El “Petrel II”, una mirada distinta desde el mar

Un velero propio llevó a Marcelo Arteaga a convertirse en un protagonista privilegiado de las costas patagónicas. A bordo del “Petrel II” describe un paisaje único y el orgullo de vivir “cerca del mar”. El relato de un apasionado de la naturaleza, que también pide cambios urbanos para su disfrute.

Motohome marino. Una postal del velero donde Marcelo tiene una vista privilegiada que le ayuda a descubrir cosas antes escondidas.
21 FEB 2021 - 20:43 | Actualizado

Por Ismael Tebes

A veces la naturaleza más profunda nos sobrevuela. Sin necesidad de tramitar un pasaporte; la cercanía y el contacto fácil de solamente saber mirar. Marcelo Arteaga, a los 54 años, se define como un “hombre de mar” que siente orgullo de su tierra y de todo lo que lo rodea. “Y bien patagónico”, describe este comodorense acostumbrado al viento y al salitre pegándole en el rostro.

“Hijo de chilote y vasco, me crié en la Playa del ’99. Aprendí a bucear de chico, hice múltiples actividades en el mar y después me dediqué un tiempo al petróleo, que me dejó una casa y un resto como para poder vivir la vida que quiero”.

Para Arteaga, cada punto de la costa le genera sensaciones únicas y una recorrida singular, capaz de sorprenderlo día a día, sin importar lo repetido que pudiera ser la ruta. “Estamos en un lugar tremendo donde es impresionante el medio ambiente que tenemos. Siempre estuvimos de espaldas al mar un poco, le tiramos desperdicios y tenemos el ritmo de una ciudad minera en la que muchos vienen para trabajar, facturar y después terminar volviéndose a sus tierras”.

Dice sentir “orgullo” del medio que lo rodea y considera un “tesoro” vivir en el lugar que nació, encontrando sencillamente, todo lo que podría necesitar. “Somos una generación que vamos viendo el tesoro de vivir acá en la Patagonia y frente a este mar. Aprendimos a valorarlo”.

“Yo me inicié en la navegación hace tres años en el club Náutico Espora, quería navegar a vela ya que si bien estuve siempre en contacto con el mar, era lo que me faltaba. Hice los cursos, después empecé a ser instructor y en un momento, quise comprarme un barco para navegar por las costas y conocer”, expresó “Chelo” en diálogo con el programa “Fase Cero” (Cadena Tiempo Comodoro).

“La vela es algo libre y limpio, completamente maravilloso. Lo compré al velero a principios de 2020, tiene 8,30 metros; un motor interno para apoyo; un camarote y las comodidades equiparables a un motorhome pero en el mar”.

Con el “Petrel II” puesto en el agua y desafiando las olas, se inició la parte más sabrosa de la aventura. “Ya empecé a salir a navegar y estoy descubriendo cosas maravillosas para mí”, indicó.

Navegar le incorporó el concepto pleno de “libertad”, de un contacto extremo con la naturaleza y con las especies que habitan las costas chubutenses. “Disfruto que me empuje el viento, hacerme su amigo y que me lleve hacia donde quiero. Navegar a vela y que aparezcan los delfines, pingüinos, toninas y las ballenas permite una conexión que hace que me sienta pleno”.

Aunque tiene su propia página en Facebook y el proyecto Velero Petrel II Patagonia parece tener un evidente potencial turístico, no es el propósito que tiene su propietario. “Para que se considere un emprendimiento se necesitan accesos al mar que sean adecuados y estamos limitados en ese sentido. No hay escaleras para subir la gente, ni lugares para tener a los barcos a buen resguardo. Podría funcionar como proyecto pero tiene que haber ciertas condiciones de infraestructura”.

“El mar es lo que nos distrae, nos relaja y nos conecta con la naturaleza más pura, nos provee de alimentos como mariscos, algas y hasta energía. Tendríamos que generar otra mirada de la abundancia que representa el recurso. Sentirnos parte y no sentirnos dueños de eso”, resume Marcelo Arteaga quien pese a haber conocido otras geografías y otros entornos naturales, cree que las postales de la Patagonia son ciertamente “irremplazables”.

“Hay una oportunidad de que se empieza a mirar lo que tenemos en nuestro alrededor. Antes la gente pensaba solamente en viajar y hoy, quizás por la pandemia, se buscan otras distracciones en el mar o en el cerro. Vamos por ese camino”.

Y fundamenta ese escenario de cambio con una serie de proyectos relacionados con el mar, el necesario saneamiento costero, la construcción de emisarios cloacales y el avance estético que representa los paseos costeros en zona norte y sur. “Me siento contento por estas cosas. Los bancos volvieron a estar mirando al mar y la gente disfruta de estos espacios”, concluye convencido de que solamente existe un lugar en el mundo para cada uno.

Motohome marino. Una postal del velero donde Marcelo tiene una vista privilegiada que le ayuda a descubrir cosas antes escondidas.
21 FEB 2021 - 20:43

Por Ismael Tebes

A veces la naturaleza más profunda nos sobrevuela. Sin necesidad de tramitar un pasaporte; la cercanía y el contacto fácil de solamente saber mirar. Marcelo Arteaga, a los 54 años, se define como un “hombre de mar” que siente orgullo de su tierra y de todo lo que lo rodea. “Y bien patagónico”, describe este comodorense acostumbrado al viento y al salitre pegándole en el rostro.

“Hijo de chilote y vasco, me crié en la Playa del ’99. Aprendí a bucear de chico, hice múltiples actividades en el mar y después me dediqué un tiempo al petróleo, que me dejó una casa y un resto como para poder vivir la vida que quiero”.

Para Arteaga, cada punto de la costa le genera sensaciones únicas y una recorrida singular, capaz de sorprenderlo día a día, sin importar lo repetido que pudiera ser la ruta. “Estamos en un lugar tremendo donde es impresionante el medio ambiente que tenemos. Siempre estuvimos de espaldas al mar un poco, le tiramos desperdicios y tenemos el ritmo de una ciudad minera en la que muchos vienen para trabajar, facturar y después terminar volviéndose a sus tierras”.

Dice sentir “orgullo” del medio que lo rodea y considera un “tesoro” vivir en el lugar que nació, encontrando sencillamente, todo lo que podría necesitar. “Somos una generación que vamos viendo el tesoro de vivir acá en la Patagonia y frente a este mar. Aprendimos a valorarlo”.

“Yo me inicié en la navegación hace tres años en el club Náutico Espora, quería navegar a vela ya que si bien estuve siempre en contacto con el mar, era lo que me faltaba. Hice los cursos, después empecé a ser instructor y en un momento, quise comprarme un barco para navegar por las costas y conocer”, expresó “Chelo” en diálogo con el programa “Fase Cero” (Cadena Tiempo Comodoro).

“La vela es algo libre y limpio, completamente maravilloso. Lo compré al velero a principios de 2020, tiene 8,30 metros; un motor interno para apoyo; un camarote y las comodidades equiparables a un motorhome pero en el mar”.

Con el “Petrel II” puesto en el agua y desafiando las olas, se inició la parte más sabrosa de la aventura. “Ya empecé a salir a navegar y estoy descubriendo cosas maravillosas para mí”, indicó.

Navegar le incorporó el concepto pleno de “libertad”, de un contacto extremo con la naturaleza y con las especies que habitan las costas chubutenses. “Disfruto que me empuje el viento, hacerme su amigo y que me lleve hacia donde quiero. Navegar a vela y que aparezcan los delfines, pingüinos, toninas y las ballenas permite una conexión que hace que me sienta pleno”.

Aunque tiene su propia página en Facebook y el proyecto Velero Petrel II Patagonia parece tener un evidente potencial turístico, no es el propósito que tiene su propietario. “Para que se considere un emprendimiento se necesitan accesos al mar que sean adecuados y estamos limitados en ese sentido. No hay escaleras para subir la gente, ni lugares para tener a los barcos a buen resguardo. Podría funcionar como proyecto pero tiene que haber ciertas condiciones de infraestructura”.

“El mar es lo que nos distrae, nos relaja y nos conecta con la naturaleza más pura, nos provee de alimentos como mariscos, algas y hasta energía. Tendríamos que generar otra mirada de la abundancia que representa el recurso. Sentirnos parte y no sentirnos dueños de eso”, resume Marcelo Arteaga quien pese a haber conocido otras geografías y otros entornos naturales, cree que las postales de la Patagonia son ciertamente “irremplazables”.

“Hay una oportunidad de que se empieza a mirar lo que tenemos en nuestro alrededor. Antes la gente pensaba solamente en viajar y hoy, quizás por la pandemia, se buscan otras distracciones en el mar o en el cerro. Vamos por ese camino”.

Y fundamenta ese escenario de cambio con una serie de proyectos relacionados con el mar, el necesario saneamiento costero, la construcción de emisarios cloacales y el avance estético que representa los paseos costeros en zona norte y sur. “Me siento contento por estas cosas. Los bancos volvieron a estar mirando al mar y la gente disfruta de estos espacios”, concluye convencido de que solamente existe un lugar en el mundo para cada uno.