Fue secuestrado y asesinado por un pedófilo que 27 años después confesó el crimen

El 22 de octubre de 1989 Jacob Wetterling, de 11 años, esperaba pasar una noche divertida junto a su hermano menor, Trevor (10), y su mejor amigo, Aaron (11), en su casa. Sus padres se habían ido a cenar con unos vecinos y ellos salieron a alquilar una película al centro del pueblo en donde vivía.

05 AGO 2024 - 18:24 | Actualizado 05 AGO 2024 - 18:32

Sin embargo,nunca volvió y todo lo que se supo de él fue el relato de los dos chicos que vivieron para contarlo: a Jacob se lo había llevado un hombre enmascarado que los interceptó en su camino y que los amenazó con un arma.

La Policía de Minnesota (Estados Unidos) desplegó uno de los mayores operativos de búsqueda en el país y el caso se convirtió en el más mediático de la época. La foto de Jacob recorrió cada uno de los canales de televisión, pero aún así no encontraron rastros de él.

Recién 27 años después, luego de la macabra confesión de un pedófilo que cayó detenido por posesión de material de explotación sexual infantil, se supo la verdad.

El enmascarado



Jacob Erwin Wetterling nació el 17 de febrero de 1978 en la localidad de San José, en Minnesota. Tuvo cuatro hermanos y se crio en un pueblo con una población de no más de 2500 personas.

Él y su familia vivían en las afueras, en una zona rural con pocos vecinos y a unos cuantos kilómetros del centro. Según contaron los allegados al chico, Jacob era como cualquier niño de su edad: era agradable, le gustaba pasar tiempo con sus amigos y disfrutaba practicar muchos deportes, como fútbol y básquet.

En la mañana del 22 de octubre de 1989, el nene de 11 años y su papá, Jerry, pasaron prácticamente todo el día juntos. Fueron a pescar, vieron un partido de fútbol y luego hicieron skateboarding, todo esto porque eran muy unidos.

Sin embargo, por la noche, sus padres se fueron a la casa de unos vecinos a cenar. Por eso, Jacob invitó a su mejor amigo, Aaron, y junto a su hermano menor, Trevor, decidieron hacer una noche de pizzas y películas.

En un momento, Jacob llamó a su mamá, Patty, para pedirle permiso para ir a alquilar una película al centro del pueblo. Ella le dijo que no le parecía una buena idea porque ya era tarde, aunque luego cedió ante la aceptación de Jerry. Su papá le dijo que podían ir, pero con la condición de que llevaran linternas y que se cuidaran.

En ese instante, Jacob, Trevor y Aaron se subieron a sus bicicletas y se dirigieron a destino.

Al volver y encontrarse a una corta distancia de la casa, los chicos fueron interceptados por un hombre vestido de negro y enmascarado que se encontraba en medio de la calle. Rápidamente, los amenazó con un arma y les ordenó que se bajaran de sus bicicletas y se tiraran al piso.

Una vez que los tres obedecieron, el misterioso hombre les preguntó la edad a Trevor y a Aaron. Luego de responderle, les dijo que corrieran al bosque sin mirar atrás y les advirtió que si giraban la cabeza los mataría de un disparo.

Ambos jóvenes hicieron lo que el agresor les pidió y, en cuanto estuvieron a una distancia segura, observaron cómo el hombre enmascarado tomó a Jacob del codo, lo metió a un auto y abandonó el lugar a toda velocidad.

En medio del shock y la desesperación, los dos chicos sobrevivientes corrieron a la casa de un vecino, a quien le contaron lo sucedido y llamaron a la Policía.

70 mil pistas y ningún rastro

Tras la denuncia, los investigadores acudieron al lugar de los hechos y lograron constatar que la bicicleta de los tres chicos se encontraban ahí. Además, detectaron las huellas de unos zapatos y las marcas de unos neumáticos.

Con el correr de los días, no hubo más indicios que orientaran la búsqueda del paradero de Jacob y los policías comenzaron a creer en la hipótesis de que los jóvenes habían estado jugando con armas y que habían asesinado al niño de 11 años por accidente. Sin embargo, tal teoría perdió fuerza al no encontrar pruebas que la sostuvieran.

La investigación se extendió durante años y el caso se convirtió en el más mediático de Estados Unidos, ya que el hecho de que un nene que iba en bicicleta haya sido secuestrado conmocionó a la comunidad como nunca antes.



Asimismo, la familia llegó a ofrecer 100.000 dólares por información que aportara a la causa, lo cual llevó a que se otorgaran más de 70 mil pistas diferentes. Ninguna tuvo éxito.

Años después, en 2004, se difundió la noticia de un secuestro similar que ocurrió nueve meses antes de la desaparición de Jacob en una zona cercana. Se trataba de Jared Scheierl, un chico de 12 años que fue raptado cuando caminaba a su casa luego de volver de una cafetería.

En este caso, un hombre lo llevó a una zona remota, lo agredió sexualmente y luego lo liberó en una ciudad que Jared no conocía.

En ese momento, los investigadores pusieron la lupa sobre Danny Heinrich, un hombre que vivía a casi 50 kilómetros de Jacob. El motivo por el cual comenzó a ser indagado fue por su parecido físico con el que los testigos (Jared, Trevor y Aaron) lo describían.

Sin embargo, a pesar de que analizaron las huellas de sus zapatos y las marcas de sus neumáticos con las que encontraron en el lugar en donde secuestraron a Jacob, la Policía no logró encontrar similitudes.

A su vez, la historia de Jared Scheierl se dio a conocer gracias a la investigación de una periodista llamada Joy Baker, quien había seguido de cerca el caso de Wetterling y había hecho sus propias averiguaciones.

Además de exponer el caso de Scheierl, la mujer también señaló una serie de secuestros de niños que habían ocurrido en el mismo pueblo donde vivía Heinrich y que los investigadores decidieron ignorar.

En 2014, los investigadores se esforzaron en volver a poner la atención sobre Heinrich como principal sospechoso. De esta manera, realizaron una prueba de ADN con los restos de material genético hallados en la campera que usó Jared en la noche que fue abusado. Los resultados dieron positivo y la Policía solicitó una orden de allanamiento para inspeccionar su domicilio.

En octubre de 2015, los peritos encontraron una cantidad innumerable de material de explotación sexual infantil en la casa del hombre. Inmediatamente, fue detenido y acusado por el delito de posesión de pornografía infantil. Además, las autoridades anunciaron que Heinrich era una persona de interés en el caso de Jacob Wetterling.
27 años después



Casi un año después, Danny Heinrich aceptó un acuerdo de culpabilidad con la condición de que si él confesaba todos sus delitos, sólo podía ser juzgado por el cargo de posesión de material de explotación sexual infantil.

De esta manera, el hombre confesó que era el autor del asesinato de Jacob Wetterling y señaló el lugar en donde había escondido su cuerpo.

Según su relato, el 22 de octubre de 1989 él salió de su casa a buscar víctimas. En ese recorrido, vio cómo Jacob, Trevor y Aaron se dirigían al centro del pueblo, y se estacionó en un lugar alejado a esperar que volvieran. En cuanto lo hicieron, los enfrentó y se llevó a Jacob.

“¿Qué hice mal?”

Luego de meter al chico de 11 años en el auto, lo esposó y se dirigió a un descampado. En el camino, el hombre aseguró que Wetterling no paraba de llorar y repetir la frase: “¿Qué hice mal?”



Una vez que llegaron a destino, Heinrich obligó al niño a desnudarse, le sacó las esposas y abusó sexualmente de él. Su modus operandi era liberar a su víctima en un lugar que desconociera. Pero cuando estaban a punto de irse, se escucharon las sirenas de la Policía y los planes cambiaron.

El agresor, al pensar que lo estaban buscando, le pidió a Jacob que le diera la espalda y lo mató de un disparo.

Horas más tarde, después de ir a su casa a buscar herramientas, volvió a la escena del crimen para ocultar el cuerpo del nene. De acuerdo a lo que declaró ante la Justicia, Heinrich regresó a ese mismo lugar un año más tarde para enterrar el cadáver en un pozo más profundo.

Así fue cómo, 27 años después, la familia de Jacob supo la verdad y recuperó sus restos.

Por su parte, la Justicia tomó la confesión del acusado como un motivo para rebajarle la pena, la cual terminó siendo de 20 años, lo máximo que le podían dar por el delito de posesión de pornografía infantil. Heinrich nunca reconoció ser el autor de los otros crímenes que la periodista Joy Baker había mencionado.

Con respecto a los padres del nene asesinado, Jerry y Patty Wetterling, fundaron una ONG para defender la seguridad de los menores. A su vez, en 1994, lograron impulsar la “Ley Jacob Wetterling”, la cual permite llevar un registro de los delincuentes que cometen crímenes de violencia sexual contra los chicos./TN

05 AGO 2024 - 18:24

Sin embargo,nunca volvió y todo lo que se supo de él fue el relato de los dos chicos que vivieron para contarlo: a Jacob se lo había llevado un hombre enmascarado que los interceptó en su camino y que los amenazó con un arma.

La Policía de Minnesota (Estados Unidos) desplegó uno de los mayores operativos de búsqueda en el país y el caso se convirtió en el más mediático de la época. La foto de Jacob recorrió cada uno de los canales de televisión, pero aún así no encontraron rastros de él.

Recién 27 años después, luego de la macabra confesión de un pedófilo que cayó detenido por posesión de material de explotación sexual infantil, se supo la verdad.

El enmascarado



Jacob Erwin Wetterling nació el 17 de febrero de 1978 en la localidad de San José, en Minnesota. Tuvo cuatro hermanos y se crio en un pueblo con una población de no más de 2500 personas.

Él y su familia vivían en las afueras, en una zona rural con pocos vecinos y a unos cuantos kilómetros del centro. Según contaron los allegados al chico, Jacob era como cualquier niño de su edad: era agradable, le gustaba pasar tiempo con sus amigos y disfrutaba practicar muchos deportes, como fútbol y básquet.

En la mañana del 22 de octubre de 1989, el nene de 11 años y su papá, Jerry, pasaron prácticamente todo el día juntos. Fueron a pescar, vieron un partido de fútbol y luego hicieron skateboarding, todo esto porque eran muy unidos.

Sin embargo, por la noche, sus padres se fueron a la casa de unos vecinos a cenar. Por eso, Jacob invitó a su mejor amigo, Aaron, y junto a su hermano menor, Trevor, decidieron hacer una noche de pizzas y películas.

En un momento, Jacob llamó a su mamá, Patty, para pedirle permiso para ir a alquilar una película al centro del pueblo. Ella le dijo que no le parecía una buena idea porque ya era tarde, aunque luego cedió ante la aceptación de Jerry. Su papá le dijo que podían ir, pero con la condición de que llevaran linternas y que se cuidaran.

En ese instante, Jacob, Trevor y Aaron se subieron a sus bicicletas y se dirigieron a destino.

Al volver y encontrarse a una corta distancia de la casa, los chicos fueron interceptados por un hombre vestido de negro y enmascarado que se encontraba en medio de la calle. Rápidamente, los amenazó con un arma y les ordenó que se bajaran de sus bicicletas y se tiraran al piso.

Una vez que los tres obedecieron, el misterioso hombre les preguntó la edad a Trevor y a Aaron. Luego de responderle, les dijo que corrieran al bosque sin mirar atrás y les advirtió que si giraban la cabeza los mataría de un disparo.

Ambos jóvenes hicieron lo que el agresor les pidió y, en cuanto estuvieron a una distancia segura, observaron cómo el hombre enmascarado tomó a Jacob del codo, lo metió a un auto y abandonó el lugar a toda velocidad.

En medio del shock y la desesperación, los dos chicos sobrevivientes corrieron a la casa de un vecino, a quien le contaron lo sucedido y llamaron a la Policía.

70 mil pistas y ningún rastro

Tras la denuncia, los investigadores acudieron al lugar de los hechos y lograron constatar que la bicicleta de los tres chicos se encontraban ahí. Además, detectaron las huellas de unos zapatos y las marcas de unos neumáticos.

Con el correr de los días, no hubo más indicios que orientaran la búsqueda del paradero de Jacob y los policías comenzaron a creer en la hipótesis de que los jóvenes habían estado jugando con armas y que habían asesinado al niño de 11 años por accidente. Sin embargo, tal teoría perdió fuerza al no encontrar pruebas que la sostuvieran.

La investigación se extendió durante años y el caso se convirtió en el más mediático de Estados Unidos, ya que el hecho de que un nene que iba en bicicleta haya sido secuestrado conmocionó a la comunidad como nunca antes.



Asimismo, la familia llegó a ofrecer 100.000 dólares por información que aportara a la causa, lo cual llevó a que se otorgaran más de 70 mil pistas diferentes. Ninguna tuvo éxito.

Años después, en 2004, se difundió la noticia de un secuestro similar que ocurrió nueve meses antes de la desaparición de Jacob en una zona cercana. Se trataba de Jared Scheierl, un chico de 12 años que fue raptado cuando caminaba a su casa luego de volver de una cafetería.

En este caso, un hombre lo llevó a una zona remota, lo agredió sexualmente y luego lo liberó en una ciudad que Jared no conocía.

En ese momento, los investigadores pusieron la lupa sobre Danny Heinrich, un hombre que vivía a casi 50 kilómetros de Jacob. El motivo por el cual comenzó a ser indagado fue por su parecido físico con el que los testigos (Jared, Trevor y Aaron) lo describían.

Sin embargo, a pesar de que analizaron las huellas de sus zapatos y las marcas de sus neumáticos con las que encontraron en el lugar en donde secuestraron a Jacob, la Policía no logró encontrar similitudes.

A su vez, la historia de Jared Scheierl se dio a conocer gracias a la investigación de una periodista llamada Joy Baker, quien había seguido de cerca el caso de Wetterling y había hecho sus propias averiguaciones.

Además de exponer el caso de Scheierl, la mujer también señaló una serie de secuestros de niños que habían ocurrido en el mismo pueblo donde vivía Heinrich y que los investigadores decidieron ignorar.

En 2014, los investigadores se esforzaron en volver a poner la atención sobre Heinrich como principal sospechoso. De esta manera, realizaron una prueba de ADN con los restos de material genético hallados en la campera que usó Jared en la noche que fue abusado. Los resultados dieron positivo y la Policía solicitó una orden de allanamiento para inspeccionar su domicilio.

En octubre de 2015, los peritos encontraron una cantidad innumerable de material de explotación sexual infantil en la casa del hombre. Inmediatamente, fue detenido y acusado por el delito de posesión de pornografía infantil. Además, las autoridades anunciaron que Heinrich era una persona de interés en el caso de Jacob Wetterling.
27 años después



Casi un año después, Danny Heinrich aceptó un acuerdo de culpabilidad con la condición de que si él confesaba todos sus delitos, sólo podía ser juzgado por el cargo de posesión de material de explotación sexual infantil.

De esta manera, el hombre confesó que era el autor del asesinato de Jacob Wetterling y señaló el lugar en donde había escondido su cuerpo.

Según su relato, el 22 de octubre de 1989 él salió de su casa a buscar víctimas. En ese recorrido, vio cómo Jacob, Trevor y Aaron se dirigían al centro del pueblo, y se estacionó en un lugar alejado a esperar que volvieran. En cuanto lo hicieron, los enfrentó y se llevó a Jacob.

“¿Qué hice mal?”

Luego de meter al chico de 11 años en el auto, lo esposó y se dirigió a un descampado. En el camino, el hombre aseguró que Wetterling no paraba de llorar y repetir la frase: “¿Qué hice mal?”



Una vez que llegaron a destino, Heinrich obligó al niño a desnudarse, le sacó las esposas y abusó sexualmente de él. Su modus operandi era liberar a su víctima en un lugar que desconociera. Pero cuando estaban a punto de irse, se escucharon las sirenas de la Policía y los planes cambiaron.

El agresor, al pensar que lo estaban buscando, le pidió a Jacob que le diera la espalda y lo mató de un disparo.

Horas más tarde, después de ir a su casa a buscar herramientas, volvió a la escena del crimen para ocultar el cuerpo del nene. De acuerdo a lo que declaró ante la Justicia, Heinrich regresó a ese mismo lugar un año más tarde para enterrar el cadáver en un pozo más profundo.

Así fue cómo, 27 años después, la familia de Jacob supo la verdad y recuperó sus restos.

Por su parte, la Justicia tomó la confesión del acusado como un motivo para rebajarle la pena, la cual terminó siendo de 20 años, lo máximo que le podían dar por el delito de posesión de pornografía infantil. Heinrich nunca reconoció ser el autor de los otros crímenes que la periodista Joy Baker había mencionado.

Con respecto a los padres del nene asesinado, Jerry y Patty Wetterling, fundaron una ONG para defender la seguridad de los menores. A su vez, en 1994, lograron impulsar la “Ley Jacob Wetterling”, la cual permite llevar un registro de los delincuentes que cometen crímenes de violencia sexual contra los chicos./TN


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