Escribe: Miguel Aguirre, director del Departamento de Ingeniería Electrónica y Eléctrica del Instituto Tecnológico de Buenos Aires.
Un electrodoméstico conectado a la red eléctrica consume mucha energía de dos factores, por un lado a través de la cantidad de potencia (energía por unidad de tiempo) que necesita, como una plancha, una estufa o un horno eléctrico. Por el otro, por el tiempo que esté encendido, como una heladera que está conectada las 24hs. Hay algunos electrodomésticos que consumen poca energía, pero que están conectados durante mucho tiempo y por ello es necesario prestar especial atención.
Los artefactos que generan calor suelen ser los que más demandan. Esto se debe a que se necesita consumir más cantidad de energía para calefaccionar un ambiente que para iluminarlo o mover un motor. En ese sentido, es importante entender que lo que "sale del enchufe" requiere de mucha tecnología para lograr fabricar esa energía eléctrica.
Así como nos preocupamos por el origen de los alimentos, hoy nos tenemos que cuestionar de dónde provienen los electrones que sacamos del enchufe. Hay que prestar atención cuando vamos a usar algún artefacto que requiere energía, y pensar si realmente necesitamos ese consumo. Los pequeños cambios de hábitos nos ayudan a optimizar el uso de la energía.
Por otro lado, es fundamental tener en cuenta que las distribuidoras de energía tienen un límite por cantidad de consumo. No es lo mismo consumir 1 Amper durante todo el día que 100 Amper durante un minuto. Si uno consume mucho en poco tiempo las empresas lo penalizan, porque lo ideal es consumir de forma pareja.
¿Cuáles son los aparatos que más consumen? Los que necesitan mucha potencia, como las estufas y los hornos. Otro buen ejemplo es la heladera, cuya demanda aumenta cada vez que la abrimos y cerramos, ya que con cada apertura ingresa aire cálido, que calienta los alimentos en ella, haciendo que deba trabajar más. Minimizar las aperturas de la puerta de la heladera nos ayudará a reducir el consumo eléctrico.
Las viejas lamparitas de filamento y de bajo consumo son otro caso. Pierden vida útil cada vez que las encendemos y apagamos, caso contrario a las lámparas LED, que prácticamente no son afectadas y por ello es posible prenderlas cada vez que se necesitan. Aquí cabe la frase "lo barato sale caro", ya que cuando invertimos en tecnología para la casa debemos comprender que lo que tiene precio más bajo no siempre es lo más económico. Las lámparas LED de larga duración son un poco más costosas, pero tienen una vida útil mucho mayor a las de bajo consumo -hasta 8 años-.
La nueva generación de electrodomésticos Inverter posee una tecnología electrónica con la que se regula la velocidad de los motores de los artefactos de forma óptima. Un ejemplo son los aires acondicionados de esta línea que adaptan la cantidad de frío requerida sin apagar su motor; mientras que los tradicionales se prenden y apagan cuando alcanzan la temperatura deseada. Se puede pensar al compresor de un aire acondicionado como una rueda de auto, que se desinfla cada vez que este se apaga, requiriendo volver a inflarla para volver a funcionar. Cada vez que un aire se enciende, gasta mucha energía en llegar al punto óptimo. La tecnología Inverter mantiene el motor encendido todo el tiempo, y cuando se alcanza la temperatura deseada baja la velocidad de trabajo ahorrando mucha energía; además de aumentar la vida útil de los motores y otras piezas mecánicas.
Otro lugar en el que se pierde mucha energía es en el piloto de las estufas, el termotanque y el calefón. Esto ocurre porque al no ser fáciles de encender y apagar, solemos dejarlos en modo piloto por muchas horas. Si multiplicamos esa cantidad de gas que se consume por la cantidad de horas y días encendidas en todas las casas del país, podemos dimensionar los recursos naturales que se necesitan para tener esa llamita prendida, sólo para cuando nos bañamos. Existen calefones y termostatos con tecnología avanzada que utilizan chisperos eléctricos que prenden el calefón en el momento de uso, fomentando el ahorro de gas. Hoy son más caros por la novedad, pero a la larga creemos que será obligatoria por el ahorro que implican.
Es fundamental entender que un enchufe funcionando implica la quema de gas y petróleo, o el desperdicio de agua de las reservas hidroeléctricas. Debemos tomar conciencia y empezar a aplicar pequeñas y simples prácticas. Tratemos de usar doble vidrio y evitar que el calor se escape o que entre, para usar menos energía para ambientar espacios. Si vamos a hacer un té, llenemos la pava con el agua que usaremos. La energía que sacamos del enchufe la tenemos que cuidar. Usemos la energía, pero bien, con cariño y, más que nada, con responsabilidad.
Escribe: Miguel Aguirre, director del Departamento de Ingeniería Electrónica y Eléctrica del Instituto Tecnológico de Buenos Aires.
Un electrodoméstico conectado a la red eléctrica consume mucha energía de dos factores, por un lado a través de la cantidad de potencia (energía por unidad de tiempo) que necesita, como una plancha, una estufa o un horno eléctrico. Por el otro, por el tiempo que esté encendido, como una heladera que está conectada las 24hs. Hay algunos electrodomésticos que consumen poca energía, pero que están conectados durante mucho tiempo y por ello es necesario prestar especial atención.
Los artefactos que generan calor suelen ser los que más demandan. Esto se debe a que se necesita consumir más cantidad de energía para calefaccionar un ambiente que para iluminarlo o mover un motor. En ese sentido, es importante entender que lo que "sale del enchufe" requiere de mucha tecnología para lograr fabricar esa energía eléctrica.
Así como nos preocupamos por el origen de los alimentos, hoy nos tenemos que cuestionar de dónde provienen los electrones que sacamos del enchufe. Hay que prestar atención cuando vamos a usar algún artefacto que requiere energía, y pensar si realmente necesitamos ese consumo. Los pequeños cambios de hábitos nos ayudan a optimizar el uso de la energía.
Por otro lado, es fundamental tener en cuenta que las distribuidoras de energía tienen un límite por cantidad de consumo. No es lo mismo consumir 1 Amper durante todo el día que 100 Amper durante un minuto. Si uno consume mucho en poco tiempo las empresas lo penalizan, porque lo ideal es consumir de forma pareja.
¿Cuáles son los aparatos que más consumen? Los que necesitan mucha potencia, como las estufas y los hornos. Otro buen ejemplo es la heladera, cuya demanda aumenta cada vez que la abrimos y cerramos, ya que con cada apertura ingresa aire cálido, que calienta los alimentos en ella, haciendo que deba trabajar más. Minimizar las aperturas de la puerta de la heladera nos ayudará a reducir el consumo eléctrico.
Las viejas lamparitas de filamento y de bajo consumo son otro caso. Pierden vida útil cada vez que las encendemos y apagamos, caso contrario a las lámparas LED, que prácticamente no son afectadas y por ello es posible prenderlas cada vez que se necesitan. Aquí cabe la frase "lo barato sale caro", ya que cuando invertimos en tecnología para la casa debemos comprender que lo que tiene precio más bajo no siempre es lo más económico. Las lámparas LED de larga duración son un poco más costosas, pero tienen una vida útil mucho mayor a las de bajo consumo -hasta 8 años-.
La nueva generación de electrodomésticos Inverter posee una tecnología electrónica con la que se regula la velocidad de los motores de los artefactos de forma óptima. Un ejemplo son los aires acondicionados de esta línea que adaptan la cantidad de frío requerida sin apagar su motor; mientras que los tradicionales se prenden y apagan cuando alcanzan la temperatura deseada. Se puede pensar al compresor de un aire acondicionado como una rueda de auto, que se desinfla cada vez que este se apaga, requiriendo volver a inflarla para volver a funcionar. Cada vez que un aire se enciende, gasta mucha energía en llegar al punto óptimo. La tecnología Inverter mantiene el motor encendido todo el tiempo, y cuando se alcanza la temperatura deseada baja la velocidad de trabajo ahorrando mucha energía; además de aumentar la vida útil de los motores y otras piezas mecánicas.
Otro lugar en el que se pierde mucha energía es en el piloto de las estufas, el termotanque y el calefón. Esto ocurre porque al no ser fáciles de encender y apagar, solemos dejarlos en modo piloto por muchas horas. Si multiplicamos esa cantidad de gas que se consume por la cantidad de horas y días encendidas en todas las casas del país, podemos dimensionar los recursos naturales que se necesitan para tener esa llamita prendida, sólo para cuando nos bañamos. Existen calefones y termostatos con tecnología avanzada que utilizan chisperos eléctricos que prenden el calefón en el momento de uso, fomentando el ahorro de gas. Hoy son más caros por la novedad, pero a la larga creemos que será obligatoria por el ahorro que implican.
Es fundamental entender que un enchufe funcionando implica la quema de gas y petróleo, o el desperdicio de agua de las reservas hidroeléctricas. Debemos tomar conciencia y empezar a aplicar pequeñas y simples prácticas. Tratemos de usar doble vidrio y evitar que el calor se escape o que entre, para usar menos energía para ambientar espacios. Si vamos a hacer un té, llenemos la pava con el agua que usaremos. La energía que sacamos del enchufe la tenemos que cuidar. Usemos la energía, pero bien, con cariño y, más que nada, con responsabilidad.