Venden choripanes en la Laguna y perdieron todo en un incendio

Subsisten con las ventas del Food Truck de la Laguna Chiquichano, perdieron todos sus bienes y necesitan ayuda urgente. La historia de un hombre sus hijos que no cobran planes y viven de las ventas del día

06 JUL 2024 - 17:02 | Actualizado 06 JUL 2024 - 17:43

Pedro Ángel Enríquez es uno de los 18 puesteros que tienen sus carros en La Laguna Chiquichano, y agradece que tanto él como sus hijos, Ángel y Camila, pueden vivir de su trabajo sin pedirle nada a nadie.

Elviernes al mediodía, cuando regresó al barrio Menfa, se encontró con la desgracia de que la casa donde viven sus hijos con sus respectivas familias, fue arrasada por el fuego.

En ese momento, Ángel y Camila habían ido a llevar a sus hijos a la escuela. Cuando regresaron la casa estaba en ruinas.

No les quedó nada: perdieron colchones, frazadas, heladera, horno, ropa, comida y todo lo que se pueda imaginar que hay en una casa.

La casa queda en la calle O´ Higgins 272, entre Pascual Daleoso y Viedma. El hombre vive en una piecita atrás, que no fue alcanzada por las llamas, y ahora todos vive allí.

Los damnificados, que tienen el carrito “Delicias Familiares”, iniciaron una campaña junto con sus amigos y compañeros para tratar de salir adelante entre todos.

“Hace unas horas perdimos todo en nuestra casa por un incendio nos quedamos sin nada pedimos a quien pueda ayudar en lo que pueda”, posteó Enríquez elviernes en sus redes y dejó los teléfonos: 2804855210/2804708689.


En diálogo con Jornada, Enríquez cuenta que no perciben planes, y viven honradamente de las ventas de choripanes, hamburguesas, milanesas y papas fritas que hacen a diario.

En estos tiempos en que los días se acortan y las necesidades se sienten, Pedro llega a sacar limpios unos 5000 pesos por día, que le alcanzan para vivir al día.

“Podemos laburar en esto, todos los días no ganamos el pan honradamente, no tenemos planes. La venta viene floja, pero se come, que es lo importante”, cuenta.
En el verano, cuando los días se alargan, en especial a partir de diciembre, las ganancias se triplican.

Pedro y su familia palpan la realidad de Trelew a diario. Los carros son el único lugar que tiene la gente humilde para salir a comer. Saben que para ellos es imposible ir y sentarse en un restaurante.

“Un papá, una mamá con dos chicos gastan 2000 pesos. Hoy van con los hijos se comen un panchito, un chori una milanesa o un cono de papas”.

Las porciones son XL para que la comida rinda más: con una milanesa por 2.500 peso, comen tres personas; un pancho con papas fritas sale 1100 pesos.

“Un chori entero para cuatro personas sale 4000 pesos con todos los chiches: la salsa mayonesa, mostaza y papas fritas. Si yo lo pongo más caro no vamos a vender nada. Prefiero unos pesos menos pero sabes que vendés”, dice.

El hombre no escatima en darle a la gente que va a pedirle un choripán porque quizá es la única comida que van a comer en el día.

“En la Laguna se ve todos los días cómo chicos y gente grande que antes lo veías trabajar o su jubilación le alcanzaba. Uno que vivó en la calle sabe que no podés decirle que no”.


POR AHORA NO SE VAN

Enríquez cuenta que los dueños de los carros están agrupados en una organización que mantiene un diálogo permanente con el intendente Gerardo Merino.

Ellos se instalaron allí hace tres años con la gestión del exintendente Adrián Maderna. Empezaron unos pocos y luego se fueron sumando hasta llegar a 18 en total.

La idea de la Municipalidad es reubicarlos en la zona del cartel del “Trelewazo”, sobre la otra margen de la Laguna.

En estos últimos meses, hicieron el curso de manipulación de alimentos y demás controles sanitarios para empezar a ordenarse.

Pedro cuenta que le pidieron al intendente que por favor les permita seguir ahí donde están porque allí circula gente, y llenaron de vida el lugar.

“Nosotros trabajamos con la gente que pasa de la Laguna; cuando los carros no estaban era un robo detrás de otro a los chicos de Bellas Artes”, sostiene.

El hombre cuenta que ellos se complementan con los feriantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que venden ropa y otros accesorios en el lugar.

“Ahora hay más movimiento, la gente va a en familia con los hijos a comer u panchito. Hoy ir a sentarse a comer en un restaurante no da”, dice.

En tiempos de crisis, los puesteros se aferran a que los dejen permanecer ahí para subsistir de las ventas y que la gente pueda pasar una tarde en familia sin gastar mucho.

Pedro dice que por lo menos les alcanza para vivir sin tener que pedirle nada a nadie.

“Hoy el día la venta es muy floja, pero se come, que es lo importante”, concluye.

06 JUL 2024 - 17:02

Pedro Ángel Enríquez es uno de los 18 puesteros que tienen sus carros en La Laguna Chiquichano, y agradece que tanto él como sus hijos, Ángel y Camila, pueden vivir de su trabajo sin pedirle nada a nadie.

Elviernes al mediodía, cuando regresó al barrio Menfa, se encontró con la desgracia de que la casa donde viven sus hijos con sus respectivas familias, fue arrasada por el fuego.

En ese momento, Ángel y Camila habían ido a llevar a sus hijos a la escuela. Cuando regresaron la casa estaba en ruinas.

No les quedó nada: perdieron colchones, frazadas, heladera, horno, ropa, comida y todo lo que se pueda imaginar que hay en una casa.

La casa queda en la calle O´ Higgins 272, entre Pascual Daleoso y Viedma. El hombre vive en una piecita atrás, que no fue alcanzada por las llamas, y ahora todos vive allí.

Los damnificados, que tienen el carrito “Delicias Familiares”, iniciaron una campaña junto con sus amigos y compañeros para tratar de salir adelante entre todos.

“Hace unas horas perdimos todo en nuestra casa por un incendio nos quedamos sin nada pedimos a quien pueda ayudar en lo que pueda”, posteó Enríquez elviernes en sus redes y dejó los teléfonos: 2804855210/2804708689.


En diálogo con Jornada, Enríquez cuenta que no perciben planes, y viven honradamente de las ventas de choripanes, hamburguesas, milanesas y papas fritas que hacen a diario.

En estos tiempos en que los días se acortan y las necesidades se sienten, Pedro llega a sacar limpios unos 5000 pesos por día, que le alcanzan para vivir al día.

“Podemos laburar en esto, todos los días no ganamos el pan honradamente, no tenemos planes. La venta viene floja, pero se come, que es lo importante”, cuenta.
En el verano, cuando los días se alargan, en especial a partir de diciembre, las ganancias se triplican.

Pedro y su familia palpan la realidad de Trelew a diario. Los carros son el único lugar que tiene la gente humilde para salir a comer. Saben que para ellos es imposible ir y sentarse en un restaurante.

“Un papá, una mamá con dos chicos gastan 2000 pesos. Hoy van con los hijos se comen un panchito, un chori una milanesa o un cono de papas”.

Las porciones son XL para que la comida rinda más: con una milanesa por 2.500 peso, comen tres personas; un pancho con papas fritas sale 1100 pesos.

“Un chori entero para cuatro personas sale 4000 pesos con todos los chiches: la salsa mayonesa, mostaza y papas fritas. Si yo lo pongo más caro no vamos a vender nada. Prefiero unos pesos menos pero sabes que vendés”, dice.

El hombre no escatima en darle a la gente que va a pedirle un choripán porque quizá es la única comida que van a comer en el día.

“En la Laguna se ve todos los días cómo chicos y gente grande que antes lo veías trabajar o su jubilación le alcanzaba. Uno que vivó en la calle sabe que no podés decirle que no”.


POR AHORA NO SE VAN

Enríquez cuenta que los dueños de los carros están agrupados en una organización que mantiene un diálogo permanente con el intendente Gerardo Merino.

Ellos se instalaron allí hace tres años con la gestión del exintendente Adrián Maderna. Empezaron unos pocos y luego se fueron sumando hasta llegar a 18 en total.

La idea de la Municipalidad es reubicarlos en la zona del cartel del “Trelewazo”, sobre la otra margen de la Laguna.

En estos últimos meses, hicieron el curso de manipulación de alimentos y demás controles sanitarios para empezar a ordenarse.

Pedro cuenta que le pidieron al intendente que por favor les permita seguir ahí donde están porque allí circula gente, y llenaron de vida el lugar.

“Nosotros trabajamos con la gente que pasa de la Laguna; cuando los carros no estaban era un robo detrás de otro a los chicos de Bellas Artes”, sostiene.

El hombre cuenta que ellos se complementan con los feriantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) que venden ropa y otros accesorios en el lugar.

“Ahora hay más movimiento, la gente va a en familia con los hijos a comer u panchito. Hoy ir a sentarse a comer en un restaurante no da”, dice.

En tiempos de crisis, los puesteros se aferran a que los dejen permanecer ahí para subsistir de las ventas y que la gente pueda pasar una tarde en familia sin gastar mucho.

Pedro dice que por lo menos les alcanza para vivir sin tener que pedirle nada a nadie.

“Hoy el día la venta es muy floja, pero se come, que es lo importante”, concluye.


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