Tres hermanos de Madryn visitaron a Scaloni y los recibió en su casa

26 DIC 2022 - 16:46 | Actualizado 26 DIC 2022 - 17:42

La pasión por la Scaloneta no tiene límites, y la historia de Lucía, Ignacio y Santiago Ullúa es una prueba de ello. Después de la final del Mundial de Qatar y la consagración de Argentina, los tres hermanos decidieron viajar a Buenos Aires para ver a los jugadores en la caravana. El plan no salió como esperaban, pero terminaron teniendo un encuentro inesperado con Lionel Scaloni.

“El lunes después de la final uno de mis hermanos tiró en chiste la idea de ir a recibir a la Scaloneta a Buenos Aires. Mi vieja dijo que lo hagamos. Lo que era en chiste pasó a ser una realidad”, contó Lucía a Jornada.

“Pedí los días en mi trabajo y a la noche arrancamos para Buenos Aires. Teníamos un mapita del recorrido que iba a hacer el colectivo de la Scaloneta, la idea era llegar a algún pueblo una hora antes y ver en qué punto estaban para llegar e ir corriendo al colectivo”.

“Los planes siempre salen diferente, cuando llegamos a Cañuelas la Scaloneta no se había movido del lugar y el único lugar cerca que nos quedaba era el Predio de la AFA en Ezeiza. No sabíamos qué hacer y nos animamos a meternos en una ruta que supuestamente estaba cortada, llegamos al predio y dejamos el auto. No importaba si nos robaban las cuatro ruedas”.

“A la caravana no llegamos porque eran las 5 de la tarde. Algunos jugadores salieron en helicóptero y otros se fueron en autos. La gente gritaba ‘ahí va Lautaro Martínez’ o ‘Ahí va el Dibu’”.

Esa noche siguieron hacia Rosario, con la esperanza de ver a Messi o Di María en el recibimiento que finalmente se suspendió. El viernes, planeando el viaje de regreso a Madryn, una idea los iluminó. “Mi hermano vio una noticia que hablaba de que Scaloni estaba en Pujato, un pueblo que estaba a 20 minutos del lugar donde estaba mi familia. Salimos a las 8 de la mañana y nos arriesgamos, ya habíamos hecho el viaje pero nos faltaba verlos en carne propia”.

“Pasamos por Pujato antes de volver a Madryn. Llovía a cántaros. Es un pueblo chiquito, entramos a una panadería y una mujer nos dijo dónde quedaba la casa de Scaloni. Fue fácil encontrarla porque había un ritual de banderas y carteles. Como llovía y la idea era no molestarlo, nos quedamos en el ritual mojándonos y en un momento salió alguien de la casa y nos dijo ‘esperen ahí que se cambia y sale’. Era temprano y se estaba levantando. Al rato salió Scaloni, lo más humilde y nos dijo ‘vengan acá que se están mojando’. Lo abrazamos y lo felicitamos. Fue un momento de muchos nervios, nos firmó la camiseta y nos sacamos fotos”.

“Justo estaba su papá que salía en silla de ruedas de la casa y miraba orgulloso cómo el hijo se sacaba fotos con la gente. Nos queda la frase de que hay que animarse porque si uno lo siente y lo piensa, las cosas se dan”.

26 DIC 2022 - 16:46

La pasión por la Scaloneta no tiene límites, y la historia de Lucía, Ignacio y Santiago Ullúa es una prueba de ello. Después de la final del Mundial de Qatar y la consagración de Argentina, los tres hermanos decidieron viajar a Buenos Aires para ver a los jugadores en la caravana. El plan no salió como esperaban, pero terminaron teniendo un encuentro inesperado con Lionel Scaloni.

“El lunes después de la final uno de mis hermanos tiró en chiste la idea de ir a recibir a la Scaloneta a Buenos Aires. Mi vieja dijo que lo hagamos. Lo que era en chiste pasó a ser una realidad”, contó Lucía a Jornada.

“Pedí los días en mi trabajo y a la noche arrancamos para Buenos Aires. Teníamos un mapita del recorrido que iba a hacer el colectivo de la Scaloneta, la idea era llegar a algún pueblo una hora antes y ver en qué punto estaban para llegar e ir corriendo al colectivo”.

“Los planes siempre salen diferente, cuando llegamos a Cañuelas la Scaloneta no se había movido del lugar y el único lugar cerca que nos quedaba era el Predio de la AFA en Ezeiza. No sabíamos qué hacer y nos animamos a meternos en una ruta que supuestamente estaba cortada, llegamos al predio y dejamos el auto. No importaba si nos robaban las cuatro ruedas”.

“A la caravana no llegamos porque eran las 5 de la tarde. Algunos jugadores salieron en helicóptero y otros se fueron en autos. La gente gritaba ‘ahí va Lautaro Martínez’ o ‘Ahí va el Dibu’”.

Esa noche siguieron hacia Rosario, con la esperanza de ver a Messi o Di María en el recibimiento que finalmente se suspendió. El viernes, planeando el viaje de regreso a Madryn, una idea los iluminó. “Mi hermano vio una noticia que hablaba de que Scaloni estaba en Pujato, un pueblo que estaba a 20 minutos del lugar donde estaba mi familia. Salimos a las 8 de la mañana y nos arriesgamos, ya habíamos hecho el viaje pero nos faltaba verlos en carne propia”.

“Pasamos por Pujato antes de volver a Madryn. Llovía a cántaros. Es un pueblo chiquito, entramos a una panadería y una mujer nos dijo dónde quedaba la casa de Scaloni. Fue fácil encontrarla porque había un ritual de banderas y carteles. Como llovía y la idea era no molestarlo, nos quedamos en el ritual mojándonos y en un momento salió alguien de la casa y nos dijo ‘esperen ahí que se cambia y sale’. Era temprano y se estaba levantando. Al rato salió Scaloni, lo más humilde y nos dijo ‘vengan acá que se están mojando’. Lo abrazamos y lo felicitamos. Fue un momento de muchos nervios, nos firmó la camiseta y nos sacamos fotos”.

“Justo estaba su papá que salía en silla de ruedas de la casa y miraba orgulloso cómo el hijo se sacaba fotos con la gente. Nos queda la frase de que hay que animarse porque si uno lo siente y lo piensa, las cosas se dan”.


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