Un hombre que bajó de una camioneta habría llevado las armas
Esta persona se presentó en el Hogar de Ancianos Pedro Déttori, a plena luz del día, con total naturalidad. Entregó varias bolsas con donaciones en la recepción y se fue. No hubo nada sospechoso. ¿Fue una equivocación o hay algo más?
Nadie hasta ahora se hizo cargo las dos armas con balas que aparecieron el sábado pasado en el Hogar de Ancianos Pedro Déttori dentro de una caja de donaciones.
La noticia tomó estado público este lunes temprano y nadie no se presentó a reclamarlas esgrimiendo que “se trató de un error”, como a priori suponen que pudo haber pasado.
La pistola Astra .22 y el revólver Colt .38 estaban ocultos junto con ropa, nebulizadores, fajas y otros elementos que llegaron al hogar el sábado, entre las 11.15 y 11.30 horas.
Según pudo saber Jornada Web, ese mediodía un hombre se bajó de una camioneta blanca (creen que una Ranger), descargó varias bolsas, esperó a que lo atiendan y las entregó al personal de guardia.
Las imágenes quedaron registradas en las cámaras de seguridad. La causa ahora quedó en manos de la Fiscalía.
Las armas las encontró una empleada, pasadas las 15, cuando iba a clasificar el material que este hombre acercó a plena luz del día y sin despertar ningún tipo de sospechas.
Los que lo recibieron suponen que esta persona ni siquiera se habría percatado que llevaba armas en las bolsas. Las entregó a una empleada con total naturalidad.
Los primeros indicios conducen a que pudo haberse tratado de un simple descuido. “Esta persona se deshizo de cosas de un tercero que ni siquiera sabía que tenía”, suponen a primera vista.
Las armas tienen numeración, a partir de la cual se puede rastrear al titular. Aquí se abren todo tipo de hipótesis: ¿eran armadas robadas? ¿el portador falleció? Esto es materia de investigación.
EL SECRETO
Los abuelos del hogar no se enteraron que había ido a parar ahí dos armas hasta que vieron las noticias.
La persona que las descubrió, las guardó en una oficina, avisó a la Policía y guardaron el secreto incluso entre los empleados.
De las seis empleadas de la mañana y las cuatro de la tarde, solo una por turno sabía de su existencia. Los abuelos no debían enterarse por nada del mundo.
De hecho, el mismo sábado, cuando llegó la Policía los abuelos estaban durmiendo por lo que no se enteraron de nada.
Una vez que la noticia salió a la luz, tampoco hubo demasiado ruido. Para cuando el tema tomó estado público las armas ya no estaban ahí.
Nadie hasta ahora se hizo cargo las dos armas con balas que aparecieron el sábado pasado en el Hogar de Ancianos Pedro Déttori dentro de una caja de donaciones.
La noticia tomó estado público este lunes temprano y nadie no se presentó a reclamarlas esgrimiendo que “se trató de un error”, como a priori suponen que pudo haber pasado.
La pistola Astra .22 y el revólver Colt .38 estaban ocultos junto con ropa, nebulizadores, fajas y otros elementos que llegaron al hogar el sábado, entre las 11.15 y 11.30 horas.
Según pudo saber Jornada Web, ese mediodía un hombre se bajó de una camioneta blanca (creen que una Ranger), descargó varias bolsas, esperó a que lo atiendan y las entregó al personal de guardia.
Las imágenes quedaron registradas en las cámaras de seguridad. La causa ahora quedó en manos de la Fiscalía.
Las armas las encontró una empleada, pasadas las 15, cuando iba a clasificar el material que este hombre acercó a plena luz del día y sin despertar ningún tipo de sospechas.
Los que lo recibieron suponen que esta persona ni siquiera se habría percatado que llevaba armas en las bolsas. Las entregó a una empleada con total naturalidad.
Los primeros indicios conducen a que pudo haberse tratado de un simple descuido. “Esta persona se deshizo de cosas de un tercero que ni siquiera sabía que tenía”, suponen a primera vista.
Las armas tienen numeración, a partir de la cual se puede rastrear al titular. Aquí se abren todo tipo de hipótesis: ¿eran armadas robadas? ¿el portador falleció? Esto es materia de investigación.
EL SECRETO
Los abuelos del hogar no se enteraron que había ido a parar ahí dos armas hasta que vieron las noticias.
La persona que las descubrió, las guardó en una oficina, avisó a la Policía y guardaron el secreto incluso entre los empleados.
De las seis empleadas de la mañana y las cuatro de la tarde, solo una por turno sabía de su existencia. Los abuelos no debían enterarse por nada del mundo.
De hecho, el mismo sábado, cuando llegó la Policía los abuelos estaban durmiendo por lo que no se enteraron de nada.
Una vez que la noticia salió a la luz, tampoco hubo demasiado ruido. Para cuando el tema tomó estado público las armas ya no estaban ahí.