Cementerio Municipal: peligroso de día y tierra de nadie por la noche

Tumbas saqueadas y sepulcros destruidos. Los serenos deben enfrentarse cara a cara con delincuentes armados mientras las familias denuncian más de 100 placas robadas. La realidad de un cementerio donde reina la ley del más valiente.

(Fotos: Norman Evans)
21 MAY 2024 - 13:33 | Actualizado 21 MAY 2024 - 18:44

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

El Cementerio Municipal de Trelew no es el lejano oeste, pero se le parece. El pasado domingo, a plena luz del día, un delincuente saltó los altos muros del recinto para robar placas de bronce y se enfrentó cara a cara con el hombre de mantenimiento. “Me amenazó con un arma y dijo que me iba a disparar”, contó el empleado. “Esto es tierra de nadie”.

Mónica Mundaca, vecina de la ciudad, visitó hoy por la mañana la tumba de su madre por el aniversario de su fallecimiento. Cuando llegó, encontró la placa despegada y corrida a un costado. La de su padre la habían robado. “Es la segunda vez que nos pasa”, dice.

Tres años atrás había sufrido el mismo robo. Indignada, Mónica caminó hacia la oficina del Cementerio para informar el robo. Descubrió que no era la única víctima. “Empecé a tomar fotos;conté más de cien tumbas donde faltan placas”.

Los empleados le dijeron que en otra oportunidad se habían encontrado con un pibe con una mochila que andaba robando y los amenazó con un arma. “Hasta ahí llega su función. No quieren correr a nadie porque los van a terminar lastimando a ellos”.

“Es una boca de lobo”

Los empleados del Cementerio están acostumbrados a enfrentarse con los delincuentes. De día o de noche, los ven saltar los muros y palanquear las placas de bronce para venderlas y hacerse unos pesos. “Son como gatos, saltan los portones y usan las escaleras de las familias para escaparse”, dice el sereno.

El lateral que da a la calle Edwin Roberts es uno de los sectores más afectados. Por ahí los delincuentes encuentran los muros más bajos, fáciles de vulnerar. Son ágiles a la hora de trepar y escapar. Suelen ir con mochila y una barreta. A veces, incluso, van armados.

En el verano alcanzaron a detener a unos pibes que se habían metido a robar. “Cuando los agarraron tenían un .22 y un cuchillo. Son los mismos pibes que andan afuera merodeando”.

No sólo se llevan placas: también los marcos de aluminio, los vidrios de las ventanas, los floreros y objetos de valor que las familias dejan en los santuarios de sus seres amados. Del baño se llevan los inodoros. Lo que no pueden robar, lo rompen.

El Cementerio tiene 3.000 mt2 y alberga miles de sepulcros de familias de Trelew. Trabajan dos serenos por turno, desde las 8 hasta las 18 horas. “Acá estamos a la deriva. Somos nosotros contra los delincuentes. La última vez nos amenazaron con agarrarnos a tiros”, dice el sereno.

No tienen guardias, y de noche el panorama es siniestro. “Lo que más necesitamos acá es luz. Cortaron con motosierra un poste y robaron todo el cableado del perímetro. Los pilares no andan, de noche es una boca de lobo”.

A veces, al caer el día, aparecen las sectas espiritistas. “Me he encontrado a umbandas robando cenizas para sus rituales. En el tiempo que tarda en venir la policía, tenemos que lidiar con un tipo acá adentro. ¿Qué hago si me apuntan con un arma? Yo no puedo andar enfierrado, no estamos en el lejano oeste”.

El hombre de mantenimiento lleva casi 40 años de servicio en el Cementerio. El fin de semana se topó cara a cara con un delincuente que lo amenazó con un arma. “Le dije que me dispare. ¿Qué otra cosa podía hacer?".

Denuncia de las familias

Después de advertir las placas robadas en más de 100 tumbas, Mónica Mundaca hizo la denuncia penal en la Comisaría Segunda. “Me dijeron que trate de juntar más gente para ver si pueden hacer el allanamiento y llevar esto a algo más serio”.

Las placas de bronce son muy codiciadas por los delincuentes por su alto valor de reventa. Antiguamente se hacían niqueladas, aunque actualmente se fabrican en hierro fundido. No sirven más que para chatarra, pero algunos delincuentes no notan la diferencia.

Reponer estas pérdidas significa una inversión considerable para las familias. Una tapa de mármol puede ascender a los $ 100.000. “No nos queda otra que hacer una nueva placa", dice Mónica. "Vamos a tener que hacer algo de mármol tallado que no tenga valor comercial".

Pero el verdadero valor no está en lo económico sino en lo emocional. Una placa con la cara y el nombre de un ser querido no tiene otro valor más que el afecto por la persona que ya no está. En el Cementerio Municipal de Trelew, peligroso de día y tierra de nadie por la noche, lo emocional queda a un costado.

(Fotos: Norman Evans)
21 MAY 2024 - 13:33

Por Martín Tacón / Redacción Jornada

El Cementerio Municipal de Trelew no es el lejano oeste, pero se le parece. El pasado domingo, a plena luz del día, un delincuente saltó los altos muros del recinto para robar placas de bronce y se enfrentó cara a cara con el hombre de mantenimiento. “Me amenazó con un arma y dijo que me iba a disparar”, contó el empleado. “Esto es tierra de nadie”.

Mónica Mundaca, vecina de la ciudad, visitó hoy por la mañana la tumba de su madre por el aniversario de su fallecimiento. Cuando llegó, encontró la placa despegada y corrida a un costado. La de su padre la habían robado. “Es la segunda vez que nos pasa”, dice.

Tres años atrás había sufrido el mismo robo. Indignada, Mónica caminó hacia la oficina del Cementerio para informar el robo. Descubrió que no era la única víctima. “Empecé a tomar fotos;conté más de cien tumbas donde faltan placas”.

Los empleados le dijeron que en otra oportunidad se habían encontrado con un pibe con una mochila que andaba robando y los amenazó con un arma. “Hasta ahí llega su función. No quieren correr a nadie porque los van a terminar lastimando a ellos”.

“Es una boca de lobo”

Los empleados del Cementerio están acostumbrados a enfrentarse con los delincuentes. De día o de noche, los ven saltar los muros y palanquear las placas de bronce para venderlas y hacerse unos pesos. “Son como gatos, saltan los portones y usan las escaleras de las familias para escaparse”, dice el sereno.

El lateral que da a la calle Edwin Roberts es uno de los sectores más afectados. Por ahí los delincuentes encuentran los muros más bajos, fáciles de vulnerar. Son ágiles a la hora de trepar y escapar. Suelen ir con mochila y una barreta. A veces, incluso, van armados.

En el verano alcanzaron a detener a unos pibes que se habían metido a robar. “Cuando los agarraron tenían un .22 y un cuchillo. Son los mismos pibes que andan afuera merodeando”.

No sólo se llevan placas: también los marcos de aluminio, los vidrios de las ventanas, los floreros y objetos de valor que las familias dejan en los santuarios de sus seres amados. Del baño se llevan los inodoros. Lo que no pueden robar, lo rompen.

El Cementerio tiene 3.000 mt2 y alberga miles de sepulcros de familias de Trelew. Trabajan dos serenos por turno, desde las 8 hasta las 18 horas. “Acá estamos a la deriva. Somos nosotros contra los delincuentes. La última vez nos amenazaron con agarrarnos a tiros”, dice el sereno.

No tienen guardias, y de noche el panorama es siniestro. “Lo que más necesitamos acá es luz. Cortaron con motosierra un poste y robaron todo el cableado del perímetro. Los pilares no andan, de noche es una boca de lobo”.

A veces, al caer el día, aparecen las sectas espiritistas. “Me he encontrado a umbandas robando cenizas para sus rituales. En el tiempo que tarda en venir la policía, tenemos que lidiar con un tipo acá adentro. ¿Qué hago si me apuntan con un arma? Yo no puedo andar enfierrado, no estamos en el lejano oeste”.

El hombre de mantenimiento lleva casi 40 años de servicio en el Cementerio. El fin de semana se topó cara a cara con un delincuente que lo amenazó con un arma. “Le dije que me dispare. ¿Qué otra cosa podía hacer?".

Denuncia de las familias

Después de advertir las placas robadas en más de 100 tumbas, Mónica Mundaca hizo la denuncia penal en la Comisaría Segunda. “Me dijeron que trate de juntar más gente para ver si pueden hacer el allanamiento y llevar esto a algo más serio”.

Las placas de bronce son muy codiciadas por los delincuentes por su alto valor de reventa. Antiguamente se hacían niqueladas, aunque actualmente se fabrican en hierro fundido. No sirven más que para chatarra, pero algunos delincuentes no notan la diferencia.

Reponer estas pérdidas significa una inversión considerable para las familias. Una tapa de mármol puede ascender a los $ 100.000. “No nos queda otra que hacer una nueva placa", dice Mónica. "Vamos a tener que hacer algo de mármol tallado que no tenga valor comercial".

Pero el verdadero valor no está en lo económico sino en lo emocional. Una placa con la cara y el nombre de un ser querido no tiene otro valor más que el afecto por la persona que ya no está. En el Cementerio Municipal de Trelew, peligroso de día y tierra de nadie por la noche, lo emocional queda a un costado.


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