Stubrin, García y Suárez, los tres últimos testigos

Videoconferencias hoy en Rawson.

08 MAY 2013 - 21:59 | Actualizado

Hoy será el último día de testigos en el juicio en Rawson. Desde las 10 y por videoconferencias declararán el conocido dirigente radical Marcelo Stubrin, que estuvo en el primer velatorio de Mario Amaya; José Suárez, el empleado de la funeraria que trasladó su cadáver desde Villa Devoto, y Margarita García, exempleada del Hospital de Trelew, que podría comprometer la situación del médico Luis García. Tras sus relatos se definirá la fecha para los alegatos, en la recta final del proceso.

Hay tres testigos que aunque fueron notificados por el tribunal, ya no se presentarán. Se trata de los peritos médicos Daniel Corach, Luis Bossio y Enzo Canonanco. Los fiscales consideran que como la parte que les tocaba decir ya está documentada en la causa, no será necesario que hablen ni extender el cronograma.

"Era el jefe"

Ayer la ronda de testigos la completó Santiago Carrara, preso en la Unidad 6 desde enero de 1975 hasta fines de 1982. Recordó especialmente al imputado y exjefe de requisa Jorge Steding. “Era el que más contacto tenía con los presos. Nos obligaban a correr al baño para pegarnos con palos y puntapiés. Una vez me negué y me arrastraron y me pegaron hasta el baño. Él era el jefe y vio todo hasta que pidió que dejen de pegarme, que ya estaba y me llevaran al calabozo”. Alguna vez también vio al extitular del penal, Osvaldo Fano, acercarse a la reja por una visita.

Carrara supo por otros presos de la llegada de Amaya al penal y de la feroz golpiza de su bienvenida. “Era lo normal y estoy totalmente seguro de que fue así”, le dijo al tribunal. Recordó que para las autoridades del penal, ese presidio era sólo “otro frente de combate” y no un lugar más para alojamiento de presos.

Luego del golpe militar, “cualquier intento de conversar, convidar un mate o caminar con más de un compañero en el recreo era sancionado”.

Para el Guiness

Según Carrara, “se cortó toda posibilidad de convivencia y en ocasiones nos obligaban a estar parados o acostados durante horas en la celda”. Cada tanto los interrogaban para buscar “definiciones políticas” de parte de los presos políticos.

La cosa se alivió algo con la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Cruz Roja, que pusieron en aprietos a los jefes del penal. “Pero si se juntara la lista de detenidos con la lista de sanciones que hubo por cualquier cosa, seguro sería un Récord Guiness”.

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08 MAY 2013 - 21:59

Hoy será el último día de testigos en el juicio en Rawson. Desde las 10 y por videoconferencias declararán el conocido dirigente radical Marcelo Stubrin, que estuvo en el primer velatorio de Mario Amaya; José Suárez, el empleado de la funeraria que trasladó su cadáver desde Villa Devoto, y Margarita García, exempleada del Hospital de Trelew, que podría comprometer la situación del médico Luis García. Tras sus relatos se definirá la fecha para los alegatos, en la recta final del proceso.

Hay tres testigos que aunque fueron notificados por el tribunal, ya no se presentarán. Se trata de los peritos médicos Daniel Corach, Luis Bossio y Enzo Canonanco. Los fiscales consideran que como la parte que les tocaba decir ya está documentada en la causa, no será necesario que hablen ni extender el cronograma.

"Era el jefe"

Ayer la ronda de testigos la completó Santiago Carrara, preso en la Unidad 6 desde enero de 1975 hasta fines de 1982. Recordó especialmente al imputado y exjefe de requisa Jorge Steding. “Era el que más contacto tenía con los presos. Nos obligaban a correr al baño para pegarnos con palos y puntapiés. Una vez me negué y me arrastraron y me pegaron hasta el baño. Él era el jefe y vio todo hasta que pidió que dejen de pegarme, que ya estaba y me llevaran al calabozo”. Alguna vez también vio al extitular del penal, Osvaldo Fano, acercarse a la reja por una visita.

Carrara supo por otros presos de la llegada de Amaya al penal y de la feroz golpiza de su bienvenida. “Era lo normal y estoy totalmente seguro de que fue así”, le dijo al tribunal. Recordó que para las autoridades del penal, ese presidio era sólo “otro frente de combate” y no un lugar más para alojamiento de presos.

Luego del golpe militar, “cualquier intento de conversar, convidar un mate o caminar con más de un compañero en el recreo era sancionado”.

Para el Guiness

Según Carrara, “se cortó toda posibilidad de convivencia y en ocasiones nos obligaban a estar parados o acostados durante horas en la celda”. Cada tanto los interrogaban para buscar “definiciones políticas” de parte de los presos políticos.

La cosa se alivió algo con la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y de la Cruz Roja, que pusieron en aprietos a los jefes del penal. “Pero si se juntara la lista de detenidos con la lista de sanciones que hubo por cualquier cosa, seguro sería un Récord Guiness”.


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