A 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón

Hace exactamente medio siglo, un 1º de julio de 1974 y a los 78 años, fallecía el histórico líder. Había sido electo por tercera vez como Presidente de la Nación y su salud deteriorada no le permitió finalizar su mandato. Un pueblo consternado le tributó su afecto en una multitudinaria procesión bajo la lluvia.

30 JUN 2024 - 17:51 | Actualizado 30 JUN 2024 - 22:00

El 1° de julio de 1974, el pueblo argentino recibió una noticia que marcó la historia del país y, en particular, la historia del peronismo. Moría en Buenos Aires Juan Domingo Perón a los 78 años. A las 10 de la mañana, el teniente general entró en un paro cardiorrespiratorio y balbuceó: "Esto se terminó". Tras tres horas de tareas de reanimación que realizó su equipo médico, nada se pudo hacer para salvarlo.

Finalmente, a las 14.10, María Estela Martínez de Perón –en ejercicio de la presidencia desde el sábado 29 de junio- anunció a todo el país el fallecimiento del tres veces presidente de la Nación. Poco después se conocía el parte médico en que los doctores Pedro Cossio, Jorge Taiana, Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez certificaban las causas de la muerte de Perón.

El pueblo argentino rindiéndole homenaje al líder justicialista

Decía así: “El señor teniente general Juan Domingo Perón ha padecido una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca, episodios de disritmia cardíaca e insuficiencia renal crónica, estabilizadas con el tratamiento médico. En los recientes días sufrió agravación de las anteriores enfermedades como consecuencia de una broncopatía infecciosa. El día 1º de julio, a las 10.25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15”.

Poco después de las 14.10 el secretario general de la CGT, Adelino Romero, decretaba –en señal de duelo- un cese general de actividades; medida que fue imitada por Julio Broker, titular de la CGE, quien invitó a los empresarios de todo el país a sumarse al duelo.

Los restos de Perón fueron instalados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos, vestido con uniforme militar, donde se lo veló hasta las 8 del día 2. A esa hora fueron trasladados a la Catedral Metropolitana, donde arribaron a las 9.40, rezándose una misa de cuerpo presente. Colocado en una cureña, el féretro, flanqueado por granaderos, fue conducido al Palacio Legislativo. Allí permaneció hasta las 9.30 del jueves 4.

Se calcula que mientras el cuerpo de Perón estuvo expuesto en el Congreso, unas 46 horas y media, desfilaron ante el féretro casi 135 mil personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último adiós a su líder. Sin embargo, y a pesar del fuerte aguacero, una multitud se concitó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador para rendir homenaje –al paso del cortejo- al presidente desaparecido.

Tres primeros mandatarios llegaron a Buenos Aires para sumarse al duelo de los argentinos: Juan María Bordaberry, de Uruguay; Hugo Banzer, de Bolivia, y Alfredo Stroessner, del Paraguay. Antes de que se iniciara la marcha hacia Olivos, en el Congreso, doce oradores despidieron al muerto: Benito Llambí, en representación de los ministros; José Antonio Allende, por los senadores; Raúl Lastiri, en nombre de los diputados; Miguel Ángel Bercaitz, por la Corte Suprema de la Nación; el teniente general Leandro E. Anaya, en representación de las Fuerzas Armadas; el gobernador riojano Carlos Menem, en nombre de sus colegas de todas las provincias; Ricardo Balbín, por los partidos políticos; Duillo Brunillo y Silvana Rota, por el Partido Justicialista; Lorenzo Miguel, de las 62 Organizaciones; Adelino Romero, de la CGT, y Julio Broker, por la CGE. En Olivos, el féretro fue conducido a pulso desde la cureña hasta la capilla de Nuestra Señora de la Merced; una salva de 21 cañonazos prologó la misa y el responso pronunciado por el capellán de granaderos Héctor Ponzo.

La repercusión de la muerte del teniente general Juan Domingo Perón alcanzó un eco sin precedentes en la Argentina y conmovió a grandes personalidades de todo el mundo.

Icónica foto del soldado Roberto Vassie, llorando ante el paso del cortejo.

En Moscú, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y el secretario general del Partido Comunista de URSS, Leonid Brézhnev, interrumpieron el diálogo que mantenían desde días atrás, para expresar su adhesión al duelo. Otro tanto sucedió con las reuniones de la FAO que se celebraban en Roma. Lo mismo en Ginebra, en la Conferencia sobre Desarme. En todos los países del mundo las banderas comenzaron a flamear a media asta, incluyendo la blanca y celeste de las Naciones Unidas, enarbolada en su sede de Nueva York.

Las enseñas de todos los países rindieron similar tributo en los estadios alemanes donde se jugaban los encuentros por el Campeonato Mundial de Fútbol. En cada uno de los partidos disputados 72 horas después, se interrumpió el juego por un minuto para rendir homenaje al viejo líder argentino. Igual medida dispusieron las autoridades del Campeonato Mundial de Básquetbol que se disputaba en San Juan de Puerto Rico.

Argentina conmovida. Juan Domingo Perón, fallecía a los 78 años.

Su fallecimiento sirvió para titular los diarios con letras de molde grueso y destinadas a resaltar la personalidad de quien fuera, por tres veces, presidente de los argentinos. Ni hablar de los mandatarios de la orbe planetaria, de todas las ideologías y de los diferentes continentes.

Había estado en Paraguay donde su salud se vio resentida. No obstante ello, se reunió con el líder radical Ricardo Balbín en la Casa Rosada, donde analizaron el Pacto Social y con Monseñor Primatesta, donde le manifestó que su gobierno estaba decidido a unir a los argentinos.

La más maravillosa música

El 12 de junio, el Presidente hizo una cadena nacional, en la que acusó a los especuladores y formadores de precios. Para demostrar su apoyo, la CGT, las 62 Organizaciones y el partido Justicialista decretaron un paro general y una movilización a Plaza de Mayo, a la que convocaron a miles de obreros. Pese a su delicado estado de salud, Perón no quiso perder la oportunidad de hablarle al pueblo y, a las 17 horas del 12 de junio, salió al balcón ante una fervorosa multitud.

"Compañeros, quiero hacer llegar a toda la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento. Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente que hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino", manifestó el General, casi, casi como una despedida.

Una semana después, su agenda se vio interrumpida por completo y ya nunca fue igual. Acompañado por sus médicos, durante esa última semana Perón hizo reposo absoluto y se entretuvo con el mundial de fútbol del 74. Durante ese mes delegó el mando y asumió la vicepresidente.

A las 7 de la mañana del 1° de julio, la enfermera Norma Bailo tomó la guardia y, cuando Perón despertó, se realizó un análisis de sangre de rutina. Desayunó, caminó por la habitación y le pidió ayuda a su enfermera para recostarse. "Cuando se estaba acostando, me miró y me dijo 'esto se terminó', y entró en paro cardiorrespiratorio”, recordó Bailo. Eran las 10. Faltaban algunas horas, para que el hombre más importante de la política argentina contemporánea se convirtiera en mito. Criticado, cuestionado, perseguido, amado, querido, idolatrado, Juan Domingo Perón había vuelto a su Patria para morir n ella.

Se especula que cerca de tres millones de personas se acercaron para despedir por última vez a Perón el 2 de julio y por allí pasaron todas las importantes figuras políticas de todo el arco político. Una de ellas (Ricardo Balbín) cerró con una frase inmortal: “Hoy, un viejo adversario, despide a un amigo”. Tan inmortal, como el líder que pasaba a otro plano.

30 JUN 2024 - 17:51

El 1° de julio de 1974, el pueblo argentino recibió una noticia que marcó la historia del país y, en particular, la historia del peronismo. Moría en Buenos Aires Juan Domingo Perón a los 78 años. A las 10 de la mañana, el teniente general entró en un paro cardiorrespiratorio y balbuceó: "Esto se terminó". Tras tres horas de tareas de reanimación que realizó su equipo médico, nada se pudo hacer para salvarlo.

Finalmente, a las 14.10, María Estela Martínez de Perón –en ejercicio de la presidencia desde el sábado 29 de junio- anunció a todo el país el fallecimiento del tres veces presidente de la Nación. Poco después se conocía el parte médico en que los doctores Pedro Cossio, Jorge Taiana, Domingo Liotta y Pedro Eladio Vázquez certificaban las causas de la muerte de Perón.

El pueblo argentino rindiéndole homenaje al líder justicialista

Decía así: “El señor teniente general Juan Domingo Perón ha padecido una cardiopatía isquémica crónica con insuficiencia cardíaca, episodios de disritmia cardíaca e insuficiencia renal crónica, estabilizadas con el tratamiento médico. En los recientes días sufrió agravación de las anteriores enfermedades como consecuencia de una broncopatía infecciosa. El día 1º de julio, a las 10.25, se produjo un paro cardíaco del que se logró reanimarlo, para luego repetirse el paro sin obtener éxito todos los medios de reanimación de que actualmente la medicina dispone. El teniente general Juan Domingo Perón falleció a las 13.15”.

Poco después de las 14.10 el secretario general de la CGT, Adelino Romero, decretaba –en señal de duelo- un cese general de actividades; medida que fue imitada por Julio Broker, titular de la CGE, quien invitó a los empresarios de todo el país a sumarse al duelo.

Los restos de Perón fueron instalados en la capilla de la quinta presidencial de Olivos, vestido con uniforme militar, donde se lo veló hasta las 8 del día 2. A esa hora fueron trasladados a la Catedral Metropolitana, donde arribaron a las 9.40, rezándose una misa de cuerpo presente. Colocado en una cureña, el féretro, flanqueado por granaderos, fue conducido al Palacio Legislativo. Allí permaneció hasta las 9.30 del jueves 4.

Se calcula que mientras el cuerpo de Perón estuvo expuesto en el Congreso, unas 46 horas y media, desfilaron ante el féretro casi 135 mil personas; afuera, más de un millón de argentinos quedaron sin dar el último adiós a su líder. Sin embargo, y a pesar del fuerte aguacero, una multitud se concitó a lo largo de las avenidas Callao y del Libertador para rendir homenaje –al paso del cortejo- al presidente desaparecido.

Tres primeros mandatarios llegaron a Buenos Aires para sumarse al duelo de los argentinos: Juan María Bordaberry, de Uruguay; Hugo Banzer, de Bolivia, y Alfredo Stroessner, del Paraguay. Antes de que se iniciara la marcha hacia Olivos, en el Congreso, doce oradores despidieron al muerto: Benito Llambí, en representación de los ministros; José Antonio Allende, por los senadores; Raúl Lastiri, en nombre de los diputados; Miguel Ángel Bercaitz, por la Corte Suprema de la Nación; el teniente general Leandro E. Anaya, en representación de las Fuerzas Armadas; el gobernador riojano Carlos Menem, en nombre de sus colegas de todas las provincias; Ricardo Balbín, por los partidos políticos; Duillo Brunillo y Silvana Rota, por el Partido Justicialista; Lorenzo Miguel, de las 62 Organizaciones; Adelino Romero, de la CGT, y Julio Broker, por la CGE. En Olivos, el féretro fue conducido a pulso desde la cureña hasta la capilla de Nuestra Señora de la Merced; una salva de 21 cañonazos prologó la misa y el responso pronunciado por el capellán de granaderos Héctor Ponzo.

La repercusión de la muerte del teniente general Juan Domingo Perón alcanzó un eco sin precedentes en la Argentina y conmovió a grandes personalidades de todo el mundo.

Icónica foto del soldado Roberto Vassie, llorando ante el paso del cortejo.

En Moscú, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, y el secretario general del Partido Comunista de URSS, Leonid Brézhnev, interrumpieron el diálogo que mantenían desde días atrás, para expresar su adhesión al duelo. Otro tanto sucedió con las reuniones de la FAO que se celebraban en Roma. Lo mismo en Ginebra, en la Conferencia sobre Desarme. En todos los países del mundo las banderas comenzaron a flamear a media asta, incluyendo la blanca y celeste de las Naciones Unidas, enarbolada en su sede de Nueva York.

Las enseñas de todos los países rindieron similar tributo en los estadios alemanes donde se jugaban los encuentros por el Campeonato Mundial de Fútbol. En cada uno de los partidos disputados 72 horas después, se interrumpió el juego por un minuto para rendir homenaje al viejo líder argentino. Igual medida dispusieron las autoridades del Campeonato Mundial de Básquetbol que se disputaba en San Juan de Puerto Rico.

Argentina conmovida. Juan Domingo Perón, fallecía a los 78 años.

Su fallecimiento sirvió para titular los diarios con letras de molde grueso y destinadas a resaltar la personalidad de quien fuera, por tres veces, presidente de los argentinos. Ni hablar de los mandatarios de la orbe planetaria, de todas las ideologías y de los diferentes continentes.

Había estado en Paraguay donde su salud se vio resentida. No obstante ello, se reunió con el líder radical Ricardo Balbín en la Casa Rosada, donde analizaron el Pacto Social y con Monseñor Primatesta, donde le manifestó que su gobierno estaba decidido a unir a los argentinos.

La más maravillosa música

El 12 de junio, el Presidente hizo una cadena nacional, en la que acusó a los especuladores y formadores de precios. Para demostrar su apoyo, la CGT, las 62 Organizaciones y el partido Justicialista decretaron un paro general y una movilización a Plaza de Mayo, a la que convocaron a miles de obreros. Pese a su delicado estado de salud, Perón no quiso perder la oportunidad de hablarle al pueblo y, a las 17 horas del 12 de junio, salió al balcón ante una fervorosa multitud.

"Compañeros, quiero hacer llegar a toda la República nuestro deseo de seguir trabajando para reconstruir nuestro país y liberarlo. Esas consignas, que más que mías son del pueblo argentino, las defenderemos hasta el último aliento. Para finalizar, deseo que Dios derrame sobre ustedes todas las venturas y la felicidad que merecen. Les agradezco profundamente que hayan llegado hasta esta histórica Plaza de Mayo. Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino", manifestó el General, casi, casi como una despedida.

Una semana después, su agenda se vio interrumpida por completo y ya nunca fue igual. Acompañado por sus médicos, durante esa última semana Perón hizo reposo absoluto y se entretuvo con el mundial de fútbol del 74. Durante ese mes delegó el mando y asumió la vicepresidente.

A las 7 de la mañana del 1° de julio, la enfermera Norma Bailo tomó la guardia y, cuando Perón despertó, se realizó un análisis de sangre de rutina. Desayunó, caminó por la habitación y le pidió ayuda a su enfermera para recostarse. "Cuando se estaba acostando, me miró y me dijo 'esto se terminó', y entró en paro cardiorrespiratorio”, recordó Bailo. Eran las 10. Faltaban algunas horas, para que el hombre más importante de la política argentina contemporánea se convirtiera en mito. Criticado, cuestionado, perseguido, amado, querido, idolatrado, Juan Domingo Perón había vuelto a su Patria para morir n ella.

Se especula que cerca de tres millones de personas se acercaron para despedir por última vez a Perón el 2 de julio y por allí pasaron todas las importantes figuras políticas de todo el arco político. Una de ellas (Ricardo Balbín) cerró con una frase inmortal: “Hoy, un viejo adversario, despide a un amigo”. Tan inmortal, como el líder que pasaba a otro plano.


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