Editorial / El Poder Judicial y la necesidad de una pedagogía urgente

28 SEP 2024 - 18:43 | Actualizado 28 SEP 2024 - 21:37

El Poder Judicial no es peor ni mejor que otros en Chubut. Hay jueces, fiscales, defensores y empleados que no trabajan, que trabajan mal, que trabajan tarde, que son brillantes, que tienen compromiso las 24 horas, que merecen más sueldo, que merecen ser exonerados, que deberían renunciar, que dejan la vida en cada causa. Hay de todo y lo mismo se puede decir de ministros y diputados provinciales.

El problema de tribunales, que a la vez es su oportunidad, es que su labor impacta de inmediato en la vida de los vecinos. Los juicios por jurados abrieron una gran chance de acercar a la Justicia con la sociedad pero no es suficiente.

Doña Rosa no tiene ninguna obligación de conocer los laberintos procesales pero los señores jueces sí están obligados a ejercer un poco de pedagogía para entender por qué deciden lo que deciden.

La semana que pasó, el juez de Esquel José Luis Ennis sobreseyó a los tres imputados del delito de administración fraudulenta en la mutual Aonikenk de los trabajadores de la Cooperativa 16 de octubre. Son Carlos Moraga, gerente de Personal de la Cooperativa; Graciela Warrel, su extesorera, y Jorge Vernengo, auditor externo de la prestadora de servicios.

La decisión sorprendió a la Fiscalía, que consideró que las pruebas sobraban para demostrar que la mutual no tenía un fin social sino que había mutado en una financiera: se retenía una cuota mensual, se otorgaban créditos a los trabajadores y esos fondos se manejaban arbitrariamente. Según los investigadores hubo maniobras fraudulentas entre 2019 y 2022 por $ 200 millones. No hubo registros de estos movimientos.

No es que los fiscales tengan razón ni sean infalibles. Lo sugestivo es que lo habitual es que los jueces eleven estas causas a juicio para que, si hay dudas, se despejen en una discusión oral y pública. Había datos razonables para una sospecha pero Ennis prefirió cerrar con llave. Y ni siquiera esto está necesariamente mal. Lo cuestionable es que no haya dado una sola explicación pública. Si todo el procedimiento se agota en escribir un fallo, subirlo al sistema informático y dejar que se notifique, hay allí una sensibilidad que no se entiende.

La Causa Aonikenk es la muestra de un defecto general. El objetivo no es que los jueces hablen con la prensa todos los santos días por cada audiencia. Pero sería todo un gesto que antes algunos casos testigo, se expongan y den la cara. Es cuestión de tacto y de involucrarse con lo que la comunidad demanda. También tienen un aparato de prensa a disposición.

Claro que ensayar una actitud diferente no garantiza que una víctima lo comprenda, pero si en tribunales la predisposición se contagia puede que la agenda que hoy está repleta de críticas pueda comenzar a cambiar. No hace falta tomarse un café con cada involucrado o prenderse en todas las polémicas, pero sí al menos sentar posición. Ya nadie puede decir que “habla por sus sentencias”. La oralidad lo impregna todo, no sólo las audiencias.

También debe entenderlo el Superior Tribunal de Justicia, donde todavía es práctica “invitar” a los jueces a esquivar periodistas si sospechan que la suma será cero, o atenderlos si consideran que reducirá daños.

La oralidad, la transparencia, el compromiso. Esos son los ejes para un refresh. El Poder Judicial sabe que su lenguaje y sus procedimientos pueden ser complejos. Pero un día hay que dar el primer paso.

La inseguridad no es responsabilidad de tribunales ni está hecha sólo de robos y homicidios. La persona que se siente huérfana de explicaciones y el funcionario que no le da una mano o un argumento son parte de un escenario que necesita renovación.

Por eso, el problema de la Justicia es también su oportunidad: ajustar el tacto y cuando amerite, dar las explicaciones que buena parte de los contribuyentes requiere. Servirá para aliviar algunos incendios y para que el chubutense de a pie no los perciba como intocables sino como lo que son: servidores públicos.

Teniendo en cuenta el beneficio, no parece un trabajo imposible.

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28 SEP 2024 - 18:43

El Poder Judicial no es peor ni mejor que otros en Chubut. Hay jueces, fiscales, defensores y empleados que no trabajan, que trabajan mal, que trabajan tarde, que son brillantes, que tienen compromiso las 24 horas, que merecen más sueldo, que merecen ser exonerados, que deberían renunciar, que dejan la vida en cada causa. Hay de todo y lo mismo se puede decir de ministros y diputados provinciales.

El problema de tribunales, que a la vez es su oportunidad, es que su labor impacta de inmediato en la vida de los vecinos. Los juicios por jurados abrieron una gran chance de acercar a la Justicia con la sociedad pero no es suficiente.

Doña Rosa no tiene ninguna obligación de conocer los laberintos procesales pero los señores jueces sí están obligados a ejercer un poco de pedagogía para entender por qué deciden lo que deciden.

La semana que pasó, el juez de Esquel José Luis Ennis sobreseyó a los tres imputados del delito de administración fraudulenta en la mutual Aonikenk de los trabajadores de la Cooperativa 16 de octubre. Son Carlos Moraga, gerente de Personal de la Cooperativa; Graciela Warrel, su extesorera, y Jorge Vernengo, auditor externo de la prestadora de servicios.

La decisión sorprendió a la Fiscalía, que consideró que las pruebas sobraban para demostrar que la mutual no tenía un fin social sino que había mutado en una financiera: se retenía una cuota mensual, se otorgaban créditos a los trabajadores y esos fondos se manejaban arbitrariamente. Según los investigadores hubo maniobras fraudulentas entre 2019 y 2022 por $ 200 millones. No hubo registros de estos movimientos.

No es que los fiscales tengan razón ni sean infalibles. Lo sugestivo es que lo habitual es que los jueces eleven estas causas a juicio para que, si hay dudas, se despejen en una discusión oral y pública. Había datos razonables para una sospecha pero Ennis prefirió cerrar con llave. Y ni siquiera esto está necesariamente mal. Lo cuestionable es que no haya dado una sola explicación pública. Si todo el procedimiento se agota en escribir un fallo, subirlo al sistema informático y dejar que se notifique, hay allí una sensibilidad que no se entiende.

La Causa Aonikenk es la muestra de un defecto general. El objetivo no es que los jueces hablen con la prensa todos los santos días por cada audiencia. Pero sería todo un gesto que antes algunos casos testigo, se expongan y den la cara. Es cuestión de tacto y de involucrarse con lo que la comunidad demanda. También tienen un aparato de prensa a disposición.

Claro que ensayar una actitud diferente no garantiza que una víctima lo comprenda, pero si en tribunales la predisposición se contagia puede que la agenda que hoy está repleta de críticas pueda comenzar a cambiar. No hace falta tomarse un café con cada involucrado o prenderse en todas las polémicas, pero sí al menos sentar posición. Ya nadie puede decir que “habla por sus sentencias”. La oralidad lo impregna todo, no sólo las audiencias.

También debe entenderlo el Superior Tribunal de Justicia, donde todavía es práctica “invitar” a los jueces a esquivar periodistas si sospechan que la suma será cero, o atenderlos si consideran que reducirá daños.

La oralidad, la transparencia, el compromiso. Esos son los ejes para un refresh. El Poder Judicial sabe que su lenguaje y sus procedimientos pueden ser complejos. Pero un día hay que dar el primer paso.

La inseguridad no es responsabilidad de tribunales ni está hecha sólo de robos y homicidios. La persona que se siente huérfana de explicaciones y el funcionario que no le da una mano o un argumento son parte de un escenario que necesita renovación.

Por eso, el problema de la Justicia es también su oportunidad: ajustar el tacto y cuando amerite, dar las explicaciones que buena parte de los contribuyentes requiere. Servirá para aliviar algunos incendios y para que el chubutense de a pie no los perciba como intocables sino como lo que son: servidores públicos.

Teniendo en cuenta el beneficio, no parece un trabajo imposible.


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