Se cumplieron cinco años de la erupción del volcán Chaitén

El día que Esquel amaneció con lluvia de cenizas.

02 MAY 2013 - 22:26 | Actualizado

Ayer se cumplieron 5 años de la caída de cenizas en Esquel y gran parte de la zona cordillerana por la erupción del volcán Chaitén, a más de 150 kilómetros de distancia, en el vecino país de Chile. Ese día varias poblaciones argentinas amanecieron cubiertas de cenizas del que en principio se dijo volcán Michimahuída, hasta que a las pocas horas se rectificó citando que se trataba del Chaitén.

Las autoridades, desde el primer momento, se pusieron al frente de la contingencia y motorizaron todas las acciones necesarias para contrarrestar el efecto del fenómeno, que rápidamente cubrió la geografía cordillerana de ceniza, acumulando en algunas áreas hasta 40 centímetros del polvo volcánico.

Una de las primeras reparticiones en salir a tomar medidas fue la de Salud, que recomendó el uso impostergable de barbijos, que se agotaron en el mercado, disparando los precios que fueron aumentando con el paso de las horas.

La Municipalidad, con el intendente Rafael Williams, se puso al frente del operativo de emergencia, con la conformación de un comité del que tomaron parte distintas instituciones como Defensa Civil, Policía, Bomberos, Universidad –que aportaba profesionales que hacían el seguimiento-, área de Medio Ambiente de la Provincia y Municipal, el hospital y otras instituciones. A partir de la precipitación de la ceniza esa mañana, en horas tempranas del 2 de mayo de 2008, dicho comité se quedó en sesión permanente para ir actualizando información.

Obviamente los cauces de agua, varios de ellos proveedores a los sistemas de agua potable de las comunidades, prendieron la alerta y se restringió el servicio, por lo que se debió apelar al abastecimiento de agua mineral casi de forma masiva, y el stock en los comercios locales se consumió en cuestión de horas.

El entonces gobernador Mario Das Neves puso el foco de la acción de su gabinete casi exclusivamente en la situación de Esquel y la cordillera, afectando a disposición personal y todo equipamiento que fuera necesario, y el director de Defensa Civil, Evaristo Melo, se constituyó en Esquel para hacer el seguimiento del fenómeno.

En el despacho municipal la prensa concurría a diario a recibir actualización de la información, y para ser interiorizada por profesionales sobre los efectos de la erupción volcánica, y los factores que contribuirían para que se agravara el panorama. Mientras en el salón de la Cooperativa 16 de Octubre personal de bomberos exponía las consecuencias que acarrearía la ceniza, e instruía a sectores de la comunidad para una supuesta evacuación masiva.

Gobierno Nacional

Julio Cobos era en esa época el vicepresidente de la Nación, y al segundo día de la crítica situación arribó a Esquel para transmitir la ayuda que daría el gobierno para paliar la situación. Por otro lado, servicios como el transporte se empezaban a ver complicados, incluso el aeropuerto cerró sus actividades por varios meses por temor al daño que podría ocasionar la ceniza a los motores de los aviones.

Del lado chileno no la pasaban bien por esos días, y el auxilio más inmediato fue de Argentina desde las ciudades fronterizas. Chaitén había sido tapada y destruida por la ceniza volcánica, y sus pobladores en una gran mayoría fueron evacuados a Esquel y la zona, y otros a ciudades de su país, caso de Puerto Montt. Hasta animales vacunos pasaron en tránsito por Esquel para trasladarlos a otras partes del territorio trasandino.

El Consulado de Chile en Esquel trabajaba incansablemente para reunir cuanto elemento fuera requerido por los habitantes de Chaitén, con un importante gesto solidario del pueblo argentino. Incluso, en algún momento se planteó la erradicación total de Chaitén a áreas más seguras, pero había resistencia de los antiguos pobladores, que paulatinamente en los últimos años han regresado para intentar rehacer su vida en el sitio de sus raíces.

En Esquel y la región se calculaba que llevaría varios años despejar la ceniza, pero al año prácticamente no había indicios del fenómeno, y en el caso céntrico de la ciudad trabajaron camiones con barredoras y desobturadores de una empresa que contrató en Buenos Aires el Gobierno. Hoy por hoy, las cenizas del volcán Chaitén son historia. Y solo queda aquel amargo recuerdo.

02 MAY 2013 - 22:26

Ayer se cumplieron 5 años de la caída de cenizas en Esquel y gran parte de la zona cordillerana por la erupción del volcán Chaitén, a más de 150 kilómetros de distancia, en el vecino país de Chile. Ese día varias poblaciones argentinas amanecieron cubiertas de cenizas del que en principio se dijo volcán Michimahuída, hasta que a las pocas horas se rectificó citando que se trataba del Chaitén.

Las autoridades, desde el primer momento, se pusieron al frente de la contingencia y motorizaron todas las acciones necesarias para contrarrestar el efecto del fenómeno, que rápidamente cubrió la geografía cordillerana de ceniza, acumulando en algunas áreas hasta 40 centímetros del polvo volcánico.

Una de las primeras reparticiones en salir a tomar medidas fue la de Salud, que recomendó el uso impostergable de barbijos, que se agotaron en el mercado, disparando los precios que fueron aumentando con el paso de las horas.

La Municipalidad, con el intendente Rafael Williams, se puso al frente del operativo de emergencia, con la conformación de un comité del que tomaron parte distintas instituciones como Defensa Civil, Policía, Bomberos, Universidad –que aportaba profesionales que hacían el seguimiento-, área de Medio Ambiente de la Provincia y Municipal, el hospital y otras instituciones. A partir de la precipitación de la ceniza esa mañana, en horas tempranas del 2 de mayo de 2008, dicho comité se quedó en sesión permanente para ir actualizando información.

Obviamente los cauces de agua, varios de ellos proveedores a los sistemas de agua potable de las comunidades, prendieron la alerta y se restringió el servicio, por lo que se debió apelar al abastecimiento de agua mineral casi de forma masiva, y el stock en los comercios locales se consumió en cuestión de horas.

El entonces gobernador Mario Das Neves puso el foco de la acción de su gabinete casi exclusivamente en la situación de Esquel y la cordillera, afectando a disposición personal y todo equipamiento que fuera necesario, y el director de Defensa Civil, Evaristo Melo, se constituyó en Esquel para hacer el seguimiento del fenómeno.

En el despacho municipal la prensa concurría a diario a recibir actualización de la información, y para ser interiorizada por profesionales sobre los efectos de la erupción volcánica, y los factores que contribuirían para que se agravara el panorama. Mientras en el salón de la Cooperativa 16 de Octubre personal de bomberos exponía las consecuencias que acarrearía la ceniza, e instruía a sectores de la comunidad para una supuesta evacuación masiva.

Gobierno Nacional

Julio Cobos era en esa época el vicepresidente de la Nación, y al segundo día de la crítica situación arribó a Esquel para transmitir la ayuda que daría el gobierno para paliar la situación. Por otro lado, servicios como el transporte se empezaban a ver complicados, incluso el aeropuerto cerró sus actividades por varios meses por temor al daño que podría ocasionar la ceniza a los motores de los aviones.

Del lado chileno no la pasaban bien por esos días, y el auxilio más inmediato fue de Argentina desde las ciudades fronterizas. Chaitén había sido tapada y destruida por la ceniza volcánica, y sus pobladores en una gran mayoría fueron evacuados a Esquel y la zona, y otros a ciudades de su país, caso de Puerto Montt. Hasta animales vacunos pasaron en tránsito por Esquel para trasladarlos a otras partes del territorio trasandino.

El Consulado de Chile en Esquel trabajaba incansablemente para reunir cuanto elemento fuera requerido por los habitantes de Chaitén, con un importante gesto solidario del pueblo argentino. Incluso, en algún momento se planteó la erradicación total de Chaitén a áreas más seguras, pero había resistencia de los antiguos pobladores, que paulatinamente en los últimos años han regresado para intentar rehacer su vida en el sitio de sus raíces.

En Esquel y la región se calculaba que llevaría varios años despejar la ceniza, pero al año prácticamente no había indicios del fenómeno, y en el caso céntrico de la ciudad trabajaron camiones con barredoras y desobturadores de una empresa que contrató en Buenos Aires el Gobierno. Hoy por hoy, las cenizas del volcán Chaitén son historia. Y solo queda aquel amargo recuerdo.