Bajo el manto de la clandestinidad, el consumo y tráfico de las sustancias reprimidas por la ley argentina mostró en las últimas horas un nuevo capítulo de características preocupantes. Más allá del afán policial que determinan los operativos con detenciones y frondosos secuestros, principalmente de marihuana y cocaína, queda claro que los niveles de consumo son cada vez mayores a la luz de los resultados de las divisiones antinarcóticos de los últimos años.
En las últimas horas se conoció que existió una red comercial que atravesó casi todo el país, desde la provincia de Salta pasando por General Roca y Las Grutas con destino final a Trelew.
Por momentos, se produce una suerte de corrida del gato y el ratón con los consumidores y los vendedores por un lado y las fuerzas policiales tanto federales como provinciales por otro. De tanto en tanto conocemos noticias vinculadas al secuestro de armas, droga y la vinculación de personas con prontuario criminal no por sus preferencias de consumo, sino por hechos verdaderamente graves, tal como ocurrió con el cabecilla de la organización local: un reconocido homicida.
Muchas veces se menciona la “lucha contra las drogas”, cuando en verdad la lucha recae sobre personas. Podría considerarse que no existe la lucha contra “la droga”, de la misma manera que no existe la lucha contra los edificios o cualquier otra materia.
Los estamentos gubernamentales tienen un enorme desafío -según se ha consignado- en torno a cómo abordar el elevado nivel de consumo de las mencionadas sustancias. ¿Cómo prevenir la adicción, pero eficazmente? ¿cómo evitar que los hábitos de consumo se transformen en un problema para terceros o cómo considerar a los componentes del narcotráfico? ¿son personas enfermas o son criminales? Hay discusiones que siguen abiertas, son heridas de la sociedad y sería una actitud valiente darlas.
Bajo el manto de la clandestinidad, el consumo y tráfico de las sustancias reprimidas por la ley argentina mostró en las últimas horas un nuevo capítulo de características preocupantes. Más allá del afán policial que determinan los operativos con detenciones y frondosos secuestros, principalmente de marihuana y cocaína, queda claro que los niveles de consumo son cada vez mayores a la luz de los resultados de las divisiones antinarcóticos de los últimos años.
En las últimas horas se conoció que existió una red comercial que atravesó casi todo el país, desde la provincia de Salta pasando por General Roca y Las Grutas con destino final a Trelew.
Por momentos, se produce una suerte de corrida del gato y el ratón con los consumidores y los vendedores por un lado y las fuerzas policiales tanto federales como provinciales por otro. De tanto en tanto conocemos noticias vinculadas al secuestro de armas, droga y la vinculación de personas con prontuario criminal no por sus preferencias de consumo, sino por hechos verdaderamente graves, tal como ocurrió con el cabecilla de la organización local: un reconocido homicida.
Muchas veces se menciona la “lucha contra las drogas”, cuando en verdad la lucha recae sobre personas. Podría considerarse que no existe la lucha contra “la droga”, de la misma manera que no existe la lucha contra los edificios o cualquier otra materia.
Los estamentos gubernamentales tienen un enorme desafío -según se ha consignado- en torno a cómo abordar el elevado nivel de consumo de las mencionadas sustancias. ¿Cómo prevenir la adicción, pero eficazmente? ¿cómo evitar que los hábitos de consumo se transformen en un problema para terceros o cómo considerar a los componentes del narcotráfico? ¿son personas enfermas o son criminales? Hay discusiones que siguen abiertas, son heridas de la sociedad y sería una actitud valiente darlas.