Fantasías y nuevas tendencias: cuando los hombres juegan con muñecas

Sus antecesoras, las muñecas inflables, nacieron como ‘divertimento’ de las tripulaciones de submarinos japoneses. La última generación, de apariencia humana, es de silicona. Tienen esqueleto metálico, un cuerpo perfecto y cumplen las fantasias de hombres solos y adinerados. Su precio: 6.000 euros.

15 ENE 2011 - 21:35 | Actualizado

En el Génesis Dios dijo: “No es bueno que el hombre este solo”, y creó a la mujer. Esta frase, que quedó acuñada a fuego en la memoria humana, parece ser el motivo para que algunas empresas decidieran “crear” una mujer sintética destinada a cumplir los deseos sexuales y servir de compañía a personas solitarias.<br /><br />Las primeras “sex doll” (muñecas sexuales), en si, nacieron con una única función, la de aplacar los instintos primitivos provocados por una larga abstinencia.<br /><br />Las tripulaciones japonesas destacadas en los submarinos después de la Primera Guerra Mundial usaron las primeras muñecas inflábles de la historia, no precisamente como salvavidas por si la nave se hundía, sino para matar el deseo sexual en los larguícimos días en las profundidades marinas. Tras la guerra y en épocas de paz, las sex dolls, llegaron a tierra y no tardaron en pasar de mano en mano para hacerle un favor a algún amigo, convirtieron así en un fetiche, que se universalizó y no tardó en llegar a los ‘sex shops’( Almacenes de elementos sexuales) de todo el mundo vendiéndose por unos pocos dólares.<br /><br />Pero las primeras sex dolls no eran precisamente algo que ratoneara a los hombres, carecían de cualquier gracia femenina y lo mas remotamente parecido a una mujer era que tenían brazos, piernas, una cabeza, ojos burdamente dibujados, una gran y profunda boca, dos protuberancias que simulaban pechos y una ranura que simulaba el sexo femenino. Para usarla, el candidato tenía que tomarse el trabajito de contar con buenos pulmones e inflarla con cuidado para no darle mucha presión y que su virtual compañera no reventara en el primer intento, frustrando una noche de lujuria.<br /><br />El modelo infláble fue puliendo algunos defectos, mejorando su calidad y tuvo muy buena aceptación entre los hombres, siendo el fetiche más usado por varias décadas. Pero ha sido de nuevo en Japón, un país que siempre va a la vanguardia en el terreno de los fetiches, y donde nacieron las muñecas inflables, ésas con tacto de plástico, boca eternamente abierta y postura antropomorfa, donde llegó la segunda generación de sex dolls: las ‘dutch wives’ (esposas holandesas) una especie de damas de látex perfectas, de vinilo o silicona que, basadas en la estética ‘hentai’, pueden llegar a costar la friolera de 6.000 euros. ¿Razones? Orient Industry, una de las marcas que comercializa estos juguetes sexuales, asegura en su publicidad que al tacto son casi humanas, al igual que los rasgos, basados en personas de carne y hueso. Su esqueleto, similar al de una mujer real, es de metal. Hasta el pelo es natural. <br /><br />Según sus creadores, comparar a las nuevas ‘dutch wives’ con las viejas muñecas inflábles, sería “elegir entre Megan Fox o la abuelita que sale a barrer en la esquina”.<br /><br />“Son las mujeres ideales para hombres solos”, dice entre risas uno de sus creadores, “no hablan, no cuestionan y no piden dinero”. Las nuevas sex dolls de última generación han sido equipadas con todos los detalles del cuerpo humano. Uñas, pestañas, cejas, abundante cabellera, ojos de colores a gusto del cliente, color de piel y tamaño de pechos, a elección.<br /><br />El uso de latex y silicona han conformado una muñeca de rasgos y cuerpos perfectos y eso sumado a la lencería e indumentaria le dan una apariencia que impresiona y dejan con la boca abierta a los clientes que no dudan en sacar la billetera y pagar lo que le pidan. Caracterizadas como enfermeras, mujeres policías, secretarias, marineritas y colegialas, las sex dolls hacen realidad las fantasías más ocultas de aquellas personas solitarias que por unos cuantos miles de dólares se llevan una compañera virtual a su casa. <br /><br />La compra de estos sofisticados juguetes sexuales para hombres, se realiza por Internet y la muñeca llega a la casa del consumidor embalada en una caja con forma de ataúd. El bulto incluye un curioso servicio posventa: una vez muerto el propietario, la empresa se compromete a recoger su pepona, a consagrar su alma en una especie de ritual y a enterrarla junto a su dueño.<br /><br />Pero cuando de hacer dinero se trata los occidentales no dudan en copiar la idea nipona y se anotan en el negocio: las firmas Real Dolls y Mercadoll han copiado el formato y han reproducido el cuerpo y el rostro de famosas actrices porno occidentales o divas de Hollywood pero con la posibilidad de ‘tunnearlas’ al gusto del consumidor: color de piel, de ojos, de pelo y, por supuesto, de vestuario.<br /><br />Pero cuando no, tenían que aparecer los alemanes y ahora un ingeniero de ese país, Michael Harriman va más allá y prepara el lanzamiento de un androide sexual de carácter femenino “capaz de responder a estímulos sensoriales, de imitar una respiración agitada, de mover la pelvis por control remoto, de aumentar su temperatura corporal durante el acto y de mantener los pies fríos, igual que una mujer real”, afirma.<br /><br />En su catálogo ‘on line’, sus muñecas Meg, Rei, Mika o Alice, de aspecto aniñado, se presentan ante sus posibles compradores vestidas con lencería y poses sugerentes, igual que si fueran prostitutas. Algunos japoneses pudientes ya las coleccionan. Por ejemplo, un ciudadano de Osaka ya ha protagonizado más de una entrevista en televisión al posar orgulloso con su centenar de ‘lolitas’ de goma desparramadas por toda su casa.<br /><br />El mercado no se acaba ahí, también preparan muñecos varones para mujeres solas. Estos adonis de cuerpos perfectos y acerados músculos contarán con “elementos eléctricos” que harán las delicias de sus usuarias. Ahora podrá usted tener a Brad Pitt en el sillón, a George Clooney en el baño o a Jude Law compartiendo unos mates. También ya están a la venta perritas de goma para ese cuzquito inquieto y ardiente que nos deja mal cuando llega visita y se prende a la primera pierna que encuentra. Grotesco o no, el tema puede despertar risas y críticas, pero la verdad es que hay una demanda cada vez más grande de estos muñecos sexuales, pero como dijo alguna vez una vieja, “sobre gustos, no hay nada escrito”.#

15 ENE 2011 - 21:35

En el Génesis Dios dijo: “No es bueno que el hombre este solo”, y creó a la mujer. Esta frase, que quedó acuñada a fuego en la memoria humana, parece ser el motivo para que algunas empresas decidieran “crear” una mujer sintética destinada a cumplir los deseos sexuales y servir de compañía a personas solitarias.<br /><br />Las primeras “sex doll” (muñecas sexuales), en si, nacieron con una única función, la de aplacar los instintos primitivos provocados por una larga abstinencia.<br /><br />Las tripulaciones japonesas destacadas en los submarinos después de la Primera Guerra Mundial usaron las primeras muñecas inflábles de la historia, no precisamente como salvavidas por si la nave se hundía, sino para matar el deseo sexual en los larguícimos días en las profundidades marinas. Tras la guerra y en épocas de paz, las sex dolls, llegaron a tierra y no tardaron en pasar de mano en mano para hacerle un favor a algún amigo, convirtieron así en un fetiche, que se universalizó y no tardó en llegar a los ‘sex shops’( Almacenes de elementos sexuales) de todo el mundo vendiéndose por unos pocos dólares.<br /><br />Pero las primeras sex dolls no eran precisamente algo que ratoneara a los hombres, carecían de cualquier gracia femenina y lo mas remotamente parecido a una mujer era que tenían brazos, piernas, una cabeza, ojos burdamente dibujados, una gran y profunda boca, dos protuberancias que simulaban pechos y una ranura que simulaba el sexo femenino. Para usarla, el candidato tenía que tomarse el trabajito de contar con buenos pulmones e inflarla con cuidado para no darle mucha presión y que su virtual compañera no reventara en el primer intento, frustrando una noche de lujuria.<br /><br />El modelo infláble fue puliendo algunos defectos, mejorando su calidad y tuvo muy buena aceptación entre los hombres, siendo el fetiche más usado por varias décadas. Pero ha sido de nuevo en Japón, un país que siempre va a la vanguardia en el terreno de los fetiches, y donde nacieron las muñecas inflables, ésas con tacto de plástico, boca eternamente abierta y postura antropomorfa, donde llegó la segunda generación de sex dolls: las ‘dutch wives’ (esposas holandesas) una especie de damas de látex perfectas, de vinilo o silicona que, basadas en la estética ‘hentai’, pueden llegar a costar la friolera de 6.000 euros. ¿Razones? Orient Industry, una de las marcas que comercializa estos juguetes sexuales, asegura en su publicidad que al tacto son casi humanas, al igual que los rasgos, basados en personas de carne y hueso. Su esqueleto, similar al de una mujer real, es de metal. Hasta el pelo es natural. <br /><br />Según sus creadores, comparar a las nuevas ‘dutch wives’ con las viejas muñecas inflábles, sería “elegir entre Megan Fox o la abuelita que sale a barrer en la esquina”.<br /><br />“Son las mujeres ideales para hombres solos”, dice entre risas uno de sus creadores, “no hablan, no cuestionan y no piden dinero”. Las nuevas sex dolls de última generación han sido equipadas con todos los detalles del cuerpo humano. Uñas, pestañas, cejas, abundante cabellera, ojos de colores a gusto del cliente, color de piel y tamaño de pechos, a elección.<br /><br />El uso de latex y silicona han conformado una muñeca de rasgos y cuerpos perfectos y eso sumado a la lencería e indumentaria le dan una apariencia que impresiona y dejan con la boca abierta a los clientes que no dudan en sacar la billetera y pagar lo que le pidan. Caracterizadas como enfermeras, mujeres policías, secretarias, marineritas y colegialas, las sex dolls hacen realidad las fantasías más ocultas de aquellas personas solitarias que por unos cuantos miles de dólares se llevan una compañera virtual a su casa. <br /><br />La compra de estos sofisticados juguetes sexuales para hombres, se realiza por Internet y la muñeca llega a la casa del consumidor embalada en una caja con forma de ataúd. El bulto incluye un curioso servicio posventa: una vez muerto el propietario, la empresa se compromete a recoger su pepona, a consagrar su alma en una especie de ritual y a enterrarla junto a su dueño.<br /><br />Pero cuando de hacer dinero se trata los occidentales no dudan en copiar la idea nipona y se anotan en el negocio: las firmas Real Dolls y Mercadoll han copiado el formato y han reproducido el cuerpo y el rostro de famosas actrices porno occidentales o divas de Hollywood pero con la posibilidad de ‘tunnearlas’ al gusto del consumidor: color de piel, de ojos, de pelo y, por supuesto, de vestuario.<br /><br />Pero cuando no, tenían que aparecer los alemanes y ahora un ingeniero de ese país, Michael Harriman va más allá y prepara el lanzamiento de un androide sexual de carácter femenino “capaz de responder a estímulos sensoriales, de imitar una respiración agitada, de mover la pelvis por control remoto, de aumentar su temperatura corporal durante el acto y de mantener los pies fríos, igual que una mujer real”, afirma.<br /><br />En su catálogo ‘on line’, sus muñecas Meg, Rei, Mika o Alice, de aspecto aniñado, se presentan ante sus posibles compradores vestidas con lencería y poses sugerentes, igual que si fueran prostitutas. Algunos japoneses pudientes ya las coleccionan. Por ejemplo, un ciudadano de Osaka ya ha protagonizado más de una entrevista en televisión al posar orgulloso con su centenar de ‘lolitas’ de goma desparramadas por toda su casa.<br /><br />El mercado no se acaba ahí, también preparan muñecos varones para mujeres solas. Estos adonis de cuerpos perfectos y acerados músculos contarán con “elementos eléctricos” que harán las delicias de sus usuarias. Ahora podrá usted tener a Brad Pitt en el sillón, a George Clooney en el baño o a Jude Law compartiendo unos mates. También ya están a la venta perritas de goma para ese cuzquito inquieto y ardiente que nos deja mal cuando llega visita y se prende a la primera pierna que encuentra. Grotesco o no, el tema puede despertar risas y críticas, pero la verdad es que hay una demanda cada vez más grande de estos muñecos sexuales, pero como dijo alguna vez una vieja, “sobre gustos, no hay nada escrito”.#