España se asoma otra vez a un escenario de incertidumbre política. El socialista Pedro Sánchez ha puesto en duda su continuidad al frente del Gobierno después de que un juez decidiera abrir una investigación a su esposa, Begoña Gómez, a quien distintas informaciones aparecidas en las últimas semanas señalan por presuntas actividades relacionadas con tráfico de influencias.
El dirigente socialista asegura que estas acusaciones son infundadas y responden a una campaña azuzada por la derecha y la extrema derecha, pero considera que con las acusaciones a su familia se ha cruzado una línea roja que no está dispuesto a tolerar.
De hecho, la denuncia en un juzgado de Madrid contra Begoña Gómez fue interpuesta por el sindicato ‘Manos Limpias’, una organización de extrema derecha con hiperactividad en los tribunales con iniciativas de evidente signo ideológico y cuyo presidente fue condenado hace tiempo por extorsión, aunque posteriormente resultó absuelto en esa causa por el Tribunal Supremo.
Este miércoles, después de que un juez decidiera dar curso a la denuncia de Manos Limpias y abrir la investigación contra Gómez, el presidente del Gobierno compartió una carta en la red social X (antes Twitter), en la que anunció que cancelaba su agenda política y abría un periodo de reflexión hasta el lunes, cuando comunicará su decisión final.
"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor", escribió Sánchez.
El también secretario general del PSOE asegura que nunca ha tenido apego al cargo "a pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política" han hecho sobre él.
En la carta, Sánchez acusa al Partido Popular y a Vox de no haber aceptado el resultado electoral del pasado 23 de julio, cuando a pesar de quedar por detrás del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, consiguió conformar una mayoría parlamentaria recabando el apoyo de todas las formaciones de izquierda y nacionalistas.
Esta no aceptación de los resultados, asegura el presidente, ha llevado a ambas formaciones a traspasar la línea del respeto a la esfera privada de un presidente del Gobierno y atacar su vida personal. Según Sánchez, la estrategia de la derecha y la extrema derecha consiste en deshumanizar y deslegitimar al adversario político “a través de denuncias tan escandalosas como falsas".
Carta a la ciudadanía. pic.twitter.com/c2nFxTXQTK
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) April 24, 2024
Por ese motivo, el presidente del Gobierno se pregunta si “merece la pena todo esto”, para responderse: “Sinceramente no lo sé. Este ataque es tan grave como burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa”.
La incertidumbre que la carta Pedro Sánchez ha abierto en la vida política española es máxima.
El presidente, que ha demostrado a lo largo de su trayectoria una extraordinaria capacidad para dar golpes de efecto que consiguen cambiar drásticamente escenarios adversos, podría optar por disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones, lo que sumaría una nueva etapa a un ciclo electoral que comenzó el pasado fin de semana con las elecciones vascas y seguirá durante los próximos dos meses con las catalanas y europeas.
Si es así, buscaría romper la actual dependencia parlamentaria que el gobierno encabezado por Sánchez sufre a manos de los nacionalistas catalanes y vascos y que le está provocando un serio desgaste en el resto de los territorios.
Para ello, sin embargo, debería esperar hasta el 30 de mayo, cuando haya transcurrido un año desde la anterior disolución, que dio lugar a las elecciones del año pasado. Si decide dimitir, deberá ser el actual Congreso el que elija a su sucesor, lo que abriría un periodo de complejísimas negociaciones.
Otra opción es que se limite a plantear una cuestión de confianza, que le podría conceder, si la saca adelante en una votación que no requiere de mayoría absoluta, un respiro político.
De momento, la iniciativa de Sánchez ha provocado una inmediata movilización de su partido y de sus socios, con numerosos llamamientos a defender al Gobierno frente a la ofensiva de la derecha de los últimos días.
La presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, hizo una apelación al sosiego tras mostrar su apoyo al presidente.
"Quienes nos dedicamos a hacer política necesitamos hacer una reflexión profunda y pausada sobre hacia dónde estamos llevando las instituciones, los debates, la confrontación".
En la derecha no ven en la jugada de Sánchez otra cosa que una apuesta por la victimización para evitar tener que defenderse de las acusaciones. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, dijo que “en lugar de desaparecer cinco días, debería aparecer de manera urgente para dar una explicación razonada de los escándalos que rodean a su partido, a su Gobierno y a su pareja”.
"Denunciamos que el presidente del Gobierno apueste por la victimización y la lástima en lugar de por la rendición de cuentas y la claridad", señaló.
Fuente: Página 12.
España se asoma otra vez a un escenario de incertidumbre política. El socialista Pedro Sánchez ha puesto en duda su continuidad al frente del Gobierno después de que un juez decidiera abrir una investigación a su esposa, Begoña Gómez, a quien distintas informaciones aparecidas en las últimas semanas señalan por presuntas actividades relacionadas con tráfico de influencias.
El dirigente socialista asegura que estas acusaciones son infundadas y responden a una campaña azuzada por la derecha y la extrema derecha, pero considera que con las acusaciones a su familia se ha cruzado una línea roja que no está dispuesto a tolerar.
De hecho, la denuncia en un juzgado de Madrid contra Begoña Gómez fue interpuesta por el sindicato ‘Manos Limpias’, una organización de extrema derecha con hiperactividad en los tribunales con iniciativas de evidente signo ideológico y cuyo presidente fue condenado hace tiempo por extorsión, aunque posteriormente resultó absuelto en esa causa por el Tribunal Supremo.
Este miércoles, después de que un juez decidiera dar curso a la denuncia de Manos Limpias y abrir la investigación contra Gómez, el presidente del Gobierno compartió una carta en la red social X (antes Twitter), en la que anunció que cancelaba su agenda política y abría un periodo de reflexión hasta el lunes, cuando comunicará su decisión final.
"Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor", escribió Sánchez.
El también secretario general del PSOE asegura que nunca ha tenido apego al cargo "a pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política" han hecho sobre él.
En la carta, Sánchez acusa al Partido Popular y a Vox de no haber aceptado el resultado electoral del pasado 23 de julio, cuando a pesar de quedar por detrás del candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, consiguió conformar una mayoría parlamentaria recabando el apoyo de todas las formaciones de izquierda y nacionalistas.
Esta no aceptación de los resultados, asegura el presidente, ha llevado a ambas formaciones a traspasar la línea del respeto a la esfera privada de un presidente del Gobierno y atacar su vida personal. Según Sánchez, la estrategia de la derecha y la extrema derecha consiste en deshumanizar y deslegitimar al adversario político “a través de denuncias tan escandalosas como falsas".
Carta a la ciudadanía. pic.twitter.com/c2nFxTXQTK
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) April 24, 2024
Por ese motivo, el presidente del Gobierno se pregunta si “merece la pena todo esto”, para responderse: “Sinceramente no lo sé. Este ataque es tan grave como burdo que necesito parar y reflexionar con mi esposa”.
La incertidumbre que la carta Pedro Sánchez ha abierto en la vida política española es máxima.
El presidente, que ha demostrado a lo largo de su trayectoria una extraordinaria capacidad para dar golpes de efecto que consiguen cambiar drásticamente escenarios adversos, podría optar por disolver el Congreso y convocar nuevas elecciones, lo que sumaría una nueva etapa a un ciclo electoral que comenzó el pasado fin de semana con las elecciones vascas y seguirá durante los próximos dos meses con las catalanas y europeas.
Si es así, buscaría romper la actual dependencia parlamentaria que el gobierno encabezado por Sánchez sufre a manos de los nacionalistas catalanes y vascos y que le está provocando un serio desgaste en el resto de los territorios.
Para ello, sin embargo, debería esperar hasta el 30 de mayo, cuando haya transcurrido un año desde la anterior disolución, que dio lugar a las elecciones del año pasado. Si decide dimitir, deberá ser el actual Congreso el que elija a su sucesor, lo que abriría un periodo de complejísimas negociaciones.
Otra opción es que se limite a plantear una cuestión de confianza, que le podría conceder, si la saca adelante en una votación que no requiere de mayoría absoluta, un respiro político.
De momento, la iniciativa de Sánchez ha provocado una inmediata movilización de su partido y de sus socios, con numerosos llamamientos a defender al Gobierno frente a la ofensiva de la derecha de los últimos días.
La presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, hizo una apelación al sosiego tras mostrar su apoyo al presidente.
"Quienes nos dedicamos a hacer política necesitamos hacer una reflexión profunda y pausada sobre hacia dónde estamos llevando las instituciones, los debates, la confrontación".
En la derecha no ven en la jugada de Sánchez otra cosa que una apuesta por la victimización para evitar tener que defenderse de las acusaciones. La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, dijo que “en lugar de desaparecer cinco días, debería aparecer de manera urgente para dar una explicación razonada de los escándalos que rodean a su partido, a su Gobierno y a su pareja”.
"Denunciamos que el presidente del Gobierno apueste por la victimización y la lástima en lugar de por la rendición de cuentas y la claridad", señaló.
Fuente: Página 12.