Editorial / Trelew y la necesidad de la política

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El domingo 16 llega una gran oportunidad para tomar decisiones sin regreso, repensarnos como comunidad y, de paso, hacer política.
08 ABR 2023 - 20:50 | Actualizado 09 ABR 2023 - 11:19

Todos mirarán Trelew esta semana.

Los búnkers de los 10 candidatos a la Intendencia; sectores con algún interés particular, como empresarios y gremios; Fontana 50; la propia Casa Rosada; los curiosos de siempre. Hay un círculo estrecho que espera hace tiempo dirimir de una vez por todas quién conducirá la ciudad.

Pero un dato flota e inquieta: hace tiempo que todos los involucrados se preocupan por recordarle al vecino de a pie que el otro domingo se vota, que como en todo comicio, el sufragio es obligatorio y piden que la gente vaya a las escuelas a cumplir. Algunos lo reclaman por puro cálculo electoral. Otros, con genuino sentido cívico.

Esto de cumplir con la obligación de elegir, que en tiempos normales y democráticos suena a machacar sobre una obviedad, es una alerta en un escenario tan enrarecido. Todos perciben de qué está hecha: el laburante está cansado y relojea esta elección como un procedimiento ajeno. Recibe folletos, lee promesas, quizás se divierta con las chicanas, se cruza con los candidatos en las redes sociales, se desborda con los diagnósticos que no necesita porque él mismo todos los días es protagonista. Lo atraviesa una ciudad que busca urgente un perfil mientras sufre con índices alarmantes de pobreza e indigencia.

No es un cuadro que vaya a resolverse con TikTok, Instagram, Facebook, Youtube ni Twitter. No importa lo atrevida ni quilombera que sea una campaña. O importa para llegar. Lo único valedero es lo que viene después.

Cabe entonces una reflexión: la política y los políticos trelewenses están obligados a proponer soluciones sin venta de humo antes de atreverse a siquiera insinuar que los ciudadanos están obligados a votar.

Basta revisar cualquier folleto para verificar que por ahora los lugares comunes y las frases hechas ganan la partida. Ya lo deslizó Norberto Yauhar, virtual jefe de gabinete del municipio, ante las promesas de la oposición: ¿de dónde saldrán los miles de millones para micros, obra pública o inversión genuina? Una más: ¿con qué motivación votar un formato dirigencial que no hace más que desilusionar?

La paradoja salta a la vista porque en rigor de verdad, es un comicio clave por tantas razones: la situación crujiente de la ciudad, su peso simbólico y real como primera elección en Chubut, el reparto de fuerzas que quedará el lunes 17 de abril. Es un episodio en el cual la participación de los electores debiera ser expectante y masiva pero así estamos, pidiendo que los vecinos no se olviden de las urnas ni se vayan de paseo fuera de la ciudad el domingo que viene.

Hay un solo camino posible para la apatía. Lograr que la política sea lo que es: una herramienta de transformación social. Ni siquiera se trata de “volver” a la política. Está allí, hay que ejecutarla.

Mucho de lo que vemos es lo que es: liviandad de la cosa pública, repetición, promesa, carpetazo. Tendrá muchos nombres y disfraces pero seguro que no es política ni será el puntapié para que Trelew despegue. Como mucho será todo lo que tiene para ofrecer una amplísima franja de dirigentes valletanos. Podrá merecer el aplauso de su militancia pero ni merece el respeto de los contribuyentes.

En cambio, sí es política la gestión pura, la transparencia de los fondos públicos, el control de los servicios públicos, una estrategia de desarrollo posible, la preocupación real por la redistribución de la riqueza. Resistir el archivo también es señal de que algo se hizo bien.

Trelew se enfrenta a su destino. Parece el subtítulo de una película clase B pero es dolorosamente cierto. Las nuevas generaciones ni saben qué era eso de “la más progresista del sur argentino” y más bien piensan si irse o quedarse. No es una exageración. Aquella ciudad dorada no es ésta. Hay que soltar, diría un psicólogo.

No importa quién gane: no habrá un Parque Industrial resplandeciente en un par de años ni una lluvia de inversiones ni una nueva matriz productiva a todo vapor. Si hay política, habrá apenas un acuerdo para una reconstrucción lenta. Hay que entender que una sociedad se deshace porque sus representantes no la representan.

El domingo 16 llega una oportunidad, de las que no sobran. Para tomar decisiones sin regreso, repensarnos como comunidad y, de paso, hacer política.#

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El domingo 16 llega una gran oportunidad para tomar decisiones sin regreso, repensarnos como comunidad y, de paso, hacer política.
08 ABR 2023 - 20:50

Todos mirarán Trelew esta semana.

Los búnkers de los 10 candidatos a la Intendencia; sectores con algún interés particular, como empresarios y gremios; Fontana 50; la propia Casa Rosada; los curiosos de siempre. Hay un círculo estrecho que espera hace tiempo dirimir de una vez por todas quién conducirá la ciudad.

Pero un dato flota e inquieta: hace tiempo que todos los involucrados se preocupan por recordarle al vecino de a pie que el otro domingo se vota, que como en todo comicio, el sufragio es obligatorio y piden que la gente vaya a las escuelas a cumplir. Algunos lo reclaman por puro cálculo electoral. Otros, con genuino sentido cívico.

Esto de cumplir con la obligación de elegir, que en tiempos normales y democráticos suena a machacar sobre una obviedad, es una alerta en un escenario tan enrarecido. Todos perciben de qué está hecha: el laburante está cansado y relojea esta elección como un procedimiento ajeno. Recibe folletos, lee promesas, quizás se divierta con las chicanas, se cruza con los candidatos en las redes sociales, se desborda con los diagnósticos que no necesita porque él mismo todos los días es protagonista. Lo atraviesa una ciudad que busca urgente un perfil mientras sufre con índices alarmantes de pobreza e indigencia.

No es un cuadro que vaya a resolverse con TikTok, Instagram, Facebook, Youtube ni Twitter. No importa lo atrevida ni quilombera que sea una campaña. O importa para llegar. Lo único valedero es lo que viene después.

Cabe entonces una reflexión: la política y los políticos trelewenses están obligados a proponer soluciones sin venta de humo antes de atreverse a siquiera insinuar que los ciudadanos están obligados a votar.

Basta revisar cualquier folleto para verificar que por ahora los lugares comunes y las frases hechas ganan la partida. Ya lo deslizó Norberto Yauhar, virtual jefe de gabinete del municipio, ante las promesas de la oposición: ¿de dónde saldrán los miles de millones para micros, obra pública o inversión genuina? Una más: ¿con qué motivación votar un formato dirigencial que no hace más que desilusionar?

La paradoja salta a la vista porque en rigor de verdad, es un comicio clave por tantas razones: la situación crujiente de la ciudad, su peso simbólico y real como primera elección en Chubut, el reparto de fuerzas que quedará el lunes 17 de abril. Es un episodio en el cual la participación de los electores debiera ser expectante y masiva pero así estamos, pidiendo que los vecinos no se olviden de las urnas ni se vayan de paseo fuera de la ciudad el domingo que viene.

Hay un solo camino posible para la apatía. Lograr que la política sea lo que es: una herramienta de transformación social. Ni siquiera se trata de “volver” a la política. Está allí, hay que ejecutarla.

Mucho de lo que vemos es lo que es: liviandad de la cosa pública, repetición, promesa, carpetazo. Tendrá muchos nombres y disfraces pero seguro que no es política ni será el puntapié para que Trelew despegue. Como mucho será todo lo que tiene para ofrecer una amplísima franja de dirigentes valletanos. Podrá merecer el aplauso de su militancia pero ni merece el respeto de los contribuyentes.

En cambio, sí es política la gestión pura, la transparencia de los fondos públicos, el control de los servicios públicos, una estrategia de desarrollo posible, la preocupación real por la redistribución de la riqueza. Resistir el archivo también es señal de que algo se hizo bien.

Trelew se enfrenta a su destino. Parece el subtítulo de una película clase B pero es dolorosamente cierto. Las nuevas generaciones ni saben qué era eso de “la más progresista del sur argentino” y más bien piensan si irse o quedarse. No es una exageración. Aquella ciudad dorada no es ésta. Hay que soltar, diría un psicólogo.

No importa quién gane: no habrá un Parque Industrial resplandeciente en un par de años ni una lluvia de inversiones ni una nueva matriz productiva a todo vapor. Si hay política, habrá apenas un acuerdo para una reconstrucción lenta. Hay que entender que una sociedad se deshace porque sus representantes no la representan.

El domingo 16 llega una oportunidad, de las que no sobran. Para tomar decisiones sin regreso, repensarnos como comunidad y, de paso, hacer política.#


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