Llega "8 Tiros", cine argentino de género

El cine argentino de género, mezcla de serie negra con historia de venganza familiar ofrece desde mañana “8 tiros”, debut como director del hasta ahora asistente Bruno Hernández, con papeles protagónicos de Daniel Aráoz, Luis Ziembrowski, Rolly Serrano y Leticia Brédice.

13 ENE 2016 - 16:12 | Actualizado

Juan y Vicente son hermanos que lloran la muerte de su madre, los dos figuras del mundo del hampa, que se recortan entre corrupción, prostitución y droga, uno dispuesto a redimirse no solo de ese universo sino también de una culpa que carga desde que era un chico.

Los recuerdos aparecen una y otra vez, completando poco a poco una escena de la que ambos solo conservan una vieja foto familiar que prologa aquel hecho trágico, el que de alguna forma definió el camino que cada uno de ellos seguiría, en medio de un entorno peligroso, oscuro y nauseabundo.

Aráoz y Ziembrowski interpretan a esos dos hermanos, el primero “muerto” para la legalidad que ahora colabora con los que persiguen el crimen organizado, pero en verdad solo quiere consumar su deseo de venganza, a pesar de que eso le provoque una herida que, seguramente, jamas cicatrizará.

El título del filme, debut de su director Bruno Hernández, se refiere a uno de los viejos autos de colección, en este caso una muy antigua camioneta Ford fileteada con el motor a la vista que maneja el singular personaje de Aráoz, que parece sacado de un cómic de género estilo “Boogie, el aceitoso”.

-¿Cómo empezaste en el cine?

-Empecé a trabajar desde muy chico cuando apenas terminé el colegio secundario, desde abajo, es decir como meritorio, lo que me dio la posibilidad de hacerlo con muchos directores, primero muy cerca observando, y después como asistente de dirección tanto en cine como en publicidad y televisión, el camino del aprendizaje es constante de diversas maneras.

-Pero fue por mucho tiempo, y no solo en cine...

-Exactamente. Eso me dio la posibilidad de ver cómo se cuenta, cómo se narra, cómo otro filma, para mí el hecho de trabajar free lance y como asistente por doce años, y en diferentes formatos, y en muchos largometrajes para el exterior, fue fundamental.

-En ese sentido tu propuesta tiene un armado muy profesional.

-Eso también me permitió debutar con un equipo técnico de primera y que ya conocía... Con Marcos Carnevale, que fue quien me acerca por primera vez el proyecto de esta peli, trabajé desde muy joven, nos hicimos grandes amigos y lo considero un maestro.

-¿Cómo definirías a "8 tiros"?

-Básicamente es un thriller, pero lo que mueve la historia es la venganza entre hermanos. La idea original no es mía, lo que es atípico para una ópera prima, y de hecho la que pensaba para mi debut y que ahora estoy preparando, también un thriller, espero que sea la segunda.

-¿Qué te entusiasmó?

-Recibí esta propuesta de manos de Marcos, y vi que tenía algo que la hacía interesante, además del protagónico de Daniel Aráoz que ya estaba en el proyecto, y eso hizo que me zambullera de cabeza... me había parecido excelente en "El hombre de al lado".

-Pero, no es solamente un thriller en el sentido policial...

-Hay una cosa vincular a lo Caín y Abel, muy interesante de explorar y también plantea una apuesta por el género, y eso fue lo que hizo tirarme de cabeza en el proyecto, y a eso hay que sumar que los productores me dieron vía libre para reescribir con los guionistas varias versiones hasta llegar a la final.

-¿Cuál era la meta?

-El desafío era llegar a una película genuina que toque tópicos de diferentes géneros, ingredientes de intriga psicológica, del policial negro y también de un gran drama, que en el desenlace final se hace carne.

-Había que darle verosimilitud a todo ese cóctel...

-Tuve la oportunidad de trabajar recientemente con Adrián Caetano y hay una frase que él acuño que habla de "confiar en el género", dentro de la verosimilitud construida, y eso es muy difícil... Lo trabajamos mucho incluso con Aráoz, hasta encontrar el tono preciso.

-El ritmo, a diferencia de los típicos policiales, es parsimonioso...

-Queríamos hacer una película muy climática y que al espectador le pasen cosas como en la vida misma, jugar con los tiempos narrativos al límite: quería lograr una tensa calma, que podría ser un sinónimo de suspenso... me interesó mucho explorar esa contradicción de tiempos laxos sostenidos con tensión.

-Pero hay acción...

-Sí, pero la idea era generar momentos muy crudos y rápidos, golpes de efecto, sin llegar a la acción plena... La película está terminada hace dos años y medio y se vio por primera vez en Pinamar este año, una proyección mágica y luego fue por festivales, y comprada por Sony para su distribución fuera de la Argentina, antes que en forma independiente se estrenara aquí.

-¿A qué público está dirigida?

-La idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible y que guste, está hecha con mucho amor, más allá de que es una película violenta, y si bien no quiero caer en nada místico, creo que tiene magia propia.

-Tiene un elenco importante...

-Ya con Aráoz en el cast, Marcos se hizo cargo, de alguna forma, de la dirección artística, y con la confianza de los productores en una ópera prima, pude hacer lo que quise, y así fue naciendo el elenco, actores con los que aprendí muchísimo. En síntesis, me pude dar el lujo de tener grandes actores en mi debut.

-Hay una idea de presentar a los personajes como protagonista de una tragedia...

-La cosa no era justificar las acciones de los personajes pero sí mostrarlos como víctimas, algo que me había quedado de Rolly Serrano al hablarme de su papel en “El Polaquito”, marcados por un hecho del pasado que arruinó sus vidas y que poco a poco se va revelando al espectador.

-El diseño de los lugares cumple un papel importante...

-Teníamos que construir una estética en donde la historia funcione, construir ese universo, fuera del tiempo, en un no-lugar, no por virtuosismo sino para no distraer, ni anclar a esta historia en un lugar en particular, y la verdad que la elección del casting fue impresionante.

13 ENE 2016 - 16:12

Juan y Vicente son hermanos que lloran la muerte de su madre, los dos figuras del mundo del hampa, que se recortan entre corrupción, prostitución y droga, uno dispuesto a redimirse no solo de ese universo sino también de una culpa que carga desde que era un chico.

Los recuerdos aparecen una y otra vez, completando poco a poco una escena de la que ambos solo conservan una vieja foto familiar que prologa aquel hecho trágico, el que de alguna forma definió el camino que cada uno de ellos seguiría, en medio de un entorno peligroso, oscuro y nauseabundo.

Aráoz y Ziembrowski interpretan a esos dos hermanos, el primero “muerto” para la legalidad que ahora colabora con los que persiguen el crimen organizado, pero en verdad solo quiere consumar su deseo de venganza, a pesar de que eso le provoque una herida que, seguramente, jamas cicatrizará.

El título del filme, debut de su director Bruno Hernández, se refiere a uno de los viejos autos de colección, en este caso una muy antigua camioneta Ford fileteada con el motor a la vista que maneja el singular personaje de Aráoz, que parece sacado de un cómic de género estilo “Boogie, el aceitoso”.

-¿Cómo empezaste en el cine?

-Empecé a trabajar desde muy chico cuando apenas terminé el colegio secundario, desde abajo, es decir como meritorio, lo que me dio la posibilidad de hacerlo con muchos directores, primero muy cerca observando, y después como asistente de dirección tanto en cine como en publicidad y televisión, el camino del aprendizaje es constante de diversas maneras.

-Pero fue por mucho tiempo, y no solo en cine...

-Exactamente. Eso me dio la posibilidad de ver cómo se cuenta, cómo se narra, cómo otro filma, para mí el hecho de trabajar free lance y como asistente por doce años, y en diferentes formatos, y en muchos largometrajes para el exterior, fue fundamental.

-En ese sentido tu propuesta tiene un armado muy profesional.

-Eso también me permitió debutar con un equipo técnico de primera y que ya conocía... Con Marcos Carnevale, que fue quien me acerca por primera vez el proyecto de esta peli, trabajé desde muy joven, nos hicimos grandes amigos y lo considero un maestro.

-¿Cómo definirías a "8 tiros"?

-Básicamente es un thriller, pero lo que mueve la historia es la venganza entre hermanos. La idea original no es mía, lo que es atípico para una ópera prima, y de hecho la que pensaba para mi debut y que ahora estoy preparando, también un thriller, espero que sea la segunda.

-¿Qué te entusiasmó?

-Recibí esta propuesta de manos de Marcos, y vi que tenía algo que la hacía interesante, además del protagónico de Daniel Aráoz que ya estaba en el proyecto, y eso hizo que me zambullera de cabeza... me había parecido excelente en "El hombre de al lado".

-Pero, no es solamente un thriller en el sentido policial...

-Hay una cosa vincular a lo Caín y Abel, muy interesante de explorar y también plantea una apuesta por el género, y eso fue lo que hizo tirarme de cabeza en el proyecto, y a eso hay que sumar que los productores me dieron vía libre para reescribir con los guionistas varias versiones hasta llegar a la final.

-¿Cuál era la meta?

-El desafío era llegar a una película genuina que toque tópicos de diferentes géneros, ingredientes de intriga psicológica, del policial negro y también de un gran drama, que en el desenlace final se hace carne.

-Había que darle verosimilitud a todo ese cóctel...

-Tuve la oportunidad de trabajar recientemente con Adrián Caetano y hay una frase que él acuño que habla de "confiar en el género", dentro de la verosimilitud construida, y eso es muy difícil... Lo trabajamos mucho incluso con Aráoz, hasta encontrar el tono preciso.

-El ritmo, a diferencia de los típicos policiales, es parsimonioso...

-Queríamos hacer una película muy climática y que al espectador le pasen cosas como en la vida misma, jugar con los tiempos narrativos al límite: quería lograr una tensa calma, que podría ser un sinónimo de suspenso... me interesó mucho explorar esa contradicción de tiempos laxos sostenidos con tensión.

-Pero hay acción...

-Sí, pero la idea era generar momentos muy crudos y rápidos, golpes de efecto, sin llegar a la acción plena... La película está terminada hace dos años y medio y se vio por primera vez en Pinamar este año, una proyección mágica y luego fue por festivales, y comprada por Sony para su distribución fuera de la Argentina, antes que en forma independiente se estrenara aquí.

-¿A qué público está dirigida?

-La idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible y que guste, está hecha con mucho amor, más allá de que es una película violenta, y si bien no quiero caer en nada místico, creo que tiene magia propia.

-Tiene un elenco importante...

-Ya con Aráoz en el cast, Marcos se hizo cargo, de alguna forma, de la dirección artística, y con la confianza de los productores en una ópera prima, pude hacer lo que quise, y así fue naciendo el elenco, actores con los que aprendí muchísimo. En síntesis, me pude dar el lujo de tener grandes actores en mi debut.

-Hay una idea de presentar a los personajes como protagonista de una tragedia...

-La cosa no era justificar las acciones de los personajes pero sí mostrarlos como víctimas, algo que me había quedado de Rolly Serrano al hablarme de su papel en “El Polaquito”, marcados por un hecho del pasado que arruinó sus vidas y que poco a poco se va revelando al espectador.

-El diseño de los lugares cumple un papel importante...

-Teníamos que construir una estética en donde la historia funcione, construir ese universo, fuera del tiempo, en un no-lugar, no por virtuosismo sino para no distraer, ni anclar a esta historia en un lugar en particular, y la verdad que la elección del casting fue impresionante.