Península Valdés no deja de asombrar. El principal enclave de fauna marina y costera del litoral marítimo argentino, es al mismo tiempo, un gran yacimiento de fósiles, algunos de los cuales dejan en evidencia que la vida hace millones de años en esta zona era diferente a la actual.
Los paleontólogos que trabajan en la exploración de los terrenos ubicados en la zona han descubierto restos de carpinchos, gliptodontes y otros vertebrados extintos (prehistóricos).
La Doctora María Teresa Dozo, Investigadora del CONICET y Coordinadora del Laboratorio de Paleontología de la Unidad de Investigación Geología y Paleontología del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) confirmó que Península Valdés “representa también una región de interés por su patrimonio paleontológico” y explicó que “en los últimos años su importancia ha sido revalorizada por importantes hallazgos de fósiles que de alguna manera han ampliado el conocimiento de la diversidad biológica en el área”.
El hallazgo de restos de vertebrados fósiles continentales permite inferir la presencia en Península Valdés de animales adaptados a un ambiente diferente al actual, además de cursos de agua dulce y su interacción con la costa. A partir de todas estas novedades paleontológicas la Dra. María Teresa Dozo publicó varios trabajos científicos en donde se destaca uno multidisciplinario, publicado en Palaeogeography, Palaeoclimatology, and Palaeoecology, una de las mejores revistas paleontológicas a nivel internacional. En el mismo, liderado por la Dra. Dozo, intervinieron también los siguientes investigadores: Pablo José Bouza, Alejandro Monti, Luis Palazzesi, Viviana Barreda, Gabriela Massaferro, Roberto Scasso, Claudia Tambussi y José Cuitiño,
Dozo explica que “la Formación Puerto Madryn que aflora en los acantilados costeros de Península Valdés, se caracteriza por sus sedimentos de color amarillento a ocre y se destaca por su abundante contenido de fósiles de invertebrados y vertebrados marinos”.
Nuevos hallazgos
La investigadora confirma que “recientemente fue hallada una nueva asociación faunística en los niveles superiores de dicha Formación, en proximidades de Punta Delgada, en el Golfo Nuevo en cercanías de Playa Colombo y en Punta Conos en el Golfo San José” y comenta que “de manera inesperada, los fósiles de allí exhumados, tales como carpinchos, armadillos, gliptodontes, águilas mora, patos y bagres, corresponden a vertebrados fósiles continentales o relacionados a ambientes dulceacuícolas”.
Los hallazgos en su mayoría proceden de las localidades La Pastosa y Rincón Chico, cerca de Punta Delgada, pero en el último año se suman nuevos hallazgos en la zona costera de la Estancia San Pablo, sobre el Golfo Nuevo, según cuenta la investigadora.
De acuerdo a un exhaustivo detalle, en la zona costera de la Estancia Rincón Chico “a partir del hallazgo de una muestra numerosa de dientes, se describe una nueva especie de roedor, que representa el registro fósil más austral de la Familia Hydrochoeridae y que forma parte de los roedores llamados comúnmente carpinchos o capibaras y que en la actualidad está representada por un solo género (Hydrochoerus) con dos especies y están distribuidos desde Panamá hasta el centro de Argentina, al este de los Andes”.
Estos animales, según indica la Doctora Dozo “son de hábitos semiacuáticos y habitan áreas forestadas a lo largo de ríos y lagos, con plantas acuáticas o vegetación de pastizales en sus márgenes, destacándose su gran tamaño y sus molares multilaminados”. La especialista indicó que “la muestra de carpinchos fósiles sobre la que está basada esta nueva especie tiene características únicas y excepcionales de preservación”. El hallazgo de dientes sueltos de individuos de distintas edades, permitió comprender mejor el modo de desarrollo de los molares.
En forma separada, en la costa de la Estancia La Pastosa, 25 km al Sudoeste de Punta Delgada y a unos 8 km al este de Rincón Chico, “se hallaron los primeros restos craneanos de la nueva especie Cardiatherium patagonicum, correspondientes a dos cráneos muy completos y varios fragmentos craneanos con distinto grado de conservación de lo que podría llamarse un carpincho patagónico.
En esa zona también se hallaron restos aislados de un grupo característico de América del Sur como son los xenartros o edentados. Teresa Dozo explica que “aparte de los osos hormigueros, con su hocico alargado, los armadillos, con su armadura flexible, y los perezosos con su lentitud proverbial, los edentados incluyen un gran número de formas aún más insólitas, pero todas extinguidas. Todavía no se conoce cuál fue su origen ni como se relacionan con el resto de los mamíferos” dijo.
Los materiales hallados son placas sueltas del caparazón, denominadas osteodermos, en algunos pocos casos articuladas, de armadillos pampatéridos y gliptodontes. Los pampatéridos eran armadillos de mediano a gran tamaño cuyo caparazón estaba formado por escudos y pocas bandas móviles.
Con respecto a los gliptodontes se describen los primeros registros para Península Valdés, encontrados en Punta Alt (Estancia Don Pablo, Golfo Nuevo) y Punta Conos (Golfo San José). Estos animales tenían una caparazón muy fuerte, formado por la unión de un gran número de placas óseas, tetra, penta o hexagonales. Las placas de la coraza generalmente presentan en su cara externa una ornamentación en relieve, aunque pueden ser lisas y con algunas cavidades. La ornamentación, que varía mucho de un género a otro y hasta en especies distintas de un mismo género, constituye una guía para la clasificación del grupo. La cabeza y la cola de los gliptodontes también estaban protegidas por un caparazón óseo. Las placas del escudo cefálico eran rugosas, mucho más pequeñas que las del caparazón dorsal y se extendían hasta la región nasal. En muchos gliptodontes la cola terminaba en un tubo formado por placas óseas soldadas fuertemente entre sí, y el extremo podía tener forma de maza, que probablemente usarían para su defensa.
Aves prehistóricas
Según informó la Doctora Dozo “los restos de aves encontrados son fragmentarios pero de gran relevancia. Se destaca el hallazgo de restos de patos sirirí (Dendrocigninae), un tipo de ave acuática, de lagunas con espesa vegetación de superficie, y que se alimentan preferentemente de frutos de plantas acuáticas” indicó la investigadora y destacó por otra parte el hallazgo “de un cráneo de un águila mora (Falconiformes Accipitridae) que constituye el primer cráneo fósil de un águila para América del Sur. Por último, se hallaron una vértebra y una falange ungueal de un ave llamada Fororraco; se trataba de un ave sin representantes actuales que han sido vinculados a hábitos depredadores”.
Los datos obtenidos del análisis de los mamíferos y las aves se refuerzan con la presencia de restos de peces siluriformes loricáridos y pimelodidos, conocidos como bagres que corresponden a formas de agua dulce. Los materiales fósiles corresponden a fragmentos de espinas y placas.
Estos peces están confinados a climas tropicales y subtropicales y la extinción en la parte sur de América del Sur puede haber estado relacionada a cambios climáticos por la elevación de los Andes patagónicos”.
Según los investigadores, estos hallazgos “permiten conocer la paleobiodiversidad y el ambiente en la Península Valdés hace aproximadamente 9 millones de años antes del presente”.
Según las interpretaciones realizadas, existía “un clima mucho más cálido que hoy en día y un ambiente de estuario caracterizado por la presencia de canales meandriformes, rodeados por planicies fluviales pantanosas, lagunas de agua dulce y albardones”.
Península Valdés no deja de asombrar. El principal enclave de fauna marina y costera del litoral marítimo argentino, es al mismo tiempo, un gran yacimiento de fósiles, algunos de los cuales dejan en evidencia que la vida hace millones de años en esta zona era diferente a la actual.
Los paleontólogos que trabajan en la exploración de los terrenos ubicados en la zona han descubierto restos de carpinchos, gliptodontes y otros vertebrados extintos (prehistóricos).
La Doctora María Teresa Dozo, Investigadora del CONICET y Coordinadora del Laboratorio de Paleontología de la Unidad de Investigación Geología y Paleontología del Centro Nacional Patagónico (CENPAT) confirmó que Península Valdés “representa también una región de interés por su patrimonio paleontológico” y explicó que “en los últimos años su importancia ha sido revalorizada por importantes hallazgos de fósiles que de alguna manera han ampliado el conocimiento de la diversidad biológica en el área”.
El hallazgo de restos de vertebrados fósiles continentales permite inferir la presencia en Península Valdés de animales adaptados a un ambiente diferente al actual, además de cursos de agua dulce y su interacción con la costa. A partir de todas estas novedades paleontológicas la Dra. María Teresa Dozo publicó varios trabajos científicos en donde se destaca uno multidisciplinario, publicado en Palaeogeography, Palaeoclimatology, and Palaeoecology, una de las mejores revistas paleontológicas a nivel internacional. En el mismo, liderado por la Dra. Dozo, intervinieron también los siguientes investigadores: Pablo José Bouza, Alejandro Monti, Luis Palazzesi, Viviana Barreda, Gabriela Massaferro, Roberto Scasso, Claudia Tambussi y José Cuitiño,
Dozo explica que “la Formación Puerto Madryn que aflora en los acantilados costeros de Península Valdés, se caracteriza por sus sedimentos de color amarillento a ocre y se destaca por su abundante contenido de fósiles de invertebrados y vertebrados marinos”.
Nuevos hallazgos
La investigadora confirma que “recientemente fue hallada una nueva asociación faunística en los niveles superiores de dicha Formación, en proximidades de Punta Delgada, en el Golfo Nuevo en cercanías de Playa Colombo y en Punta Conos en el Golfo San José” y comenta que “de manera inesperada, los fósiles de allí exhumados, tales como carpinchos, armadillos, gliptodontes, águilas mora, patos y bagres, corresponden a vertebrados fósiles continentales o relacionados a ambientes dulceacuícolas”.
Los hallazgos en su mayoría proceden de las localidades La Pastosa y Rincón Chico, cerca de Punta Delgada, pero en el último año se suman nuevos hallazgos en la zona costera de la Estancia San Pablo, sobre el Golfo Nuevo, según cuenta la investigadora.
De acuerdo a un exhaustivo detalle, en la zona costera de la Estancia Rincón Chico “a partir del hallazgo de una muestra numerosa de dientes, se describe una nueva especie de roedor, que representa el registro fósil más austral de la Familia Hydrochoeridae y que forma parte de los roedores llamados comúnmente carpinchos o capibaras y que en la actualidad está representada por un solo género (Hydrochoerus) con dos especies y están distribuidos desde Panamá hasta el centro de Argentina, al este de los Andes”.
Estos animales, según indica la Doctora Dozo “son de hábitos semiacuáticos y habitan áreas forestadas a lo largo de ríos y lagos, con plantas acuáticas o vegetación de pastizales en sus márgenes, destacándose su gran tamaño y sus molares multilaminados”. La especialista indicó que “la muestra de carpinchos fósiles sobre la que está basada esta nueva especie tiene características únicas y excepcionales de preservación”. El hallazgo de dientes sueltos de individuos de distintas edades, permitió comprender mejor el modo de desarrollo de los molares.
En forma separada, en la costa de la Estancia La Pastosa, 25 km al Sudoeste de Punta Delgada y a unos 8 km al este de Rincón Chico, “se hallaron los primeros restos craneanos de la nueva especie Cardiatherium patagonicum, correspondientes a dos cráneos muy completos y varios fragmentos craneanos con distinto grado de conservación de lo que podría llamarse un carpincho patagónico.
En esa zona también se hallaron restos aislados de un grupo característico de América del Sur como son los xenartros o edentados. Teresa Dozo explica que “aparte de los osos hormigueros, con su hocico alargado, los armadillos, con su armadura flexible, y los perezosos con su lentitud proverbial, los edentados incluyen un gran número de formas aún más insólitas, pero todas extinguidas. Todavía no se conoce cuál fue su origen ni como se relacionan con el resto de los mamíferos” dijo.
Los materiales hallados son placas sueltas del caparazón, denominadas osteodermos, en algunos pocos casos articuladas, de armadillos pampatéridos y gliptodontes. Los pampatéridos eran armadillos de mediano a gran tamaño cuyo caparazón estaba formado por escudos y pocas bandas móviles.
Con respecto a los gliptodontes se describen los primeros registros para Península Valdés, encontrados en Punta Alt (Estancia Don Pablo, Golfo Nuevo) y Punta Conos (Golfo San José). Estos animales tenían una caparazón muy fuerte, formado por la unión de un gran número de placas óseas, tetra, penta o hexagonales. Las placas de la coraza generalmente presentan en su cara externa una ornamentación en relieve, aunque pueden ser lisas y con algunas cavidades. La ornamentación, que varía mucho de un género a otro y hasta en especies distintas de un mismo género, constituye una guía para la clasificación del grupo. La cabeza y la cola de los gliptodontes también estaban protegidas por un caparazón óseo. Las placas del escudo cefálico eran rugosas, mucho más pequeñas que las del caparazón dorsal y se extendían hasta la región nasal. En muchos gliptodontes la cola terminaba en un tubo formado por placas óseas soldadas fuertemente entre sí, y el extremo podía tener forma de maza, que probablemente usarían para su defensa.
Aves prehistóricas
Según informó la Doctora Dozo “los restos de aves encontrados son fragmentarios pero de gran relevancia. Se destaca el hallazgo de restos de patos sirirí (Dendrocigninae), un tipo de ave acuática, de lagunas con espesa vegetación de superficie, y que se alimentan preferentemente de frutos de plantas acuáticas” indicó la investigadora y destacó por otra parte el hallazgo “de un cráneo de un águila mora (Falconiformes Accipitridae) que constituye el primer cráneo fósil de un águila para América del Sur. Por último, se hallaron una vértebra y una falange ungueal de un ave llamada Fororraco; se trataba de un ave sin representantes actuales que han sido vinculados a hábitos depredadores”.
Los datos obtenidos del análisis de los mamíferos y las aves se refuerzan con la presencia de restos de peces siluriformes loricáridos y pimelodidos, conocidos como bagres que corresponden a formas de agua dulce. Los materiales fósiles corresponden a fragmentos de espinas y placas.
Estos peces están confinados a climas tropicales y subtropicales y la extinción en la parte sur de América del Sur puede haber estado relacionada a cambios climáticos por la elevación de los Andes patagónicos”.
Según los investigadores, estos hallazgos “permiten conocer la paleobiodiversidad y el ambiente en la Península Valdés hace aproximadamente 9 millones de años antes del presente”.
Según las interpretaciones realizadas, existía “un clima mucho más cálido que hoy en día y un ambiente de estuario caracterizado por la presencia de canales meandriformes, rodeados por planicies fluviales pantanosas, lagunas de agua dulce y albardones”.