De todas las culturas de la antigüedad, la de los Mayas debe ser una de las que más cautiva e intriga a la gente. Su avanzada civilización, sus conocimientos inigualables de arquitectura, matemáticas y astronomía siguen asombrando a los especialistas en la actualidad. Pero el legado que más llama la atención dejado por este pueblo son sin dudas sus predicciones y reliquias enigmáticas. Y entre las tantas piezas arqueológicas encontradas se destaca una en especial, la famosa calavera de cristal. <br /><br />Como todo lo que esté relacionado con los Mayas se envuelve en misterio, la calavera de cristal no fue la excepción, pero detrás de esta maravillosa escultura se esconde una historia que merece ser contada. <br /><br />Un brillo entre ruinas<br /><br />En 1919, un aventurero británico llamado Frederick Albert Mitchell-Hedges descubrió un área arqueológica de excepcional interés. Se trataba de las ruinas de una ciudad maya a la que se bautizó como Lubaantun (Ciudad de los Pilares Caídos), situada en la actual Belice. Mitchell-Hedges se había desplazado hasta allí con la esperanza de encontrar alguna evidencia que confirmase la existencia de la Atlántida. Durante años, su equipo excavó la zona sin resultados relevantes hasta que, en 1923, se produjo un suceso casual que alteró la rutina de los arqueólogos. Anna, la hija de Mitchell-Hedges, curioseaba entre las ruinas cuando le llamó la atención un misterioso brillo. Pasaron semanas antes de que los arqueólogos lograran averiguar cuál era el origen del extraño resplandor. Finalmente, tras remover los enormes bloques de piedra, el 1 de enero de 1924, precisamente el día en que Anna cumplía 17 años, el misterio quedó desvelado. Ante la mirada atónita de los expedicionarios, apareció uno de los objetos más extraños y enigmático jamás hallados; se trataba de una calavera de cristal tallada con una perfección increíble. <br /><br />El “Cráneo del Destino”, llamado así por los nativos, es una calavera de cristal de roca a tamaño natural, de cinco kilos de peso, esculpida en una sola pieza. La perfección absoluta de su tallado y su incólume pulido, la exactitud de sus detalles y su mandíbula articulada la convierten en una réplica exacta de un cráneo humano, pero el origen de su fabricación, al parecer hace siglos, es un auténtico misterio.<br /><br />Hasta ahora no se ha logrado determinar la forma en que fue tallada, ya que se trata de un trabajo imposible de realizar a mano por los más talentosos escultores o ingenieros de nuestra época. Fabricada con cristal puro de cuarzo, tanto la mandíbula como el cráneo provienen de la misma roca, o sea fue creada del mismo bloque. Exceptuando pequeñas anomalías, es anatómicamente perfecta, posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 cm. de altura. Tantos los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso cuando es iluminada. El cráneo, perfectamente tallado, presenta un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs, un material un poco más blando que el diamante), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de una herramienta de corte con diamante podría obtenerse algo parecido. Pero aquí está lo increíble, los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica como para enfrentarse a semejante empresa.<br /><br />Mitchell-Hedges relató que después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 nativos que trabajaron con él en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz. Anna, su hija, relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de la muerte y oraron ante ella.<br /><br />En 1970 la hija de Mitchell-Hedges entregó el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio. Los resultados de esta investigación desconcertaron a la comunidad científica. Sus conclusiones eran rotundas: el tallado de ese cráneo debió llevar al menos 300 años de trabajo manual. Es el único modo de cortar y pulir ese objeto con las herramientas que disponían los mayas. No se halló ni una sola prueba que pudiera confirmar la utilización de elementos metálicos en el proceso de tallado del cráneo y es muy difícil establecer una fecha para su construcción, que tal vez rondaría entre el año 1.400 y 1.300 de nuestra era. Sin embargo, los indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges aseguraban que el “Cráneo del Destino” tenía más de 3.600 años de antigüedad. Hasta se dice que uno de los especialistas que participó de los estudios a la calavera afirmó que ese objeto “no debería existir”, ya que con los medios que contaban los mayas, jamás pudo haber sido hecho en esa época. <br /><br />Otras calaveras<br /><br />Pero la pieza arqueológica de Hedges no es la única que existe, otras dos calaveras de cristal se encuentran en el Museo de Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Museo Trocadero, en París, Francia. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890, y están talladas sobre puro cristal de cuarzo, aunque no tan elaboradamente como la de Mitchell Hedges.<br /><br />La calavera expuesta en el Museo de Mankind se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, tiene la mandíbula articulada, como en un cráneo verdadero; mientras que la llamada Calavera Británica tiene la mandíbula fija. Los investigadores están de acuerdo en afirmar que los dos objetos han sido construidos por las mismas manos. <br /><br />El Museo de Mankind la adquirió de Tiffanys, la célebre joyería de Nueva York, en el 1898, por 120 libras. <br /><br />Unos 12 años después, sería el British Museum quien entró en posesión de esta calavera. La llegada de la reliquia coincidió con una serie de extraños acontecimientos, como los repentinos desplazamientos de objetos y olores inexplicables, Pero fue el personal de limpieza del museo en las horas nocturnas, quienes alimentaron las creencias que atribuyen a la calavera poderes ocultos. Ellos relataban inexplicables sucesos que ocurrían en el lugar por lo cual finalmente consiguieron que la calavera fuera cubierta por un paño negro durante la noche.<br /><br />El antropólogo Geoffrey McKay Morant realizó en la década del ´30, un estudio comparativo de ambas calaveras, llegando a la conclusión de que eran similares en muchos detalles anatómicos, llegando a afirmar que, por su forma, ambas habían sido modeladas sobre la calavera de una mujer, y que la una era copia de la otra, siendo la de Mitchell-Hedges la primera.<br /><br />En el 1950, la calavera del British Museum fue examinada de nuevo y de tal examen se descubrió qué la calavera tenía su origen en México, que se remontaba 1400 - 1500 d.C. y que el material fue cuarzo brasileño.<br /><br />Cetro mágico<br /><br />Una tercera calavera de cristal expuesto al Musèe de El Homme de París, idéntica en el estilo a los otras dos pero de dimensiones menores, pudo proveer información particularmente interesante. Los expertos del Museo afirman que era parte de un “cetro mágico” azteca del siglo XIII o XIV d.C., y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro. Tiene un agujero que la atraviesa de arriba a abajo y el estilo, la forma y el corte son similares a otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México. <br /><br />Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica los medios que usaron para poder crearlas, ya que ninguna de estas culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor.<br /><br />A las abundantes anécdotas y creencias surgidas alrededor de estas raras piezas, hay una que habla sobre supuestos mensajes codificados en el cristal, que a modo de “microchip” primitivo, seres de otros mundos dejaron enseñanzas y mensajes para la humanidad en el futuro.<br /><br />Trece calaveras<br /><br />Otra leyenda que se remontaría a la época de los mayas, cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural, y cuando todas sean redescubiertas y reunidas, les transmitirán a los hombres todo su conocimiento. La leyenda, en cambio, nos advierte que eso ocurrirá solamente cuando los hombres hayan alcanzado la paz. Estas historias que se transmiten como una tradición oral, han contribuido al nacimiento del mito. Todo eso, además, no es inmune al atractivo que los mayas suscitan por si solos como pueblo y por sus famosas predicciones, como aquella que habla del final de todos los tiempos para el 21 de diciembre de 2012, o sea, el año que viene.#<br /><br />
De todas las culturas de la antigüedad, la de los Mayas debe ser una de las que más cautiva e intriga a la gente. Su avanzada civilización, sus conocimientos inigualables de arquitectura, matemáticas y astronomía siguen asombrando a los especialistas en la actualidad. Pero el legado que más llama la atención dejado por este pueblo son sin dudas sus predicciones y reliquias enigmáticas. Y entre las tantas piezas arqueológicas encontradas se destaca una en especial, la famosa calavera de cristal. <br /><br />Como todo lo que esté relacionado con los Mayas se envuelve en misterio, la calavera de cristal no fue la excepción, pero detrás de esta maravillosa escultura se esconde una historia que merece ser contada. <br /><br />Un brillo entre ruinas<br /><br />En 1919, un aventurero británico llamado Frederick Albert Mitchell-Hedges descubrió un área arqueológica de excepcional interés. Se trataba de las ruinas de una ciudad maya a la que se bautizó como Lubaantun (Ciudad de los Pilares Caídos), situada en la actual Belice. Mitchell-Hedges se había desplazado hasta allí con la esperanza de encontrar alguna evidencia que confirmase la existencia de la Atlántida. Durante años, su equipo excavó la zona sin resultados relevantes hasta que, en 1923, se produjo un suceso casual que alteró la rutina de los arqueólogos. Anna, la hija de Mitchell-Hedges, curioseaba entre las ruinas cuando le llamó la atención un misterioso brillo. Pasaron semanas antes de que los arqueólogos lograran averiguar cuál era el origen del extraño resplandor. Finalmente, tras remover los enormes bloques de piedra, el 1 de enero de 1924, precisamente el día en que Anna cumplía 17 años, el misterio quedó desvelado. Ante la mirada atónita de los expedicionarios, apareció uno de los objetos más extraños y enigmático jamás hallados; se trataba de una calavera de cristal tallada con una perfección increíble. <br /><br />El “Cráneo del Destino”, llamado así por los nativos, es una calavera de cristal de roca a tamaño natural, de cinco kilos de peso, esculpida en una sola pieza. La perfección absoluta de su tallado y su incólume pulido, la exactitud de sus detalles y su mandíbula articulada la convierten en una réplica exacta de un cráneo humano, pero el origen de su fabricación, al parecer hace siglos, es un auténtico misterio.<br /><br />Hasta ahora no se ha logrado determinar la forma en que fue tallada, ya que se trata de un trabajo imposible de realizar a mano por los más talentosos escultores o ingenieros de nuestra época. Fabricada con cristal puro de cuarzo, tanto la mandíbula como el cráneo provienen de la misma roca, o sea fue creada del mismo bloque. Exceptuando pequeñas anomalías, es anatómicamente perfecta, posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 cm. de altura. Tantos los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso cuando es iluminada. El cráneo, perfectamente tallado, presenta un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs, un material un poco más blando que el diamante), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de una herramienta de corte con diamante podría obtenerse algo parecido. Pero aquí está lo increíble, los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica como para enfrentarse a semejante empresa.<br /><br />Mitchell-Hedges relató que después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 nativos que trabajaron con él en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz. Anna, su hija, relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de la muerte y oraron ante ella.<br /><br />En 1970 la hija de Mitchell-Hedges entregó el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio. Los resultados de esta investigación desconcertaron a la comunidad científica. Sus conclusiones eran rotundas: el tallado de ese cráneo debió llevar al menos 300 años de trabajo manual. Es el único modo de cortar y pulir ese objeto con las herramientas que disponían los mayas. No se halló ni una sola prueba que pudiera confirmar la utilización de elementos metálicos en el proceso de tallado del cráneo y es muy difícil establecer una fecha para su construcción, que tal vez rondaría entre el año 1.400 y 1.300 de nuestra era. Sin embargo, los indígenas que acompañaron a Mitchell-Hedges aseguraban que el “Cráneo del Destino” tenía más de 3.600 años de antigüedad. Hasta se dice que uno de los especialistas que participó de los estudios a la calavera afirmó que ese objeto “no debería existir”, ya que con los medios que contaban los mayas, jamás pudo haber sido hecho en esa época. <br /><br />Otras calaveras<br /><br />Pero la pieza arqueológica de Hedges no es la única que existe, otras dos calaveras de cristal se encuentran en el Museo de Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Museo Trocadero, en París, Francia. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890, y están talladas sobre puro cristal de cuarzo, aunque no tan elaboradamente como la de Mitchell Hedges.<br /><br />La calavera expuesta en el Museo de Mankind se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, tiene la mandíbula articulada, como en un cráneo verdadero; mientras que la llamada Calavera Británica tiene la mandíbula fija. Los investigadores están de acuerdo en afirmar que los dos objetos han sido construidos por las mismas manos. <br /><br />El Museo de Mankind la adquirió de Tiffanys, la célebre joyería de Nueva York, en el 1898, por 120 libras. <br /><br />Unos 12 años después, sería el British Museum quien entró en posesión de esta calavera. La llegada de la reliquia coincidió con una serie de extraños acontecimientos, como los repentinos desplazamientos de objetos y olores inexplicables, Pero fue el personal de limpieza del museo en las horas nocturnas, quienes alimentaron las creencias que atribuyen a la calavera poderes ocultos. Ellos relataban inexplicables sucesos que ocurrían en el lugar por lo cual finalmente consiguieron que la calavera fuera cubierta por un paño negro durante la noche.<br /><br />El antropólogo Geoffrey McKay Morant realizó en la década del ´30, un estudio comparativo de ambas calaveras, llegando a la conclusión de que eran similares en muchos detalles anatómicos, llegando a afirmar que, por su forma, ambas habían sido modeladas sobre la calavera de una mujer, y que la una era copia de la otra, siendo la de Mitchell-Hedges la primera.<br /><br />En el 1950, la calavera del British Museum fue examinada de nuevo y de tal examen se descubrió qué la calavera tenía su origen en México, que se remontaba 1400 - 1500 d.C. y que el material fue cuarzo brasileño.<br /><br />Cetro mágico<br /><br />Una tercera calavera de cristal expuesto al Musèe de El Homme de París, idéntica en el estilo a los otras dos pero de dimensiones menores, pudo proveer información particularmente interesante. Los expertos del Museo afirman que era parte de un “cetro mágico” azteca del siglo XIII o XIV d.C., y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro. Tiene un agujero que la atraviesa de arriba a abajo y el estilo, la forma y el corte son similares a otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México. <br /><br />Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica los medios que usaron para poder crearlas, ya que ninguna de estas culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor.<br /><br />A las abundantes anécdotas y creencias surgidas alrededor de estas raras piezas, hay una que habla sobre supuestos mensajes codificados en el cristal, que a modo de “microchip” primitivo, seres de otros mundos dejaron enseñanzas y mensajes para la humanidad en el futuro.<br /><br />Trece calaveras<br /><br />Otra leyenda que se remontaría a la época de los mayas, cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural, y cuando todas sean redescubiertas y reunidas, les transmitirán a los hombres todo su conocimiento. La leyenda, en cambio, nos advierte que eso ocurrirá solamente cuando los hombres hayan alcanzado la paz. Estas historias que se transmiten como una tradición oral, han contribuido al nacimiento del mito. Todo eso, además, no es inmune al atractivo que los mayas suscitan por si solos como pueblo y por sus famosas predicciones, como aquella que habla del final de todos los tiempos para el 21 de diciembre de 2012, o sea, el año que viene.#<br /><br />