Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Mientras transitamos 22 copas del mundo del fútbol masculinas, hay sólo 9 femeninas. ¿Alguien se detuvo a pensar por qué esto es así? ¿Por qué a las mujeres no les interesa el fútbol?. ¿Que no lo hacen tan bien?. ¿Que no tienen público?. Pero la verdad es más sencilla: el género femenino tuvo prohibida su participación durante años y años y años.
Ejemplo: en Inglaterra -donde se inventó este juego-, en los inicios de 1900, los clubes no podían apoyar a los equipos femeninos hasta la primera guerra mundial que fue cuando ellas lo ocuparon.
Tamaña osadía fue impermitible.
Y desde 1921 a 1971 las mujeres no pudieron utilizar los recintos masculinos para practicar este deporte. Sin embargo, buscaron una manera de jugar: en los Juegos Olímpicos de las Mujeres, en 1930, lo incluyeron como evento. Sin embargo, no fue hasta 1996, 60 años más tarde, que el Comité Olímpico (COI) oficial -no el de mujeres- habilitó esta disciplina, sumándola a la agenda.
Si te dicen cada día que no podés hacer algo, que tu cuerpo no está preparado o puede sufrir lesiones gravísimas, que servís para servir y parir. Que menstruas, que tenés tetas o un gran culo; que no tenés huevos (aunque sí ovarios), que… imagínate si esas definiciones se dan durante décadas. El impacto que logra es que solo unas pocas personas se animen a realizarlo. Porque el costo de realizarlo es altísimo: es ir contra la corriente, una y otra vez. Una y otra vez. Pero, gracias a muchas mujeres que hicieron ese esfuerzo en nuestro país, es que el fútbol femenino se profesionalizó en 2019. Es decir, 88 años después que el masculino, que fue en 1931. En todos esos años, ellas siguieron jugando, pero sin remeras, ni botines, ni espacios de entrenamiento acordes, ni apoyo para participar de torneos internacionales.
Un poco mejor
Hoy estamos mejor, pero no tanto. Hay un acuerdo entre el Ministerio de Educación y la AFA para que en todas las escuelas se habilite el fútbol femenino como deporte. Aún hoy escuchamos de niñas que quieren jugar y no tienen donde hacerlo. Y si un club las acepta, la autogestión es el camino. Por supuesto, excepciones las hay.
También que el presidente de AFA, Claudio Chiqui Tapia, firmó un convenio con el intendente del Municipio de Ezeiza Gastón Granados, para la realización de un Complejo Deportivo y Habitacional exclusivo para las Selecciones Femeninas. El mismo estará ubicado en la localidad de Carlos Spegazzini y en este primer encuentro se llegó a un acuerdo para la cesión de las tierras. El hecho, trascendente, pasó inadvertido.
Incluso por los mismos clubes, a los que les cuesta horrores incorporarlas y en donde los dirigentes tienen más dudas que Samanta Farjat (aquella del "Caso Coppola") a la hora de testimoniar o de su coequiper de entonces, Natalia De Negri; hoy reformateada a productora de Medios y anfitriona del último papelón mileísta en el Estado norteamericano de Florida
Lamentablemente este escenario se ve en la mayoría de los países inscriptos en la FIFA, donde las mujeres enfrentan problemas en relación a las condiciones laborales, de seguridad, en la disponibilidad y calidad de las instalaciones a utilizar, así como en la promoción de patrocinadores.
Ni hablar del interior argentino de un país amateur y que suceden cosas inéditas como que los arcos no tienen las medidas reglamentarias y obligan suspender un partido como lo fue el último fin de semana entre Germinal e Independiente.
No pretendemos ser Irlanda, Noruega, Dinamarca, Estados Unidos o -algo menos- España (cualquier parecido a otro ámbito es pura coincidencia) que llegaron a acuerdos de pago igualitario, que incluye, además del mismo monto por representar al país en torneos, contar con alojamientos y viajes del mismo nivel.
Sin embargo, el caso más interesante es el de Estados Unidos (potencia mundial en el fútbol femenino): en la década del 70 se firmó el Título IX: histórico cambio de legislación que garantizó iguales derechos a niñas y mujeres en todos los aspectos de la educación, incluido el deporte.
Un estudio realizado para analizar impacto de esta legislación mostró que entre 1977 y 2006 el número de mujeres practicando deporte aumentó en un factor de nueve en escuelas secundarias y un 450% en los colleges (Women in Intercollegiate Sport: A Lon. Ese número se mantuvo y con él los óptimos resultados. Nada es casualidad cuando no se improvisa.
El 23 de mayo se celebra el Día Internacional del Fútbol Femenino, una conmemoración surgida a partir de una iniciativa de la Confederación del Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF) en octubre de 2014, para fomentar el desarrollo de la disciplina, que luego se extendería a todo el mundo persiguiendo principalmente dos objetivos: generar conciencia y promover la inversión.
Un poco de historia
No fue hasta la década de 1970 varios países empezaron a levantar las duras regulaciones que tenían contra el fútbol femenino y se llevaron a cabo los primeros mundiales no oficiales de esta categoría en Italia y México.
El primer torneo internacional organizado por la Unión Europea de Fútbol (UEFA) se realizó en 1982, mientras que la FIFA –fundada en 1904– recién organizó la primera competición para mujeres en 1988, llamada Copa Femenina de Invitación, que no contó con reconocimiento oficial.
La primera Copa Mundial oficial se jugó en 1991 y de 16 selecciones en sus primeras ediciones, pasó a 24 en 2015, y a 32 en 2023. Otros hitos para señalar son la inclusión del fútbol femenino en los Juegos Olímpicos desde 1996, la creación de los campeonatos mundiales sub-20 y sub-17 en 2002 y 2008, respectivamente, y la celebración de la Copa Libertadores Femenina que se lleva a cabo en Sudamérica desde 2009, entre otros.
Desigualdad y estigmatización
A pesar del desarrollo creciente del fútbol femenino en todo el mundo, siguen vislumbrándose una serie de situaciones de inequidad y discriminación que tienen lugar a nivel global y, por supuesto, en nuestro país.
En un informe sobre fútbol femenino, elaborado por la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), destaca los avances alcanzados por la disciplina en los últimos años, pero detalla también todos los problemas que aún enfrentan las jugadoras, que representan los grandes desafíos para los años venideros.
Al respecto, se pueden reconocer dos grandes dimensiones de desigualdad. Por un lado, el distinto nivel de desarrollo de la actividad entre los más de 150 países inscriptos en la FIFA, que se refleja sobre todo en las condiciones laborales y contractuales, pero también en la disparidad de las condiciones sanitarias y de seguridad (esto incluye situaciones de abusos y otras violencias), en la disponibilidad y calidad de las instalaciones o en la cantidad de patrocinadores, entre otros.En segundo lugar, la gigantesca brecha que existe entre el fútbol femenino y el masculino, manifestada en diversos aspectos de la actividad.
La mayor problemática para señalar es la falta de profesionalización de las jugadoras; ello genera que en la mayoría de los casos la práctica de fútbol no puede ser una carrera laboral sostenible para ser abandonada prematuramente. Si bien los motivos esgrimidos son diversos, todos guardan estrecha relación con la falta de profesionalización, a saber: la necesidad de buscar otro trabajo ante la imposibilidad de vivir del fútbol; la maternidad, que en este contexto de informalidad plantea una gran dificultad económica y a la hora de la reinserción deportiva; la falta de un marco regulatorio global que fije condiciones laborales para garantizar sus derechos en tanto trabajadoras; el destrato dirigencial, el estigma cultural negativo que aún recae sobre las jugadoras de fútbol; como por ejemplo las declaraciones -hoy ocultadas- del expresidente de la FIFA, Joseph Blatter, en 2004, al referirse a crear una estrategia de “una estética más femenina” usando ropa más ajustada, para atraer al público masculino. Mismas situaciones de machismo y discriminación que todas las mujeres conocen y atraviesan cotidianamente.
¡Argentina! ¡Argentina!
El año 2019 fue muy importante para el fútbol femenino de nuestro país: la selección nacional volvió a disputar un campeonato mundial después de 12 años y consiguió allí su primer punto para luego obtener la medalla dorada en los Juegos Panamericanos. Sin embargo, el hecho más relevante para destacar es que las futbolistas consiguieron, tras intensos años de lucha, la profesionalización de una parte de la actividad, posibilitando asegurar un salario y un convenio colectivo de trabajo similar al de los varones. Y eso constituye una parte porque no debe perderse de vista que este importantísimo logro solo abarca a una serie de clubes ubicados en la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, la ciudad de la Plata y Rosario, quienes integran la primera división del fútbol argentino.
Asimismo, no puede soslayarse que la nueva regulación exige a los clubes la inscripción de solo 8 jugadoras de manera profesional, con sueldos equivalentes a los de un jugador varón de Primera C. Es decir, se trata de un primer paso, valorable sin dudas, a partir del cual trabajar de cara a multiplicar su alcance y mejorar las condiciones.
El próximo viernes 23 de mayo es el Día Internacional del Fútbol Femenino y el jueves 21 de agosto de la futbolista argentina. Es un momento clave para repensar y reflexionar sobre todo lo que se ha conseguido a lo largo de los años, así como reconocer lo que falta por avanzar.
La vida no es un poema heroico con papeles protagónicos y cuestiones por el estilo; pero las sonrisas de ellas detrás de una pelota es más útil y feroz que los gestos de rabia y desaliento que pululan por todos los rincones. Y ese gran ventanal con el sol entrando a gritos ya está abierto. A pesar de todo y de todos.
Por Juan Miguel Bigrevich / Redacción Jornada
Mientras transitamos 22 copas del mundo del fútbol masculinas, hay sólo 9 femeninas. ¿Alguien se detuvo a pensar por qué esto es así? ¿Por qué a las mujeres no les interesa el fútbol?. ¿Que no lo hacen tan bien?. ¿Que no tienen público?. Pero la verdad es más sencilla: el género femenino tuvo prohibida su participación durante años y años y años.
Ejemplo: en Inglaterra -donde se inventó este juego-, en los inicios de 1900, los clubes no podían apoyar a los equipos femeninos hasta la primera guerra mundial que fue cuando ellas lo ocuparon.
Tamaña osadía fue impermitible.
Y desde 1921 a 1971 las mujeres no pudieron utilizar los recintos masculinos para practicar este deporte. Sin embargo, buscaron una manera de jugar: en los Juegos Olímpicos de las Mujeres, en 1930, lo incluyeron como evento. Sin embargo, no fue hasta 1996, 60 años más tarde, que el Comité Olímpico (COI) oficial -no el de mujeres- habilitó esta disciplina, sumándola a la agenda.
Si te dicen cada día que no podés hacer algo, que tu cuerpo no está preparado o puede sufrir lesiones gravísimas, que servís para servir y parir. Que menstruas, que tenés tetas o un gran culo; que no tenés huevos (aunque sí ovarios), que… imagínate si esas definiciones se dan durante décadas. El impacto que logra es que solo unas pocas personas se animen a realizarlo. Porque el costo de realizarlo es altísimo: es ir contra la corriente, una y otra vez. Una y otra vez. Pero, gracias a muchas mujeres que hicieron ese esfuerzo en nuestro país, es que el fútbol femenino se profesionalizó en 2019. Es decir, 88 años después que el masculino, que fue en 1931. En todos esos años, ellas siguieron jugando, pero sin remeras, ni botines, ni espacios de entrenamiento acordes, ni apoyo para participar de torneos internacionales.
Un poco mejor
Hoy estamos mejor, pero no tanto. Hay un acuerdo entre el Ministerio de Educación y la AFA para que en todas las escuelas se habilite el fútbol femenino como deporte. Aún hoy escuchamos de niñas que quieren jugar y no tienen donde hacerlo. Y si un club las acepta, la autogestión es el camino. Por supuesto, excepciones las hay.
También que el presidente de AFA, Claudio Chiqui Tapia, firmó un convenio con el intendente del Municipio de Ezeiza Gastón Granados, para la realización de un Complejo Deportivo y Habitacional exclusivo para las Selecciones Femeninas. El mismo estará ubicado en la localidad de Carlos Spegazzini y en este primer encuentro se llegó a un acuerdo para la cesión de las tierras. El hecho, trascendente, pasó inadvertido.
Incluso por los mismos clubes, a los que les cuesta horrores incorporarlas y en donde los dirigentes tienen más dudas que Samanta Farjat (aquella del "Caso Coppola") a la hora de testimoniar o de su coequiper de entonces, Natalia De Negri; hoy reformateada a productora de Medios y anfitriona del último papelón mileísta en el Estado norteamericano de Florida
Lamentablemente este escenario se ve en la mayoría de los países inscriptos en la FIFA, donde las mujeres enfrentan problemas en relación a las condiciones laborales, de seguridad, en la disponibilidad y calidad de las instalaciones a utilizar, así como en la promoción de patrocinadores.
Ni hablar del interior argentino de un país amateur y que suceden cosas inéditas como que los arcos no tienen las medidas reglamentarias y obligan suspender un partido como lo fue el último fin de semana entre Germinal e Independiente.
No pretendemos ser Irlanda, Noruega, Dinamarca, Estados Unidos o -algo menos- España (cualquier parecido a otro ámbito es pura coincidencia) que llegaron a acuerdos de pago igualitario, que incluye, además del mismo monto por representar al país en torneos, contar con alojamientos y viajes del mismo nivel.
Sin embargo, el caso más interesante es el de Estados Unidos (potencia mundial en el fútbol femenino): en la década del 70 se firmó el Título IX: histórico cambio de legislación que garantizó iguales derechos a niñas y mujeres en todos los aspectos de la educación, incluido el deporte.
Un estudio realizado para analizar impacto de esta legislación mostró que entre 1977 y 2006 el número de mujeres practicando deporte aumentó en un factor de nueve en escuelas secundarias y un 450% en los colleges (Women in Intercollegiate Sport: A Lon. Ese número se mantuvo y con él los óptimos resultados. Nada es casualidad cuando no se improvisa.
El 23 de mayo se celebra el Día Internacional del Fútbol Femenino, una conmemoración surgida a partir de una iniciativa de la Confederación del Norte, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (CONCACAF) en octubre de 2014, para fomentar el desarrollo de la disciplina, que luego se extendería a todo el mundo persiguiendo principalmente dos objetivos: generar conciencia y promover la inversión.
Un poco de historia
No fue hasta la década de 1970 varios países empezaron a levantar las duras regulaciones que tenían contra el fútbol femenino y se llevaron a cabo los primeros mundiales no oficiales de esta categoría en Italia y México.
El primer torneo internacional organizado por la Unión Europea de Fútbol (UEFA) se realizó en 1982, mientras que la FIFA –fundada en 1904– recién organizó la primera competición para mujeres en 1988, llamada Copa Femenina de Invitación, que no contó con reconocimiento oficial.
La primera Copa Mundial oficial se jugó en 1991 y de 16 selecciones en sus primeras ediciones, pasó a 24 en 2015, y a 32 en 2023. Otros hitos para señalar son la inclusión del fútbol femenino en los Juegos Olímpicos desde 1996, la creación de los campeonatos mundiales sub-20 y sub-17 en 2002 y 2008, respectivamente, y la celebración de la Copa Libertadores Femenina que se lleva a cabo en Sudamérica desde 2009, entre otros.
Desigualdad y estigmatización
A pesar del desarrollo creciente del fútbol femenino en todo el mundo, siguen vislumbrándose una serie de situaciones de inequidad y discriminación que tienen lugar a nivel global y, por supuesto, en nuestro país.
En un informe sobre fútbol femenino, elaborado por la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRO), destaca los avances alcanzados por la disciplina en los últimos años, pero detalla también todos los problemas que aún enfrentan las jugadoras, que representan los grandes desafíos para los años venideros.
Al respecto, se pueden reconocer dos grandes dimensiones de desigualdad. Por un lado, el distinto nivel de desarrollo de la actividad entre los más de 150 países inscriptos en la FIFA, que se refleja sobre todo en las condiciones laborales y contractuales, pero también en la disparidad de las condiciones sanitarias y de seguridad (esto incluye situaciones de abusos y otras violencias), en la disponibilidad y calidad de las instalaciones o en la cantidad de patrocinadores, entre otros.En segundo lugar, la gigantesca brecha que existe entre el fútbol femenino y el masculino, manifestada en diversos aspectos de la actividad.
La mayor problemática para señalar es la falta de profesionalización de las jugadoras; ello genera que en la mayoría de los casos la práctica de fútbol no puede ser una carrera laboral sostenible para ser abandonada prematuramente. Si bien los motivos esgrimidos son diversos, todos guardan estrecha relación con la falta de profesionalización, a saber: la necesidad de buscar otro trabajo ante la imposibilidad de vivir del fútbol; la maternidad, que en este contexto de informalidad plantea una gran dificultad económica y a la hora de la reinserción deportiva; la falta de un marco regulatorio global que fije condiciones laborales para garantizar sus derechos en tanto trabajadoras; el destrato dirigencial, el estigma cultural negativo que aún recae sobre las jugadoras de fútbol; como por ejemplo las declaraciones -hoy ocultadas- del expresidente de la FIFA, Joseph Blatter, en 2004, al referirse a crear una estrategia de “una estética más femenina” usando ropa más ajustada, para atraer al público masculino. Mismas situaciones de machismo y discriminación que todas las mujeres conocen y atraviesan cotidianamente.
¡Argentina! ¡Argentina!
El año 2019 fue muy importante para el fútbol femenino de nuestro país: la selección nacional volvió a disputar un campeonato mundial después de 12 años y consiguió allí su primer punto para luego obtener la medalla dorada en los Juegos Panamericanos. Sin embargo, el hecho más relevante para destacar es que las futbolistas consiguieron, tras intensos años de lucha, la profesionalización de una parte de la actividad, posibilitando asegurar un salario y un convenio colectivo de trabajo similar al de los varones. Y eso constituye una parte porque no debe perderse de vista que este importantísimo logro solo abarca a una serie de clubes ubicados en la Ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, la ciudad de la Plata y Rosario, quienes integran la primera división del fútbol argentino.
Asimismo, no puede soslayarse que la nueva regulación exige a los clubes la inscripción de solo 8 jugadoras de manera profesional, con sueldos equivalentes a los de un jugador varón de Primera C. Es decir, se trata de un primer paso, valorable sin dudas, a partir del cual trabajar de cara a multiplicar su alcance y mejorar las condiciones.
El próximo viernes 23 de mayo es el Día Internacional del Fútbol Femenino y el jueves 21 de agosto de la futbolista argentina. Es un momento clave para repensar y reflexionar sobre todo lo que se ha conseguido a lo largo de los años, así como reconocer lo que falta por avanzar.
La vida no es un poema heroico con papeles protagónicos y cuestiones por el estilo; pero las sonrisas de ellas detrás de una pelota es más útil y feroz que los gestos de rabia y desaliento que pululan por todos los rincones. Y ese gran ventanal con el sol entrando a gritos ya está abierto. A pesar de todo y de todos.