Se cumplen 100 años de la estadía de Einstein en Argentina

A un siglo de su visita, en marzo comenzaron las actividades por "El legado del genio" que continuarán hasta fines de abril. Participarán, entre otros, su tataranieto, la hija de Stephen Hawking y el físico argentino Juan Martín Maldacena.

30 MAR 2025 - 14:23 | Actualizado 30 MAR 2025 - 14:36

A cien años de la estadía de Albert Einstein en Argentina, se organizan actividades en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata, Rosario y Córdoba para homenajear y reflexionar en torno a, probablemente, el científico más destacado del siglo XX.

Desde el 25 de marzo al 23 de abril –lapso que coincide con su viaje por estas tierras– habrá de todo. Actividades de las que participarán el tataranieto de Albert Einstein, la hija de Stephen Hawking y el investigador Juan Martín Maldacena, uno de los físicos teóricos contemporáneos más destacados. De hecho, a Maldacenalo bautizaron como “el Einstein de nuestra época”.

Quien tuvo la iniciativa y se puso al hombro el proyecto de rendir un homenaje a Einstein es el físico local José Edelstein, con el propósito de no solo poner en valor todo el conocimiento que aportó a la disciplina, sino también de revelar su humanismo, en una época en que a menudo pareciera no haber lugar para lo humano.

“Siempre es bueno celebrar a Einstein en Argentina y también en cualquier lugar del mundo. Es uno de los ejemplares de la especie que más nos debe enorgullecer, aunque ello no invalida que tuviera sus costados oscuros y defectos”, refiere Edelstein.

Einstein tuvo la virtud de combinar su genio con la gracia de su popularidad. Edelstein dice: “Por un lado, fue un científico colosal en un momento en que la física parecía bastante consolidada con el electromagnetismo, la termodinámica y la mecánica de Newton. Encontró una grieta básicamente por la cual vio que los conceptos que había, no eran del todo correctos.

A partir de allí generó una teoría, que tuvo una serie de predicciones, como la dilatación temporal, los agujeros negros, las ondas gravitacionales, la mecánica cuántica y el láser”, explica. Por otro lado, los flashes, a los que nunca rehusó demasiado. “Salvo por el caso de Hawking, fue el único científico que fue conocido popularmente por todo el mundo y se tomó ese rol de personaje público con seriedad.

Fue un científico comprometido políticamente, sobre todo en sus últimos años de vida. También fue un enemigo del militarismo”, advierte Edelstein. Tanto escaló su fama que el marketing lo convirtió en mito o en algo mucho peor: en héroe. Hay remeras, camperas, calzoncillos, tazas, lápices, posters, muñecos y frases de dudosa procedencia que se atribuyen al hombre de canas al viento.

Entre otros eventos ligados al cumpleaños número 100 de la visita de Einstein, el historiador australiano Ze’ev Rosenkranz, que es el mayor conocedor de los viajes del científico, ya brindó sus charlas en el Planetario de la Plata y en el Galileo Galilei.

Entre la enorme cantidad de eventos que ofrece la propuesta, el martes 1° de abril en el aula magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, disertará el físico y divulgador científico español Javier Santaolalla y la semana siguiente seguirá la gira de propuestas en el CCK, la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Nacional de Córdoba.

El viernes 4 llegará uno de los platos fuertes del menú. En el Teatro Opera de Buenos Aires estarán Juan Martín Maldacena, Javier Santaolalla, Lucy Hawking, Yagel Einstein y José Edelstein para presentar “Albert Einstein: el legado del genio”. Un abanico de actividades que se extenderá casi de manera ininterrumpida hasta el 22 de abril, y el fin de fiesta en La Trastienda, con música y ciencia para recordar a la mente más iluminada.

Un viaje para el recuerdo

En 1925 llegó a tierras rioplatenses el barco con Einstein y la visita se prolongó durante cuatro semanas. Lo hizo gracias al esfuerzo de la Sociedad Hebraica Argentina y la UBA, entre otros espacios que también movieron cielo y tierra para que la mente más brillante pudiera finalmente desembarcar y difundir un poco de todo lo que sabía.

El físico anduvo por CABA, La Plata y Córdoba, así como también participó de jornadas en ciudades más pequeñas como Lomas de Zamora, donde recorrió una colonia agrícola y conoció la catedral de la ciudad. La Prensa, por aquel entonces, titulaba en una nota a página completa: “Einstein, famoso sabio alemán, es actualmente huésped de Buenos Aires”.

Tanto se convulsionó el país, que Einstein estuvo obligado a responder con una agenda bien predispuesta: se estima que brindó una docena y media de discursos en instituciones de todos los prestigios y colores. Tenía 45 años: no era mucho, pero tampoco era poco para la época. Durante su estadía fue huésped de John B. Wassermann, un adinerado comerciante que prestó su residencia en el barrio de Belgrano.

En el presente, el sitio en donde durmió Einstein forma parte de la Embajada de Australia. Más allá de que la ciencia en Argentina todavía estaba por madurar, ya despuntaba entre sus compañeros Bernardo Houssay, el joven referente local que obtendría el Nobel en Medicina en 1947. Einstein obtuvo el Nobel de Física en 1921.

Otra forma de ver el mundo

Si usted estuviera en un programa de preguntas y respuestas, y tuviera que responder con velocidad el nombre del primer científico que se le viene a la cabeza, probablemente, diría Albert Einstein. Y eso es así porque sus logros científicos revolucionaron ese campo, y porque su fama caminó al compás.

Si a comienzos del 1900 se sospechaba que el conocimiento estaba bastante desarrollado y no había grandes secretos de la naturaleza que los laboratorios pudieran resolver, Einstein demostró que no era tan así y colocó patas para arriba los conceptos de masa, energía, espacio y tiempo.

“La Teoría de la Relatividad tiene algo maravilloso y es que en el fondo, al margen de toda la complejidad técnica que tiene, se establece sobre un principio muy sencillo.

Es el hecho de que la física es democrática: para cualquier observador en cualquier estado del movimiento en el que se encuentre (no importa si está en la Tierra o en cualquier punto del espacio), las leyes de la física son las mismas”, dice Edelstein y ayuda a desarmar la complejidad del asunto.

De hecho, a partir de esa universalidad que se plantea para las leyes de la física, luego se deriva toda la teoría. Einstein apeló a una matemática bella que lo condujo a conclusiones, a menudo, increíbles.

Tan increíbles que ni él se las creía. Edelstein brinda un ejemplo: “La predicción de los agujeros negros que se desprende de su teoría es algo que él definía como un problema de la teoría o una solución no física”.

De hecho, a partir de sus nuevos lentes, la frontera del conocimiento se desplazó tanto que ya nada fue como antes. La perspectiva que tiene hoy la ciencia sobre el universo y su origen, las ondas gravitacionales, los agujeros negros y muchos fenómenos, encuentran sentido gracias a las bases que propuso Einstein.

Lo mismo para asuntos quizás menos abstractos como el GPS, el láser o las computadoras cuánticas. El siglo XX fue un período de guerras en que los Estados se recostaban en el conocimiento científico para poder tomar la delantera en una carrera armamentista que se juzgaba determinante.

Todo fue tan lejos que, de hecho, terminó en las bombas nucleares que destrozaron ciudades enteras como Nagasaki e Hiroshima.

En ese mundo de exilios forzosos, totalitarismos y terror en nombre de la opresión y en nombre de la libertad, se desarrolló una de las mentes más brillantes de las que el planeta fue testigo. El homenaje que realiza Argentina vale la pena; sirve para evocar la luz en medio de la oscuridad.

Fuente: Página 12.

30 MAR 2025 - 14:23

A cien años de la estadía de Albert Einstein en Argentina, se organizan actividades en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La Plata, Rosario y Córdoba para homenajear y reflexionar en torno a, probablemente, el científico más destacado del siglo XX.

Desde el 25 de marzo al 23 de abril –lapso que coincide con su viaje por estas tierras– habrá de todo. Actividades de las que participarán el tataranieto de Albert Einstein, la hija de Stephen Hawking y el investigador Juan Martín Maldacena, uno de los físicos teóricos contemporáneos más destacados. De hecho, a Maldacenalo bautizaron como “el Einstein de nuestra época”.

Quien tuvo la iniciativa y se puso al hombro el proyecto de rendir un homenaje a Einstein es el físico local José Edelstein, con el propósito de no solo poner en valor todo el conocimiento que aportó a la disciplina, sino también de revelar su humanismo, en una época en que a menudo pareciera no haber lugar para lo humano.

“Siempre es bueno celebrar a Einstein en Argentina y también en cualquier lugar del mundo. Es uno de los ejemplares de la especie que más nos debe enorgullecer, aunque ello no invalida que tuviera sus costados oscuros y defectos”, refiere Edelstein.

Einstein tuvo la virtud de combinar su genio con la gracia de su popularidad. Edelstein dice: “Por un lado, fue un científico colosal en un momento en que la física parecía bastante consolidada con el electromagnetismo, la termodinámica y la mecánica de Newton. Encontró una grieta básicamente por la cual vio que los conceptos que había, no eran del todo correctos.

A partir de allí generó una teoría, que tuvo una serie de predicciones, como la dilatación temporal, los agujeros negros, las ondas gravitacionales, la mecánica cuántica y el láser”, explica. Por otro lado, los flashes, a los que nunca rehusó demasiado. “Salvo por el caso de Hawking, fue el único científico que fue conocido popularmente por todo el mundo y se tomó ese rol de personaje público con seriedad.

Fue un científico comprometido políticamente, sobre todo en sus últimos años de vida. También fue un enemigo del militarismo”, advierte Edelstein. Tanto escaló su fama que el marketing lo convirtió en mito o en algo mucho peor: en héroe. Hay remeras, camperas, calzoncillos, tazas, lápices, posters, muñecos y frases de dudosa procedencia que se atribuyen al hombre de canas al viento.

Entre otros eventos ligados al cumpleaños número 100 de la visita de Einstein, el historiador australiano Ze’ev Rosenkranz, que es el mayor conocedor de los viajes del científico, ya brindó sus charlas en el Planetario de la Plata y en el Galileo Galilei.

Entre la enorme cantidad de eventos que ofrece la propuesta, el martes 1° de abril en el aula magna de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, disertará el físico y divulgador científico español Javier Santaolalla y la semana siguiente seguirá la gira de propuestas en el CCK, la Universidad Tecnológica Nacional y la Universidad Nacional de Córdoba.

El viernes 4 llegará uno de los platos fuertes del menú. En el Teatro Opera de Buenos Aires estarán Juan Martín Maldacena, Javier Santaolalla, Lucy Hawking, Yagel Einstein y José Edelstein para presentar “Albert Einstein: el legado del genio”. Un abanico de actividades que se extenderá casi de manera ininterrumpida hasta el 22 de abril, y el fin de fiesta en La Trastienda, con música y ciencia para recordar a la mente más iluminada.

Un viaje para el recuerdo

En 1925 llegó a tierras rioplatenses el barco con Einstein y la visita se prolongó durante cuatro semanas. Lo hizo gracias al esfuerzo de la Sociedad Hebraica Argentina y la UBA, entre otros espacios que también movieron cielo y tierra para que la mente más brillante pudiera finalmente desembarcar y difundir un poco de todo lo que sabía.

El físico anduvo por CABA, La Plata y Córdoba, así como también participó de jornadas en ciudades más pequeñas como Lomas de Zamora, donde recorrió una colonia agrícola y conoció la catedral de la ciudad. La Prensa, por aquel entonces, titulaba en una nota a página completa: “Einstein, famoso sabio alemán, es actualmente huésped de Buenos Aires”.

Tanto se convulsionó el país, que Einstein estuvo obligado a responder con una agenda bien predispuesta: se estima que brindó una docena y media de discursos en instituciones de todos los prestigios y colores. Tenía 45 años: no era mucho, pero tampoco era poco para la época. Durante su estadía fue huésped de John B. Wassermann, un adinerado comerciante que prestó su residencia en el barrio de Belgrano.

En el presente, el sitio en donde durmió Einstein forma parte de la Embajada de Australia. Más allá de que la ciencia en Argentina todavía estaba por madurar, ya despuntaba entre sus compañeros Bernardo Houssay, el joven referente local que obtendría el Nobel en Medicina en 1947. Einstein obtuvo el Nobel de Física en 1921.

Otra forma de ver el mundo

Si usted estuviera en un programa de preguntas y respuestas, y tuviera que responder con velocidad el nombre del primer científico que se le viene a la cabeza, probablemente, diría Albert Einstein. Y eso es así porque sus logros científicos revolucionaron ese campo, y porque su fama caminó al compás.

Si a comienzos del 1900 se sospechaba que el conocimiento estaba bastante desarrollado y no había grandes secretos de la naturaleza que los laboratorios pudieran resolver, Einstein demostró que no era tan así y colocó patas para arriba los conceptos de masa, energía, espacio y tiempo.

“La Teoría de la Relatividad tiene algo maravilloso y es que en el fondo, al margen de toda la complejidad técnica que tiene, se establece sobre un principio muy sencillo.

Es el hecho de que la física es democrática: para cualquier observador en cualquier estado del movimiento en el que se encuentre (no importa si está en la Tierra o en cualquier punto del espacio), las leyes de la física son las mismas”, dice Edelstein y ayuda a desarmar la complejidad del asunto.

De hecho, a partir de esa universalidad que se plantea para las leyes de la física, luego se deriva toda la teoría. Einstein apeló a una matemática bella que lo condujo a conclusiones, a menudo, increíbles.

Tan increíbles que ni él se las creía. Edelstein brinda un ejemplo: “La predicción de los agujeros negros que se desprende de su teoría es algo que él definía como un problema de la teoría o una solución no física”.

De hecho, a partir de sus nuevos lentes, la frontera del conocimiento se desplazó tanto que ya nada fue como antes. La perspectiva que tiene hoy la ciencia sobre el universo y su origen, las ondas gravitacionales, los agujeros negros y muchos fenómenos, encuentran sentido gracias a las bases que propuso Einstein.

Lo mismo para asuntos quizás menos abstractos como el GPS, el láser o las computadoras cuánticas. El siglo XX fue un período de guerras en que los Estados se recostaban en el conocimiento científico para poder tomar la delantera en una carrera armamentista que se juzgaba determinante.

Todo fue tan lejos que, de hecho, terminó en las bombas nucleares que destrozaron ciudades enteras como Nagasaki e Hiroshima.

En ese mundo de exilios forzosos, totalitarismos y terror en nombre de la opresión y en nombre de la libertad, se desarrolló una de las mentes más brillantes de las que el planeta fue testigo. El homenaje que realiza Argentina vale la pena; sirve para evocar la luz en medio de la oscuridad.

Fuente: Página 12.