Todos hemos escuchado la palabra maldición o maldito, y el término se refiere a un estado en donde la mala suerte se cierne sobre un lugar o una persona, atormentando y haciendo la vida imposible. La mayoría de las veces, son casas, castillos o mansiones los lugares malditos, pero en otras ocasiones, una persona puede llevar una maldición consigo mismo. Una gran tragedia, o algo que haya causado dolor y sufrimiento, son motivos para dejar maldito un lugar.
Este fue el caso de Sarah Winchester, ella no tenía culpa de nada, pero la maldición que pesaba sobre su familia por obra de su marido cayó sobre ella hasta los últimos días de su trágica existencia.
Se llamaba Sarah Pardee (1839-1922) y vivía en Connecticut. Era una mujer de status, muy hermosa, lo cual la hacía muy pretendida en su época, y quiso la suerte que fuese el prestigioso William Winchester, heredero de la fortuna de los rifles Winchester, quien consiguiese su mano.
Desde el comienzo, nunca tuvieron suerte en su vida en común. Los rumores decían que por culpa del legado de su marido, Sarah se vio condenada a una existencia entre fantasmas y apariciones de aquellos que habían fallecido a causa de los rifles de la fábrica de su marido, el caso es que, fantasía o realidad, la mala suerte persiguió a la familia Winchester cebándose con ellos y dejando a Sarah en la más absoluta soledad.
La pareja perdió a su hija a los 15 días de haber nacido, víctima de una rara enfermedad, a partir de aquí la cordura de Sarah empezó a desequilibrarse y sus ingresos en el psiquiátrico, fueron más asiduos.
Diez años después, a pesar de que su matrimonio estaba sin hijos, la vida de los esposos Winchester parecía haber vuelto poco a poco a la normalidad, pero entonces el Imperio Winchester perdería al cabeza de familia. William, heredero por aquel entonces de toda la fortuna de su padre, fallecería a causa de la tuberculosis dejando a su pobre esposa sola en el mundo. Sarah heredó de su marido casi el 50 % de las acciones de la compañía más una cantidad elevada de dinero, 20 millones de dólares que por aquel entonces le aseguraron vivir como una reina el resto de su triste existencia.
Sola en el mundo, consumida por la locura, se dejó engañar por los mediums y adivinos de la época. Es en ese momento vacilante de su vida, que aparece una famosa medium y espiritista de nombre Mina Crandon, conocida como Margery, la cual la contactaba con su difunto esposo, William Winchester, además de comunicarle sobre la maldición que pesaba en la familia. También le había asegurado que la mala suerte que la perseguía se debía a los espíritus de todas las personas que habían sucumbido a las balas de los rifles de la fábrica de su marido y que ellos, ahora, buscaban venganza. La medium aconsejó a Sarah que viajase lejos de allí hasta un lugar que le indicaría el espíritu de su difunto esposo, allí debía edificar una mansión donde los martillos nunca dejasen de sonar noche y día, sin descanso, construyendo y construyendo. De esta forma, los espíritus jamás podrían encontrarla en una casa tan grande y llena de ventanas, escaleras y puertas. Fue así que en 1884 llegó al valle de Santa Clara y el supuesto espíritu de su marido le anunció que allí debía edificar la mansión Winchester.
Durante los 38 años restantes de su vida, Sarah nunca dejó de construir, buscando así escapar de tan temible maldición.
La casa es una auténtica locura de escaleras, laberintos, tres ascensores, un solo baño y aproximadamente 160 habitaciones distribuidas en 7 pisos. Hay puertas que se abren al vacío, habitaciones escondidas, otras construidas alrededor de cuartos ya existentes, escaleras circulares y otras que no llevan a ninguna parte. Se llegaron a contar 2.000 puertas en el interior de la siniestra mansión. Y es que la casa fue diseñada no solo para ella, sino para las almas que la acompañaron en su vida. Se dice que Sarah dormía en una habitación diferente cada noche a fin de huir de dichos espíritus que no cesaban de buscarla clamando venganza. A los 83 años de edad, la pobre Sarah murió dejando atrás una existencia desgraciada, huyendo de supuestos espíritus que la atormentaban por el solo hecho de haber sido la esposa de Winchester. Hoy la mansión sigue en pie y puede ser visitada por todo aquel que se atreva a recorrer sus laberintos y habitaciones, sabiendo que una maldición habitaría en ella y que esas almas que perseguían a la viuda aún pueden recorrer sus enmarañados pasillos buscando venganza.
Muchos de los que visitaron el lugar, dicen sentir presencias y miradas constantes, que causan angustia y desesperación, hasta algunos que afirman haber visto fantasmas o a la mismísima Sarah rondando los interminables pasillos del caserón. Tal vez no haya sido una maldición la que persiguió a los Winchester, sino el tener que cargar con la culpa de haber creado un rifle que acabó con la vida de millones de inocentes en la conquista del salvaje oeste, pero eso, eso nunca lo sabremos.#
La casa es una auténtica locura de escaleras, laberintos, tres ascensores, un solo baño y aproximadamente 160 habitaciones.
Todos hemos escuchado la palabra maldición o maldito, y el término se refiere a un estado en donde la mala suerte se cierne sobre un lugar o una persona, atormentando y haciendo la vida imposible. La mayoría de las veces, son casas, castillos o mansiones los lugares malditos, pero en otras ocasiones, una persona puede llevar una maldición consigo mismo. Una gran tragedia, o algo que haya causado dolor y sufrimiento, son motivos para dejar maldito un lugar.
Este fue el caso de Sarah Winchester, ella no tenía culpa de nada, pero la maldición que pesaba sobre su familia por obra de su marido cayó sobre ella hasta los últimos días de su trágica existencia.
Se llamaba Sarah Pardee (1839-1922) y vivía en Connecticut. Era una mujer de status, muy hermosa, lo cual la hacía muy pretendida en su época, y quiso la suerte que fuese el prestigioso William Winchester, heredero de la fortuna de los rifles Winchester, quien consiguiese su mano.
Desde el comienzo, nunca tuvieron suerte en su vida en común. Los rumores decían que por culpa del legado de su marido, Sarah se vio condenada a una existencia entre fantasmas y apariciones de aquellos que habían fallecido a causa de los rifles de la fábrica de su marido, el caso es que, fantasía o realidad, la mala suerte persiguió a la familia Winchester cebándose con ellos y dejando a Sarah en la más absoluta soledad.
La pareja perdió a su hija a los 15 días de haber nacido, víctima de una rara enfermedad, a partir de aquí la cordura de Sarah empezó a desequilibrarse y sus ingresos en el psiquiátrico, fueron más asiduos.
Diez años después, a pesar de que su matrimonio estaba sin hijos, la vida de los esposos Winchester parecía haber vuelto poco a poco a la normalidad, pero entonces el Imperio Winchester perdería al cabeza de familia. William, heredero por aquel entonces de toda la fortuna de su padre, fallecería a causa de la tuberculosis dejando a su pobre esposa sola en el mundo. Sarah heredó de su marido casi el 50 % de las acciones de la compañía más una cantidad elevada de dinero, 20 millones de dólares que por aquel entonces le aseguraron vivir como una reina el resto de su triste existencia.
Sola en el mundo, consumida por la locura, se dejó engañar por los mediums y adivinos de la época. Es en ese momento vacilante de su vida, que aparece una famosa medium y espiritista de nombre Mina Crandon, conocida como Margery, la cual la contactaba con su difunto esposo, William Winchester, además de comunicarle sobre la maldición que pesaba en la familia. También le había asegurado que la mala suerte que la perseguía se debía a los espíritus de todas las personas que habían sucumbido a las balas de los rifles de la fábrica de su marido y que ellos, ahora, buscaban venganza. La medium aconsejó a Sarah que viajase lejos de allí hasta un lugar que le indicaría el espíritu de su difunto esposo, allí debía edificar una mansión donde los martillos nunca dejasen de sonar noche y día, sin descanso, construyendo y construyendo. De esta forma, los espíritus jamás podrían encontrarla en una casa tan grande y llena de ventanas, escaleras y puertas. Fue así que en 1884 llegó al valle de Santa Clara y el supuesto espíritu de su marido le anunció que allí debía edificar la mansión Winchester.
Durante los 38 años restantes de su vida, Sarah nunca dejó de construir, buscando así escapar de tan temible maldición.
La casa es una auténtica locura de escaleras, laberintos, tres ascensores, un solo baño y aproximadamente 160 habitaciones distribuidas en 7 pisos. Hay puertas que se abren al vacío, habitaciones escondidas, otras construidas alrededor de cuartos ya existentes, escaleras circulares y otras que no llevan a ninguna parte. Se llegaron a contar 2.000 puertas en el interior de la siniestra mansión. Y es que la casa fue diseñada no solo para ella, sino para las almas que la acompañaron en su vida. Se dice que Sarah dormía en una habitación diferente cada noche a fin de huir de dichos espíritus que no cesaban de buscarla clamando venganza. A los 83 años de edad, la pobre Sarah murió dejando atrás una existencia desgraciada, huyendo de supuestos espíritus que la atormentaban por el solo hecho de haber sido la esposa de Winchester. Hoy la mansión sigue en pie y puede ser visitada por todo aquel que se atreva a recorrer sus laberintos y habitaciones, sabiendo que una maldición habitaría en ella y que esas almas que perseguían a la viuda aún pueden recorrer sus enmarañados pasillos buscando venganza.
Muchos de los que visitaron el lugar, dicen sentir presencias y miradas constantes, que causan angustia y desesperación, hasta algunos que afirman haber visto fantasmas o a la mismísima Sarah rondando los interminables pasillos del caserón. Tal vez no haya sido una maldición la que persiguió a los Winchester, sino el tener que cargar con la culpa de haber creado un rifle que acabó con la vida de millones de inocentes en la conquista del salvaje oeste, pero eso, eso nunca lo sabremos.#
La casa es una auténtica locura de escaleras, laberintos, tres ascensores, un solo baño y aproximadamente 160 habitaciones.