Dos penales

Dos penales. Únicos. Interminables. Irrepetibles. Que tejieron la historia que marcó a fuego el año más extraordinario de la vida de Independiente y que obligó a pintar de colorado un almanaque añejo y de color sepia.

(Foto: Archivo Jornada).
05 AGO 2023 - 21:39 | Actualizado 05 AGO 2023 - 21:42

Por Juan Miguel Bigrevich

Dos personajes. Uno, el arquero ataja y mete penales. Otro, el caudillo. Uno, Alberto “Tito” Parsechián. Genio y figura que se metió en la leyenda urbana de Trelew. El Otro, Francisco” Cacho” Fiandino. Utilitario, visceral, talentoso. Los dos fueron factótums esenciales de una campaña formidable y parte de la historia contemporánea de la entidad deportiva futbolística más antigua de la ciudad de Trelew. Igual que sus penales.

Corría una fría mañana de invierno y el viento y la esperanza empujaban al rojinegro a creer que las utopías eran posibles alcanzarlas, cuando en cercanías del viejo San David regenteado por el club de la calle Estados Unidos, un joven, oriundo de Comodoro Rivadavia y con el Crónica bajo el brazo, le preguntó al fenomenal arquero ¿Usted es Parsechián? El otro, traído desde Buenos Aires por Fiandino luego de una recomendación del recordado José Omar “Pato” Pastoriza, le contestó que sí.

-“Ah! – le dijo el ocasional interlocutor- para seguir. “Yo soy de Comodoro y soy hincha de Huracán.

Ahora, tienen que ir a jugar allá para definir la llave ¿No?”, preguntó sabiendo la puesta.

-“Y…sí”, contestó Parsechián con un 2 a 0 a favor en el juego de ida.

-“Bueno. Allá lo van a salir a apretar desde el vamos. Pero le digo una cosa, sabe?”, volvió a preguntarse y contestarse automáticamente. “Si le dan un penal en contra, seguro que lo patea Toledo. Tírese a la izquierda, porque él siempre la patea para ese lado y seguro que lo ataja”, le sugirió.

-“Y cómo se que no lo hacés a propósito y el tiro sale para el otro lado”, consultó con cierta lógica el arquero goleador.

- “Porque ahora vivo en Trelew y quiero que gane Independiente”, fue la terminante respuesta del ocasional parroquiano.

“Fiandino frente a la pelota…¡Se va a decidir la clasificación para el Nacional en una definición por penales!. ¡Atención!. La última chance de Independiente y del Chubut…¡Atención! Toma carrera Fiandino…¡Tira!...¡Goooolllll!. ¡Independiente al Nacional! ¡Independiente al Nacional!

“Cacho” Fiandino salta, grita y se golpea en un festejo imaginable. Sus compañeros ríen y Parsechián masculla su bronca ante el penal convertido en el último entrenamiento antes de la gran final con All Boys de La Pampa.

Promedia el segundo tiempo y el Globo comodorense golea 4 a 1 a Independiente, que recién descontó después de un primer tiempo de terror. Nahuelpang entra al área visitante y lo derriban. Penal para Huracán. Se prepara Toledo. Si lo hace, los suyos se ponen 5 a 1 y la serie se acaba para Independiente.

Parsechián se acuerda de la mañana fría del San David y de aquella charla. Va Toledo y dispara a media altura. A la izquierda. Parsechián va hacia ese lado y se pasa, pero desvía la pelota con el pie. Inmediatamente, hay una contra del Rojinegro y el “Negro” Laffitte la manda adentro de su propio arco luego de un centro del “Chivo” Figueroa. Se iguala la serie en cuatro, pero los trelewenses pasan por el valor doble que significa el gol de visitante.

La serie es tensa. El clima irrespirable y dramático. Puro nervio. Pura emoción. Parsechián (¡Justo él!) había errado su penal, pero después había atajado dos. “Cacho” había salido, pero después entró para patear el penal, bajo un reglamento que se lo permitía.

La gente, que se había volcado a raudales, había derribado el alambrado y acechaba el área que da a la calle Centenario. Pensó en el silencio del primer penal marrado, de la euforia de los siguientes y de su sueño relatado un día atrás. Le temblaban las piernas. ¡No podía ser! Dos. Tuvo que acomodar dos veces el esférico, pesada, un poco embarrada. Y le pegó con alma y vida para entrar en la historia. Fue gol, gloria y delirio.

Después, el arquero de origen armenio, atajó otro tiro desde los doce pasos para cumplir con las formalidades del ingreso al campeonato Nacional de fútbol de 1972 de Independiente de Trelew.

Fueron dos. Dos penales que marcaron (y marcan) una época. Convulsionada, de esperanza y a veces épica. Y desenfrenada. Fueron dos. Ellos, Dos penales. Los que hicieron gritar a un pueblo.

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(Foto: Archivo Jornada).
05 AGO 2023 - 21:39

Por Juan Miguel Bigrevich

Dos personajes. Uno, el arquero ataja y mete penales. Otro, el caudillo. Uno, Alberto “Tito” Parsechián. Genio y figura que se metió en la leyenda urbana de Trelew. El Otro, Francisco” Cacho” Fiandino. Utilitario, visceral, talentoso. Los dos fueron factótums esenciales de una campaña formidable y parte de la historia contemporánea de la entidad deportiva futbolística más antigua de la ciudad de Trelew. Igual que sus penales.

Corría una fría mañana de invierno y el viento y la esperanza empujaban al rojinegro a creer que las utopías eran posibles alcanzarlas, cuando en cercanías del viejo San David regenteado por el club de la calle Estados Unidos, un joven, oriundo de Comodoro Rivadavia y con el Crónica bajo el brazo, le preguntó al fenomenal arquero ¿Usted es Parsechián? El otro, traído desde Buenos Aires por Fiandino luego de una recomendación del recordado José Omar “Pato” Pastoriza, le contestó que sí.

-“Ah! – le dijo el ocasional interlocutor- para seguir. “Yo soy de Comodoro y soy hincha de Huracán.

Ahora, tienen que ir a jugar allá para definir la llave ¿No?”, preguntó sabiendo la puesta.

-“Y…sí”, contestó Parsechián con un 2 a 0 a favor en el juego de ida.

-“Bueno. Allá lo van a salir a apretar desde el vamos. Pero le digo una cosa, sabe?”, volvió a preguntarse y contestarse automáticamente. “Si le dan un penal en contra, seguro que lo patea Toledo. Tírese a la izquierda, porque él siempre la patea para ese lado y seguro que lo ataja”, le sugirió.

-“Y cómo se que no lo hacés a propósito y el tiro sale para el otro lado”, consultó con cierta lógica el arquero goleador.

- “Porque ahora vivo en Trelew y quiero que gane Independiente”, fue la terminante respuesta del ocasional parroquiano.

“Fiandino frente a la pelota…¡Se va a decidir la clasificación para el Nacional en una definición por penales!. ¡Atención!. La última chance de Independiente y del Chubut…¡Atención! Toma carrera Fiandino…¡Tira!...¡Goooolllll!. ¡Independiente al Nacional! ¡Independiente al Nacional!

“Cacho” Fiandino salta, grita y se golpea en un festejo imaginable. Sus compañeros ríen y Parsechián masculla su bronca ante el penal convertido en el último entrenamiento antes de la gran final con All Boys de La Pampa.

Promedia el segundo tiempo y el Globo comodorense golea 4 a 1 a Independiente, que recién descontó después de un primer tiempo de terror. Nahuelpang entra al área visitante y lo derriban. Penal para Huracán. Se prepara Toledo. Si lo hace, los suyos se ponen 5 a 1 y la serie se acaba para Independiente.

Parsechián se acuerda de la mañana fría del San David y de aquella charla. Va Toledo y dispara a media altura. A la izquierda. Parsechián va hacia ese lado y se pasa, pero desvía la pelota con el pie. Inmediatamente, hay una contra del Rojinegro y el “Negro” Laffitte la manda adentro de su propio arco luego de un centro del “Chivo” Figueroa. Se iguala la serie en cuatro, pero los trelewenses pasan por el valor doble que significa el gol de visitante.

La serie es tensa. El clima irrespirable y dramático. Puro nervio. Pura emoción. Parsechián (¡Justo él!) había errado su penal, pero después había atajado dos. “Cacho” había salido, pero después entró para patear el penal, bajo un reglamento que se lo permitía.

La gente, que se había volcado a raudales, había derribado el alambrado y acechaba el área que da a la calle Centenario. Pensó en el silencio del primer penal marrado, de la euforia de los siguientes y de su sueño relatado un día atrás. Le temblaban las piernas. ¡No podía ser! Dos. Tuvo que acomodar dos veces el esférico, pesada, un poco embarrada. Y le pegó con alma y vida para entrar en la historia. Fue gol, gloria y delirio.

Después, el arquero de origen armenio, atajó otro tiro desde los doce pasos para cumplir con las formalidades del ingreso al campeonato Nacional de fútbol de 1972 de Independiente de Trelew.

Fueron dos. Dos penales que marcaron (y marcan) una época. Convulsionada, de esperanza y a veces épica. Y desenfrenada. Fueron dos. Ellos, Dos penales. Los que hicieron gritar a un pueblo.


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