Diez segundos...para la eternidad

Fue por los Cuartos de Final del Mundial de México de 1986. Con un Maradona sublime y camiseta azul, Argentina le ganaba a Inglaterra y se metía en las semifinales ante Bélgica. Previo a pasar medio equipo británico, el 10 había metido "La mano de Dios".

Maradona termina su obra cumbre. Shilton queda desairado.
22 JUN 2024 - 12:13 | Actualizado 22 JUN 2024 - 13:07

BARRILETE CÓSMICO


Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada

Fueron diez segundos. Y 8 décimas. En un piso irregular. Con pelota al pie. Cincuenta y tres metros y seis rivales desairados por su gambeta, talento y velocidad. Se la dio el Negro Enrique, un 8 que pegó, cortó y jugó como nunca y arrancó. Contra ellos, los inventores del fútbol. Los ignominiosos ingleses, que tenían un 9 que metía miedo y un once, negro robusto, que también asustaba. A él no le importó. Encaró. Y encaró. Y encaró. Y pasó. Contra toda lógica.

Ya les había metido la mano en el bolsillo. A la que la nombró "la de Dios". los británicos, como creadores de este juego que son, se quejaron pero se la comieron. Ellos habían hecho lo mismo en el 66. Se acordó de un error de definición fallida ante estos mismos rivales en Wembley años atrás y decidió no pasársele a Valdano que venía por el otro lado. Todo en diez segundos. Y 8 décimas. Y con los talones apuntándosele. Y la utopía la convirtió en realidad, pues todo futbolero de ley sueña, alguna vez en la vida, en gambetear a la mitad del equipo contrario más importante, al arquero y hacer el gol de su vida. El lo logró. Demostró que aquella es posible. Y con las Malvinas cerquita, en el duelo y en el recuerdo de la gente. Su gente.

El gol más maravilloso de todos los tiempos.

Y para entronizarse como un dios redivivo.

Hace 38 años, Argentina vencía, finalmente, 2 a 1 a Inglaterra en México 86 y se encaminaba a su segunda conquista planetaria en un deporte que más que eso es una religión sin ateos en nuestro país. Y un morocho retacón, nacido en un suburbio donde la miseria liquida cualquier esperanza, conducía el camino.

Diego Armando Maradona. El crack, el contradictorio, el borracho, el mujeriego, el falopero, el jetón, el cojudo, el torturado, el dios, el humano. El mejor. El que nunca se pudo jubilar de eso. Fue hace más tres décadas y media. Parece que es hoy.

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Maradona termina su obra cumbre. Shilton queda desairado.
22 JUN 2024 - 12:13

BARRILETE CÓSMICO


Por Juan Miguel Bigrevich/ Redacción Jornada

Fueron diez segundos. Y 8 décimas. En un piso irregular. Con pelota al pie. Cincuenta y tres metros y seis rivales desairados por su gambeta, talento y velocidad. Se la dio el Negro Enrique, un 8 que pegó, cortó y jugó como nunca y arrancó. Contra ellos, los inventores del fútbol. Los ignominiosos ingleses, que tenían un 9 que metía miedo y un once, negro robusto, que también asustaba. A él no le importó. Encaró. Y encaró. Y encaró. Y pasó. Contra toda lógica.

Ya les había metido la mano en el bolsillo. A la que la nombró "la de Dios". los británicos, como creadores de este juego que son, se quejaron pero se la comieron. Ellos habían hecho lo mismo en el 66. Se acordó de un error de definición fallida ante estos mismos rivales en Wembley años atrás y decidió no pasársele a Valdano que venía por el otro lado. Todo en diez segundos. Y 8 décimas. Y con los talones apuntándosele. Y la utopía la convirtió en realidad, pues todo futbolero de ley sueña, alguna vez en la vida, en gambetear a la mitad del equipo contrario más importante, al arquero y hacer el gol de su vida. El lo logró. Demostró que aquella es posible. Y con las Malvinas cerquita, en el duelo y en el recuerdo de la gente. Su gente.

El gol más maravilloso de todos los tiempos.

Y para entronizarse como un dios redivivo.

Hace 38 años, Argentina vencía, finalmente, 2 a 1 a Inglaterra en México 86 y se encaminaba a su segunda conquista planetaria en un deporte que más que eso es una religión sin ateos en nuestro país. Y un morocho retacón, nacido en un suburbio donde la miseria liquida cualquier esperanza, conducía el camino.

Diego Armando Maradona. El crack, el contradictorio, el borracho, el mujeriego, el falopero, el jetón, el cojudo, el torturado, el dios, el humano. El mejor. El que nunca se pudo jubilar de eso. Fue hace más tres décadas y media. Parece que es hoy.


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