Festejaron los futboleros amantes de la pelota, pero también aquellos que se dejaron contagiar por la pasión. Eso es el Mundial, el sentirse argentino más allá de los conocimientos futbolísticos. Todos sufrimos, nos alegramos y festejamos por igual. Y en las calles se mezclan esos mundos tan diferentes, desde los niños que se visten de celeste y blanco, se pintan la cara y alientan a pesar de no comprender demasiado lo que sucede en la cancha, hasta el vecino del barrio que no mira fútbol pero igualmente sale a la vereda a agitar la bandera de nuestro país.
Festejaron los futboleros amantes de la pelota, pero también aquellos que se dejaron contagiar por la pasión. Eso es el Mundial, el sentirse argentino más allá de los conocimientos futbolísticos. Todos sufrimos, nos alegramos y festejamos por igual. Y en las calles se mezclan esos mundos tan diferentes, desde los niños que se visten de celeste y blanco, se pintan la cara y alientan a pesar de no comprender demasiado lo que sucede en la cancha, hasta el vecino del barrio que no mira fútbol pero igualmente sale a la vereda a agitar la bandera de nuestro país.