El Mono Sapiens: “El alto rendimiento no es sano”

Corrió durante 40 años, al menos 30 en el primer nivel nacional e internacional. Antonio Ibáñez tiene sobradas razones para decir que el máximo nivel de exigencia puede ser dañino si cada uno no sabe poner límites. En su visita a Trelew, y puntualmente a los estudios de Cadena Tiempo, el “Mono”, un verdadero histórico del deporte provincial, tampoco dudó en aseverar: “la Federación Chubutense tiene una deuda muy grande con el atletismo, hay atletas de primer nivel que siguen corriendo y entrenando en cualquier parte”.

21 NOV 2023 - 18:52 | Actualizado 21 NOV 2023 - 21:34

ACÀ LA NOTA COMPLETA

Fotos: Sergio Esparza (Jornada).

Llegó un poco más demorado de lo previsto, pero por una razón entendible, se encontró en el camino con Juan Carlos Jara, un compañero de equipo y de escuela, otro que tuvo un nivel sobresaliente en los ´90.

“El neuquino fue como un hermano para mí, vivimos juntos muchos años, entrenábamos juntos, y aparte tantos amigos y tantas anécdotas me quedaron de aquellos años que empecé a andar bien a nivel nacional, en el ’89”, destacó Antonio en el comienzo del diálogo con Tiempo Deportivo.

“Estudiábamos juntos en la secundaria y los dos nos alojábamos juntos en el Ejército de Salvación, no me acuerdo si terminó también en la Escuela de Comercio, pero estudiábamos y corríamos juntos, era medio petisito, gordito, pero corriendo era terrible, era menor que yo, pero andaba muy bien”, aseguró.

“Desde que conocí a mi entrenador, Daniel Torres, el que más ayudó, me formó y me cuidó, porque si no te cuidan te pueden quemar, además no te podés bancar las palizas que vienen después”, dijo sobre sus deseos de ser atleta, a los 11 años.

“En ese tiempo estábamos con el Goro Peralta, que no era un entrenador, pero corría. En el momento en que no competíamos éramos amigos, pero en las carreras éramos dos rivales. Igual tengo muy lindos recuerdos porque durante toda la semana cuando no estaba Daniel él nos esperaba en la pista para entrenar”, valoró de otro referente zonal.

“Cuando te hablan del volumen de kilómetros semanales, es como cuando te dan los ingredientes de la Coca Cola, los juntás y no te sale. Hacer 200 kilómetros en la semana lo hace cualquier atleta que entrena, pero eso no le va a asegurar que corra como un campeón del mundo. Depende de otros factores, hay muchos trabajos distintos, y de la intensidad de los kilómetros, y cuanto de esto y cuanto de lo otro”, relativizó sobre los kilómetros acumulados.

“El factor más importante es el entrenamiento, si no metés horas, lo otro es secundario. Y ese entrenamiento fuerte, le metés una dieta, y mejorás. Es poder asimilar lo que hacés, la mayor cantidad posible, que te rinda en el tiempo y que tu prueba sea la acorde a la adaptación de tu cuerpo”, resumió.

“Desde chico me gustaba correr 400 y 800 metros que son pruebas muy veloces, pero después fui subiendo y en 1.500 y en los 3.000 andaba muy bien, hasta que en el ’88 cuando fui a España un manager me dijo, si vos corrés 800 acá no me alcanzan los andariveles de la pista, tenés que tirarte a 5 mil y 10 mil. Y veías a los atletas de esas pruebas, y el cuerpo era similar al mío, petisos, en cambio los de 800 y 1.500 no bajaban del metro, 80. Por eso me dediqué al 5 mil, 10 mil, pero también hice buenas marcas en distancias más cortas”, fundamentó sobre sus especialidades.

“Hasta el ´92, 93 no me dediqué a la calle, pero dejé pasar mucha plata, y una vez que me dediqué a la calle, descuidás la pista, el cuerpo ya no se adapta. Era difícil preparar un 5 mil en pista, hacía las dos cosas bastante bien, pero no en su plenitud”, reconoció.

“Corrí muchísimas carreras de calle, los fines de semana corría los dos días, viajé mucho, en el ’97 y 98 eran todos los fines de semana y doble prueba, eran todas en 30 minutos, o 30 minutos, corto”, recordó.

“En esa época íbamos en el auto particular de Elisa Cobanea, el marido manejaba y nos llevaba a todos lados, llegábamos sobre la hora a correr. En ese tiempo vivíamos de la premiación de las carreras de calle”, admitió.

“Mis mejores marcas fueron en el ´92, ´93 en pista, pero no corría en la calle, después en la calle fueron más adelante, pero ya no hacía pista. Igual cuando gané la Corrida de Crónica en el ´93 no corría en la calle, pero sorprendí ganándole a Toribio Gutiérrez, Oscar Amaya y a los chilenos que habían venido, y eran todos conocidos. Ahí sorprendí a varios, lo mismo que en otras carreras tradicionales como en Cipolletti y Bahía Blanca”, resaltó sobre su mejor época.

“No solamente éramos un lote numeroso de punta, sino que venían muchos extranjeros, como brasileños y uruguayos porque el cambio los favorecía. En ese momento la punta tenía un lote muy grande que corría incluso debajo de los 30 minutos, todos eran muy parejos. No sucedía lo mismo en mujeres, porque Elisa Cobanea ganaba todo”, remarcó Ibáñez.

“Competí en cinco Mundiales de Cross, eso se logra con un equipo parejo, con seis, siete atletas del mismo nivel como Silio, Cascabello, Amaya, Juan Pablo Juárez, Leonardo Malgor, Daniel Castro, casi los mismos siempre, por ahí variaba algún nombre, pero hoy Argentina no puede clasificar porque no hay tantos atletas del mismo nivel”, ponderó.

“Cuando intenté el maratón no me agarró en mi mejor momento entrenando, es una prueba que no manejo, en los 21 tampoco tanto, pero sin embargo debuté con una hora, 4 minutos. No es lo mismo estar en el kilómetro 15 y que te falten 6 kms, que te falten más de 20, es terrible. En maratón debería haber estado debajo de las 2 horas, 20 minutos, y nunca lo logré. No es lo mismo que un 5 mil, un 10 mil metros. Donde le errás un segundo lo pagás caro”, se confesó ante una pregunta puntual.

“En la época que era chico, los intercolegiales eran pruebas muy nutridas, no sé si de mejor nivel, pero había un montón de escuelas, había que correr para ganar, y eso no se hace más. Para acercar a un chico a la pista y que le guste es muy difícil, pero ahí tenías mil y que le gustara a 20, 30, era más fácil. Hay otros deportes que han trabajado mejor y te lo sacaron. No pasa solamente en Chubut, se dejó de hacer en todo el país”, dijo a modo de crítica.

“Hoy ves la pista de atletismo y está igual que hace 20 años, entonces está peor. En Comodoro tienen una pista nueva, pero en vez de tener dos, tienen una sola porque sacaron la del estadio, le metieron tribuna. Aparte la nueva está en Kilómetro 4, a a trasmano de todo, es muy difícil que un padre lleve a un chico de 12, 15 años a esa pista dos o tres días a la semana. Encima no tiene acceso a nada. Estás a la vera de una ruta con autos que pasan a 100 kilómetros por hora”, lamentó.

“Venía más seguido antes de la pandemia, pero después nos encerraron a todos, salir de Mar del Plata era imposible. Y ahora estoy tapado de trabajo, en dos escuelas estoy trabajando de preceptor”, dijo sobre sus visitas a Trelew.

“Mis dos hermanos, Pepe y Leo están en la chacra, mis sobrinos Romi y Diego también, y después mi otro hermano (Alfredo) está en Puerto Deseado”, recordó sobre su entorno familiar, ya con sus padres fallecidos.

“Todos los chicos Ibáñez tienen condiciones, pero no les gusta sufrir. Mi hijo Toto andaba muy bien en todos los deportes, pero cuando tiene que entrenar, ya abandona”, expuso.

“Con Rosa (Capurro) estamos desde el ´96, ella sigue saliendo a trotar, después de que nació mi hijo empezó a entrenar en serio y vivenció el trabajo en el doble turno, de correr en 40 minutos, pasó a 36 minutos, pero en la calle”, comentó sobre su esposa, que se recibió de profesora de matemáticas.

“Soy muy duro con la tecnología, el reloj que tengo me lo regaló mi sponsor, Adidas en el ’90, es marca Adidas. Igual me costaría porque no veo bien los números”, dijo después de hablar sobre lo que le costó tener un celular.

“El alto rendimiento no es sano, aunque depende de que cada uno lo haga lo más natural posible, he tenido compañeros que ya no están, otros que no están bien, uno sabrá cuidarse o no. Te lleva el entorno y las exigencias competitivas”, advirtió.

“Cuando me inicié lo único que tenía era un entrenador, que prácticamente no me acompañaba a ningún lado, por eso me acostumbré a depender de mí. Ahora es preferible estar en un grupo que estar solo, porque los logros son distintos y la repartida es distinta. El atletismo es muy individual, pero ahora tenés un grupo interdisciplinario que trabaja con vos”, comparó.

“La Federación de Chubut tiene una deuda enorme con el atletismo, porque seguimos entrenando en cualquier parte cuando tenemos atletas de primer nivel. A nivel país también estamos muy lejos”, reprochó.

“Antonio Silio es el referente que siempre tuve, aunque competí con él. Es el máximo referente de 5 mil metros, aunque corrió muy bien el maratón. Es una eminencia, y en el momento que España necesitaba fondistas, en los ´90 cayó justo. Para mí es lo máximo a nivel nacional”, reconoció.

“Acá en la Provincia hubieron muchos atletas, no solamente fondistas, sino saltadores de buen nivel, tuve compañeras como Ana Nuñez y Viviana Teodoroff, que hacían heptatlón y salto en alto y que todavía tienen récords provinciales que son imposibles de batir y eso que se hicieron antes de los ´90”, ponderó.

“Por ahí te nombro a los de mejores marcas, pero me olvido del Goro Peralta, del Indio Manquel, quien no quería correr en mi época como Manquel”, sostuvo.

“Si bien con el Goro competíamos, terminaba la carrera y era un pingazo, te decía lo que tenías que hacer”, insistió en el final.

Enterate de las noticias de DEPORTES a través de nuestro newsletter

Anotate para recibir las noticias más importantes de esta sección.

Te podés dar de baja en cualquier momento con un solo clic.
21 NOV 2023 - 18:52

ACÀ LA NOTA COMPLETA

Fotos: Sergio Esparza (Jornada).

Llegó un poco más demorado de lo previsto, pero por una razón entendible, se encontró en el camino con Juan Carlos Jara, un compañero de equipo y de escuela, otro que tuvo un nivel sobresaliente en los ´90.

“El neuquino fue como un hermano para mí, vivimos juntos muchos años, entrenábamos juntos, y aparte tantos amigos y tantas anécdotas me quedaron de aquellos años que empecé a andar bien a nivel nacional, en el ’89”, destacó Antonio en el comienzo del diálogo con Tiempo Deportivo.

“Estudiábamos juntos en la secundaria y los dos nos alojábamos juntos en el Ejército de Salvación, no me acuerdo si terminó también en la Escuela de Comercio, pero estudiábamos y corríamos juntos, era medio petisito, gordito, pero corriendo era terrible, era menor que yo, pero andaba muy bien”, aseguró.

“Desde que conocí a mi entrenador, Daniel Torres, el que más ayudó, me formó y me cuidó, porque si no te cuidan te pueden quemar, además no te podés bancar las palizas que vienen después”, dijo sobre sus deseos de ser atleta, a los 11 años.

“En ese tiempo estábamos con el Goro Peralta, que no era un entrenador, pero corría. En el momento en que no competíamos éramos amigos, pero en las carreras éramos dos rivales. Igual tengo muy lindos recuerdos porque durante toda la semana cuando no estaba Daniel él nos esperaba en la pista para entrenar”, valoró de otro referente zonal.

“Cuando te hablan del volumen de kilómetros semanales, es como cuando te dan los ingredientes de la Coca Cola, los juntás y no te sale. Hacer 200 kilómetros en la semana lo hace cualquier atleta que entrena, pero eso no le va a asegurar que corra como un campeón del mundo. Depende de otros factores, hay muchos trabajos distintos, y de la intensidad de los kilómetros, y cuanto de esto y cuanto de lo otro”, relativizó sobre los kilómetros acumulados.

“El factor más importante es el entrenamiento, si no metés horas, lo otro es secundario. Y ese entrenamiento fuerte, le metés una dieta, y mejorás. Es poder asimilar lo que hacés, la mayor cantidad posible, que te rinda en el tiempo y que tu prueba sea la acorde a la adaptación de tu cuerpo”, resumió.

“Desde chico me gustaba correr 400 y 800 metros que son pruebas muy veloces, pero después fui subiendo y en 1.500 y en los 3.000 andaba muy bien, hasta que en el ’88 cuando fui a España un manager me dijo, si vos corrés 800 acá no me alcanzan los andariveles de la pista, tenés que tirarte a 5 mil y 10 mil. Y veías a los atletas de esas pruebas, y el cuerpo era similar al mío, petisos, en cambio los de 800 y 1.500 no bajaban del metro, 80. Por eso me dediqué al 5 mil, 10 mil, pero también hice buenas marcas en distancias más cortas”, fundamentó sobre sus especialidades.

“Hasta el ´92, 93 no me dediqué a la calle, pero dejé pasar mucha plata, y una vez que me dediqué a la calle, descuidás la pista, el cuerpo ya no se adapta. Era difícil preparar un 5 mil en pista, hacía las dos cosas bastante bien, pero no en su plenitud”, reconoció.

“Corrí muchísimas carreras de calle, los fines de semana corría los dos días, viajé mucho, en el ’97 y 98 eran todos los fines de semana y doble prueba, eran todas en 30 minutos, o 30 minutos, corto”, recordó.

“En esa época íbamos en el auto particular de Elisa Cobanea, el marido manejaba y nos llevaba a todos lados, llegábamos sobre la hora a correr. En ese tiempo vivíamos de la premiación de las carreras de calle”, admitió.

“Mis mejores marcas fueron en el ´92, ´93 en pista, pero no corría en la calle, después en la calle fueron más adelante, pero ya no hacía pista. Igual cuando gané la Corrida de Crónica en el ´93 no corría en la calle, pero sorprendí ganándole a Toribio Gutiérrez, Oscar Amaya y a los chilenos que habían venido, y eran todos conocidos. Ahí sorprendí a varios, lo mismo que en otras carreras tradicionales como en Cipolletti y Bahía Blanca”, resaltó sobre su mejor época.

“No solamente éramos un lote numeroso de punta, sino que venían muchos extranjeros, como brasileños y uruguayos porque el cambio los favorecía. En ese momento la punta tenía un lote muy grande que corría incluso debajo de los 30 minutos, todos eran muy parejos. No sucedía lo mismo en mujeres, porque Elisa Cobanea ganaba todo”, remarcó Ibáñez.

“Competí en cinco Mundiales de Cross, eso se logra con un equipo parejo, con seis, siete atletas del mismo nivel como Silio, Cascabello, Amaya, Juan Pablo Juárez, Leonardo Malgor, Daniel Castro, casi los mismos siempre, por ahí variaba algún nombre, pero hoy Argentina no puede clasificar porque no hay tantos atletas del mismo nivel”, ponderó.

“Cuando intenté el maratón no me agarró en mi mejor momento entrenando, es una prueba que no manejo, en los 21 tampoco tanto, pero sin embargo debuté con una hora, 4 minutos. No es lo mismo estar en el kilómetro 15 y que te falten 6 kms, que te falten más de 20, es terrible. En maratón debería haber estado debajo de las 2 horas, 20 minutos, y nunca lo logré. No es lo mismo que un 5 mil, un 10 mil metros. Donde le errás un segundo lo pagás caro”, se confesó ante una pregunta puntual.

“En la época que era chico, los intercolegiales eran pruebas muy nutridas, no sé si de mejor nivel, pero había un montón de escuelas, había que correr para ganar, y eso no se hace más. Para acercar a un chico a la pista y que le guste es muy difícil, pero ahí tenías mil y que le gustara a 20, 30, era más fácil. Hay otros deportes que han trabajado mejor y te lo sacaron. No pasa solamente en Chubut, se dejó de hacer en todo el país”, dijo a modo de crítica.

“Hoy ves la pista de atletismo y está igual que hace 20 años, entonces está peor. En Comodoro tienen una pista nueva, pero en vez de tener dos, tienen una sola porque sacaron la del estadio, le metieron tribuna. Aparte la nueva está en Kilómetro 4, a a trasmano de todo, es muy difícil que un padre lleve a un chico de 12, 15 años a esa pista dos o tres días a la semana. Encima no tiene acceso a nada. Estás a la vera de una ruta con autos que pasan a 100 kilómetros por hora”, lamentó.

“Venía más seguido antes de la pandemia, pero después nos encerraron a todos, salir de Mar del Plata era imposible. Y ahora estoy tapado de trabajo, en dos escuelas estoy trabajando de preceptor”, dijo sobre sus visitas a Trelew.

“Mis dos hermanos, Pepe y Leo están en la chacra, mis sobrinos Romi y Diego también, y después mi otro hermano (Alfredo) está en Puerto Deseado”, recordó sobre su entorno familiar, ya con sus padres fallecidos.

“Todos los chicos Ibáñez tienen condiciones, pero no les gusta sufrir. Mi hijo Toto andaba muy bien en todos los deportes, pero cuando tiene que entrenar, ya abandona”, expuso.

“Con Rosa (Capurro) estamos desde el ´96, ella sigue saliendo a trotar, después de que nació mi hijo empezó a entrenar en serio y vivenció el trabajo en el doble turno, de correr en 40 minutos, pasó a 36 minutos, pero en la calle”, comentó sobre su esposa, que se recibió de profesora de matemáticas.

“Soy muy duro con la tecnología, el reloj que tengo me lo regaló mi sponsor, Adidas en el ’90, es marca Adidas. Igual me costaría porque no veo bien los números”, dijo después de hablar sobre lo que le costó tener un celular.

“El alto rendimiento no es sano, aunque depende de que cada uno lo haga lo más natural posible, he tenido compañeros que ya no están, otros que no están bien, uno sabrá cuidarse o no. Te lleva el entorno y las exigencias competitivas”, advirtió.

“Cuando me inicié lo único que tenía era un entrenador, que prácticamente no me acompañaba a ningún lado, por eso me acostumbré a depender de mí. Ahora es preferible estar en un grupo que estar solo, porque los logros son distintos y la repartida es distinta. El atletismo es muy individual, pero ahora tenés un grupo interdisciplinario que trabaja con vos”, comparó.

“La Federación de Chubut tiene una deuda enorme con el atletismo, porque seguimos entrenando en cualquier parte cuando tenemos atletas de primer nivel. A nivel país también estamos muy lejos”, reprochó.

“Antonio Silio es el referente que siempre tuve, aunque competí con él. Es el máximo referente de 5 mil metros, aunque corrió muy bien el maratón. Es una eminencia, y en el momento que España necesitaba fondistas, en los ´90 cayó justo. Para mí es lo máximo a nivel nacional”, reconoció.

“Acá en la Provincia hubieron muchos atletas, no solamente fondistas, sino saltadores de buen nivel, tuve compañeras como Ana Nuñez y Viviana Teodoroff, que hacían heptatlón y salto en alto y que todavía tienen récords provinciales que son imposibles de batir y eso que se hicieron antes de los ´90”, ponderó.

“Por ahí te nombro a los de mejores marcas, pero me olvido del Goro Peralta, del Indio Manquel, quien no quería correr en mi época como Manquel”, sostuvo.

“Si bien con el Goro competíamos, terminaba la carrera y era un pingazo, te decía lo que tenías que hacer”, insistió en el final.


NOTICIAS RELACIONADAS