La vida de Salvador cambió para siempre. El perro que se había lanzado desde lo alto de un techo de una casa en el barrio Padre Juan para escapar del maltrato de su dueño, fue felizmente adoptado por una familia y se recupera de sus heridas. Cada día está mejor.
Rosana Peña y Raúl Benítez decidieron adoptarlo luego de encontrarlo a mediados de julio. El perro estaba hambriento y desnutrido. Raúl cuenta que “el pobre animal estaba muy flaco y deshidratado. Le dije a mi señora que le íbamos a dar un lugar y ver si nos lo quedábamos”.
Salvador vivía cautivo en un techo y había sido sometido a toda clase de maltratos por si anterior dueño. Para escapar de ese calvario, se arrojó del techo. Eso lo dejó con dificultades para caminar.
Ahora forma parte de una familia de verdad y recibe todo su amor. “Tuvimos que cuidarlo del gato, porque el gato es celoso y suele atacar. Pero Salvador no le dio importancia a eso, hacía de cuenta que no existía. Ahora el gato y el perro son amigos”.
Raúl cuenta que “el refugio de animales nos está ayudando con los alimentos porque son costosos”.
Tiene una cucha en el patio. Cuando está lindo el día, duerme afuera; cuando está frío, duerme adentro. “Lo estamos criando. Cada día está más fuerte y más bonito. Le gusta dormir en el sillón. Gracias a Dios encontró una linda familia”.
La vida de Salvador cambió para siempre. El perro que se había lanzado desde lo alto de un techo de una casa en el barrio Padre Juan para escapar del maltrato de su dueño, fue felizmente adoptado por una familia y se recupera de sus heridas. Cada día está mejor.
Rosana Peña y Raúl Benítez decidieron adoptarlo luego de encontrarlo a mediados de julio. El perro estaba hambriento y desnutrido. Raúl cuenta que “el pobre animal estaba muy flaco y deshidratado. Le dije a mi señora que le íbamos a dar un lugar y ver si nos lo quedábamos”.
Salvador vivía cautivo en un techo y había sido sometido a toda clase de maltratos por si anterior dueño. Para escapar de ese calvario, se arrojó del techo. Eso lo dejó con dificultades para caminar.
Ahora forma parte de una familia de verdad y recibe todo su amor. “Tuvimos que cuidarlo del gato, porque el gato es celoso y suele atacar. Pero Salvador no le dio importancia a eso, hacía de cuenta que no existía. Ahora el gato y el perro son amigos”.
Raúl cuenta que “el refugio de animales nos está ayudando con los alimentos porque son costosos”.
Tiene una cucha en el patio. Cuando está lindo el día, duerme afuera; cuando está frío, duerme adentro. “Lo estamos criando. Cada día está más fuerte y más bonito. Le gusta dormir en el sillón. Gracias a Dios encontró una linda familia”.