Carlos Alfredo "Cacho" Gervino dejó una huella imborrable en el básquetbol de Puerto Madryn y la región, destacándose como jugador y entrenador pionero. A lo largo de su trayectoria, brilló en distintos clubes, siendo parte fundamental de Deportivo Madryn, Guillermo Brown, Argentinos del Sur e Independiente de Neuquén.
Su legado va más allá de las canchas, ya que además de su destreza como jugador, desempeñó un papel crucial como formador, enseñando y guiando a jóvenes que hoy son veteranos respetados y figuras destacadas. Su repentina partida deja un vacío en el corazón del básquetbol local, pero su contribución perdurará en cada aro y en la memoria de aquellos a quienes inspiró.Ningún elogio le queda grande. Fue el padre del basquetbol en la comarca. Fue el creador de un movimiento que desató una pasión casi incontrolable en los 80.
Había nacido el 30 de octubre de 1950 en Laguna Paiva (Sta Fe).Llegó a Puerto Madryn en septiembre de 1966.
No le fue fácil adaptarse. No había canchas de básquetbol. Se las ingenió. Trajo un par de balones de Santa Fe. Le pidió al párroco de la Iglesia del centro la cancha que estaba aledaña al templo y arrancó.
Ya en 1967 comenzó a competir en la ABECh.
Con 17 años ya era jugador, técnico y dirigente. Transmitía sus conocimientos a quienes había logrado reunir. Paso un tiempo y la dirigencia de los clubes, más inclinada al futbol no le brindó apoyo. Se enojó y en 1973 se fue a jugar a Neuquén. Pero al año siguiente volvió y con más ganas. Ya había llegado a Puerto Madryn su "ladero" el "Jerry" Vicentela.
Alli arrancó la verdadera historia. Integró la selección de Chubut en varios torneos argentinas.
Entre 1974 y 1980, Guillermo Brown fue amo y señor del básquetbol de la provincia. Todo bajo la batuta de "Cacho" Gervino.
Fue un soberbio jugador. Su repertorio incluía caños, fajas, lujos. Poner la pelota detrás de la cabeza del adversario hasta sonaba "sobrador", pero era una muestra de enorme talento. Picaba la bola detrás de su espalda. Imposible de sacársela.
Un iluminado. Formó decenas de notables jugadores que fueron moldeados con la sutileza de su sabiduría y el fuego de su pasión.
A comienzos de 1982 dejó la actividad. Dirigió algunos equipos por algún tiempo más, pero ya sintió que había cumplido. Y vaya si cumplió.
Ha muerto “El señor básquet”.
Carlos Alfredo "Cacho" Gervino dejó una huella imborrable en el básquetbol de Puerto Madryn y la región, destacándose como jugador y entrenador pionero. A lo largo de su trayectoria, brilló en distintos clubes, siendo parte fundamental de Deportivo Madryn, Guillermo Brown, Argentinos del Sur e Independiente de Neuquén.
Su legado va más allá de las canchas, ya que además de su destreza como jugador, desempeñó un papel crucial como formador, enseñando y guiando a jóvenes que hoy son veteranos respetados y figuras destacadas. Su repentina partida deja un vacío en el corazón del básquetbol local, pero su contribución perdurará en cada aro y en la memoria de aquellos a quienes inspiró.Ningún elogio le queda grande. Fue el padre del basquetbol en la comarca. Fue el creador de un movimiento que desató una pasión casi incontrolable en los 80.
Había nacido el 30 de octubre de 1950 en Laguna Paiva (Sta Fe).Llegó a Puerto Madryn en septiembre de 1966.
No le fue fácil adaptarse. No había canchas de básquetbol. Se las ingenió. Trajo un par de balones de Santa Fe. Le pidió al párroco de la Iglesia del centro la cancha que estaba aledaña al templo y arrancó.
Ya en 1967 comenzó a competir en la ABECh.
Con 17 años ya era jugador, técnico y dirigente. Transmitía sus conocimientos a quienes había logrado reunir. Paso un tiempo y la dirigencia de los clubes, más inclinada al futbol no le brindó apoyo. Se enojó y en 1973 se fue a jugar a Neuquén. Pero al año siguiente volvió y con más ganas. Ya había llegado a Puerto Madryn su "ladero" el "Jerry" Vicentela.
Alli arrancó la verdadera historia. Integró la selección de Chubut en varios torneos argentinas.
Entre 1974 y 1980, Guillermo Brown fue amo y señor del básquetbol de la provincia. Todo bajo la batuta de "Cacho" Gervino.
Fue un soberbio jugador. Su repertorio incluía caños, fajas, lujos. Poner la pelota detrás de la cabeza del adversario hasta sonaba "sobrador", pero era una muestra de enorme talento. Picaba la bola detrás de su espalda. Imposible de sacársela.
Un iluminado. Formó decenas de notables jugadores que fueron moldeados con la sutileza de su sabiduría y el fuego de su pasión.
A comienzos de 1982 dejó la actividad. Dirigió algunos equipos por algún tiempo más, pero ya sintió que había cumplido. Y vaya si cumplió.
Ha muerto “El señor básquet”.