Por Pedro Méndez
La expresión Vulture Culture se hizo conocida durante la década del 80 cuando The Alan Parsons Project publicó un disco con ese título. El disco fue grabado en los Estudios Abbey Road, entre mayo-julio de 1984 y se publicó en febrero de 1985. Su música se denominaba rock progresivo, destinado a un público adulto contemporáneo.
Vulture Culture (la cultura del buitre) muestra en su portada una suerte de pulsera metálica representando un uróboros devorando su propia cola, alegoría que simbolizaba el devenir cíclico de las cosas, aunque en esta imagen el reptil tiene cabeza de buitre. El uróboros simboliza el ciclo eterno de las cosas, también el esfuerzo eterno, la lucha eterna o bien el esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo.
Alan Parson se refería en su obra a lo que por entonces era definido por el diccionario como persona con excesivo o pretencioso interés en las artes.
Lo que hay detrás de estos símbolos de uróboros, ciclo eterno, lucha eterna, esfuerzo inútil, no es otra cosa que las imágenes paganas que reflejan el corazón latente del capitalismo que supimos conseguir.
En los años de salida del Siglo XX, la fertilidad del mundo nuevo estuvo caracterizada por el crecimiento constante, en dominio y poder, de las aldeas financieras. Se trató de verdaderas naciones bursátiles habitadas por los seres del futuro. Así fue que, en la década de los 80 prevalecieron los “yuppies”. Hombres pobres de espíritu y escrúpulos, pero ricos de avaricia y lujuria. Los banqueros de aquellos años comenzaron a captar a las mejores mentes jóvenes en las Universidades más prestigiosas de EE.UU. con un método infalible: prestaban el dinero para financiar la carrera universitaria de los “futuros líderes de América”.
Al terminar sus carreras, los egresados estaban en deuda y entonces la opción era única. La mejor forma de pagar esa deuda era trabajando para los bancos. Fue entonces que los economistas y sus ramas de especialistas dejaron de ser los niños mimados del mundo bursátil. Los matemáticos pasaron a ser los mejores elementos de Wall Street. Fueron ellos los que crearon una fórmula que convertiría, a lo largo y a lo ancho del mundo, a los millonarios en más millonarios y a los pobres en más pobres.
En aquellos años salió al mercado accionario un producto financiero creado por los nuevos genios de Wall Street llamado: Derivados.
El producto financiero “Derivados” tiene un valor que deriva de un activo variable subyacente. El producto está compuesto de acciones. También puede definirse como un instrumento financiero o, más sencillamente, un acuerdo entre dos personas o dos partes - que tiene un valor determinado por el precio de algo más (llamado subyacente).
Si le parece confuso y poco probable de ser comprendido. No se preocupe. Lo es. El propósito de su existencia es ser inexplicable. La intención de quienes deben hacerla prevalecer no puede hacer pie en sentido alguno, ya sea legal o moral.
El documentalista Michael Moore recorrió universidades, visitó especialistas económicos y no logró que nadie le brinde una respuesta comprensible a la simple pregunta ¿Qué es un derivado?.
Académicamente, el derivado es una construcción fundamental del cálculo diferencial y admite muchas generalizaciones posibles en los campos de análisis matemático, el álgebra y la geometría.
En matemática la función derivada es el resultado de la diferenciación matemática, el cambio instantáneo de una cantidad con respecto a otra.
En la lingüística, la derivación se utiliza “para formar nuevas palabras, como ocurre con la felicidad y poco feliz de ser feliz, o la determinación de determinar”.
Poco feliz es la felicidad del conocimiento cuando se conocen los orígenes de estos uróboros que rigen nuestras vidas. Todo se remonta a uno de los momentos más importantes de la historia: la abolición de la esclavitud.
La décima cuarta enmienda de la constitución de los EE. UU. dio los mismos derechos a personas negras y blancas. Un gran avance para la humanidad y excelentes noticias para los mercaderes de la oportunidad. La enmienda reconocía la verdad absoluta de que ningún Estado podía negar la libertad, la vida o propiedad de las personas (negras o blancas) sin el debido proceso legal. Esta enmienda estaba pensada para proteger a los esclavos recién liberados. Sin embargo, está asentado que de los 307 juicios relacionados con esta enmienda entre 1890 y 1910 solo 19 fueron realizados por personas afroamericanas. Y un total de 288 fueron iniciados por Corporaciones para ser reconocidas como personas, ser favorecidas y protegidas por la Ley.
Unos pocos jueces otorgaron los mismos derechos a las Corporaciones que a las personas. Y desde entonces, las personas físicas, que no son iguales que las personas jurídicas, lo son para el Tribunal Supremo norteamericano.
Y hasta aquí llegamos con esta historia de uróboros, símbolos, ciclos, cosas, lucha y esfuerzo inútil. Y todo vuelve a comenzar.
Por Pedro Méndez
La expresión Vulture Culture se hizo conocida durante la década del 80 cuando The Alan Parsons Project publicó un disco con ese título. El disco fue grabado en los Estudios Abbey Road, entre mayo-julio de 1984 y se publicó en febrero de 1985. Su música se denominaba rock progresivo, destinado a un público adulto contemporáneo.
Vulture Culture (la cultura del buitre) muestra en su portada una suerte de pulsera metálica representando un uróboros devorando su propia cola, alegoría que simbolizaba el devenir cíclico de las cosas, aunque en esta imagen el reptil tiene cabeza de buitre. El uróboros simboliza el ciclo eterno de las cosas, también el esfuerzo eterno, la lucha eterna o bien el esfuerzo inútil, ya que el ciclo vuelve a comenzar a pesar de las acciones para impedirlo.
Alan Parson se refería en su obra a lo que por entonces era definido por el diccionario como persona con excesivo o pretencioso interés en las artes.
Lo que hay detrás de estos símbolos de uróboros, ciclo eterno, lucha eterna, esfuerzo inútil, no es otra cosa que las imágenes paganas que reflejan el corazón latente del capitalismo que supimos conseguir.
En los años de salida del Siglo XX, la fertilidad del mundo nuevo estuvo caracterizada por el crecimiento constante, en dominio y poder, de las aldeas financieras. Se trató de verdaderas naciones bursátiles habitadas por los seres del futuro. Así fue que, en la década de los 80 prevalecieron los “yuppies”. Hombres pobres de espíritu y escrúpulos, pero ricos de avaricia y lujuria. Los banqueros de aquellos años comenzaron a captar a las mejores mentes jóvenes en las Universidades más prestigiosas de EE.UU. con un método infalible: prestaban el dinero para financiar la carrera universitaria de los “futuros líderes de América”.
Al terminar sus carreras, los egresados estaban en deuda y entonces la opción era única. La mejor forma de pagar esa deuda era trabajando para los bancos. Fue entonces que los economistas y sus ramas de especialistas dejaron de ser los niños mimados del mundo bursátil. Los matemáticos pasaron a ser los mejores elementos de Wall Street. Fueron ellos los que crearon una fórmula que convertiría, a lo largo y a lo ancho del mundo, a los millonarios en más millonarios y a los pobres en más pobres.
En aquellos años salió al mercado accionario un producto financiero creado por los nuevos genios de Wall Street llamado: Derivados.
El producto financiero “Derivados” tiene un valor que deriva de un activo variable subyacente. El producto está compuesto de acciones. También puede definirse como un instrumento financiero o, más sencillamente, un acuerdo entre dos personas o dos partes - que tiene un valor determinado por el precio de algo más (llamado subyacente).
Si le parece confuso y poco probable de ser comprendido. No se preocupe. Lo es. El propósito de su existencia es ser inexplicable. La intención de quienes deben hacerla prevalecer no puede hacer pie en sentido alguno, ya sea legal o moral.
El documentalista Michael Moore recorrió universidades, visitó especialistas económicos y no logró que nadie le brinde una respuesta comprensible a la simple pregunta ¿Qué es un derivado?.
Académicamente, el derivado es una construcción fundamental del cálculo diferencial y admite muchas generalizaciones posibles en los campos de análisis matemático, el álgebra y la geometría.
En matemática la función derivada es el resultado de la diferenciación matemática, el cambio instantáneo de una cantidad con respecto a otra.
En la lingüística, la derivación se utiliza “para formar nuevas palabras, como ocurre con la felicidad y poco feliz de ser feliz, o la determinación de determinar”.
Poco feliz es la felicidad del conocimiento cuando se conocen los orígenes de estos uróboros que rigen nuestras vidas. Todo se remonta a uno de los momentos más importantes de la historia: la abolición de la esclavitud.
La décima cuarta enmienda de la constitución de los EE. UU. dio los mismos derechos a personas negras y blancas. Un gran avance para la humanidad y excelentes noticias para los mercaderes de la oportunidad. La enmienda reconocía la verdad absoluta de que ningún Estado podía negar la libertad, la vida o propiedad de las personas (negras o blancas) sin el debido proceso legal. Esta enmienda estaba pensada para proteger a los esclavos recién liberados. Sin embargo, está asentado que de los 307 juicios relacionados con esta enmienda entre 1890 y 1910 solo 19 fueron realizados por personas afroamericanas. Y un total de 288 fueron iniciados por Corporaciones para ser reconocidas como personas, ser favorecidas y protegidas por la Ley.
Unos pocos jueces otorgaron los mismos derechos a las Corporaciones que a las personas. Y desde entonces, las personas físicas, que no son iguales que las personas jurídicas, lo son para el Tribunal Supremo norteamericano.
Y hasta aquí llegamos con esta historia de uróboros, símbolos, ciclos, cosas, lucha y esfuerzo inútil. Y todo vuelve a comenzar.