Una vacuna contra el machismo

07 MAR 2024 - 20:45 | Actualizado 07 MAR 2024 - 20:48

Por Patricia Reyes* / Especial para Jornada

Como cada año se conmemora el Día de la Mujer a nivel mundial, instaurado por la ONU con el fin claro de recordar la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.

Vale la pena recorrer un poco la historia que permitió en Argentina un cambio de paradigma, que, aunque se esté atacando actualmente, está debidamente enraizado en nuestro país y hoy más que nunca debemos defenderlo, revalorizarlo y recordarlo.

En 1993, año en el cual laConferencia Mundial sobre los Derechos Humanosdefinió a la violencia contra la mujer como "cualquier acto que suponga el uso de lafuerzao lacoaccióncon intención depromovero deperpetuar relaciones jerárquicasentre los hombres y las mujeres".

Posteriormente, laAsamblea General de las Naciones Unidasdefinió que la violencia referida contra las mujeres "supone cualquier acto de violencia basado en el sexo, que dé lugar, o pueda dar lugar, a unperjuiciode sufrimientofísico, sexual, psicológicode las mujeres, incluidas lasamenazasde tales actos, lacoercióno lasprivacionesarbitrarias de libertad, ya ocurran en la vidapúblicao en laprivado”.

En laCuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer(Declaración y Plataforma de Acción de Pekín), se llegó a la conclusión quela violencia contra la mujer es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a ladenominaciónde la mujer por el hombre, ladiscriminacióncontra la mujer y a lainterposición de obstáculoscontra su pleno desarrollo.

Sobre esas bases, en los últimos años nuestro país pudoadvertir, tomar conciencia yfinalmente reaccionara un fenómeno social de gravedad como es laviolencia contra el género femenino, tratando así de revalorizar el rol central e igualitario de la mujer en la sociedad.

Así podemos hablar de la Ley 26485, “Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales”,que es de orden público y de aplicación en todo el territorio del país.

Esta importante norma persigue, entre otros objetivos, promover y garantizar el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia, el acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia y la asistencia integral de las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales y privadas que realicen actividades programáticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados en violencia.

Estos objetivos se traducen en mandatos concretos de protección dirigidos a los tres poderes del Estado, con la finalidad de visibilizar los derechos de las mujeres, respetarlos y hacerlos respetar.

Es imperioso avanzar y fortalecer los derechos conquistados y no retroceder en la lucha. No podemos olvidar que vivimos en una sociedad que se mantiene y se reproduce desde siglos hasta hoy, en la cual no existe una igualdad real entre hombres y mujeres, sino que establece una jerarquización en la que la autoridad la ejerce el varón y en la que las mujeres son consideradas inferiores a los hombres. Surgiendo así los “roles de género” que justifican la subordinación de las mujeres en la vida cotidiana.

La cultura patriarcal se esconde en esos roles y estereotipos e invisibilizan a las mujeres privándolas así de sus derechos, además a través de ellos se reproducen relaciones entre hombres y mujeres poco respetuosas, poco solidarias y con desigualdad de trato.

Es necesario hablar y visibilizar el sistema patriarcal porque afecta no sólo a las mujeres sino también a los hombres. Lo explica claramente la OM de Córdoba: “El sistema patriarcal es sobre todo un sistema asimétrico en relaciones en donde las prerrogativas fundamentales corren por cuenta de lo que sería la humanidad investida bajo la forma de los varones. Y ese patriarcalismo ha significado, también, severas restricciones a los propios varones. Solemos decir que, si las víctimas de la asimetría, de la jerarquización de los sexos han sido históricamente las mujeres, los varones han pagado un precio extraordinario por su condición de varones. Piénsese que fueron obligados a tener el mandato de la producción, a ser los jefes sostenedores de las familias, a no pronunciarse de manera emotiva, a ser exclusivamente racionales, a vencer las emociones, a controlar sus impulsos. Entonces, las mujeres que han padecido de la asimetría, sin embargo, pudieron evidentemente hacer uso de la afectividad y la emoción.” (Oficina de la Mujer Córdoba TSJ. Juzgar con Perspectiva de Género, una cuestión de Derechos Humanos)

La única forma de avanzar es repensando las construcciones sociales y culturales de la distribución de poder entre mujeres y hombres, que afectan de manera directa e indirecta las formas de relacionarse de las personas para corregir ese desequilibrio estructural.

Parafraseando a la jueza española Gloria Poyatos Matas: es necesario entender que la educación es la vacuna para combatir el machismo, que es una enfermedad de transmisión social, como única forma para transformar definitivamente el sistema patriarcal para lograr una sociedad más justa, igualitaria y democrática.#

* Jueza, docente de la UNPSJB y socia AMJA

07 MAR 2024 - 20:45

Por Patricia Reyes* / Especial para Jornada

Como cada año se conmemora el Día de la Mujer a nivel mundial, instaurado por la ONU con el fin claro de recordar la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona.

Vale la pena recorrer un poco la historia que permitió en Argentina un cambio de paradigma, que, aunque se esté atacando actualmente, está debidamente enraizado en nuestro país y hoy más que nunca debemos defenderlo, revalorizarlo y recordarlo.

En 1993, año en el cual laConferencia Mundial sobre los Derechos Humanosdefinió a la violencia contra la mujer como "cualquier acto que suponga el uso de lafuerzao lacoaccióncon intención depromovero deperpetuar relaciones jerárquicasentre los hombres y las mujeres".

Posteriormente, laAsamblea General de las Naciones Unidasdefinió que la violencia referida contra las mujeres "supone cualquier acto de violencia basado en el sexo, que dé lugar, o pueda dar lugar, a unperjuiciode sufrimientofísico, sexual, psicológicode las mujeres, incluidas lasamenazasde tales actos, lacoercióno lasprivacionesarbitrarias de libertad, ya ocurran en la vidapúblicao en laprivado”.

En laCuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer(Declaración y Plataforma de Acción de Pekín), se llegó a la conclusión quela violencia contra la mujer es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, que han conducido a ladenominaciónde la mujer por el hombre, ladiscriminacióncontra la mujer y a lainterposición de obstáculoscontra su pleno desarrollo.

Sobre esas bases, en los últimos años nuestro país pudoadvertir, tomar conciencia yfinalmente reaccionara un fenómeno social de gravedad como es laviolencia contra el género femenino, tratando así de revalorizar el rol central e igualitario de la mujer en la sociedad.

Así podemos hablar de la Ley 26485, “Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales”,que es de orden público y de aplicación en todo el territorio del país.

Esta importante norma persigue, entre otros objetivos, promover y garantizar el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia, el acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia y la asistencia integral de las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales y privadas que realicen actividades programáticas destinadas a las mujeres y/o en los servicios especializados en violencia.

Estos objetivos se traducen en mandatos concretos de protección dirigidos a los tres poderes del Estado, con la finalidad de visibilizar los derechos de las mujeres, respetarlos y hacerlos respetar.

Es imperioso avanzar y fortalecer los derechos conquistados y no retroceder en la lucha. No podemos olvidar que vivimos en una sociedad que se mantiene y se reproduce desde siglos hasta hoy, en la cual no existe una igualdad real entre hombres y mujeres, sino que establece una jerarquización en la que la autoridad la ejerce el varón y en la que las mujeres son consideradas inferiores a los hombres. Surgiendo así los “roles de género” que justifican la subordinación de las mujeres en la vida cotidiana.

La cultura patriarcal se esconde en esos roles y estereotipos e invisibilizan a las mujeres privándolas así de sus derechos, además a través de ellos se reproducen relaciones entre hombres y mujeres poco respetuosas, poco solidarias y con desigualdad de trato.

Es necesario hablar y visibilizar el sistema patriarcal porque afecta no sólo a las mujeres sino también a los hombres. Lo explica claramente la OM de Córdoba: “El sistema patriarcal es sobre todo un sistema asimétrico en relaciones en donde las prerrogativas fundamentales corren por cuenta de lo que sería la humanidad investida bajo la forma de los varones. Y ese patriarcalismo ha significado, también, severas restricciones a los propios varones. Solemos decir que, si las víctimas de la asimetría, de la jerarquización de los sexos han sido históricamente las mujeres, los varones han pagado un precio extraordinario por su condición de varones. Piénsese que fueron obligados a tener el mandato de la producción, a ser los jefes sostenedores de las familias, a no pronunciarse de manera emotiva, a ser exclusivamente racionales, a vencer las emociones, a controlar sus impulsos. Entonces, las mujeres que han padecido de la asimetría, sin embargo, pudieron evidentemente hacer uso de la afectividad y la emoción.” (Oficina de la Mujer Córdoba TSJ. Juzgar con Perspectiva de Género, una cuestión de Derechos Humanos)

La única forma de avanzar es repensando las construcciones sociales y culturales de la distribución de poder entre mujeres y hombres, que afectan de manera directa e indirecta las formas de relacionarse de las personas para corregir ese desequilibrio estructural.

Parafraseando a la jueza española Gloria Poyatos Matas: es necesario entender que la educación es la vacuna para combatir el machismo, que es una enfermedad de transmisión social, como única forma para transformar definitivamente el sistema patriarcal para lograr una sociedad más justa, igualitaria y democrática.#

* Jueza, docente de la UNPSJB y socia AMJA


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