Editorial / Entre la esperanza y los enigmas

Torres, con los brazos en alto, junto a Menna. La elección pasó, ahora se les viene el duro desafío de gobernar.
05 AGO 2023 - 19:54 | Actualizado 05 AGO 2023 - 22:23

Los desafíos y obligaciones de Ignacio Torres son tantos y tan complejos que mejor empezar por los logros. El domingo pasado ocurrió lo que muchos venían presagiando desde hace casi dos años, cuando el entonces diputado nacional ganó con comodidad una senaduría –el principal derrotado fue, cuando no, el presidente del PJ, Carlos Linares- y marcó el comienzo del fin de dos décadas de gobiernos chubutenses de extracción peronista.

Sin embargo, el lecho de rosas sobre el que parecía iba a caminar Torres hasta la gobernación sufrió algunos marchitamientos inesperados y el triunfo contra un peronismo detonado terminó siendo extremadamente ajustado. Se gana y se pierde por un voto, por supuesto, pero los baños de realidad dados a tiempo siempre ayudan.

El cambio de época que se viene gestando y que las elecciones del 30 de julio empezaron a dar a luz tiene varias aristas, algunas muy marcadas. En principio, una especie de fin de ciclo de los partidos tradicionales tal como los conocimos, aglutinadores de ideas militantes, articuladores de intereses colectivos y canalizadores de demandas de la sociedad menos movilizada.

Los nuevos tiempos vienen dando pie a elecciones en donde las mayorías eligen a personas más que a partidos, ideologías o programas de gobierno. La única excepción son los extremos, que en el caso de Chubut están representados por el 13% que sacaron los libertarios del PLICh y el 4% de la izquierda. En el mar revuelto de las mayorías, tres dirigentes de la derecha que comulgan con Javier Milei, y un docente trotskista se sentarán en la Legislatura de Chubut. Esto también es parte de un cambio de época que siembra esperanza pero también muchos enigmas.

A su medida

Torres es un “self made man” de la política chubutense. Se hizo a sí mismo sin tener que rodearse más que de algunas pequeñas estructuras propias y, hay que decirlo, aprovechando la territorialidad que le dio el radicalismo tanto en 2021 como ahora.

Ahora deberá gobernar. Con quiénes es la gran duda. Los que lo ayudaron a llegar dudan que esté en sus planes darles un lugar importante. Otros pronostican el nacimiento del “nachismo”, una ensaladera llena de dirigentes de diversos partidos, ideologías y sectores empresarios que intentará dar paso a un ambicioso movimiento provincial. Una especie de MPN (Movimiento Popular Neuquino) a la chubutense, que no es otra cosa que el sueño incumplido del extinto Mario Das Neves, el primero que le vio dotes al joven dirigente del PRO y al que Torres siempre admiró.

El próximo gobernador es, además, el resultado del hartazgo de buena parte de la sociedad que se cansó de votar al peronismo o al radicalismo en todas su formas –hay que recordar que antes de los veinte años de peronismo hubo doce años de radicalismo-, que prefiere a alguien menos dogmático y que repita cada tanto los latiguillos que esa parte de la sociedad adora escuchar: que hay que ajustar el gasto político; que hay que terminar con los “ñoquis”; que la culpa de todo la tiene el peronismo; y que “se acabó la joda”, como le gusta decir al licenciado en administración de empresas formado en la UADE que desde el 10 de diciembre conducirá los destinos de Chubut.

La calculadora

Antes de terminar de saborear las mieles del triunfo, Torres sabe que debe armar un equipo sólido porque lo que le tocará a partir del 10 de diciembre no será para nada holgado. Por ejemplo, entre la fecha de asunción y la primera semana del año próximo, su gobierno deberá desembolsar unos 42.000 millones de pesos entre el medio aguinaldo y los salarios de diciembre que se pagan en enero. Ese mismo mes la Provincia deberá abonar 35 millones de dólares del primer vencimiento del año –son pagos trimestrales - del Bocade, el bono de 650 millones de dólares reperfilado en 2020 por la gestión de Mariano Arcioni. Una nueva “renegociación” de la deuda, como prometen algunos, no es una salida probable y mucho menos inmediata. O sea, habrá que administrar con el cinturón ajustado y un casco de bombero en la cabeza.

A cuatro meses de asumir no se conoce por ahora ningún nombre para el equipo económico, ni ha habido contactos reservados con la actual gestión económica del Gobierno provincial. Torres resaltó que no quiere un “co-gobierno” hasta diciembre y que el suyo empezará cuando termine el de Arcioni. El delicado equilibrio económico y financiero amerita otra cosa.

El futuro del PJ

Sin liderazgos claros, con muchos dirigentes haciendo zancadillas o directamente jugando en contra, y con gruesos errores locales para ejecutar la estrategia electoral sugerida por el respetado consultor Mario Riorda, el peronismo terminó delineando otro resultado electoral malo, aunque la ínfima diferencia matemática pareciera indicar otra cosa.

Ahora, aunque algunos dirigentes peronistas traten de convencer a alguien de que el PJ “está bien”, “más vivo que nunca” y algún otro tipo de insólitas declaraciones por el estilo, se viene una necesaria renovación. Pero el recambio no debería hacerse con el DNI en la mano porque el peronismo no necesita únicamente de jóvenes con vocación de servicio y cierta audacia, sino también con dirigentes de experiencia y representatividad sectorial.

Nadie puede sostener en su sano juicio que los 111 mil votos que Arriba Chubut sacó el domingo pasado sean de Juan Pablo Luque, pero sin dudas el todavía intendente de Comodoro Rivadavia se ganó el derecho a participar de la mesa que debería discutir el futuro del PJ. No hay margen para que Linares se siga refugiando en una cáscara vacía de contenido. El propio senador y la Mesa de Conducción deberían dar un paso al costado por el bien del peronismo. Porque si no hay gestos de grandeza podrían “tronar los escarmientos”, como advertía Perón.#

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Torres, con los brazos en alto, junto a Menna. La elección pasó, ahora se les viene el duro desafío de gobernar.
05 AGO 2023 - 19:54

Los desafíos y obligaciones de Ignacio Torres son tantos y tan complejos que mejor empezar por los logros. El domingo pasado ocurrió lo que muchos venían presagiando desde hace casi dos años, cuando el entonces diputado nacional ganó con comodidad una senaduría –el principal derrotado fue, cuando no, el presidente del PJ, Carlos Linares- y marcó el comienzo del fin de dos décadas de gobiernos chubutenses de extracción peronista.

Sin embargo, el lecho de rosas sobre el que parecía iba a caminar Torres hasta la gobernación sufrió algunos marchitamientos inesperados y el triunfo contra un peronismo detonado terminó siendo extremadamente ajustado. Se gana y se pierde por un voto, por supuesto, pero los baños de realidad dados a tiempo siempre ayudan.

El cambio de época que se viene gestando y que las elecciones del 30 de julio empezaron a dar a luz tiene varias aristas, algunas muy marcadas. En principio, una especie de fin de ciclo de los partidos tradicionales tal como los conocimos, aglutinadores de ideas militantes, articuladores de intereses colectivos y canalizadores de demandas de la sociedad menos movilizada.

Los nuevos tiempos vienen dando pie a elecciones en donde las mayorías eligen a personas más que a partidos, ideologías o programas de gobierno. La única excepción son los extremos, que en el caso de Chubut están representados por el 13% que sacaron los libertarios del PLICh y el 4% de la izquierda. En el mar revuelto de las mayorías, tres dirigentes de la derecha que comulgan con Javier Milei, y un docente trotskista se sentarán en la Legislatura de Chubut. Esto también es parte de un cambio de época que siembra esperanza pero también muchos enigmas.

A su medida

Torres es un “self made man” de la política chubutense. Se hizo a sí mismo sin tener que rodearse más que de algunas pequeñas estructuras propias y, hay que decirlo, aprovechando la territorialidad que le dio el radicalismo tanto en 2021 como ahora.

Ahora deberá gobernar. Con quiénes es la gran duda. Los que lo ayudaron a llegar dudan que esté en sus planes darles un lugar importante. Otros pronostican el nacimiento del “nachismo”, una ensaladera llena de dirigentes de diversos partidos, ideologías y sectores empresarios que intentará dar paso a un ambicioso movimiento provincial. Una especie de MPN (Movimiento Popular Neuquino) a la chubutense, que no es otra cosa que el sueño incumplido del extinto Mario Das Neves, el primero que le vio dotes al joven dirigente del PRO y al que Torres siempre admiró.

El próximo gobernador es, además, el resultado del hartazgo de buena parte de la sociedad que se cansó de votar al peronismo o al radicalismo en todas su formas –hay que recordar que antes de los veinte años de peronismo hubo doce años de radicalismo-, que prefiere a alguien menos dogmático y que repita cada tanto los latiguillos que esa parte de la sociedad adora escuchar: que hay que ajustar el gasto político; que hay que terminar con los “ñoquis”; que la culpa de todo la tiene el peronismo; y que “se acabó la joda”, como le gusta decir al licenciado en administración de empresas formado en la UADE que desde el 10 de diciembre conducirá los destinos de Chubut.

La calculadora

Antes de terminar de saborear las mieles del triunfo, Torres sabe que debe armar un equipo sólido porque lo que le tocará a partir del 10 de diciembre no será para nada holgado. Por ejemplo, entre la fecha de asunción y la primera semana del año próximo, su gobierno deberá desembolsar unos 42.000 millones de pesos entre el medio aguinaldo y los salarios de diciembre que se pagan en enero. Ese mismo mes la Provincia deberá abonar 35 millones de dólares del primer vencimiento del año –son pagos trimestrales - del Bocade, el bono de 650 millones de dólares reperfilado en 2020 por la gestión de Mariano Arcioni. Una nueva “renegociación” de la deuda, como prometen algunos, no es una salida probable y mucho menos inmediata. O sea, habrá que administrar con el cinturón ajustado y un casco de bombero en la cabeza.

A cuatro meses de asumir no se conoce por ahora ningún nombre para el equipo económico, ni ha habido contactos reservados con la actual gestión económica del Gobierno provincial. Torres resaltó que no quiere un “co-gobierno” hasta diciembre y que el suyo empezará cuando termine el de Arcioni. El delicado equilibrio económico y financiero amerita otra cosa.

El futuro del PJ

Sin liderazgos claros, con muchos dirigentes haciendo zancadillas o directamente jugando en contra, y con gruesos errores locales para ejecutar la estrategia electoral sugerida por el respetado consultor Mario Riorda, el peronismo terminó delineando otro resultado electoral malo, aunque la ínfima diferencia matemática pareciera indicar otra cosa.

Ahora, aunque algunos dirigentes peronistas traten de convencer a alguien de que el PJ “está bien”, “más vivo que nunca” y algún otro tipo de insólitas declaraciones por el estilo, se viene una necesaria renovación. Pero el recambio no debería hacerse con el DNI en la mano porque el peronismo no necesita únicamente de jóvenes con vocación de servicio y cierta audacia, sino también con dirigentes de experiencia y representatividad sectorial.

Nadie puede sostener en su sano juicio que los 111 mil votos que Arriba Chubut sacó el domingo pasado sean de Juan Pablo Luque, pero sin dudas el todavía intendente de Comodoro Rivadavia se ganó el derecho a participar de la mesa que debería discutir el futuro del PJ. No hay margen para que Linares se siga refugiando en una cáscara vacía de contenido. El propio senador y la Mesa de Conducción deberían dar un paso al costado por el bien del peronismo. Porque si no hay gestos de grandeza podrían “tronar los escarmientos”, como advertía Perón.#


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