los que la conforman, pero no asume el rol de representarlos con la Directiva, que es la que debe trazar los lineamientos de desarrollo. Para eso le tiene que importar. Este domingo un chico podría haber quedado en coma, con conmoción cerebral, o peor aún, porque otro no midió consecuencias.

El agresor debe aprender a medir sus actos, seguro, y hay grandes que deben guiarlo. Pero no debe ser una conducta aislada, direccionada a un club que debe mejorar, por sus antecedentes, por su característica, por un mensaje que podría estar distorsionado, debe estar toda la estructura comprometida, todo un bloque, con una mirada totalmente abarcadora, solidaria, consciente y hasta si se quiere, misericordiosa…

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29 ABR 2025 - 19:33


Por Edgardo Lillo.-

La imagen, aunque incompleta, impacta. El jugador de Huracán gana la posición, cubre la pelota en una jugada rápida, el de La Ribera le comete falta y con su rival en el piso, le encaja en la patada a la cabeza, que al parecer no impactó de lleno en el cráneo, lo que podría haber generado la peor de las consecuencias. Pero además, según el relato de testigos, la escena continuó con otro golpe de puño.

La gente de afuera reaccionó con insultos, el papá del jugador agredido estaba en la cancha, e incluso conforma el staff técnico, pero no hubo represalias.

El árbitro decidió la suspensión del partido que ya se había desnaturalizado en sólo cuatro minutos, cuando otro chico de La Ribera le pegó una trompada a uno de Huracán y recibió la roja directa.

El primer expulsado ya tenía antecedentes de haber golpeado a tres chicos del Globo en un partido que jugaron el año pasado, por lo que recibió una dura sanción. Y salió enfurecido de la cancha y entró a vestuarios abriendo la puerta a patadas.

Ahora, lo llamativo es que el sábado, en el encuentro de Reserva entre ambos equipos, un jugador de La Ribera le arrancó un diente al “2” de Huracán con un codazo, y la agresión dentro del campo de juego casi se amplifica en las tribunas cuando ya se había iniciado el partido de Primera.

La Ribera debe seguir haciendo una introspección sobre las conductas de sus jugadores, pero no es cuestión de estigmatizarlos, ni a los chicos ni a la institución. Hay que buscar razones, empezando puertas adentro: si el mensaje de ganar y ser mejores tiene un excesivo compuesto emocional, si está exacerbado, si los chicos arrastran otras cuestiones, etc.

En realidad la situación es más profunda y debe ser abordada desde lo institucional. Sin embargo, en la reunión de delegados del último lunes en la Liga de Fútbol el tema ni siquiera se trató.

La agresión dejó al desnudo otras cosas: la cancha de sintético de Huracán no tiene las medidas de seguridad del estadio principal, por lo que si hubiera habido una reacción desmedida de los padres que observaban el partido, se podría haber generado una batalla campal de grandes proporciones.

Las divisiones inferiores y el fútbol en general no tienen asistencia médica. Si la patada en la cabeza hubiera provocado una consecuencia severa, el chico hubiera tenido que ser trasladado al hospital en un auto particular.

Involución

Hace unas dos décadas don Pedro Ortega lograba la inauguración del nuevo edificio de la Liga, que lleva su nombre, con objetivos visionarios: dependencias para el fútbol infantil, del fútbol de inferiores, del femenino, el de veteranos y un gabinete psicofísico, además de la sala de reuniones y un albergue.

El edificio es modelo, pero hoy la Liga del Valle no tiene ni departamento de inferiores ni de infantiles, ni mucho menos un gabinete que aborde problemáticas relacionadas con la formación integral de los jugadores.

La violencia en los partidos de inferiores es recurrente, y no implica a un sólo club, a una sola dirigencia, sino a todo el conjunto.

Las sanciones “ejemplificadoras” ya no alcanzan. No sólo basta el castigo, el dedo acusador, enjuiciar y condenar un hecho ya consumado, a sus protagonistas, a los clubes.

Sencillamente no existe el abordaje preventivo, la conciencia colectiva que el deporte, el fútbol en este caso, debe moldear personas que entiendan el alcance de sus actos, que fijen sus objetivos dentro de las normas, de las conductas y de límites razonables, dentro de un contexto de sociedad muy complejo. Echar culpas es lo más fácil, es lo más evidente, pero también lo más superficial.

En principio, que los grandes no hayan reaccionado el domingo es una buena señal de que no se debe apagar un incendio con más fuego.

Una mirada que debe ser distinta

Huracán por ejemplo, incorporó a un psicóloga deportiva a su equipo de trabajo. Y seguramente otras instituciones también entienden que deben acentuar la línea pedagógica para darle mejor calidad a la enseñanza y por añadidura, al aprendizaje.

Pero si lo hace un solo club, dos o tres, se convierten en compartimientos estancos dentro de una estructura de casi 20 clubes.

Es ahí donde la Liga de Fútbol, con sus correspondientes departamentos creados, debe tener injerencia. Donde la Comisión Directiva debe trazar lineamientos sobre que calidad de juego quiere para su jurisdicción.

Las inferiores son un discurso; sin objetivos, sin abordajes, sin estadísticas, sin incentivos, sin un molde formativo.

El presidente de la Liga es unos de los vicepresidentes de AFA, el vicepresidente de interior, la presidenta del fútbol femenino del Consejo Federal también es dirigente de esta liga. Debieran aprovechar ese status dirigencial y político para “bajar línea” de programas o recursos que los que seguramente AFA dispone para el fútbol amateur. Capacitaciones, lineamientos, algo seguramente tendrá que servir en estos casos de abordaje integral.

Sin dudas, falta gestión deportiva. Hay partidos de inferiores suspendidos, incluso antes de empezar, porque algunos clubes no lograr formar ni siquiera el equipo titular.

Uno de los recientes partidos terminó 30-0, con un gol en el inicio mismo del encuentro. Otra clara evidencia, repetida todos los fines de semana, de que el torneo de la Liga debería tener dos divisiones, con ascensos y descensos.

La Liga descansa en los clubes, que son naturalmente los que la conforman, pero no asume el rol de representarlos con la Directiva, que es la que debe trazar los lineamientos de desarrollo. Para eso le tiene que importar. Este domingo un chico podría haber quedado en coma, con conmoción cerebral, o peor aún, porque otro no midió consecuencias.

El agresor debe aprender a medir sus actos, seguro, y hay grandes que deben guiarlo. Pero no debe ser una conducta aislada, direccionada a un club que debe mejorar, por sus antecedentes, por su característica, por un mensaje que podría estar distorsionado, debe estar toda la estructura comprometida, todo un bloque, con una mirada totalmente abarcadora, solidaria, consciente y hasta si se quiere, misericordiosa…


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