La noticia revolucionó Puerto Madryn. La comunidad comenzó a recordar anécdotas, fechas, momentos, alegrías. Nadie quería quedarse sin una parte de esa historia tan madrynense. Cierra el Bazar El Indio, y con su cierre llega la nostalgia de quienes formaron parte de sus inicios, pero también de aquellos que llegaron para sentirlo como propio.
El Bazar El Indio era mucho más que un bazar, era el negocio de “Mimo” Trespalhie, era, y seguirá siendo, el lugar donde se encuentra “hasta eso que no estaba buscando”. El lunes de esta semana comenzó su cierre, y toda la familia formó parte de esta revolución que significó para la comunidad que se agolpó en el frente del local para esperar su turno de comprar alguna cosa, de esas cosas que sólo allí podían encontrarse.
El Bazar conserva la fachada original a pesar de los años, los madrynenses lo recordarán siempre como ese local antiguo de Belgrano 129, donde siempre se pudo conseguir hasta lo más insólito en sus más de 50 años de vida. El mismo que siempre fue atendido por su propio dueño, Don Enrique “Mimo” Trespalhie que compró el lugar y montó el bazar en 1964.
Un cierre paulatino
Malvina Trespailhie, hija de Mimo, dialogó con FM Tiempo 99.1 y comentó las sensaciones de esta inusual situación, teniendo en cuenta que su papá atraviesa una etapa difícil en su salud lo que llevó a cerrar de alguna forma el tradicional negocio familiar.
“Nosotros venimos piloteando esta situación hace un tiempo, y de las primeras angustias que venimos enfrentando a la mágica situación que estamos viviendo hoy día, hemos transitado un camino bastante nuevo que todavía nos sorprende y que todavía no termina”, Malvina inició así su relato, destacando el cariño de la gente en todo momento.
Hoy Don Mimo no puede estar en el negocio, aunque su deseo sea hacerlo. “Papi está en su cama, la está pasando como puede, por suerte no tiene dolor entonces eso nos permite llevar la situación de otra manera, estamos todos muy unidos, con el tema, hemos descartado todos los tabúes alrededor de la muerte y ese tipo de situaciones que uno a veces no las habla con los seres queridos. Nosotros estamos compartiendo y viviendo esa situación. Y viviendo con mucha alegría este fenómeno social que se dio de que la gente se está manifestando con tanto cariño. Es muy raro describir lo que estamos pasando”, explicó Malvina con tranquilidad y agradecimiento a todos los que se sumaron con muestras de aprecio.
Una tradición
Hablar de Bazar El Indio es remontarse a la infancia de muchos, entre ellos de la propia Malvina que recordó los primeros momentos de El Bazar en Belgrano 129. “Imaginate que tenemos la casa pegada al negocio, nos hemos criado ahí, así que estar en la casa o estar en el negocio era prácticamente lo mismo. Era mágico estar ahí, porque de acuerdo al tamaño que teníamos era como lo veíamos. Recuerdo que veía enorme al lugar, y que no llegaba a la altura de los mostradores, y corría entre los infinitos laberintos que en ese momento había para mí”, comentó emocionada.
Las vitrinas de las golosinas fueron otro de sus recuerdos, aunque hoy ya no estén en el local. Era un mueble de madera vidriado: “Era fantástico llegar a manotear algo de ahí, golosinas que ya no existen pero recuerdo los papeles de colores brillantes, el sabor intenso”.
También habló de los inicios del Bazar y recordó que don Mimo era empleado del Ferrocarril y cuando éste cerró, mucha gente quedó sin trabajo. Con la indemnización compró un negocio que se llamaba Itatí y quedaba en la calle San Martín. “Cuando compró la propiedad actual se produjo la mudanza y el cambio de nombre. Toda la vida, infancia y adolescencia participé mucho del negocio, era la que me encargaba de limpiar los vidrios, armarle al vidriera mientras estuve, después me fui y empezaron a llegar las telarañas”, describió.
Madryn crecía
El Bazar El Indio atravesó muchas etapas, Madryn era una ciudad chica que después fue creciendo de manera importante. Allí uno encontraba, como dice la gente de campo, todos los vicios. Cosas para comer, para cazar, para pescar, para el colegio, de costura, de todo y de ser un negocio de ramos generales pasó a achicar esa variedad de productos a medida que Madryn iba creciendo. “Y quedó por tradición el negocio más que nada, a que la gente arraiga sus almas a estos espacios que prevalecen por eso, por ser un lugar tradicional en el pueblo y si no hubiese sido por ese sentimiento humano de la comunidad el negocio se hubiese extinguido hace rato”, remarcó Malvina destacando nuevamente el valor que la comunidad le dio al negocio.
Malvina, como tantos recuerdan algo particular que es un clásico en la ciudad portuaria, “toda la vida escuché “no encuentro tal cosa pero en el Bazar El indio lo deben tener” “date una vuelta por el bazar El indio” y era así, tal cual. Llegabas y encontrabas lo que buscabas”, dijo agregando “me encanta el reconocimiento, porque uno a veces ve que eso se da cuando la persona ya murió, que pasa algo, pero la verdad que estar viviendo esto en vida es especial. Papi no lo puede captar pero como podemos se lo hacemos llegar, a través de la gente que pasa a saludar, es algo maravilloso que estamos viviendo a pesar de la tristeza”, sostuvo.
Doble sensación
Para Don Mimo El Bazar es su vida. “Lamenta mucho no estar, y hasta que se cayó y se lastimó estuvo. Abría una hora, dos horas, lo que podía, y siempre estuvo firme. Y le duele mucho no poder hacerlo, pero ya no tiene fuerzas”, explicó Malvina quien señaló la doble sensación de este momento. “Es lo milagroso, la experiencia que no esperábamos ni sabíamos que existía la verdad, porque siempre un momento tan triste como la despedida de un ser querido es muy rara. Tenemos la suerte de que él no tiene ningún dolor, no sufre, y la respuesta de la gente es increíble, estamos muy felices por este regalo inesperado”, concluyó sosteniendo que el regalo más preciado que su papá está recibiendo son esos saludos, esas historias, esas anécdotas, que tanto ella como toda la familia, le transmiten a Don Mimo en este cierre de una etapa que quedará para siempre en la historia de Puerto Madryn y el corazón de los madrynenses.
La noticia revolucionó Puerto Madryn. La comunidad comenzó a recordar anécdotas, fechas, momentos, alegrías. Nadie quería quedarse sin una parte de esa historia tan madrynense. Cierra el Bazar El Indio, y con su cierre llega la nostalgia de quienes formaron parte de sus inicios, pero también de aquellos que llegaron para sentirlo como propio.
El Bazar El Indio era mucho más que un bazar, era el negocio de “Mimo” Trespalhie, era, y seguirá siendo, el lugar donde se encuentra “hasta eso que no estaba buscando”. El lunes de esta semana comenzó su cierre, y toda la familia formó parte de esta revolución que significó para la comunidad que se agolpó en el frente del local para esperar su turno de comprar alguna cosa, de esas cosas que sólo allí podían encontrarse.
El Bazar conserva la fachada original a pesar de los años, los madrynenses lo recordarán siempre como ese local antiguo de Belgrano 129, donde siempre se pudo conseguir hasta lo más insólito en sus más de 50 años de vida. El mismo que siempre fue atendido por su propio dueño, Don Enrique “Mimo” Trespalhie que compró el lugar y montó el bazar en 1964.
Un cierre paulatino
Malvina Trespailhie, hija de Mimo, dialogó con FM Tiempo 99.1 y comentó las sensaciones de esta inusual situación, teniendo en cuenta que su papá atraviesa una etapa difícil en su salud lo que llevó a cerrar de alguna forma el tradicional negocio familiar.
“Nosotros venimos piloteando esta situación hace un tiempo, y de las primeras angustias que venimos enfrentando a la mágica situación que estamos viviendo hoy día, hemos transitado un camino bastante nuevo que todavía nos sorprende y que todavía no termina”, Malvina inició así su relato, destacando el cariño de la gente en todo momento.
Hoy Don Mimo no puede estar en el negocio, aunque su deseo sea hacerlo. “Papi está en su cama, la está pasando como puede, por suerte no tiene dolor entonces eso nos permite llevar la situación de otra manera, estamos todos muy unidos, con el tema, hemos descartado todos los tabúes alrededor de la muerte y ese tipo de situaciones que uno a veces no las habla con los seres queridos. Nosotros estamos compartiendo y viviendo esa situación. Y viviendo con mucha alegría este fenómeno social que se dio de que la gente se está manifestando con tanto cariño. Es muy raro describir lo que estamos pasando”, explicó Malvina con tranquilidad y agradecimiento a todos los que se sumaron con muestras de aprecio.
Una tradición
Hablar de Bazar El Indio es remontarse a la infancia de muchos, entre ellos de la propia Malvina que recordó los primeros momentos de El Bazar en Belgrano 129. “Imaginate que tenemos la casa pegada al negocio, nos hemos criado ahí, así que estar en la casa o estar en el negocio era prácticamente lo mismo. Era mágico estar ahí, porque de acuerdo al tamaño que teníamos era como lo veíamos. Recuerdo que veía enorme al lugar, y que no llegaba a la altura de los mostradores, y corría entre los infinitos laberintos que en ese momento había para mí”, comentó emocionada.
Las vitrinas de las golosinas fueron otro de sus recuerdos, aunque hoy ya no estén en el local. Era un mueble de madera vidriado: “Era fantástico llegar a manotear algo de ahí, golosinas que ya no existen pero recuerdo los papeles de colores brillantes, el sabor intenso”.
También habló de los inicios del Bazar y recordó que don Mimo era empleado del Ferrocarril y cuando éste cerró, mucha gente quedó sin trabajo. Con la indemnización compró un negocio que se llamaba Itatí y quedaba en la calle San Martín. “Cuando compró la propiedad actual se produjo la mudanza y el cambio de nombre. Toda la vida, infancia y adolescencia participé mucho del negocio, era la que me encargaba de limpiar los vidrios, armarle al vidriera mientras estuve, después me fui y empezaron a llegar las telarañas”, describió.
Madryn crecía
El Bazar El Indio atravesó muchas etapas, Madryn era una ciudad chica que después fue creciendo de manera importante. Allí uno encontraba, como dice la gente de campo, todos los vicios. Cosas para comer, para cazar, para pescar, para el colegio, de costura, de todo y de ser un negocio de ramos generales pasó a achicar esa variedad de productos a medida que Madryn iba creciendo. “Y quedó por tradición el negocio más que nada, a que la gente arraiga sus almas a estos espacios que prevalecen por eso, por ser un lugar tradicional en el pueblo y si no hubiese sido por ese sentimiento humano de la comunidad el negocio se hubiese extinguido hace rato”, remarcó Malvina destacando nuevamente el valor que la comunidad le dio al negocio.
Malvina, como tantos recuerdan algo particular que es un clásico en la ciudad portuaria, “toda la vida escuché “no encuentro tal cosa pero en el Bazar El indio lo deben tener” “date una vuelta por el bazar El indio” y era así, tal cual. Llegabas y encontrabas lo que buscabas”, dijo agregando “me encanta el reconocimiento, porque uno a veces ve que eso se da cuando la persona ya murió, que pasa algo, pero la verdad que estar viviendo esto en vida es especial. Papi no lo puede captar pero como podemos se lo hacemos llegar, a través de la gente que pasa a saludar, es algo maravilloso que estamos viviendo a pesar de la tristeza”, sostuvo.
Doble sensación
Para Don Mimo El Bazar es su vida. “Lamenta mucho no estar, y hasta que se cayó y se lastimó estuvo. Abría una hora, dos horas, lo que podía, y siempre estuvo firme. Y le duele mucho no poder hacerlo, pero ya no tiene fuerzas”, explicó Malvina quien señaló la doble sensación de este momento. “Es lo milagroso, la experiencia que no esperábamos ni sabíamos que existía la verdad, porque siempre un momento tan triste como la despedida de un ser querido es muy rara. Tenemos la suerte de que él no tiene ningún dolor, no sufre, y la respuesta de la gente es increíble, estamos muy felices por este regalo inesperado”, concluyó sosteniendo que el regalo más preciado que su papá está recibiendo son esos saludos, esas historias, esas anécdotas, que tanto ella como toda la familia, le transmiten a Don Mimo en este cierre de una etapa que quedará para siempre en la historia de Puerto Madryn y el corazón de los madrynenses.