Un estudio elaborado por la Escuela de Educación de la Universidad Austral, determinó un indicador de desigualdad de aprendizaje, que intenta visibilizar la diferencia de aprendizajes mínimos entre los estudiantes más o menos vulnerables. En diálogo con Cadena Tiempo, Eugenia Orlicki, profesora de la Escuela de Educación de la Universidad Austral planteó que el relevamiento permite especialmente ordenar a los alumnos por su nivel socioeconómico.
“Lo ordenamos de menor a mayor y nos vamos a quedar con el 20% de los que tienen un nivel socioeconómico más bajo, que llamamos más vulnerables y el 20% de los que tienen un nivel socioeconómico más alto, los dos extremos de la distribución, que son menos vulnerables. Evaluamos sus rendimientos en lengua y matemática a esos dos grupos para comparar la “distancia” que hay entre ellos. Este indicador lo vamos a explicar puntualmente dado que hay cada vez más evaluaciones a un grupo de alumnos que empezaron en el 2011 y terminan en el 2022 en sexto año. Lo focalizamos en la evaluación de la UNESCO y en sexto grado y en sexto año que hay evaluaciones de Aprender”.
Expresó que el 70% aproximadamente alcanza estos aprendizajes mínimos aunque cuando vamos a los más vulnerables, el 50% los alcanza en tercer grado y baja al 34% en el último año. “Con este indicador pasa la brecha, la distancia entre ambos grupos pasa de 1,5 a 2. Hay un aumento de la brecha largo en Lengua pero en Matemática, arrancan los menos vulnerables y los más ricos arrancan el 72% en tercer grado y bajan al 36% de que alcanzan los aprendizajes mínimos en sexto año, el 36%, y los más vulnerables arrancan en 49% en tercer grado y llegan al 5% en el último año, lo cual es muy preocupante”.
La docente de la Escuela de Educación de la Universidad Austral concluyó que hay seis chicos no vulnerables que alcanzan los dos mínimos por uno vulnerable al terminar la secundaria. “La evaluación ordena a los alumnos, construye un índice y a los alumnos le asignan un índice de acuerdo a estas características y se los puede ordenar de menor a mayor”.
Y resaltó el aporte que da la escuela y el contexto sociocultural o familiar. “El contexto sociocultural está influyendo en los resultados porque ya en tercer grado, cuando se aprenden habilidades mínimas, uno esperaría que la distancia sea lo más chica posible y ya hay una distancia”.
En las conclusiones, expresó la voluntad de la mayoría de continuar estudiando, una vez finalizado el ciclo secundario. “Después se enfrentan con lo que pasa entre los 19 y 25 años. Ahí no todos pueden estudiar, la gran mayoría trabaja y una gran mayoría de jóvenes, sobre todo este nivel socioeconómico más bajo; no trabajan, ni estudian”.
En paralelo al esquema de desigualdad que plantea este relevamiento, cada vez hay más jóvenes de sectores más vulnerable dentro de la escuela un mayor lapso de tiempo. “Lamentablemente no alcanza para que aprendan los conocimientos mínimos de la nueva matemática. La escuela ha ganado mucho espacio, los alumnos no se desconectan pero esto no implica lograr aprendizajes mínimos.
“Los profesores universitarios –reconoció Orlicki- están preocupados. A los alumnos, la carrera universitaria se les hace muy cuesta arriba, aparecen nuevas dificultades y después son habilidades básicas para la vida”.
Un estudio elaborado por la Escuela de Educación de la Universidad Austral, determinó un indicador de desigualdad de aprendizaje, que intenta visibilizar la diferencia de aprendizajes mínimos entre los estudiantes más o menos vulnerables. En diálogo con Cadena Tiempo, Eugenia Orlicki, profesora de la Escuela de Educación de la Universidad Austral planteó que el relevamiento permite especialmente ordenar a los alumnos por su nivel socioeconómico.
“Lo ordenamos de menor a mayor y nos vamos a quedar con el 20% de los que tienen un nivel socioeconómico más bajo, que llamamos más vulnerables y el 20% de los que tienen un nivel socioeconómico más alto, los dos extremos de la distribución, que son menos vulnerables. Evaluamos sus rendimientos en lengua y matemática a esos dos grupos para comparar la “distancia” que hay entre ellos. Este indicador lo vamos a explicar puntualmente dado que hay cada vez más evaluaciones a un grupo de alumnos que empezaron en el 2011 y terminan en el 2022 en sexto año. Lo focalizamos en la evaluación de la UNESCO y en sexto grado y en sexto año que hay evaluaciones de Aprender”.
Expresó que el 70% aproximadamente alcanza estos aprendizajes mínimos aunque cuando vamos a los más vulnerables, el 50% los alcanza en tercer grado y baja al 34% en el último año. “Con este indicador pasa la brecha, la distancia entre ambos grupos pasa de 1,5 a 2. Hay un aumento de la brecha largo en Lengua pero en Matemática, arrancan los menos vulnerables y los más ricos arrancan el 72% en tercer grado y bajan al 36% de que alcanzan los aprendizajes mínimos en sexto año, el 36%, y los más vulnerables arrancan en 49% en tercer grado y llegan al 5% en el último año, lo cual es muy preocupante”.
La docente de la Escuela de Educación de la Universidad Austral concluyó que hay seis chicos no vulnerables que alcanzan los dos mínimos por uno vulnerable al terminar la secundaria. “La evaluación ordena a los alumnos, construye un índice y a los alumnos le asignan un índice de acuerdo a estas características y se los puede ordenar de menor a mayor”.
Y resaltó el aporte que da la escuela y el contexto sociocultural o familiar. “El contexto sociocultural está influyendo en los resultados porque ya en tercer grado, cuando se aprenden habilidades mínimas, uno esperaría que la distancia sea lo más chica posible y ya hay una distancia”.
En las conclusiones, expresó la voluntad de la mayoría de continuar estudiando, una vez finalizado el ciclo secundario. “Después se enfrentan con lo que pasa entre los 19 y 25 años. Ahí no todos pueden estudiar, la gran mayoría trabaja y una gran mayoría de jóvenes, sobre todo este nivel socioeconómico más bajo; no trabajan, ni estudian”.
En paralelo al esquema de desigualdad que plantea este relevamiento, cada vez hay más jóvenes de sectores más vulnerable dentro de la escuela un mayor lapso de tiempo. “Lamentablemente no alcanza para que aprendan los conocimientos mínimos de la nueva matemática. La escuela ha ganado mucho espacio, los alumnos no se desconectan pero esto no implica lograr aprendizajes mínimos.
“Los profesores universitarios –reconoció Orlicki- están preocupados. A los alumnos, la carrera universitaria se les hace muy cuesta arriba, aparecen nuevas dificultades y después son habilidades básicas para la vida”.