Cuando Micaela Escalera terminó el secundario, en el Comercial de Rawson, no pasaba por su cabeza unirse a la Armada, aunque sí le interesaba la aeronáutica.
La sorpresa de sus padres no fue menor cuando viajó a Trelew para tramitar el ingreso. "Ellos me apoyaron y los tuve siempre conmigo a pesar de la distancia”, valora.
La chica a la que le fascinaban los aviones voló a la Base Aeronaval Comandante Espora, cerca de Bahía Blanca, y pasó a integrar el Grupo Aéreo embarcado (GAE) a bordo del “Almirante Irízar” junto a pilotos, oficiales técnicos y suboficiales a cargo del mantenimiento.
Cuando comenzó esta aventura, Micaela no imaginaba que algún día iba a volar por los cielos de la Antártida y llegar hasta las bases Marambio y Belgrano II. Los Sea King, que abastecen a las bases, tienen una capacidad de carga de hasta 2.700 kilogramos y pueden trasladar a 11 personas a bordo.
Desde las alturas, Micaela pintó un paisaje "todo blanco hasta el horizonte, una pequeña luz celeste, y de vuelta todo el cielo blanco. Me impresionó mucho la inmensidad del hielo y tener 24 horas de luz. Es hermoso porque es totalmente diferente a lo que uno conoce”.
Al llegar a las bases antárticas, sobre todo en Marambio y, la más alejada de la península, Belgrano II, “la tarea se intensificó por el clima, pero se hace llevadero porque nos ayudamos entre todos”, contó.
Si bien Micaela conocíó por tierra y por aire los lugares más inhóspitos, no cambiaría nada de esto por su Rawson natal y los paisajes chubutenses que la marcaron desde que era chica.
En Rawson la espera su mamá Norma, quien es inspectora de pesca de la Nación y uno de sus hermanos, Ezequiel, quien trabaja en el puerto de la ciudad.
“El lugar del que uno proviene, es el más lindo de todos, sonríe Micaela. La ciudad es chica pero muy acogedora, con una playa hermosa para poder disfrutar, descansar y despejarse”, concluye.
Cuando Micaela Escalera terminó el secundario, en el Comercial de Rawson, no pasaba por su cabeza unirse a la Armada, aunque sí le interesaba la aeronáutica.
La sorpresa de sus padres no fue menor cuando viajó a Trelew para tramitar el ingreso. "Ellos me apoyaron y los tuve siempre conmigo a pesar de la distancia”, valora.
La chica a la que le fascinaban los aviones voló a la Base Aeronaval Comandante Espora, cerca de Bahía Blanca, y pasó a integrar el Grupo Aéreo embarcado (GAE) a bordo del “Almirante Irízar” junto a pilotos, oficiales técnicos y suboficiales a cargo del mantenimiento.
Cuando comenzó esta aventura, Micaela no imaginaba que algún día iba a volar por los cielos de la Antártida y llegar hasta las bases Marambio y Belgrano II. Los Sea King, que abastecen a las bases, tienen una capacidad de carga de hasta 2.700 kilogramos y pueden trasladar a 11 personas a bordo.
Desde las alturas, Micaela pintó un paisaje "todo blanco hasta el horizonte, una pequeña luz celeste, y de vuelta todo el cielo blanco. Me impresionó mucho la inmensidad del hielo y tener 24 horas de luz. Es hermoso porque es totalmente diferente a lo que uno conoce”.
Al llegar a las bases antárticas, sobre todo en Marambio y, la más alejada de la península, Belgrano II, “la tarea se intensificó por el clima, pero se hace llevadero porque nos ayudamos entre todos”, contó.
Si bien Micaela conocíó por tierra y por aire los lugares más inhóspitos, no cambiaría nada de esto por su Rawson natal y los paisajes chubutenses que la marcaron desde que era chica.
En Rawson la espera su mamá Norma, quien es inspectora de pesca de la Nación y uno de sus hermanos, Ezequiel, quien trabaja en el puerto de la ciudad.
“El lugar del que uno proviene, es el más lindo de todos, sonríe Micaela. La ciudad es chica pero muy acogedora, con una playa hermosa para poder disfrutar, descansar y despejarse”, concluye.