Pacto de Mayo: billetera mata rebeldía

10 JUL 2024 - 10:37 | Actualizado 10 JUL 2024 - 12:59

- Por Esteban Gallo

En los primeros minutos del martes 9 de julio el presidente Javier Milei encabezó la firma del Pacto de Mayo, que contó con el acompañamiento de 18 gobernadores, entre ellos, el chubutense Nacho Torres.

También firmaron los mandatarios de Catamarca, Chaco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, y Tucumán.

A pesar de la grandilocuencia con la que fue presentada, la jugada del presidente no supera un solo filtro de seriedad. Tan mal parido está el pacto de Milei, que lo llamaron Pacto de Mayo, pero lo firmaron en julio. Bizarro por donde se lo mire.

El pacto fue presentado como un gran acuerdo nacional pero el relato no tiene nada que ver con la realidad. Se trata de un documento de 10 puntos, pergeñados por el Jefe de Estado, que se cocinaron sin discusión, sin debate, e ignorando las verdaderas necesidades de las provincias.

Para entender el carácter del capricho presidencial, debemos remitirnos a aquellas frases con las que Milei les marcó la cancha a los gobernadores díscolos, que en un principio, intentaron pararse de manos.

Dijo primero:
-“Los voy a fundir a todos”.

Y agregó más tarde:
-“Quienes se creen que son? Los voy a mear a todos”.

Como a la mayoría de los gobernadores no les gustó la idea de terminar mojados por la orina del presidente, firmaron el pacto. Utilizando otra metáfora menos desagradable, podríamos decir que “billetera mata rebeldía”.

En el último tiempo el gobierno hizo el traspaso de obras públicas a los Estados provinciales y les prometió a los gobernadores que Nación cubrirá el 70 por ciento del financiamiento. Eso justificaría el sapo que los gobernadores se tuvieron que comer.

La prueba está en el contenido del documento que no es otra cosa que un decálogo ultraderechista y un compendio de las ideas liberales que el presidente levanta como sus principales banderas. Como si los argentinos comiéramos vidrio y no supiéramos lo que el neoliberalismo le provocó al país en la infausta década del 90.

No creo que ningún funcionario presente en el acto, ni siquiera el genuflexo gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, esté de acuerdo con que un pacto, que pretende ser el punto de partida de la refundación del país, comience hablando de la inviolabilidad de la propiedad privada.

Justo en un país que está privado de todo. Privado del acceso a la educación, a la vivienda, a la salud, a una jubilación digna, y desde que asumió Milei, como nunca antes, privado de trabajar, que es lo primero que debe asegurársele a una persona para que no pierda la dignidad y la esperanza.

Pero a Milei, y pareciera que también a los gobernadores que firmaron el pacto de mayo, lo que más les preocupa es que nadie les toque el culo a los dueños de la propiedad privada de la Argentina, que son los sectores más acomodados del país.

Para que no queden dudas de cuáles son sus prioridades, los puntos 2 y 3 refieren a la estabilidad fiscal y el gasto público, que es la excusa perfecta que ha encontrado el presidente para dejar en la calle a miles de compatriotas, del sector público y del sector privado, que también está siendo devastado por las medidas que aplica el gobierno nacional.

Más adelante, Milei aboga por una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar. El problema es que la realidad lo desmiente. Milei aborrece la educación pública, por eso la desatendió desde el primer día, no pagando el Fondo de Incentivo Docente, el Fondo de Garantía Salarial, el de Infraestructura, y desfinanciando a las universidades. Lo mismo hace con las pequeñas y medianas empresas a las que parece contemplar cuando habla de reforma tributaria, pero en realidad, las ignora olímpicamente mientras establece ventajas impositivas inauditas para las empresas extranjeras que van a hacerse “una panzada” con nuestros recursos.

Hablando de este tema, nadie debería ignorar lo que expresa el punto 7 del Pacto de Mayo, sumado a las declaraciones efectuadas por el presidente.

“Vamos a necesitar de la voluntad de las provincias para explotar los recursos naturales que Dios nos ha dado” dijo el mandatario y luego escupió una frase lapidaria: “los políticos han escuchado más la demanda de minorías ruidosas y organizaciones ambientalistas financiadas por millonarios extranjeros que la necesidad de prosperar que tienen los argentinos”.

Una verdadera afrenta para los miles de ciudadanos de Chubut que se manifestaron en contra de los megaproyectos mineros que anduvieron dando vueltas por acá. Y me pregunto qué rol cumplirá la Provincia cuando estos temas vuelvan a ponerse en la mesa de los chubutenses.

Otro interrogante que surge de la firma del pacto de mayo, está relacionado al vínculo de los gobernadores patagónicos después de la disparidad de las decisiones adoptadas. Torres de Chubut , Figueroa de Neuquén y Wereltineck de Rio Negro, asistieron y firmaron el pacto. Melella de Tierra del Fuego, Ziliotto de la Pampa, y Vidal de Santa Cruz, le dieron la espalda al presidente.

¿De qué manera estos posicionamientos incidirán en la relación entre los gobernadores del Sur y cómo afectará de acá en adelante los intereses y las luchas que como región debemos dar los patagónicos?

Tal vez Milei tenga razón y debamos preocuparnos menos, total, las fuerzas que vienen del cielo tienen la última palabra.

El libertario habló también de nuevo orden, abismo, sagradas escrituras, redención y la mirada del eterno.

Dos reflexiones sobre este tema.

En primer lugar, Milei debería saber que la Biblia también dice que no hay que usar el nombre de Dios en vano.

Y en segundo término: el presidente debería bajar de la estratósfera y ponerse a laburar de verdad.

Este país no saldrá a flote con mesianismos berretas. La Argentina necesita un presidente serio que gobierne de cara al pueblo y con los pies sobre la tierra.

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10 JUL 2024 - 10:37

- Por Esteban Gallo

En los primeros minutos del martes 9 de julio el presidente Javier Milei encabezó la firma del Pacto de Mayo, que contó con el acompañamiento de 18 gobernadores, entre ellos, el chubutense Nacho Torres.

También firmaron los mandatarios de Catamarca, Chaco, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, Mendoza, Misiones, Neuquén, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero, y Tucumán.

A pesar de la grandilocuencia con la que fue presentada, la jugada del presidente no supera un solo filtro de seriedad. Tan mal parido está el pacto de Milei, que lo llamaron Pacto de Mayo, pero lo firmaron en julio. Bizarro por donde se lo mire.

El pacto fue presentado como un gran acuerdo nacional pero el relato no tiene nada que ver con la realidad. Se trata de un documento de 10 puntos, pergeñados por el Jefe de Estado, que se cocinaron sin discusión, sin debate, e ignorando las verdaderas necesidades de las provincias.

Para entender el carácter del capricho presidencial, debemos remitirnos a aquellas frases con las que Milei les marcó la cancha a los gobernadores díscolos, que en un principio, intentaron pararse de manos.

Dijo primero:
-“Los voy a fundir a todos”.

Y agregó más tarde:
-“Quienes se creen que son? Los voy a mear a todos”.

Como a la mayoría de los gobernadores no les gustó la idea de terminar mojados por la orina del presidente, firmaron el pacto. Utilizando otra metáfora menos desagradable, podríamos decir que “billetera mata rebeldía”.

En el último tiempo el gobierno hizo el traspaso de obras públicas a los Estados provinciales y les prometió a los gobernadores que Nación cubrirá el 70 por ciento del financiamiento. Eso justificaría el sapo que los gobernadores se tuvieron que comer.

La prueba está en el contenido del documento que no es otra cosa que un decálogo ultraderechista y un compendio de las ideas liberales que el presidente levanta como sus principales banderas. Como si los argentinos comiéramos vidrio y no supiéramos lo que el neoliberalismo le provocó al país en la infausta década del 90.

No creo que ningún funcionario presente en el acto, ni siquiera el genuflexo gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, esté de acuerdo con que un pacto, que pretende ser el punto de partida de la refundación del país, comience hablando de la inviolabilidad de la propiedad privada.

Justo en un país que está privado de todo. Privado del acceso a la educación, a la vivienda, a la salud, a una jubilación digna, y desde que asumió Milei, como nunca antes, privado de trabajar, que es lo primero que debe asegurársele a una persona para que no pierda la dignidad y la esperanza.

Pero a Milei, y pareciera que también a los gobernadores que firmaron el pacto de mayo, lo que más les preocupa es que nadie les toque el culo a los dueños de la propiedad privada de la Argentina, que son los sectores más acomodados del país.

Para que no queden dudas de cuáles son sus prioridades, los puntos 2 y 3 refieren a la estabilidad fiscal y el gasto público, que es la excusa perfecta que ha encontrado el presidente para dejar en la calle a miles de compatriotas, del sector público y del sector privado, que también está siendo devastado por las medidas que aplica el gobierno nacional.

Más adelante, Milei aboga por una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar. El problema es que la realidad lo desmiente. Milei aborrece la educación pública, por eso la desatendió desde el primer día, no pagando el Fondo de Incentivo Docente, el Fondo de Garantía Salarial, el de Infraestructura, y desfinanciando a las universidades. Lo mismo hace con las pequeñas y medianas empresas a las que parece contemplar cuando habla de reforma tributaria, pero en realidad, las ignora olímpicamente mientras establece ventajas impositivas inauditas para las empresas extranjeras que van a hacerse “una panzada” con nuestros recursos.

Hablando de este tema, nadie debería ignorar lo que expresa el punto 7 del Pacto de Mayo, sumado a las declaraciones efectuadas por el presidente.

“Vamos a necesitar de la voluntad de las provincias para explotar los recursos naturales que Dios nos ha dado” dijo el mandatario y luego escupió una frase lapidaria: “los políticos han escuchado más la demanda de minorías ruidosas y organizaciones ambientalistas financiadas por millonarios extranjeros que la necesidad de prosperar que tienen los argentinos”.

Una verdadera afrenta para los miles de ciudadanos de Chubut que se manifestaron en contra de los megaproyectos mineros que anduvieron dando vueltas por acá. Y me pregunto qué rol cumplirá la Provincia cuando estos temas vuelvan a ponerse en la mesa de los chubutenses.

Otro interrogante que surge de la firma del pacto de mayo, está relacionado al vínculo de los gobernadores patagónicos después de la disparidad de las decisiones adoptadas. Torres de Chubut , Figueroa de Neuquén y Wereltineck de Rio Negro, asistieron y firmaron el pacto. Melella de Tierra del Fuego, Ziliotto de la Pampa, y Vidal de Santa Cruz, le dieron la espalda al presidente.

¿De qué manera estos posicionamientos incidirán en la relación entre los gobernadores del Sur y cómo afectará de acá en adelante los intereses y las luchas que como región debemos dar los patagónicos?

Tal vez Milei tenga razón y debamos preocuparnos menos, total, las fuerzas que vienen del cielo tienen la última palabra.

El libertario habló también de nuevo orden, abismo, sagradas escrituras, redención y la mirada del eterno.

Dos reflexiones sobre este tema.

En primer lugar, Milei debería saber que la Biblia también dice que no hay que usar el nombre de Dios en vano.

Y en segundo término: el presidente debería bajar de la estratósfera y ponerse a laburar de verdad.

Este país no saldrá a flote con mesianismos berretas. La Argentina necesita un presidente serio que gobierne de cara al pueblo y con los pies sobre la tierra.


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