Algo más de 35 millones de argentinas y argentinos están habilitados hoy para ir a las urnas a empezar a definir el camino que tomará el país en los próximos cuatro años. Casi seguro no será una elección definitoria porque ninguno de los tres aspirantes con mayores posibilidades podrá este domingo imponerse en primera vuelta (obtener el 45% o más del 40% con diez puntos de ventaja sobre el segundo) y habrá que regresar al cuarto oscuro el próximo 19 de noviembre para elegir en un balotaje entre los dos más votados al reemplazante de Alberto Fernández.
La Argentina se debate hoy entre tres tercios bien definidos: la ultraderecha encarnada por La Libertad Avanza, que ganó las PASO de agosto por escaso margen y se ha esmerado desde entonces por girar todos los días un poco más hacia la derecha; la desgastada alianza conservadora del PRO y la UCR, que aspira a llegar al balotaje para evitar su disolución antes de tiempo; y un peronismo que aun siendo el blanco de muchas críticas y enojos del electorado por la difícil situación económica que atraviesa el país, sigue siendo el garante de casi todos los derechos de los trabajadores y los sectores más postergados, inclusive de los que no lo votan.
El ultraderechista Javier Milei ha sabido capitalizar hasta acá el “voto bronca”, sobre todo de algunos sectores postergados de la sociedad, muchos de ellos jóvenes que interpretan que no se puede perder los derechos que no tienen. Los asiste algo de razón pero, también, arguyen con un grado de inconciencia que asombra a otros segmentos de la sociedad que piden cambiar lo que está mal, no lo que está bien.
Bronca versus susto
En las últimas semanas, los anticuerpos de la democracia parecen haber hecho surgir una especie de “voto susto” que engloba a una parte de la sociedad que está enojada y agobiada por la crisis económica pero que no está dispuesta a entregar el poder a un grupo radicalizado, sobre todo a punto de cumplirse los 40 años del regreso de la democracia.
Esta reacción parece haber revitalizado las chances de Sergio Massa y, en menor medida, de Patricia Bullrich, que si bien representan a dos veredas tradicionalmente opuestas, distan mucho del extremismo encarnado por Milei. Algunas encuestas que se filtraron en los últimos días parecerían indicar ese rumbo. Inclusive, que el candidato libertario haya hablado por primera vez en toda la campaña de un presunto intento de fraude se pareció mucho a una apertura de paraguas por si llueve.
Aun en medio del temporal por la escalada de precios y del dólar ilegal, el candidato peronista ha logrado mantenerse a flote y aparece hoy con grandes chances de ser uno de los dos que vaya a disputar el balotaje dentro de cuatro semanas. Sólo un profesional de la política como Massa podría encarar semejante desafío.
Para Bullrich, en cambio, el mayor reto ya no es competir con Milei para ver quién tiene la mano (derecha) más dura, sino evitar que Mauricio Macri termine de dinamitar el último ladrillo de Juntos por el Cambio. El expresidente ya destruyó a Horacio Rodríguez Larreta, sigue orinando desde arriba a la dirigencia radical y ya casi ni oculta que su preferido para la Casa Rosada es el loco de la motosierra. La capacidad de daño de Macri es inversamente proporcional a su incapacidad para gobernar, por eso fue el primer presidente argentino que buscó la reelección y fue eyectado por buena parte del electorado que cuatro años antes lo había elegido.
Chubut elige
En medio de la disputa por la presidencia, la elección de tres bancas de diputados nacionales por Chubut ha quedado en un segundo plano. Aunque se presume que el efecto arrastre terminará incidiendo en la definición de los tres diputados nacionales, la elección de representantes por Chubut debiera tener una mayor importancia para el electorado. Después siempre es tarde para quejarse.
Si no hay sorpresas, las bancas quedarán en manos de César Treffinger (La Libertad Avanza), José Glinski (Unión por la Patria) y Jorge “Loma” Ávila (Juntos por el Cambio). De los tres, el único que se ha esmerado por difundir sus propuestas ha sido Glinski, que ni siquiera logró sentar en una misma mesa de debate a los otros dos contendientes.
Ávila recién apareció en los últimos días junto a sus nuevos aliados, aclarando que si llega al Congreso no votará una privatización de YPF, aunque fue más ambiguo a la hora de hablar de una posible reforma laboral.
Treffinger no abrió la boca desde las PASO y apuesta a que Milei haga todo el trabajo y lo arrastre hasta la Cámara de Diputados. Muy poco y muy pobre para un dirigente que dice representar la voluntad popular.
Hay mucho en juego hoy y habrá mucho más dentro de un mes, como para dejarlo en manos de algunos dirigentes políticos que no tienen nada para decir.#
Algo más de 35 millones de argentinas y argentinos están habilitados hoy para ir a las urnas a empezar a definir el camino que tomará el país en los próximos cuatro años. Casi seguro no será una elección definitoria porque ninguno de los tres aspirantes con mayores posibilidades podrá este domingo imponerse en primera vuelta (obtener el 45% o más del 40% con diez puntos de ventaja sobre el segundo) y habrá que regresar al cuarto oscuro el próximo 19 de noviembre para elegir en un balotaje entre los dos más votados al reemplazante de Alberto Fernández.
La Argentina se debate hoy entre tres tercios bien definidos: la ultraderecha encarnada por La Libertad Avanza, que ganó las PASO de agosto por escaso margen y se ha esmerado desde entonces por girar todos los días un poco más hacia la derecha; la desgastada alianza conservadora del PRO y la UCR, que aspira a llegar al balotaje para evitar su disolución antes de tiempo; y un peronismo que aun siendo el blanco de muchas críticas y enojos del electorado por la difícil situación económica que atraviesa el país, sigue siendo el garante de casi todos los derechos de los trabajadores y los sectores más postergados, inclusive de los que no lo votan.
El ultraderechista Javier Milei ha sabido capitalizar hasta acá el “voto bronca”, sobre todo de algunos sectores postergados de la sociedad, muchos de ellos jóvenes que interpretan que no se puede perder los derechos que no tienen. Los asiste algo de razón pero, también, arguyen con un grado de inconciencia que asombra a otros segmentos de la sociedad que piden cambiar lo que está mal, no lo que está bien.
Bronca versus susto
En las últimas semanas, los anticuerpos de la democracia parecen haber hecho surgir una especie de “voto susto” que engloba a una parte de la sociedad que está enojada y agobiada por la crisis económica pero que no está dispuesta a entregar el poder a un grupo radicalizado, sobre todo a punto de cumplirse los 40 años del regreso de la democracia.
Esta reacción parece haber revitalizado las chances de Sergio Massa y, en menor medida, de Patricia Bullrich, que si bien representan a dos veredas tradicionalmente opuestas, distan mucho del extremismo encarnado por Milei. Algunas encuestas que se filtraron en los últimos días parecerían indicar ese rumbo. Inclusive, que el candidato libertario haya hablado por primera vez en toda la campaña de un presunto intento de fraude se pareció mucho a una apertura de paraguas por si llueve.
Aun en medio del temporal por la escalada de precios y del dólar ilegal, el candidato peronista ha logrado mantenerse a flote y aparece hoy con grandes chances de ser uno de los dos que vaya a disputar el balotaje dentro de cuatro semanas. Sólo un profesional de la política como Massa podría encarar semejante desafío.
Para Bullrich, en cambio, el mayor reto ya no es competir con Milei para ver quién tiene la mano (derecha) más dura, sino evitar que Mauricio Macri termine de dinamitar el último ladrillo de Juntos por el Cambio. El expresidente ya destruyó a Horacio Rodríguez Larreta, sigue orinando desde arriba a la dirigencia radical y ya casi ni oculta que su preferido para la Casa Rosada es el loco de la motosierra. La capacidad de daño de Macri es inversamente proporcional a su incapacidad para gobernar, por eso fue el primer presidente argentino que buscó la reelección y fue eyectado por buena parte del electorado que cuatro años antes lo había elegido.
Chubut elige
En medio de la disputa por la presidencia, la elección de tres bancas de diputados nacionales por Chubut ha quedado en un segundo plano. Aunque se presume que el efecto arrastre terminará incidiendo en la definición de los tres diputados nacionales, la elección de representantes por Chubut debiera tener una mayor importancia para el electorado. Después siempre es tarde para quejarse.
Si no hay sorpresas, las bancas quedarán en manos de César Treffinger (La Libertad Avanza), José Glinski (Unión por la Patria) y Jorge “Loma” Ávila (Juntos por el Cambio). De los tres, el único que se ha esmerado por difundir sus propuestas ha sido Glinski, que ni siquiera logró sentar en una misma mesa de debate a los otros dos contendientes.
Ávila recién apareció en los últimos días junto a sus nuevos aliados, aclarando que si llega al Congreso no votará una privatización de YPF, aunque fue más ambiguo a la hora de hablar de una posible reforma laboral.
Treffinger no abrió la boca desde las PASO y apuesta a que Milei haga todo el trabajo y lo arrastre hasta la Cámara de Diputados. Muy poco y muy pobre para un dirigente que dice representar la voluntad popular.
Hay mucho en juego hoy y habrá mucho más dentro de un mes, como para dejarlo en manos de algunos dirigentes políticos que no tienen nada para decir.#