La historia del caníbal japonés

En junio de 1981 asesino y devoró a su amiga, una joven estudiante holandesa a la que amaba. El horrible crimen ocurrió en Francia. Por un error de un diagnostico médico pudo regresar a su país y quedar libre. Hoy es un hombre respetado y vive de entrevistas y libros sobre el canibalismo.

27 MAR 2011 - 4:38 | Actualizado

Aun que hoy nos horroricemos con noticias sobre canibalismo, esta macabra condición acompaño a los humanos desde tiempos inmemorables. El hombre primitivo devoraba a sus enemigos creyendo de esa manera poder adquirir así sus cualidades más destacadas. En tiempos de hambruna y guerra, en el este de Europa, los moribundos no llegaban a tener una tumba. Y aún hoy, hay tribus en Polinesia y el Amazonas que practican el canibalismo.

Pero el relato que aquí les traemos trata sobre la historia de un hombre que cruzó esa barrera y cometió el peor de los crímenes: la antropofagia.

Pesadillas caníbales

Issei Sagawa nació un 11 de Junio de 1949 en un Japón desolado y hambriento tras la guerra. Pese a nacer en el seno de una familia de empresarios acaudalados, en los primeros años de su infancia conoció muy de cerca la cultura de la “supervivencia” en su país. Era un niño pequeño y de aspecto débil y enclenque.

Con tan solo cinco años, unas terribles pesadillas atormentaban al pequeño Issei todas las noches. En sus pesadillas se veía a él mismo ser devorado por una persona.

Estas pesadillas infantiles lo traumatizaron profundamente y fueron la mecha de sus posteriores actos caníbales.

Sagawa tenía dos grandes pasiones, el Sushi y las mujeres occidentales. Le volvían locos aquellos cuerpos esculturales que veía de vez en cuando por las calles de Tokio. Altas, rubias, esbeltas, pero lo que más idolatraba era su piel, su piel blanca, suave y tersa. No lo podía resistir y no tardó en trazar un plan para poder estar rodeado de esas mujeres con las que el soñaba.

A finales de los setenta, la empresa familiar del padre de Sagawa ya había recuperado el poderío económico perdido en la guerra e Issei había disfrutado de una juventud bastante cómoda. Era un tipo inteligente y se había licenciado en literatura, aparte de ser todo un experto y amante del arte en casi todas sus variantes.

Su padre se puso más que contento cuando Issei le dijo que quería continuar con sus estudios en la Sorbona, de este modo, a finales de los setenta Issei se matricula en Literatura en la universidad parisina y por fin cumple su sueño de verse rodeado de esas pieles casi etéreas con las que ha soñado durante treinta años. Y como caída del cielo, en 1981 conoce a René Hartevelt, una joven holandesa que cuadra perfectamente con su perfil. Alta, ojos claros, rubia, esbelta y con la piel más blanca y tersa que jamás ha visto.

La bella victima

René es una estudiante abierta y vanguardista, hace poco que ha llegado a París y no conoce a mucha gente. La joven encuentra en Sagawa a un amigo ideal, pues ambos comparten el mismo amor por el arte y la literatura. Durante unos meses, no queda teatro, parque o exposición que ambos no visiten juntos, incluso en alguna ocasión se les ve bailar en algún boliche famoso parisino. Hasta que una noche, Issei decide ir más lejos e invita a René a cenar en su casa.

Sushi, un poco de buen vino, música de fondo. El escenario está preparado para que Issei pueda acariciar por primera vez su piel soñada y, en mitad de la cena, con la excusa de ir a por un poco más de vino va hasta la cocina y retorna con una pistola y, sin pensarlo dos veces, apunta al largo cuello de René y la mata de un certero disparo.

El cuerpo desnudo de la joven holandesa yace en el suelo ante Issei, que lo contempla totalmente extasiado. Pero él no tiene ningún deseo sexual, más bien, su apetencia es gastronómica. Sin prisas, analiza todas las zonas del cuerpo y al final se decide por la nalga derecha, no sabe muy bien por qué, pero le parece la zona más apetecible en ese momento.

Sagawa se lanza enloquecido hacia su segundo plato de la noche asestándole un tremendo bocado en la cadera. Tras el esfuerzo, tan apenas ha dejado unas marcas en la piel de René. Analizando la situación, vuelve a la cocina y busca su mejor cuchillo. Ahora sí, lentamente va cortando pequeños trozos de carne que va comiendo con total placer y deleite.

Relato del horror

Sin prisa, va cortando y comiéndose a su buena amiga hasta que ya no puede más y decide dejar el resto para más tarde. Durante varios días, el caníbal japonés se alimentaría casi exclusivamente del cuerpo de la holandesa hasta que considera que ya ha terminado con todas las zonas comestibles.

Introduce los restos que han quedado en un par de viejas valijas y busca un lugar donde deshacerse de ellas. Por la noche se dirige a un lago existente en los bosques de Bolonia, un lugar verde de paseo para los parisinos, y allí, lanza las dos valijas sin que nadie lo vea. Pero el lago tiene poca profundidad y, a los pocos días, una pareja que pasea por el lugar encuentra los macabros bultos, al ver que de una de ellas sobresalía una mano y un pie, avisan horrorizados a los gendarmes rápidamente.

La policía no tarda mucho en cerrar el círculo de sospechosos del salvaje crimen, y cuando se presentan en casa de Issai, éste lo confiesa absolutamente todo con total frialdad.

A partir de aquí, una cadena de sucesos terminarían favoreciendo a Issai. Primero, tras la supervisión de tres psicólogos, Sagawa es tomado como demente y juzgado como tal, internándolo en la institución Paul Guiraud de París.

El nunca se consideró loco ni se hizo pasar por ello, sus actos siempre fueron voluntarios y en estado de total conciencia y lucidez.

Pasados unos meses, el segundo sin sentido del caso, Issei contrae una enfermedad, que no es más que una inflamación intestinal y que es diagnosticada por los médicos, como una enfermedad terminal. El veredicto del equipo médico le vaticina unas pocas semanas de vida. El padre de Issei, hombre poderoso y con muchas influencias, consigue que el caníbal moribundo sea trasladado a Tokio, allí continuará recluido en una institución psiquiátrica, pero por lo menos, morirá en tierra japonesa. El gobierno francés no se opone al traslado, pues al fin y al cabo, terminará muriendo en días.

De modo que Issei es trasladado al hospital Matsuzawa de Tokio. Y claro, como era de esperar, no muere. Ahora, el caníbal confeso se encuentra en una situación insólita, pues en Japón no tiene ninguna causa pendiente y en Francia se han retirado todas las causas contra él ante su inminente muerte.

Un caníbal en libertad

Cinco años después del horrible crimen, Issei Sagawa está libre de toda culpa y queda en total libertad. El caso de este hombre recorrió todos los rincones de Japón, pues él mismo nunca escatimó en ningún detalle de lo sucedido. Para él, comerse a René fue el sumun del placer que un humano puede conseguir en la vida.

Cuando queda en libertad estalla la locura mediática en el país. El prestigioso dramaturgo Okawa, publicaría “Cartas a Sagawa”, relatando los tétricos hechos y vendería más de 300000 ejemplares un poco tiempo. El propio Sagawa escribiría tiempo después sus propias memorias con todo lujo de detalles tituladas “En la niebla”, donde reservaría más de cuarenta páginas para describir como dio cuenta de la pobre René. El “padrino del canibalismo”, como se le conocería en aquel tiempo, se hace casi millonario explotando su terrible y cruel asesinato en entrevistas exclusivas.

En algunos programas de televisión incluso se le trata como a un héroe, ironizando todos y cada uno de los pasajes de tan brutal asesinato.

Sagawa ha publicado muchos más libros desde entonces, todos ellos relacionados con el canibalismo. Todos ellos se han convertido en auténticos Best Sellers a nivel mundial.

En Japón es tratado como un escritor excepcional y, a treinta años de aquellos sucesos, todavía sigue ganándose la vida gracias a ellos.

Sagawa atribuyó todos sus actos a aquellas pesadillas que le atormentaron de pequeño y que, como él relató, lo llevaron a devorar a René. Pero la verdad del caso es que por un diagnostico erróneo una víctima no recibió justicia y un caníbal hoy anda suelto.#

27 MAR 2011 - 4:38

Aun que hoy nos horroricemos con noticias sobre canibalismo, esta macabra condición acompaño a los humanos desde tiempos inmemorables. El hombre primitivo devoraba a sus enemigos creyendo de esa manera poder adquirir así sus cualidades más destacadas. En tiempos de hambruna y guerra, en el este de Europa, los moribundos no llegaban a tener una tumba. Y aún hoy, hay tribus en Polinesia y el Amazonas que practican el canibalismo.

Pero el relato que aquí les traemos trata sobre la historia de un hombre que cruzó esa barrera y cometió el peor de los crímenes: la antropofagia.

Pesadillas caníbales

Issei Sagawa nació un 11 de Junio de 1949 en un Japón desolado y hambriento tras la guerra. Pese a nacer en el seno de una familia de empresarios acaudalados, en los primeros años de su infancia conoció muy de cerca la cultura de la “supervivencia” en su país. Era un niño pequeño y de aspecto débil y enclenque.

Con tan solo cinco años, unas terribles pesadillas atormentaban al pequeño Issei todas las noches. En sus pesadillas se veía a él mismo ser devorado por una persona.

Estas pesadillas infantiles lo traumatizaron profundamente y fueron la mecha de sus posteriores actos caníbales.

Sagawa tenía dos grandes pasiones, el Sushi y las mujeres occidentales. Le volvían locos aquellos cuerpos esculturales que veía de vez en cuando por las calles de Tokio. Altas, rubias, esbeltas, pero lo que más idolatraba era su piel, su piel blanca, suave y tersa. No lo podía resistir y no tardó en trazar un plan para poder estar rodeado de esas mujeres con las que el soñaba.

A finales de los setenta, la empresa familiar del padre de Sagawa ya había recuperado el poderío económico perdido en la guerra e Issei había disfrutado de una juventud bastante cómoda. Era un tipo inteligente y se había licenciado en literatura, aparte de ser todo un experto y amante del arte en casi todas sus variantes.

Su padre se puso más que contento cuando Issei le dijo que quería continuar con sus estudios en la Sorbona, de este modo, a finales de los setenta Issei se matricula en Literatura en la universidad parisina y por fin cumple su sueño de verse rodeado de esas pieles casi etéreas con las que ha soñado durante treinta años. Y como caída del cielo, en 1981 conoce a René Hartevelt, una joven holandesa que cuadra perfectamente con su perfil. Alta, ojos claros, rubia, esbelta y con la piel más blanca y tersa que jamás ha visto.

La bella victima

René es una estudiante abierta y vanguardista, hace poco que ha llegado a París y no conoce a mucha gente. La joven encuentra en Sagawa a un amigo ideal, pues ambos comparten el mismo amor por el arte y la literatura. Durante unos meses, no queda teatro, parque o exposición que ambos no visiten juntos, incluso en alguna ocasión se les ve bailar en algún boliche famoso parisino. Hasta que una noche, Issei decide ir más lejos e invita a René a cenar en su casa.

Sushi, un poco de buen vino, música de fondo. El escenario está preparado para que Issei pueda acariciar por primera vez su piel soñada y, en mitad de la cena, con la excusa de ir a por un poco más de vino va hasta la cocina y retorna con una pistola y, sin pensarlo dos veces, apunta al largo cuello de René y la mata de un certero disparo.

El cuerpo desnudo de la joven holandesa yace en el suelo ante Issei, que lo contempla totalmente extasiado. Pero él no tiene ningún deseo sexual, más bien, su apetencia es gastronómica. Sin prisas, analiza todas las zonas del cuerpo y al final se decide por la nalga derecha, no sabe muy bien por qué, pero le parece la zona más apetecible en ese momento.

Sagawa se lanza enloquecido hacia su segundo plato de la noche asestándole un tremendo bocado en la cadera. Tras el esfuerzo, tan apenas ha dejado unas marcas en la piel de René. Analizando la situación, vuelve a la cocina y busca su mejor cuchillo. Ahora sí, lentamente va cortando pequeños trozos de carne que va comiendo con total placer y deleite.

Relato del horror

Sin prisa, va cortando y comiéndose a su buena amiga hasta que ya no puede más y decide dejar el resto para más tarde. Durante varios días, el caníbal japonés se alimentaría casi exclusivamente del cuerpo de la holandesa hasta que considera que ya ha terminado con todas las zonas comestibles.

Introduce los restos que han quedado en un par de viejas valijas y busca un lugar donde deshacerse de ellas. Por la noche se dirige a un lago existente en los bosques de Bolonia, un lugar verde de paseo para los parisinos, y allí, lanza las dos valijas sin que nadie lo vea. Pero el lago tiene poca profundidad y, a los pocos días, una pareja que pasea por el lugar encuentra los macabros bultos, al ver que de una de ellas sobresalía una mano y un pie, avisan horrorizados a los gendarmes rápidamente.

La policía no tarda mucho en cerrar el círculo de sospechosos del salvaje crimen, y cuando se presentan en casa de Issai, éste lo confiesa absolutamente todo con total frialdad.

A partir de aquí, una cadena de sucesos terminarían favoreciendo a Issai. Primero, tras la supervisión de tres psicólogos, Sagawa es tomado como demente y juzgado como tal, internándolo en la institución Paul Guiraud de París.

El nunca se consideró loco ni se hizo pasar por ello, sus actos siempre fueron voluntarios y en estado de total conciencia y lucidez.

Pasados unos meses, el segundo sin sentido del caso, Issei contrae una enfermedad, que no es más que una inflamación intestinal y que es diagnosticada por los médicos, como una enfermedad terminal. El veredicto del equipo médico le vaticina unas pocas semanas de vida. El padre de Issei, hombre poderoso y con muchas influencias, consigue que el caníbal moribundo sea trasladado a Tokio, allí continuará recluido en una institución psiquiátrica, pero por lo menos, morirá en tierra japonesa. El gobierno francés no se opone al traslado, pues al fin y al cabo, terminará muriendo en días.

De modo que Issei es trasladado al hospital Matsuzawa de Tokio. Y claro, como era de esperar, no muere. Ahora, el caníbal confeso se encuentra en una situación insólita, pues en Japón no tiene ninguna causa pendiente y en Francia se han retirado todas las causas contra él ante su inminente muerte.

Un caníbal en libertad

Cinco años después del horrible crimen, Issei Sagawa está libre de toda culpa y queda en total libertad. El caso de este hombre recorrió todos los rincones de Japón, pues él mismo nunca escatimó en ningún detalle de lo sucedido. Para él, comerse a René fue el sumun del placer que un humano puede conseguir en la vida.

Cuando queda en libertad estalla la locura mediática en el país. El prestigioso dramaturgo Okawa, publicaría “Cartas a Sagawa”, relatando los tétricos hechos y vendería más de 300000 ejemplares un poco tiempo. El propio Sagawa escribiría tiempo después sus propias memorias con todo lujo de detalles tituladas “En la niebla”, donde reservaría más de cuarenta páginas para describir como dio cuenta de la pobre René. El “padrino del canibalismo”, como se le conocería en aquel tiempo, se hace casi millonario explotando su terrible y cruel asesinato en entrevistas exclusivas.

En algunos programas de televisión incluso se le trata como a un héroe, ironizando todos y cada uno de los pasajes de tan brutal asesinato.

Sagawa ha publicado muchos más libros desde entonces, todos ellos relacionados con el canibalismo. Todos ellos se han convertido en auténticos Best Sellers a nivel mundial.

En Japón es tratado como un escritor excepcional y, a treinta años de aquellos sucesos, todavía sigue ganándose la vida gracias a ellos.

Sagawa atribuyó todos sus actos a aquellas pesadillas que le atormentaron de pequeño y que, como él relató, lo llevaron a devorar a René. Pero la verdad del caso es que por un diagnostico erróneo una víctima no recibió justicia y un caníbal hoy anda suelto.#