Quiroguitaaa!!

Es el hincha más cotizado de Huracán de Comodoro Rivadavia, pero lo quieren todos. “Quiroguita” solo tiene amigos y suele recorrer la distancia que sea, sólo para alentar a su equipo. Dueño de las calles del centro, vive con su familia en Km. 12 y pocos, muy pocos, conocen su DNI y su historia.

Quiroguita y con una camuseta del Globo en particular diseño. Y Jornada.
07 JUL 2024 - 15:23 | Actualizado 07 JUL 2024 - 15:29

Por Ismael Tebes
REDACCION JORNADA
itebes@grupojornada.com
En Twiter: @IsmaTebes

“Póngalo cariño Huracán!!. Póngale cariño…”. El gran Quiroguita pide ganar pero no a cualquier precio sino apelando a las artes del afecto, ese sentimiento que nace en el corazón y es el más genuino de todos. Y que no puede faltar en ninguna cancha. Saludador serial. Un abrazo para él es más importante que un insulto. Pocos conocen su DNI. Y unos pocos saben que se llama Jorge Emilio y nació el 19 de junio de 1.960. Aunque tiene alma de niño y es noble hasta el infinito, ya va por los sesenta y cuatro pirulos.
No hay hincha en el mundo mundial que haya recorrido más kilómetros que él, que suele caminar desde su casa en Km. 12 hasta el corazón mismo del barrio Industrial, ahí donde se instala su “hogar”, el templo “César Muñóz” o de noche, llegando al Socios Fundadores para ver a Gimnasia, su otra pasión y la única posibilidad de cambiar al rojo por el verde.
Aunque en su mundo, no existen los números, los relojes y las rutinas, “Quiroguita” siempre está a la hora señalada, como un soldado fiel para llegar a la cancha más lejana y sin importar la división que juegue. Inferiores, la Primera y los veteranos, donde aún la rompen sus amigos, son siempre una buena excusa para que el gran Jorge Emilio se sienta enormemente feliz.
Es un poco el amigo de todos. Puede perderse un primer tiempo completo saludando a cada uno de los plateístas; individualmente dándoles la mano y abrazando con el mismo cariño que reclama, sin gritar, respetuoso. Nadie puede comprobarlo pero aseguran que lleva la camiseta del Globo encarnada en la piel y que sueña partidos interminables donde jugaban “Cacho” Costa, el “Culón” Briamonte, “Rata” Rubilar, “Morete” Amaya y “Juanito” Juan Humberto Velásquez. O más acá, el “Piojo” López, otro héroe que solía romper redes.
Reclama risueñamente a los periodistas “que vayan a la cancha” y hasta propone un juego de ida con algún guiño pícaro. Nadie tiene certezas de cómo empezó su pasión y cuando ese morocho bajito, de andar lento, se convirtió en un personaje que le pertenece un poquito a todos. Del pelo largo y los bigotitos de corte mexicano al pelo corto y las canas de hoy, “Quiroguita” vive la vida con felicidad; sin la maldad que habita las calles y con la libertad de quien vive más libre que la misma libertad.
Tiene cinco hermanos y reside en Kilómetro 12, independizado pero con el afecto cercano de su madre y hermanas. En una habitación en el fondo del terreno, cumpliendo el rol de hijo obediente que se levanta a limpiar, ordenar, regar las plantas y cortar leña para que la familia se calefaccione a falta de gas natural. Esa faceta, la de los valores familiares; el cuidado y la disciplina conforman otro de sus rasgos sólo conocido por sus amigos cercanos.
Después de cada mediodía, aparece el díscolo aventurero que se mueve con su credencial gratuita en el transporte público; con conocidos que se ofrecen a “acercarlo” hacia el centro sabedores de su rutina o bien, desafiando al clima y a la distancia, caminando en medio de la quietud, con las manos en el bolsillo, gastando la suela de sus Topper. Alguna vez, ligó un reto por quedarse a dormir en la terminal. Y obediente aceptó su error aunque a regañadientes.
Huracán lo puede. Juegue donde juegue y en la cancha que sea. Zona norte, Rada Tilly y hasta en la cancha de Newbery, el clásico rival. “Quiroguita” es tan conocido que hace amigos hasta ahí: se lo pudo ver en la Plaza Costanera acompañando como “segunda voz” improvisada al “Pin”, malabarista y ahora cantante viralizado como “Rey Pinusa”, uno del “Lobo” hasta las muelas. Sin embargo, la rivalidad esa palabra que genera conflictos y a veces, batallas dentro y fuera de la cancha, no está en su vocabulario. Ni la violencia, ni la “falopa”, ni la injusticia, ni la hipocrecia.
Al contrario, la palabra “Huracán” lo moviliza. Lo activa y lo emociona. Es un hincha que prefiere no putear y que recorre una y otra vez, las calles del centro sin tener un rumbo fijo, atrapado por las vidrieras y espiando a algún posible amigo por saludar.
Los que admiraba en la cancha hoy lo invitan a compartir sus parrillas, lo reciben en sus canchas y hasta lo llevan a compartir algún viaje futbolístico. Le reconocen el amor a su familia y el cuidado que recibe, ese rasgo que lo hace distinto a los ojos de los demás. “Quiroguita” es “Quiroguita”, un militante del cariño que pide gol y devuelve risas.

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Quiroguita y con una camuseta del Globo en particular diseño. Y Jornada.
07 JUL 2024 - 15:23

Por Ismael Tebes
REDACCION JORNADA
itebes@grupojornada.com
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“Póngalo cariño Huracán!!. Póngale cariño…”. El gran Quiroguita pide ganar pero no a cualquier precio sino apelando a las artes del afecto, ese sentimiento que nace en el corazón y es el más genuino de todos. Y que no puede faltar en ninguna cancha. Saludador serial. Un abrazo para él es más importante que un insulto. Pocos conocen su DNI. Y unos pocos saben que se llama Jorge Emilio y nació el 19 de junio de 1.960. Aunque tiene alma de niño y es noble hasta el infinito, ya va por los sesenta y cuatro pirulos.
No hay hincha en el mundo mundial que haya recorrido más kilómetros que él, que suele caminar desde su casa en Km. 12 hasta el corazón mismo del barrio Industrial, ahí donde se instala su “hogar”, el templo “César Muñóz” o de noche, llegando al Socios Fundadores para ver a Gimnasia, su otra pasión y la única posibilidad de cambiar al rojo por el verde.
Aunque en su mundo, no existen los números, los relojes y las rutinas, “Quiroguita” siempre está a la hora señalada, como un soldado fiel para llegar a la cancha más lejana y sin importar la división que juegue. Inferiores, la Primera y los veteranos, donde aún la rompen sus amigos, son siempre una buena excusa para que el gran Jorge Emilio se sienta enormemente feliz.
Es un poco el amigo de todos. Puede perderse un primer tiempo completo saludando a cada uno de los plateístas; individualmente dándoles la mano y abrazando con el mismo cariño que reclama, sin gritar, respetuoso. Nadie puede comprobarlo pero aseguran que lleva la camiseta del Globo encarnada en la piel y que sueña partidos interminables donde jugaban “Cacho” Costa, el “Culón” Briamonte, “Rata” Rubilar, “Morete” Amaya y “Juanito” Juan Humberto Velásquez. O más acá, el “Piojo” López, otro héroe que solía romper redes.
Reclama risueñamente a los periodistas “que vayan a la cancha” y hasta propone un juego de ida con algún guiño pícaro. Nadie tiene certezas de cómo empezó su pasión y cuando ese morocho bajito, de andar lento, se convirtió en un personaje que le pertenece un poquito a todos. Del pelo largo y los bigotitos de corte mexicano al pelo corto y las canas de hoy, “Quiroguita” vive la vida con felicidad; sin la maldad que habita las calles y con la libertad de quien vive más libre que la misma libertad.
Tiene cinco hermanos y reside en Kilómetro 12, independizado pero con el afecto cercano de su madre y hermanas. En una habitación en el fondo del terreno, cumpliendo el rol de hijo obediente que se levanta a limpiar, ordenar, regar las plantas y cortar leña para que la familia se calefaccione a falta de gas natural. Esa faceta, la de los valores familiares; el cuidado y la disciplina conforman otro de sus rasgos sólo conocido por sus amigos cercanos.
Después de cada mediodía, aparece el díscolo aventurero que se mueve con su credencial gratuita en el transporte público; con conocidos que se ofrecen a “acercarlo” hacia el centro sabedores de su rutina o bien, desafiando al clima y a la distancia, caminando en medio de la quietud, con las manos en el bolsillo, gastando la suela de sus Topper. Alguna vez, ligó un reto por quedarse a dormir en la terminal. Y obediente aceptó su error aunque a regañadientes.
Huracán lo puede. Juegue donde juegue y en la cancha que sea. Zona norte, Rada Tilly y hasta en la cancha de Newbery, el clásico rival. “Quiroguita” es tan conocido que hace amigos hasta ahí: se lo pudo ver en la Plaza Costanera acompañando como “segunda voz” improvisada al “Pin”, malabarista y ahora cantante viralizado como “Rey Pinusa”, uno del “Lobo” hasta las muelas. Sin embargo, la rivalidad esa palabra que genera conflictos y a veces, batallas dentro y fuera de la cancha, no está en su vocabulario. Ni la violencia, ni la “falopa”, ni la injusticia, ni la hipocrecia.
Al contrario, la palabra “Huracán” lo moviliza. Lo activa y lo emociona. Es un hincha que prefiere no putear y que recorre una y otra vez, las calles del centro sin tener un rumbo fijo, atrapado por las vidrieras y espiando a algún posible amigo por saludar.
Los que admiraba en la cancha hoy lo invitan a compartir sus parrillas, lo reciben en sus canchas y hasta lo llevan a compartir algún viaje futbolístico. Le reconocen el amor a su familia y el cuidado que recibe, ese rasgo que lo hace distinto a los ojos de los demás. “Quiroguita” es “Quiroguita”, un militante del cariño que pide gol y devuelve risas.


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