Un gobierno desalmado que arregla con la casta y le pega a los más humildes

30 MAY 2024 - 10:49 | Actualizado 30 MAY 2024 - 11:01

- Por Esteban Gallo

Rogelio Hube recorrió las dependencias del Correo Argentino de Gualjaina por última vez. Con esmero, cuidaba y limpiaba ese lugar todos los días, para que los ciudadanos que se acercaban a la estafeta a realizar algún trámite la encontraran en las mejores condiciones.

Después, entregó las llaves, y entre aplausos y lágrimas, las de él y la de los vecinos y vecinas que se acercaron para saludarlo, se subió a la bicicleta y se despidió para siempre de la oficina de la localidad.

La historia de Rogelio es la historia de cientos de trabajadores del Correo Argentino de la Patagonia que en las últimas semanas se quedaron en la calle en nombre de la reestructuración y reorganización empresarial ordenada por Javier Milei, que es la manera deleznable con la que intenta disfrazar el despiadado ajuste de su gobierno.

Vale la pena observar las imágenes que Jornada viralizó en las últimas horas porque cuando a la noticia le ponemos rostro, nombre y apellido, la cosa cambia. El video dura apenas 28 segundos, pero refleja con brutal contundencia la diferencia que existe entre el relato y la realidad y ahí comprendemos la verdadera dimensión de lo que está pasando.

¿Qué muestran las imágenes? ¿Qué impresión nos produce ver a Rogelio, entregando la llave de la oficina, caminando entre sus vecinos, en medio del aplauso cerrado?

Hay tristeza en la mirada del trabajador, hay un dolor lacerante que se transforma en llanto. Hay un hombre golpeado, como cualquier persona que se queda sin empleo, con el agravante de que nadie tuvo la dignidad de venir y decirle en la cara porqué lo despidieron.

Rogelio no es un ñoqui, tampoco un acomodado. No cobraba un sueldo desmedido, y el ahorro que implica su despido no equilibrará los números del Correo.

Los vecinos lloran con él y lo aplauden porque es un hombre íntegro, un trabajador abnegado, que amaba lo que hacía y brindaba un servicio a la comunidad. Un tipo humilde que llegaba al laburo en bicicleta y se fue del laburo de la misma manera.

La historia de Rogelio se parece a la de cientos de trabajadores de Chubut que fueron despedidos, en muchos casos, después de 15, 20 o 30 años de servicio.

Otra historia emblemática es el de Olga Norambuena, empleada del Correo de la ciudad de Trelew. Tenía 18 años de antigüedad en la empresa y necesitaba el trabajo como el aire que respira.

Olga es madre soltera, único sostén de la casa y tiene una hija con discapacidad.

Pero para este gobierno perverso, en nombre del ajuste cualquier barrabasada está permitida.

Se cagan en el currículum, se cagan en la trayectoria de las personas y se cagan en las necesidades de la gente. Si no los conmueve dejar en la calle a una madre soltera con una hija con discapacidad, que los puede conmover.

Eso sí, mientras Rogelio y Olga se quedan sin trabajo porque para este gobierno son un gasto para el Estado, que hay que achicar cueste lo que cuete, los senadores nacionales, con el apoyo del gobierno de Milei, se aumentaron otra vez los sueldos y pasarán a cobrar una cifra que rondará los $ 8 millones de salario en bruto.

¿Este es el presidente que iba a terminar con la casta?

¿El que deja en la calle a los laburantes y premia a los políticos ricos que iba a combatir?

Hace unos días, la concejal de Madryn, Nadia Garay, angustiada por la ola de despidos del gobierno nacional tildó a quienes forman parte de él, de Hijos de Puta. Se armó un barullo impresionante y la edil recibió críticas de todos lados.

Ahora que conocen la historia de Rogelio en Gualjaina, y la de Olga en Trelew, y la noticia del aumento de los senadores, avalados por Milei, a cambio ya sabemos todos de qué cosa.
Le pregunto a los lectores de JORNADA: ¿Se los puede calificar de otra manera?

Yo creo que no.

Hay que ser muy hijos de puta, para hacer lo que están haciendo.

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30 MAY 2024 - 10:49

- Por Esteban Gallo

Rogelio Hube recorrió las dependencias del Correo Argentino de Gualjaina por última vez. Con esmero, cuidaba y limpiaba ese lugar todos los días, para que los ciudadanos que se acercaban a la estafeta a realizar algún trámite la encontraran en las mejores condiciones.

Después, entregó las llaves, y entre aplausos y lágrimas, las de él y la de los vecinos y vecinas que se acercaron para saludarlo, se subió a la bicicleta y se despidió para siempre de la oficina de la localidad.

La historia de Rogelio es la historia de cientos de trabajadores del Correo Argentino de la Patagonia que en las últimas semanas se quedaron en la calle en nombre de la reestructuración y reorganización empresarial ordenada por Javier Milei, que es la manera deleznable con la que intenta disfrazar el despiadado ajuste de su gobierno.

Vale la pena observar las imágenes que Jornada viralizó en las últimas horas porque cuando a la noticia le ponemos rostro, nombre y apellido, la cosa cambia. El video dura apenas 28 segundos, pero refleja con brutal contundencia la diferencia que existe entre el relato y la realidad y ahí comprendemos la verdadera dimensión de lo que está pasando.

¿Qué muestran las imágenes? ¿Qué impresión nos produce ver a Rogelio, entregando la llave de la oficina, caminando entre sus vecinos, en medio del aplauso cerrado?

Hay tristeza en la mirada del trabajador, hay un dolor lacerante que se transforma en llanto. Hay un hombre golpeado, como cualquier persona que se queda sin empleo, con el agravante de que nadie tuvo la dignidad de venir y decirle en la cara porqué lo despidieron.

Rogelio no es un ñoqui, tampoco un acomodado. No cobraba un sueldo desmedido, y el ahorro que implica su despido no equilibrará los números del Correo.

Los vecinos lloran con él y lo aplauden porque es un hombre íntegro, un trabajador abnegado, que amaba lo que hacía y brindaba un servicio a la comunidad. Un tipo humilde que llegaba al laburo en bicicleta y se fue del laburo de la misma manera.

La historia de Rogelio se parece a la de cientos de trabajadores de Chubut que fueron despedidos, en muchos casos, después de 15, 20 o 30 años de servicio.

Otra historia emblemática es el de Olga Norambuena, empleada del Correo de la ciudad de Trelew. Tenía 18 años de antigüedad en la empresa y necesitaba el trabajo como el aire que respira.

Olga es madre soltera, único sostén de la casa y tiene una hija con discapacidad.

Pero para este gobierno perverso, en nombre del ajuste cualquier barrabasada está permitida.

Se cagan en el currículum, se cagan en la trayectoria de las personas y se cagan en las necesidades de la gente. Si no los conmueve dejar en la calle a una madre soltera con una hija con discapacidad, que los puede conmover.

Eso sí, mientras Rogelio y Olga se quedan sin trabajo porque para este gobierno son un gasto para el Estado, que hay que achicar cueste lo que cuete, los senadores nacionales, con el apoyo del gobierno de Milei, se aumentaron otra vez los sueldos y pasarán a cobrar una cifra que rondará los $ 8 millones de salario en bruto.

¿Este es el presidente que iba a terminar con la casta?

¿El que deja en la calle a los laburantes y premia a los políticos ricos que iba a combatir?

Hace unos días, la concejal de Madryn, Nadia Garay, angustiada por la ola de despidos del gobierno nacional tildó a quienes forman parte de él, de Hijos de Puta. Se armó un barullo impresionante y la edil recibió críticas de todos lados.

Ahora que conocen la historia de Rogelio en Gualjaina, y la de Olga en Trelew, y la noticia del aumento de los senadores, avalados por Milei, a cambio ya sabemos todos de qué cosa.
Le pregunto a los lectores de JORNADA: ¿Se los puede calificar de otra manera?

Yo creo que no.

Hay que ser muy hijos de puta, para hacer lo que están haciendo.


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