En Chubut no hay estadísticas que grafiquen con precisión quirúrgica el problema de la inseguridad. Cada área judicial y política maneja cifras recolectadas con diversos métodos que no coinciden entre sí, sobre datos que no son equivalentes y con conclusiones que pueden ser hasta contradictorias. Algunos hablan de denuncias, otros de carpetas judiciales, otros de procesos concluidos, otros de episodios que ni siquiera se denuncian en las comisarías y fiscalías. Cada cual maneja estas tortas de acuerdo a su conveniencia y muchas veces tratando de no quedar mal parado.
Lo que sí hay son aproximaciones. El futuro ministro de Seguridad Héctor Iturrioz le dijo a Jornada que en términos cuantitativos, en Trelew se registra un 10% más de delitos que en el resto de la provincia en relación con la cantidad de habitantes y el promedio de episodios diarios. Y según el Ministerio Público Fiscal, los delitos contra la propiedad crecieron un 33% en los últimos años.
Pero se sabe que las estadísticas son como las bikinis: lo que esconden es mucho más relevante que lo que muestran. El problema, que ya casi pasa a ser un drama, merece una mirada mucho más profunda.
Los vecinos merecen claridad: difícilmente la gestión de Gerardo Merino pueda resolver la inseguridad. Lo que sí se espera son gestos de compromiso como para encontrar un piso y mejorar desde allí, con el rol imprescindible de Provincia.
El juez Marcos Nápoli habló del retiro del Estado en los barrios. Pues bien, la Municipalidad debe estar en la periferia y romper muros imaginarios. Las familias y en especial los jóvenes deben saber que alguien se ocupa de ellos. No basta con tirar hormigón para un playón deportivo, donar dos pelotas y hasta la vista.
Lo que sí será más responsabilidad de la nueva gestión es frenar la caída económica y productiva de la ciudad. Es imprescindible y urgente no dejar tierra fértil para que el delito se siga profesionalizando.
Y hablando de jueces, sólo Nápoli y Marcelo Nieto Di Biase se prestaron a una charla con este medio. Se podrá disentir con ellos pero dieron la cara y sus argumentos. Muchos otros magistrados de Trelew prefieren un comunicado de prensa cuando un tuit les cae mal. Suelen ser los que cierran la cortina a las 13 y logran que un juicio dure tres semanas cuando puede resolverse en una. Vamos, muchachos. Hagan de cuenta que son vecinos que tienen una función pública relevante. Dar una explicación cada tanto nunca mató a nadie.
Los fiscales tampoco deben enojarse. Son muy pocos para el volumen y la densidad de delitos diarios en Trelew. Pero nadie los obligó a estar allí. Lo saludable es que en los últimos años finalmente se jubilaron muchos investigadores que hacían la plancha en el edificio de calle Rawson sin nunca jamás exponerse demasiado. Hay generaciones jóvenes que se asientan. Ojalá sean de cabeza abierta para entender que nadie los acusa de delitos que no tienen el trabajo de prevenir, pero que es necesario integrarse al debate público porque de allí saldrán soluciones.
Algo más complejo es el tema policial, siempre teñido de internas y conveniencias. Iturrioz deslizó que no está conforme con el trabajo de la Brigada de Investigaciones ni con ver comisarías llenas de uniformados. Y no descartó un “afloje” en el trabajo a la espera de la nueva cúpula. Estará en sus manos una política de agentes bien pagos pero recorriendo las calles y no llenando formularios. El fiscal de Comodoro Rivadavia, siempre explícito para sus definiciones, también deberá procurar no ser una versión mejorada de Federico Massoni. Se sabe de su capacidad de trabajo pero se le exigirán resultados a la medida de sus declaraciones.
Trelew ya no soporta más reuniones hechas de reproches en la Cámara de Comercio ni especulaciones teóricas ni culpas retroactivas ni una reforma del Código Procesal durmiendo en Legislatura. Es tardísimo.
A ver si nos entendemos: de un lado del abanico la ciudad está repleta de rateros de poca monta que hurtan celulares, cubiertas y, como mucho, vehículos. Del otro extremo bandas organizadas que conocen los movimientos judiciales, policiales y a sus víctimas. Ya ni siquiera usan celular sino que se arman por Instagram.
Ambos escenarios crecieron y se consolidaron al ritmo de la crisis económica, el desinterés político, la ineficiencia y el desborde judicial, y un Estado que no contuvo las franjas que debía.
Como la máquina del tiempo no existe, sólo cabe trabajar hacia adelante.
Hay recursos y un diagnóstico verificado.
Los trelewenses ahora piden compromiso. Esa palabrita que en algunos diccionarios todavía falta.#
En Chubut no hay estadísticas que grafiquen con precisión quirúrgica el problema de la inseguridad. Cada área judicial y política maneja cifras recolectadas con diversos métodos que no coinciden entre sí, sobre datos que no son equivalentes y con conclusiones que pueden ser hasta contradictorias. Algunos hablan de denuncias, otros de carpetas judiciales, otros de procesos concluidos, otros de episodios que ni siquiera se denuncian en las comisarías y fiscalías. Cada cual maneja estas tortas de acuerdo a su conveniencia y muchas veces tratando de no quedar mal parado.
Lo que sí hay son aproximaciones. El futuro ministro de Seguridad Héctor Iturrioz le dijo a Jornada que en términos cuantitativos, en Trelew se registra un 10% más de delitos que en el resto de la provincia en relación con la cantidad de habitantes y el promedio de episodios diarios. Y según el Ministerio Público Fiscal, los delitos contra la propiedad crecieron un 33% en los últimos años.
Pero se sabe que las estadísticas son como las bikinis: lo que esconden es mucho más relevante que lo que muestran. El problema, que ya casi pasa a ser un drama, merece una mirada mucho más profunda.
Los vecinos merecen claridad: difícilmente la gestión de Gerardo Merino pueda resolver la inseguridad. Lo que sí se espera son gestos de compromiso como para encontrar un piso y mejorar desde allí, con el rol imprescindible de Provincia.
El juez Marcos Nápoli habló del retiro del Estado en los barrios. Pues bien, la Municipalidad debe estar en la periferia y romper muros imaginarios. Las familias y en especial los jóvenes deben saber que alguien se ocupa de ellos. No basta con tirar hormigón para un playón deportivo, donar dos pelotas y hasta la vista.
Lo que sí será más responsabilidad de la nueva gestión es frenar la caída económica y productiva de la ciudad. Es imprescindible y urgente no dejar tierra fértil para que el delito se siga profesionalizando.
Y hablando de jueces, sólo Nápoli y Marcelo Nieto Di Biase se prestaron a una charla con este medio. Se podrá disentir con ellos pero dieron la cara y sus argumentos. Muchos otros magistrados de Trelew prefieren un comunicado de prensa cuando un tuit les cae mal. Suelen ser los que cierran la cortina a las 13 y logran que un juicio dure tres semanas cuando puede resolverse en una. Vamos, muchachos. Hagan de cuenta que son vecinos que tienen una función pública relevante. Dar una explicación cada tanto nunca mató a nadie.
Los fiscales tampoco deben enojarse. Son muy pocos para el volumen y la densidad de delitos diarios en Trelew. Pero nadie los obligó a estar allí. Lo saludable es que en los últimos años finalmente se jubilaron muchos investigadores que hacían la plancha en el edificio de calle Rawson sin nunca jamás exponerse demasiado. Hay generaciones jóvenes que se asientan. Ojalá sean de cabeza abierta para entender que nadie los acusa de delitos que no tienen el trabajo de prevenir, pero que es necesario integrarse al debate público porque de allí saldrán soluciones.
Algo más complejo es el tema policial, siempre teñido de internas y conveniencias. Iturrioz deslizó que no está conforme con el trabajo de la Brigada de Investigaciones ni con ver comisarías llenas de uniformados. Y no descartó un “afloje” en el trabajo a la espera de la nueva cúpula. Estará en sus manos una política de agentes bien pagos pero recorriendo las calles y no llenando formularios. El fiscal de Comodoro Rivadavia, siempre explícito para sus definiciones, también deberá procurar no ser una versión mejorada de Federico Massoni. Se sabe de su capacidad de trabajo pero se le exigirán resultados a la medida de sus declaraciones.
Trelew ya no soporta más reuniones hechas de reproches en la Cámara de Comercio ni especulaciones teóricas ni culpas retroactivas ni una reforma del Código Procesal durmiendo en Legislatura. Es tardísimo.
A ver si nos entendemos: de un lado del abanico la ciudad está repleta de rateros de poca monta que hurtan celulares, cubiertas y, como mucho, vehículos. Del otro extremo bandas organizadas que conocen los movimientos judiciales, policiales y a sus víctimas. Ya ni siquiera usan celular sino que se arman por Instagram.
Ambos escenarios crecieron y se consolidaron al ritmo de la crisis económica, el desinterés político, la ineficiencia y el desborde judicial, y un Estado que no contuvo las franjas que debía.
Como la máquina del tiempo no existe, sólo cabe trabajar hacia adelante.
Hay recursos y un diagnóstico verificado.
Los trelewenses ahora piden compromiso. Esa palabrita que en algunos diccionarios todavía falta.#