De esta manera, Crouser rompió la marca que ostentaba Ulf Timmermann, quien había lanzado el implemento a 22,47 metros, compitiendo para Alemania del Este en los Juegos de Seúl, el 23 de septiembre de 1988.
Crouser, de 23 años, que llegó a Río con un récord personal de 22,11, le imprimió un nivel muy alto a la competencia desde el primer lanzamiento, cuando marcó 21,15 metros, y fue mejorando con el pasar de las series de lanzamientos (22,22 y 22,26) hasta llegar al cuarto, cuando consiguió el 22,52 que lo consagró como nuevo recordman olímpico de la disciplina.
El joven estadounidense fue seguido por su compatriota Joe Kovacs, campeón mundial el año pasado en Beijing y el gran favorito al título en Brasil, con 21,78, y el neozelandés Romas Walsh, con 21,36.
El nuevo campeón lleva genes de lanzadores. Su padre, Mitch, fue olímpico en disco en Los Angeles 84; y uno de sus tíos, Brian, compitió en Seúl 88 y Barcelona 92 en jabalina.
De esta manera, Crouser rompió la marca que ostentaba Ulf Timmermann, quien había lanzado el implemento a 22,47 metros, compitiendo para Alemania del Este en los Juegos de Seúl, el 23 de septiembre de 1988.
Crouser, de 23 años, que llegó a Río con un récord personal de 22,11, le imprimió un nivel muy alto a la competencia desde el primer lanzamiento, cuando marcó 21,15 metros, y fue mejorando con el pasar de las series de lanzamientos (22,22 y 22,26) hasta llegar al cuarto, cuando consiguió el 22,52 que lo consagró como nuevo recordman olímpico de la disciplina.
El joven estadounidense fue seguido por su compatriota Joe Kovacs, campeón mundial el año pasado en Beijing y el gran favorito al título en Brasil, con 21,78, y el neozelandés Romas Walsh, con 21,36.
El nuevo campeón lleva genes de lanzadores. Su padre, Mitch, fue olímpico en disco en Los Angeles 84; y uno de sus tíos, Brian, compitió en Seúl 88 y Barcelona 92 en jabalina.