La mujer que mató a 4 maridos y 40 novios para cobrar los seguros

A finales del Siglo XIX, y con tan solo 25 años, esta joven comenzaba una carrera delictiva en EE.UU. que dejaría cuatro esposos y más de 40 pretendientes asesinados. El motivo: cobrar sus seguros de vida. “Lady Bluebeard”, se convertía así en una de las asesinas seriales más prolíferas de la historia.

17 DIC 2011 - 22:23 | Actualizado

De todas las arañas que existen o al menos se conocen, la viuda negra se lleva los palmares como el género arácnido más difamado. Los naturalistas se encargaron de enseñarnos que este peculiar insecto, no más grande que un garbanzo, de tono negro brilloso y su característico “reloj de arena” rojo en su vientre, fue conocida por un espeluznante ritual: tras copular con el macho (mucho más pequeño que ella), esta termina por matar y devorar al pobre casanova.

Esta forma cruel de deshacerse de su pareja llamó la atención de la gente que no tardó en calificar a las mujeres timadoras y asesinas de hombres de “viudas negras”. Pero las “viudas negras” humanas no estuvieron muy lejos de la crueldad aplicada por sus pequeñas socias, y la historia de la criminología se encargaría de mostrarlo. De toda una larga lista de asesinas seriales, hubo una que se destacó del montón y fue la noruega Belle Gunness, “Lady Bluebeard”, la mujer que odiaba a los hombres.

Estafadora y asesina

Bella Gunnes nació en 1859 en Trondhjem, Noruega, dónde vivió hasta el año 1883, fue este año cuando se marcha con 24 años a Chicago invitada por su hermana en busca de una vida mejor.

Al poco tiempo se casó con Mads Sorenson un hombre conservador y muy trabajador impaciente por formar una familia y tener hijos, pero no pudieron tenerlos y decidieron adoptar a Jennie, Mirtos y Lucy.

Llevaban una vida feliz y normal hasta que empezaron a tener problemas económicos, fue entonces cuando en 1900 su marido Mads Sorenson murió por “causas misteriosas”, el único síntoma que se le notó fue un ligero dolor en el pecho la noche antes de su muerte. En la partida de defunción los doctores redactaron que murió por un ataque al corazón.

Todos los problemas económicos que la viuda había tenido se resolvieron cuando cobró cerca de 8.000 dólares del seguro de vida de su marido, una enorme suma de dinero para la época. Además Belle decide vender la granja donde residían.

Con esa pequeña fortuna en sus manos, Belle abre una pensión, con tan mala suerte que se incendia al poco tiempo, dejando a la ”pobre” viuda con el único consuelo del seguro que había tomado la precaución de contratar. Lejos de mostrar resentimiento alguno, con una iniciativa digna de admiración, invierte todo el dinero en una pastelería, negocio próspero... hasta que de nuevo el fuego lo consume en una sola noche.

Extraña muerte

Como la compañía aseguradora estaba sospechando que los incendios fuesen provocados, la viuda cambia de aires y decide instalarse en el Este. Se va a Indiana, en donde se casa por segunda vez con el hombre que le daría a Belle su apellido: Peter Gunness.

Como no es de extrañar en los matrimonios donde anda de por medio una “viuda negra”, Peter no vivió mucho tiempo después de casado. Sufrió un “extraño” contratiempo al resbalar “accidentalmente” en un estanque y propinarse un golpe tan fuerte en la cabeza que le causó la muerte. La viuda Gunness no tuvo otra opción que disfrutar del dinero del seguro de su difunto esposo.

Buscando esposo

Después de esta “tragedia” y cansada de estafar a las aseguradoras con los incendios, decide probar otros métodos para conseguir dinero fácilmente, como poner anuncios en la sección de citas en los diarios de la época. El matrimonio sí que podía llegar a ser dinero fácil, y ya lo había comprobado.

“Viuda rica, atractiva, joven, propietaria de una granja, desea entrar en contacto con caballero acomodado de gustos cultivados con el objeto de contraer matrimonio”.

Ante semejante anuncio, cantidades industriales de candidatos contestaron el pedido, y finalmente, entre la gran variedad de cartas que recibió en respuesta, seleccionó algunos que le parecieron más adecuados a sus intereses. Les envió a cada uno una carta idéntica en tono abiertamente comercial describiéndole sus posesiones:

“Su respuesta me ha llenado de alegría, pues tengo la seguridad de que es el hombre ideal para mí. Estoy convencida de que sabrá hacer que tanto yo como mis niños seamos felices, y que puedo confiarle cuanto poseo en este mundo. Pero voy a ser sincera con usted y le describiré mi situación actual. No debe haber engaños ni disimulos por cualquiera de las dos partes. En la granja hay setenta y cinco acres de tierra y la cosecha es muy variada. Todo esto ya está casi pagado. Tengo tres hijos pequeños, dos niñas y un niño. Perdí a mi esposo en un accidente hace cinco años... y he descubierto que ocuparme de la granja y cuidar de los niños queda más allá de mis fuerzas. Mi idea es encontrar un compañero a quien pueda confiárselo todo... He decidido que cada candidato que ha merecido mi consideración favorable debe hacer un depósito satisfactorio en efectivo o acciones.

Creo que es la mejor forma de mantener alejados a los timadores que siempre andan buscando una oportunidad de ganar dinero fácil. Valgo un mínimo de 20.000 dólares, y si usted puede traer consigo la suma de 5.000 dólares para demostrar que se toma el asunto en serio, hablaremos del futuro.”

No se sabe a ciencia cierta cuántos hombres respondieron a las cartas y llamaron a la puerta de Belle, aunque se estiman más de catorce, pero lo que sí es seguro es que ninguno de ellos vivió para contarlo.

Muerte y misterio

Este juego mortal iba de maravilla para la viuda Gunness, hasta que un descuido acabó con todo. A pesar de que trataba de elegir siempre aquellos candidatos que no tuviesen amigos íntimos o familia, cuando contactó a Andrew Holdgren no se dio cuenta que éste tenía un hermano, por encima, muy perseverante. Habían pasado varios meses desde que Andrew se había marchado hacia Indiana, y como éste todavía no había dado señales de vida su hermano decidió escribir una carta a Belle, la “prometida”, pidiéndole alguna noticia. En respuesta obtuvo una carta desesperada de la mujer:

“Haría cualquier cosa por encontrarlo. Salió de mi casa un día de enero y daba la impresión de ser muy feliz, pero no he vuelto a verlo desde entonces... iría hasta el fin del mundo para reunirme con él...”

El 28 de abril de 1908 la mala suerte llamó de nuevo a la puerta de la mujer. Un gran fuego hizo arder la granja hasta los cimientos y el misterio de todo es que ella no vivió para contarlo.

Cuando llegó la policía encontró cuatro cuerpos calcinados: el mayor fue identificado como perteneciente a Belle, y los tres pequeños, a sus hijos.

Un mes después comparecía ante un jurado por cuatro cargos de asesinato e incendio premeditado Roy Lamphere, uno de los amantes de Belle, y empleado ocasional en las tareas de la granja. Finalmente sólo fue acusado por el incendio, y pasó 21 años en prisión. Mientras, los investigadores continuaron su tarea en la granja. A los pocos días hallaron el cuerpo desmembrado de Andrew Holdgren envuelto en una tela, y 28 cadáveres más, todos ellos despedazados y envueltos en sus respectivas lonas.

Lo cierto es que los crímenes aportaron numerosos dolores de cabeza a las autoridades. Nunca pudieron desvelar el enigma de los crímenes ¿Quién era el verdadero asesino, Belle Gunness o Roy Lamphere? ¿Estaba realmente muerta la viuda o había escapado al incendio?.

Años más tarde, mientras miles de curiosos seguían visitando la granja como si de un espectáculo morboso se tratase, el amante de Belle acusado de incendio confesó los crímenes de la viuda y cómo él mismo le había ayudado a ocultar varios cadáveres. También reveló que el cuerpo calcinado que creían que correspondía al de Belle Gunness, en realidad no pertenecía a ella, sino al de una vagabunda que había sido atraída a la granja.

Hoy no se sabe con certeza si Belle pudo lograr o no su última gran estafa y poder escapar airosa de la Justicia. Lo concreto es que Lady Bluebeard se convirtió por codicia en una de las peores viudas negras de la historia criminal, en la mujer que odiaba a los hombres.#

17 DIC 2011 - 22:23

De todas las arañas que existen o al menos se conocen, la viuda negra se lleva los palmares como el género arácnido más difamado. Los naturalistas se encargaron de enseñarnos que este peculiar insecto, no más grande que un garbanzo, de tono negro brilloso y su característico “reloj de arena” rojo en su vientre, fue conocida por un espeluznante ritual: tras copular con el macho (mucho más pequeño que ella), esta termina por matar y devorar al pobre casanova.

Esta forma cruel de deshacerse de su pareja llamó la atención de la gente que no tardó en calificar a las mujeres timadoras y asesinas de hombres de “viudas negras”. Pero las “viudas negras” humanas no estuvieron muy lejos de la crueldad aplicada por sus pequeñas socias, y la historia de la criminología se encargaría de mostrarlo. De toda una larga lista de asesinas seriales, hubo una que se destacó del montón y fue la noruega Belle Gunness, “Lady Bluebeard”, la mujer que odiaba a los hombres.

Estafadora y asesina

Bella Gunnes nació en 1859 en Trondhjem, Noruega, dónde vivió hasta el año 1883, fue este año cuando se marcha con 24 años a Chicago invitada por su hermana en busca de una vida mejor.

Al poco tiempo se casó con Mads Sorenson un hombre conservador y muy trabajador impaciente por formar una familia y tener hijos, pero no pudieron tenerlos y decidieron adoptar a Jennie, Mirtos y Lucy.

Llevaban una vida feliz y normal hasta que empezaron a tener problemas económicos, fue entonces cuando en 1900 su marido Mads Sorenson murió por “causas misteriosas”, el único síntoma que se le notó fue un ligero dolor en el pecho la noche antes de su muerte. En la partida de defunción los doctores redactaron que murió por un ataque al corazón.

Todos los problemas económicos que la viuda había tenido se resolvieron cuando cobró cerca de 8.000 dólares del seguro de vida de su marido, una enorme suma de dinero para la época. Además Belle decide vender la granja donde residían.

Con esa pequeña fortuna en sus manos, Belle abre una pensión, con tan mala suerte que se incendia al poco tiempo, dejando a la ”pobre” viuda con el único consuelo del seguro que había tomado la precaución de contratar. Lejos de mostrar resentimiento alguno, con una iniciativa digna de admiración, invierte todo el dinero en una pastelería, negocio próspero... hasta que de nuevo el fuego lo consume en una sola noche.

Extraña muerte

Como la compañía aseguradora estaba sospechando que los incendios fuesen provocados, la viuda cambia de aires y decide instalarse en el Este. Se va a Indiana, en donde se casa por segunda vez con el hombre que le daría a Belle su apellido: Peter Gunness.

Como no es de extrañar en los matrimonios donde anda de por medio una “viuda negra”, Peter no vivió mucho tiempo después de casado. Sufrió un “extraño” contratiempo al resbalar “accidentalmente” en un estanque y propinarse un golpe tan fuerte en la cabeza que le causó la muerte. La viuda Gunness no tuvo otra opción que disfrutar del dinero del seguro de su difunto esposo.

Buscando esposo

Después de esta “tragedia” y cansada de estafar a las aseguradoras con los incendios, decide probar otros métodos para conseguir dinero fácilmente, como poner anuncios en la sección de citas en los diarios de la época. El matrimonio sí que podía llegar a ser dinero fácil, y ya lo había comprobado.

“Viuda rica, atractiva, joven, propietaria de una granja, desea entrar en contacto con caballero acomodado de gustos cultivados con el objeto de contraer matrimonio”.

Ante semejante anuncio, cantidades industriales de candidatos contestaron el pedido, y finalmente, entre la gran variedad de cartas que recibió en respuesta, seleccionó algunos que le parecieron más adecuados a sus intereses. Les envió a cada uno una carta idéntica en tono abiertamente comercial describiéndole sus posesiones:

“Su respuesta me ha llenado de alegría, pues tengo la seguridad de que es el hombre ideal para mí. Estoy convencida de que sabrá hacer que tanto yo como mis niños seamos felices, y que puedo confiarle cuanto poseo en este mundo. Pero voy a ser sincera con usted y le describiré mi situación actual. No debe haber engaños ni disimulos por cualquiera de las dos partes. En la granja hay setenta y cinco acres de tierra y la cosecha es muy variada. Todo esto ya está casi pagado. Tengo tres hijos pequeños, dos niñas y un niño. Perdí a mi esposo en un accidente hace cinco años... y he descubierto que ocuparme de la granja y cuidar de los niños queda más allá de mis fuerzas. Mi idea es encontrar un compañero a quien pueda confiárselo todo... He decidido que cada candidato que ha merecido mi consideración favorable debe hacer un depósito satisfactorio en efectivo o acciones.

Creo que es la mejor forma de mantener alejados a los timadores que siempre andan buscando una oportunidad de ganar dinero fácil. Valgo un mínimo de 20.000 dólares, y si usted puede traer consigo la suma de 5.000 dólares para demostrar que se toma el asunto en serio, hablaremos del futuro.”

No se sabe a ciencia cierta cuántos hombres respondieron a las cartas y llamaron a la puerta de Belle, aunque se estiman más de catorce, pero lo que sí es seguro es que ninguno de ellos vivió para contarlo.

Muerte y misterio

Este juego mortal iba de maravilla para la viuda Gunness, hasta que un descuido acabó con todo. A pesar de que trataba de elegir siempre aquellos candidatos que no tuviesen amigos íntimos o familia, cuando contactó a Andrew Holdgren no se dio cuenta que éste tenía un hermano, por encima, muy perseverante. Habían pasado varios meses desde que Andrew se había marchado hacia Indiana, y como éste todavía no había dado señales de vida su hermano decidió escribir una carta a Belle, la “prometida”, pidiéndole alguna noticia. En respuesta obtuvo una carta desesperada de la mujer:

“Haría cualquier cosa por encontrarlo. Salió de mi casa un día de enero y daba la impresión de ser muy feliz, pero no he vuelto a verlo desde entonces... iría hasta el fin del mundo para reunirme con él...”

El 28 de abril de 1908 la mala suerte llamó de nuevo a la puerta de la mujer. Un gran fuego hizo arder la granja hasta los cimientos y el misterio de todo es que ella no vivió para contarlo.

Cuando llegó la policía encontró cuatro cuerpos calcinados: el mayor fue identificado como perteneciente a Belle, y los tres pequeños, a sus hijos.

Un mes después comparecía ante un jurado por cuatro cargos de asesinato e incendio premeditado Roy Lamphere, uno de los amantes de Belle, y empleado ocasional en las tareas de la granja. Finalmente sólo fue acusado por el incendio, y pasó 21 años en prisión. Mientras, los investigadores continuaron su tarea en la granja. A los pocos días hallaron el cuerpo desmembrado de Andrew Holdgren envuelto en una tela, y 28 cadáveres más, todos ellos despedazados y envueltos en sus respectivas lonas.

Lo cierto es que los crímenes aportaron numerosos dolores de cabeza a las autoridades. Nunca pudieron desvelar el enigma de los crímenes ¿Quién era el verdadero asesino, Belle Gunness o Roy Lamphere? ¿Estaba realmente muerta la viuda o había escapado al incendio?.

Años más tarde, mientras miles de curiosos seguían visitando la granja como si de un espectáculo morboso se tratase, el amante de Belle acusado de incendio confesó los crímenes de la viuda y cómo él mismo le había ayudado a ocultar varios cadáveres. También reveló que el cuerpo calcinado que creían que correspondía al de Belle Gunness, en realidad no pertenecía a ella, sino al de una vagabunda que había sido atraída a la granja.

Hoy no se sabe con certeza si Belle pudo lograr o no su última gran estafa y poder escapar airosa de la Justicia. Lo concreto es que Lady Bluebeard se convirtió por codicia en una de las peores viudas negras de la historia criminal, en la mujer que odiaba a los hombres.#