Laura y Benito, los docentes que encontraron el amor en la frontera

En el Día del Maestro y la Maestra, la historia de Laura Inés Cárdenas y Benito Nicolás Cortez, quienes se conocieron en una escuela de Mallín Ahogado, en la década del ´60, y no se separaron nunca más

Los tres juntos. Benito, Laura y su hija Fernanda, también docente jubilada.
11 SEP 2023 - 16:55 | Actualizado 11 SEP 2023 - 17:13

FLa historia de los maestros Laura Inés Cárdenas y Benito Nicolás Cortez, quienes se conocieron en la década de 1960 cuando llegaron a dar clases a la Escuela 118 de la pampa de Mallín Ahogado, refleja “amor por mi marido, amor por enseñar a los chicos y amor por el lugar”, reconoce la mujer.

Ella nació en el Alto de Valle de Río Negro y Neuquén, y llegó a El Bolsón apenas recibida como docente. En cambio, él pertenece a una camada de maestros riojanos que por aquella época escuchó una oferta laboral a través de una radio de Viedma, que “nos ofrecía los pasajes y la comida. En tiempos de escasez, nos pareció el paraíso”.

En detalle, Laura explicó que “la primera vez que lo vi entrando al colegio, me pareció gauchito el petiso. Al principio, fue mi compañero en las aulas y nos hicimos muy amigos, después llegó el amor y la familia”.

Acerca de las condiciones en que educaban por aquellos años, Cortez reseñó que “aunque no era difícil, fue bastante distinto a la actualidad. Teníamos alumnos más grandes, algunos hasta de 14, 15 años. Salíamos a caballo desde el pueblo y teníamos que cruzar el río Quemquemtreu porque la corriente se había llevado el puente. Desde allí, pasábamos por la Escuela 103 de Costa del Río Azul y después hasta la pampa de Mallín Ahogado, una travesía cotidiana de varias horas”.

Junto a él, se afincaron en la zona otros maestros coterráneos, como Carlos Gregori, Américo Torres, Oscar Nuñez, Saúl Morales y Hugo Tello, entre otros, quienes ocuparon cargos en distintos establecimientos escolares de El Bolsón, El Hoyo, Epuyén y Lago Puelo.

Sobre las razones del viaje desde La Rioja, recordó que “una noche estábamos mateando cuatro compañeros recién recibidos. Por supuesto, no teníamos trabajo y decidimos mandar cartas al Consejo de Educación. Creímos que nos iban a nombrar a todos juntos, pero fue por turnos. Otro problema fue venir al sur: primero hubo que viajar hasta Buenos Aires y tomar un tren desde Constitución hasta Bariloche. Para llegar hasta El Bolsón era apenas un camino de ripio en muy malas condiciones”.

Con todo, reconoce que “al principio pensaba quién me mandó hasta acá, aunque con el tiempo me convencí de que fue Dios, porque encontré a mi mujer y a mi familia”.

Vocación

A criterio de Laura Cárdenas, “maestro se nace y hay una vocación muy especial. Cuando tenía siete años ya jugaba con los perfumes de mi padre y de mi madre y eran mis alumnos: los ponía en fila y yo era la docente”.

Desde su óptica, la docencia "en la actualidad tiene sus diferencias: antes quizás éramos demasiado rectos, aún cuando amábamos a todos los chicos, jugábamos con ellos y compartimos muchas cosas. Hoy tienen más soltura, se pueden expresar mejor. Sin embargo, se ha perdido el respeto por el
docente, aunque eso se trae desde el hogar”.

Varias generaciones

Por su lado, Benito Cortez asegura que “ya ni me acuerdo de la cantidad de generaciones que pude educar, pero seguro son muchísimas. Pasan mujeres y hombres grandes presentándome a sus nietos como su maestro. Me llegan saludos desde España, Neuquén, Chaco, por suerte todavía se acuerdan”.
En coincidencia, también fue un destacado delantero del equipo de fútbol del club El Refugio, donde “más de una vez pude meter un gol en el clásico con Güemes”.

Orgullo

A la charla pronto se sumó su hija Fernanda Cortez, también docente jubilada, quien reseña que “hice la carrera en la escuela 140 y también trabajé en el Jardín 21 y en todas las escuelas rurales de la zona. Por mis padres siento mucho orgullo por la dedicación que tuvieron hacia la educación”. Señaló que desde muy niña “me quedaba con mis abuelos cuando ellos trabajaban doble turno en la escuela de frontera. Fueron los primeros maestros de mi vida y quienes forjaron esta profesión”.

Los tres juntos. Benito, Laura y su hija Fernanda, también docente jubilada.
11 SEP 2023 - 16:55

FLa historia de los maestros Laura Inés Cárdenas y Benito Nicolás Cortez, quienes se conocieron en la década de 1960 cuando llegaron a dar clases a la Escuela 118 de la pampa de Mallín Ahogado, refleja “amor por mi marido, amor por enseñar a los chicos y amor por el lugar”, reconoce la mujer.

Ella nació en el Alto de Valle de Río Negro y Neuquén, y llegó a El Bolsón apenas recibida como docente. En cambio, él pertenece a una camada de maestros riojanos que por aquella época escuchó una oferta laboral a través de una radio de Viedma, que “nos ofrecía los pasajes y la comida. En tiempos de escasez, nos pareció el paraíso”.

En detalle, Laura explicó que “la primera vez que lo vi entrando al colegio, me pareció gauchito el petiso. Al principio, fue mi compañero en las aulas y nos hicimos muy amigos, después llegó el amor y la familia”.

Acerca de las condiciones en que educaban por aquellos años, Cortez reseñó que “aunque no era difícil, fue bastante distinto a la actualidad. Teníamos alumnos más grandes, algunos hasta de 14, 15 años. Salíamos a caballo desde el pueblo y teníamos que cruzar el río Quemquemtreu porque la corriente se había llevado el puente. Desde allí, pasábamos por la Escuela 103 de Costa del Río Azul y después hasta la pampa de Mallín Ahogado, una travesía cotidiana de varias horas”.

Junto a él, se afincaron en la zona otros maestros coterráneos, como Carlos Gregori, Américo Torres, Oscar Nuñez, Saúl Morales y Hugo Tello, entre otros, quienes ocuparon cargos en distintos establecimientos escolares de El Bolsón, El Hoyo, Epuyén y Lago Puelo.

Sobre las razones del viaje desde La Rioja, recordó que “una noche estábamos mateando cuatro compañeros recién recibidos. Por supuesto, no teníamos trabajo y decidimos mandar cartas al Consejo de Educación. Creímos que nos iban a nombrar a todos juntos, pero fue por turnos. Otro problema fue venir al sur: primero hubo que viajar hasta Buenos Aires y tomar un tren desde Constitución hasta Bariloche. Para llegar hasta El Bolsón era apenas un camino de ripio en muy malas condiciones”.

Con todo, reconoce que “al principio pensaba quién me mandó hasta acá, aunque con el tiempo me convencí de que fue Dios, porque encontré a mi mujer y a mi familia”.

Vocación

A criterio de Laura Cárdenas, “maestro se nace y hay una vocación muy especial. Cuando tenía siete años ya jugaba con los perfumes de mi padre y de mi madre y eran mis alumnos: los ponía en fila y yo era la docente”.

Desde su óptica, la docencia "en la actualidad tiene sus diferencias: antes quizás éramos demasiado rectos, aún cuando amábamos a todos los chicos, jugábamos con ellos y compartimos muchas cosas. Hoy tienen más soltura, se pueden expresar mejor. Sin embargo, se ha perdido el respeto por el
docente, aunque eso se trae desde el hogar”.

Varias generaciones

Por su lado, Benito Cortez asegura que “ya ni me acuerdo de la cantidad de generaciones que pude educar, pero seguro son muchísimas. Pasan mujeres y hombres grandes presentándome a sus nietos como su maestro. Me llegan saludos desde España, Neuquén, Chaco, por suerte todavía se acuerdan”.
En coincidencia, también fue un destacado delantero del equipo de fútbol del club El Refugio, donde “más de una vez pude meter un gol en el clásico con Güemes”.

Orgullo

A la charla pronto se sumó su hija Fernanda Cortez, también docente jubilada, quien reseña que “hice la carrera en la escuela 140 y también trabajé en el Jardín 21 y en todas las escuelas rurales de la zona. Por mis padres siento mucho orgullo por la dedicación que tuvieron hacia la educación”. Señaló que desde muy niña “me quedaba con mis abuelos cuando ellos trabajaban doble turno en la escuela de frontera. Fueron los primeros maestros de mi vida y quienes forjaron esta profesión”.


NOTICIAS RELACIONADAS