Germinal, cuando se estuvo tan cerca... tan lejos

El 22 de enero de 1984, Germinal estuvo muy cerca de emular la epopeya de Independiente de Trelew y convertirse en el tercer chubutense en jugar en primera división.

21 ENE 2024 - 12:25 | Actualizado 21 ENE 2024 - 14:28

Por Juan Miguel Bigrevich

El Verde capitalino jugó la final patagónica ante Ferro de General Pico de La Pampa. Su caída -ante una multitud- de local en el Cayetano Castro de Trelew fue determinante. Nada pudo evitar el 0 a 0 de visitante que lo dejó a las puertas del Nacional de ese año. Pasaron 40 años de esa historia.

Los compases finales de esa rapsodia que fue ese Regional se tornaron en notas lúgubres de irreparable quebranto. Fue como su se cayeran imprevistamente unas máscaras que fueron cubriendo rostros esperanzados de actores sin libreto, sin guion.

Hace 40 años, Germinal estuvo tan cerca de emular la hazaña de Independiente cuando se midió ante Ferro de General Pico de La Pampa para acceder a la primera división el fútbol argentino en los llamados Torneos nacionales que comenzaban a languidecer hasta su penoso final. Fue un 22 de enero de 1984 que, a pesar de la notable expectativa, perdía de local ante los pampeanos por 2 a 1 y con el empate una semana después, dejaba escapar la posibilidad de ser el tercer equipo chubutense en jugar en la elite del balompié nacional. Curioso: un mismo representante de la Liga enfrentándose a un pampeano. Igualito que en el 72, pero de ciudades diferentes. Con ambos protagonistas. Y con un resultado final diferente.

Tal vez fue el cambio de camiseta o del estadio (por aquello de las famosas cábalas que posee este juego mágico que se llama fútbol cuya música se toca con los pies y se escucha con los ojos). Germinal había disputado su certamen con la tradicional a bastones verdes y blancos y para ese juego uso una blanca Puma con vivos verdes y negros. Para la revancha volvió a la original. No alcanzó. Otra fue mudarse de escenario.

El verde había realizado su extraordinaria campaña en la subzona A Patagónica en cancha de Huracán y había vencido a Huracán de Comodoro Rivadavia, 3 de Fierro de Esquel, Estrella del Norte de Caleta Olivia y San Lorenzo de Rio Gallegos. Sólo había perdido su invicto en la última fecha y cundo ya estaba clasificado.

La expectativa recaudatoria hizo que se corriera unos metros más allá y fue a la cancha de Racing. Tampoco dio sus frutos. Perdió 2 a1 ante un conjunto visitante que aprovechó las que tuvo y se defendió bien ante la algarabía de sus 200 hinchas que lo siguieron.

¿Faltó liderazgo dentro de la cancha? ¿Hubo errores conceptuales en los goles recibidos? ¿No tuvo la jerarquía suficiente para revertir el resultado?, son los interrogantes que a cuatro décadas de esa decepción puede andar por ahí.

Lo concreto que Germinal nunca estuvo más cerca. Tampoco tan lejos.
Su grey copó el Cayetano Castro. Como pareciendo que no alcanzaba con alentar, había que estar para ser. Para ponderar el amor, categorizar la pasión. Y hasta allí se volcó a raudales una marea humana que no paró de gritar desde la leonera. Sin embargo, no hubo respuestas desde abajo a pesar del coro voraz de la tribuna que ama al club sin límites y sin condiciones, pues vive en su corazón.

El clima era fértil para la gloria. Esperanzador. Pero fue nada. No bastó inventarse un mundo propio. “Estuvimos a un gol”. No. No es cierto. En todo caso a dos goles y no sucedió.

Desposeídos de cualquier emoción fáctica, tratando de ser ver el hecho ocurrido con objetividad y analizando las circunstancias, el paraíso quedó allí. Como una utopía. Inalcanzable. Que, tal vez, sirvió para caminar después pero que quedó con olor a bíblico; implorando una esperanza que no pudo ser.

La memoria es el único paraíso del cual no nos pueden expulsar y eso fue lo que sucedió. Ferro fue más, al menos, en el resultado. Golpeó bien y justo. Aprovechó errores puntuales de su rival y tuvo un destacado esquema defensivo que recién fue doblegado al final sin que evitara su clasificación, porque el juego de vuelta fue una especie de trámite; aquellos que en esas épocas de Regionales, cuando era ser visitante era ser en serio. Igualito como hacen los brasileños en la Copa Libertadores con los conjuntos argentinos. Caso contrario sería una muestra de frivolidad suicida. Todo terminó en un 0 a 0 fastidioso y fatídico.

Tampoco el conjunto dirigido por Aragonés era un improvisado. Había eliminado a All Boys de Santa Rosa, Cipolletti, Jorge Newbery de Viedma, Boca de Bariloche e Independiente de Neuquén.

Aquella tarde, Germinal arrancó con Feulliet en el arco; de Hernández, Rodríguez, Papaiani y Sepúlveda: Murúa, Ovelar, Rodríguez; Montero, Villar y Tornett. Después Urrutia y Valdéz reemplazaron a Obelar y Tornett. En tanto que Ferro lo hizo con Pérez; Quipildor, Luna, Seamporrini y J.C. Cervio; L. Cervio, Vicente y D´Alessandro; J. Rodríguez, Nicollier y Contreras. Cepeda y Rolka reemplazaron a Nicollier y Contreras.

Los pampeanos definieron el juego en el primer período. A los 18¨D´Alesaandro y a los 46´ Cepeda lo pusieron dos goles arriba. En la segunda mitad, Juancito Montero a los 40´ descontó.

La historia, de cualquier manera, es confusa; desdoblando de a pedazos, envueltas en trapos, con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Esa vez, la bolilla cayó para el lado fulero. Perforando el corazón. Se pudo, pero no. Y el jubileo se marchitó.

Dicen que el corazón tiene su propia vida y que a veces se cansa antes que el envase porque siente de más algunas cosas. Germinal visibilizo el deseo, que es una forma de asediarlo; llegó al mejor puente de acceso a un territorio emocional que pudo hacer funcionar a otros paradigmas en el devenir de su existencia; pero no pudo o no supo. Estaba tan cerca. Quedó tan lejos. Murmurando de angustia.

La imaginación se transporta a un momento incierto lleno de voces de colores impulsados de emoción. Esas 5000 personas allí presentes dividirán su ruido recién llegado y quedará bajo el haz de luz un dilema sin precedentes, anticipando con infinita misericordia el leve paso a la eternidad dejando una recaudación de 159.000 pesos de ese entonces e incluso atrapando hasta el interés de Atilio Oscar Viglione que a poco más de 40 días de asumir como gobernador se hizo presente.

La evocación flashea como un rayo aterrador y luminoso un club con anarquismo fundacional y peronismo tribunero y evoca a sus hinchas vociferantes y orgullosos que llegan con su prédica de la dicha pasada y la esperanza del mañana, reemplazando ídolos. Y la llama de un recuerdo que permanece ardiente. Tan cerca….tan lejos. Metido en la profundidad de las cosas que nunca podrán olvidarse.

Américo “Peche” Díaz era acusado de instigar a usurpar departamento del barrio 2 de abril por el juez Osvaldo Vecchio (“Diaz deberá comprobar que es sindicalista”) y excarcelado por el diputado del PACH, Guillermo Difiori.
Ferro llegó al Torneo Nacional y se encontró con Boca, Newells y Talleres de Córdoba en el grupo A, rescatando sólo dos puntos producto de 2 empates 0 a 0 y 1 a 1 con el xeneize y los rosarinos respectivamente, ambos de local en El Coloso del barrio Talleres y con la incorporación de Jorge Ribolzi y Oscar Peracca en el ocaso de sus dilatadas carreras más el aporte de Rito Fernández, un exgerminalista. Después perdió en los cuatro restantes. Germinal, por su parte, siguió buscando su oportunidad. La de estar tan cerca. Y no tan lejos.

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21 ENE 2024 - 12:25

Por Juan Miguel Bigrevich

El Verde capitalino jugó la final patagónica ante Ferro de General Pico de La Pampa. Su caída -ante una multitud- de local en el Cayetano Castro de Trelew fue determinante. Nada pudo evitar el 0 a 0 de visitante que lo dejó a las puertas del Nacional de ese año. Pasaron 40 años de esa historia.

Los compases finales de esa rapsodia que fue ese Regional se tornaron en notas lúgubres de irreparable quebranto. Fue como su se cayeran imprevistamente unas máscaras que fueron cubriendo rostros esperanzados de actores sin libreto, sin guion.

Hace 40 años, Germinal estuvo tan cerca de emular la hazaña de Independiente cuando se midió ante Ferro de General Pico de La Pampa para acceder a la primera división el fútbol argentino en los llamados Torneos nacionales que comenzaban a languidecer hasta su penoso final. Fue un 22 de enero de 1984 que, a pesar de la notable expectativa, perdía de local ante los pampeanos por 2 a 1 y con el empate una semana después, dejaba escapar la posibilidad de ser el tercer equipo chubutense en jugar en la elite del balompié nacional. Curioso: un mismo representante de la Liga enfrentándose a un pampeano. Igualito que en el 72, pero de ciudades diferentes. Con ambos protagonistas. Y con un resultado final diferente.

Tal vez fue el cambio de camiseta o del estadio (por aquello de las famosas cábalas que posee este juego mágico que se llama fútbol cuya música se toca con los pies y se escucha con los ojos). Germinal había disputado su certamen con la tradicional a bastones verdes y blancos y para ese juego uso una blanca Puma con vivos verdes y negros. Para la revancha volvió a la original. No alcanzó. Otra fue mudarse de escenario.

El verde había realizado su extraordinaria campaña en la subzona A Patagónica en cancha de Huracán y había vencido a Huracán de Comodoro Rivadavia, 3 de Fierro de Esquel, Estrella del Norte de Caleta Olivia y San Lorenzo de Rio Gallegos. Sólo había perdido su invicto en la última fecha y cundo ya estaba clasificado.

La expectativa recaudatoria hizo que se corriera unos metros más allá y fue a la cancha de Racing. Tampoco dio sus frutos. Perdió 2 a1 ante un conjunto visitante que aprovechó las que tuvo y se defendió bien ante la algarabía de sus 200 hinchas que lo siguieron.

¿Faltó liderazgo dentro de la cancha? ¿Hubo errores conceptuales en los goles recibidos? ¿No tuvo la jerarquía suficiente para revertir el resultado?, son los interrogantes que a cuatro décadas de esa decepción puede andar por ahí.

Lo concreto que Germinal nunca estuvo más cerca. Tampoco tan lejos.
Su grey copó el Cayetano Castro. Como pareciendo que no alcanzaba con alentar, había que estar para ser. Para ponderar el amor, categorizar la pasión. Y hasta allí se volcó a raudales una marea humana que no paró de gritar desde la leonera. Sin embargo, no hubo respuestas desde abajo a pesar del coro voraz de la tribuna que ama al club sin límites y sin condiciones, pues vive en su corazón.

El clima era fértil para la gloria. Esperanzador. Pero fue nada. No bastó inventarse un mundo propio. “Estuvimos a un gol”. No. No es cierto. En todo caso a dos goles y no sucedió.

Desposeídos de cualquier emoción fáctica, tratando de ser ver el hecho ocurrido con objetividad y analizando las circunstancias, el paraíso quedó allí. Como una utopía. Inalcanzable. Que, tal vez, sirvió para caminar después pero que quedó con olor a bíblico; implorando una esperanza que no pudo ser.

La memoria es el único paraíso del cual no nos pueden expulsar y eso fue lo que sucedió. Ferro fue más, al menos, en el resultado. Golpeó bien y justo. Aprovechó errores puntuales de su rival y tuvo un destacado esquema defensivo que recién fue doblegado al final sin que evitara su clasificación, porque el juego de vuelta fue una especie de trámite; aquellos que en esas épocas de Regionales, cuando era ser visitante era ser en serio. Igualito como hacen los brasileños en la Copa Libertadores con los conjuntos argentinos. Caso contrario sería una muestra de frivolidad suicida. Todo terminó en un 0 a 0 fastidioso y fatídico.

Tampoco el conjunto dirigido por Aragonés era un improvisado. Había eliminado a All Boys de Santa Rosa, Cipolletti, Jorge Newbery de Viedma, Boca de Bariloche e Independiente de Neuquén.

Aquella tarde, Germinal arrancó con Feulliet en el arco; de Hernández, Rodríguez, Papaiani y Sepúlveda: Murúa, Ovelar, Rodríguez; Montero, Villar y Tornett. Después Urrutia y Valdéz reemplazaron a Obelar y Tornett. En tanto que Ferro lo hizo con Pérez; Quipildor, Luna, Seamporrini y J.C. Cervio; L. Cervio, Vicente y D´Alessandro; J. Rodríguez, Nicollier y Contreras. Cepeda y Rolka reemplazaron a Nicollier y Contreras.

Los pampeanos definieron el juego en el primer período. A los 18¨D´Alesaandro y a los 46´ Cepeda lo pusieron dos goles arriba. En la segunda mitad, Juancito Montero a los 40´ descontó.

La historia, de cualquier manera, es confusa; desdoblando de a pedazos, envueltas en trapos, con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Esa vez, la bolilla cayó para el lado fulero. Perforando el corazón. Se pudo, pero no. Y el jubileo se marchitó.

Dicen que el corazón tiene su propia vida y que a veces se cansa antes que el envase porque siente de más algunas cosas. Germinal visibilizo el deseo, que es una forma de asediarlo; llegó al mejor puente de acceso a un territorio emocional que pudo hacer funcionar a otros paradigmas en el devenir de su existencia; pero no pudo o no supo. Estaba tan cerca. Quedó tan lejos. Murmurando de angustia.

La imaginación se transporta a un momento incierto lleno de voces de colores impulsados de emoción. Esas 5000 personas allí presentes dividirán su ruido recién llegado y quedará bajo el haz de luz un dilema sin precedentes, anticipando con infinita misericordia el leve paso a la eternidad dejando una recaudación de 159.000 pesos de ese entonces e incluso atrapando hasta el interés de Atilio Oscar Viglione que a poco más de 40 días de asumir como gobernador se hizo presente.

La evocación flashea como un rayo aterrador y luminoso un club con anarquismo fundacional y peronismo tribunero y evoca a sus hinchas vociferantes y orgullosos que llegan con su prédica de la dicha pasada y la esperanza del mañana, reemplazando ídolos. Y la llama de un recuerdo que permanece ardiente. Tan cerca….tan lejos. Metido en la profundidad de las cosas que nunca podrán olvidarse.

Américo “Peche” Díaz era acusado de instigar a usurpar departamento del barrio 2 de abril por el juez Osvaldo Vecchio (“Diaz deberá comprobar que es sindicalista”) y excarcelado por el diputado del PACH, Guillermo Difiori.
Ferro llegó al Torneo Nacional y se encontró con Boca, Newells y Talleres de Córdoba en el grupo A, rescatando sólo dos puntos producto de 2 empates 0 a 0 y 1 a 1 con el xeneize y los rosarinos respectivamente, ambos de local en El Coloso del barrio Talleres y con la incorporación de Jorge Ribolzi y Oscar Peracca en el ocaso de sus dilatadas carreras más el aporte de Rito Fernández, un exgerminalista. Después perdió en los cuatro restantes. Germinal, por su parte, siguió buscando su oportunidad. La de estar tan cerca. Y no tan lejos.


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